Dos tetas al aire no reclutan la conciencia política de nadie aunque halen más que una carreta. Ramón H. Colás sobre la pérdida del mensaje que se desea dar cuando en él se usan elementos disociadores
Ramón H. Colás
2 de septiembre de 2018
Razones le sobran a Zoé Valdés cuando, con las mejores intenciones, critica con agudeza las envolturas propagandísticas contra el decreto ley 349. Usted se preguntaría qué relación o cercanía tiene publicitar a una bella mulata, vestida con un juego de biquini, hecho con secciones de la bandera nacional y la propganda de la dictadura socialista. El régimen empaca sus mentiras en la sublimidad política y los símbolos patrios glorifican el contenido del mensaje. Eso se intenta hacer esta vez, cuando el cuerpo de una mujer, devenido en símbolo sexual desde siempre, se muestra semidesnudo y orlado con fragmentos mínimos del blasón antillano. Sin embargo, el contenido del mensaje se pierde ante la atractiva figura de la joven y, lo que parece ser una buena idea, termina disipada en la nada. Los autores parecen ser mejores promotores del turismo sexual que formadores de opinión contra la dictadura. Dos tetas al aire -lo digo por segunda vez- no reclutan la conciencia política de nadie y menos en un país donde el sexo es lo único sin racionar.
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