. Alberto Roteta Dorado.: El caso Julian Assange, una “herencia” correísta.
Santa Cruz de Tenerife. España.- En estos duros tiempos las demandas, acusaciones y reclamaciones se han convertido en cosas tan comunes que ya no nos resulta llamativo el hecho de que cualquier ciudadano común arremeta contra determinada figura pública de las más diversas aristas sociales o políticas.
Algunos con todo su derecho y de manera muy justificada han hecho sendas declaraciones sobre actos que tuvieron lugar en el pasado, pero que por el paso del tiempo no dejaron de ser actos delictivos. Otros han decidido unirse a la oleada del momento y de manera inescrupulosa han utilizado la calumnia para difamar contra líderes políticos, deportistas de reconocido prestigio, cineastas, artistas del momento y hasta contra algún que otro remanente de la afamada aristocracia europea.
En medio de esta tendencia – que muchas veces lleva implícito el escándalo– un personaje de origen australiano, aunque nacionalizado ecuatoriano, recientemente presentó una demanda contra el gobierno de Ecuador por la imposición de un reglamento de convivencia en la sede diplomática de esta nación sudamericana en Londres, lo que, según el demandante, vulnera sus derechos humanos.
Se trata de Julian Assange, el controversial fundador de la WikiLeaks, quien lleva más de seis años refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres, y que al parecer no tiene límites respecto a unas exigencias que deberá reconsiderar toda vez que, de acuerdo a su extenso historial delictivo, lo menos que puede hacer este hombre, a quien el gobierno ecuatoriano le hace un favor para preservar su integridad, es permanecer bien disciplinado, sin hacerse notar demasiado, y sobre todas las cosas, tratando de comprender que su posición lejos de ser tan desafiante debe ser de gratitud a quienes le han ofrecido la mano durante años.
Pero detengámonos en el complicado asunto del caso Assange para que se pueda tener una idea un tanto más acertada sobre lo que representa este conflicto que el actual gobierno de la nación andina heredó del correísmo, y que, como algunos creen, incluido quien redacta este artículo, se trata de un asilo prepactado, esto es, un acto cometido por el régimen correísta con premeditación y alevosía, y como es de suponer con la espera de una ganancia tras la aparente actitud humanitaria hacia el controversial difusor de tantos secretos confidenciales.
¿Quién es en sí Julian Assange? Pues un matemático, programador, ciberactivista, periodista y activista de internet de origen australiano, aunque nacionalizado ecuatoriano, quien se haya implicado en múltiples delitos, incluidos abusos sexuales, y que cuenta en su historial durante su etapa australiana, sus pretensiones políticas, por cuanto se propuso escalar peldaños en el senado australiano, aunque sin suerte para ello dado el ínfimo porcentaje alcanzado para obtener un escaño.
El Departamento de Defensa de los Estados Unidos culpó a Assange por las filtraciones hechas por WikiLeaks, entre las que sobresalen: el ataque aéreo en Bagdad el 12 de julio de 2007, los Diarios de la Guerra de Afganistán y los Registros de la Guerra de Iraq, en los que denunció determinados delitos admitidos por el Pentágono. El Pentágono argumenta que las filtraciones de WikiLeaks pueden perjudicar la seguridad vital de muchas personas.
Assange ha admitido que WikiLeaks ha publicado más documentos clasificados que toda la prensa mundial junta, lo que le ha comprometido sobremanera desde el punto de vista legal y político, lo que le convirtió en el símbolo de WikiLeaks y en el paradigma del “activista combativo” contemporáneo.
En 1991 fue detenido por la Policía Federal Australiana por haber accedido ilegalmente a varias computadoras de una universidad australiana y a una compañía de telecomunicaciones, entre otras instituciones. En esta ocasión se le declaró culpable de 24 cargos por delitos informáticos y fue multado y puesto en libertad por buena conducta.
En 2012 se refugió en la embajada de la República de Ecuador en Londres, Inglaterra, donde solicitó asilo político, algo que fue aceptado por el gobierno de este país al considerar que la vida de Assange corría peligro dada su posible extradición a Estados Unidos, hecho desmentido en un inicio por Rafael Correa, presidente de Ecuador en aquel momento; aunque más tarde confirmado por el entonces canciller de Ecuador, Ricardo Patiño.
En los últimos meses la presidencia actual de Ecuador ha tenido que intervenir enérgicamente contra Assange para que no se entrometa en los asuntos políticos de la nación andina. Moreno tiene en mente una posible salida del famoso ciberactivista, cuya presencia en la sede diplomática ecuatoriana de Londres empaña demasiado la imagen de la tierra de Eloy Alfaro. En este sentido Lenín Moreno ha declarado recientemente:
"Es un problema que lo heredamos. Assange tiene problemas con la justicia inglesa, con la justicia de los Estados Unidos. Nuestra principal preocupación ha sido proteger su integridad, sus derechos humanos y fundamentalmente su vida. El Ecuador no tiene pena de muerte y nosotros seríamos incapaces de entregar al señor Assange a un país donde pueda ser condenado a pena de muerte” (...) “Al señor Assange le hemos puesto una condición: que deje de intervenir en la política, en la economía, en la libre determinación que tiene cada uno de los pueblos y principalmente los países amigos, porque de lo contrario tomaremos una decisión".
¿Fue prepactado el asilo de Julian Assange en la embajada de Ecuador?
Sobre esa herencia que dejó el anterior gobierno se ha especulado acerca de un posible trato, esto es, que el asilo diplomático de Assange fue pactado bajo ciertas condiciones para beneficiar al expresidente Rafael Correa en relación a sus intereses presidenciales, algo que ha desmentido Fidel Narváez, antiguo cónsul general de Ecuador en Londres, cuyas funciones cesaron bajo el mandato de Moreno. Narváez, quien es amigo personal de Assange y defensor del correísmo, negó cualquier pacto entre el anterior gobierno de Ecuador y la acogida de Assange en la sede diplomática, así como de que se tratara de un conflicto diplomático; sobreponiendo en todo momento la hipótesis de una ayuda de carácter humanitario al también perseguido político y abusador sexual.
Pero ya los tiempos en que Julian Assange ocupara un protagonismo dentro del llamado activismo cibernético han quedado atrás. Ahora el otrora hombre imprescindible de los poderes comunicativos aferrado a mantener un lugar, que al parecer perdió definitivamente, juega a dar opiniones de todo y sobre todos – con frecuencia cargadas de un desbordante amarillismo y un sensacionalismo del que jamás logró desprenderse– , aun cuando con frecuencia divaga y juega sobre lo mojado.
Su intromisión en delicados temas de gran repercusión internacional hizo que el actual gobierno ecuatoriano – que para nada tiene que ver con la descabellada idea inicial de proteger a Assange en su embajada en Londres– hace solo unos meses le cortara los servicios de internet de los que se aprovecha para continuar en sus ansias de “periodista”, promotor y difusor de cualquier asunto, incluidas sus valoraciones de las criptomonedas, sus opiniones sobre la familia Trump, sus peculiares concepciones nacionalistas, sus defensas del independentismo catalán, entre otras tantas cosas.
El gobierno de Ecuador recientemente le impuso un reglamento de convivencia al “distinguido huésped” de la sede diplomática; razón por la que protestó y presentó una demanda al considerar que se trata de violaciones de sus derechos humanos.
El ministro José Valencia aseguró que: “Ecuador no tiene entre sus responsabilidades hacer ningún tipo de gestión adicional” (…) “Nosotros no somos ni abogados del señor Assange ni tampoco somos representantes del Gobierno británico, es una relación directa que existe entre Assange y Gran Bretaña”.
La situación de Julian Assange en la sede diplomática ecuatoriana en Reino Unido ya resulta demasiado engorrosa, de ahí que en los últimos días tuviera que extremar sus medidas respecto a visitas a la institución, pago de servicios médicos, lavandería, alimentación, y hasta el cuidado de su mascota.
¿Qué tenemos de nuevo sobre el caso Assange?
Julian Assange estaría dispuesto a entregarse a la justicia de Reino Unido si se le asegura que no será extraditado a Estados Unidos. El abogado defensor de Assange enfatizó en que podría ser condenado por la justicia de Reino Unido de tres a seis meses, pero se exige que no sea entregado a Washington. Recordemos que Assange tiene cuentas pendientes con la justicia británica pues hace más de seis años, cuando se refugió en la embajada ecuatoriana en Londres, violó un arresto domiciliario que cumplía frente al caso de presuntos delitos sexuales en Suecia, país que pedía su extradición; a pesar de que las causas suecas no prosperaron, Assange aún teme que si sale de la embajada sea llevado a Estados Unidos, país donde puede ser sancionado con la máxima pena por haber revelado documentación secreta sobre las guerras en Irak y Afganistán.
El gobierno ecuatoriano ofrece dos propuestas para terminar de una vez con el caso Assange. Primera, entregarse a la justicia británica con las garantías conseguidas por Ecuador (lo que incluye la promesa de Londres de que su condena no rebasaría los seis meses y que no sería deportado o extraditado a ningún otro país). Segunda, permanecer en la embajada bajo un protocolo especial con reglas sobre visitas, comunicaciones y condiciones de salubridad, cuyo incumplimiento conduciría definitivamente a la culminación del asilo en la sede diplomática.
De cualquier modo, Julian Assange permanece en la Embajada de Ecuador en Londres, algo que en el actual contexto político de la nación andina tiene lugar en contra de la verdadera voluntad del gobierno que dirige Lenín Moreno, independientemente de sus declaraciones acerca de la preservación de la vida del activista cibernético.
Habrá que esperar el desenlace final del asunto en los próximos meses, y aún así será difícil confirmar con certeza la idea de que su presencia en dicha embajada tuvo otros fines más allá de la protección de su integridad física.
De los supuestos comunistas representantes del Socialismo del siglo XXI se puede esperar cualquier cosa, y tratándose de la intervención del maquiavélico Rafael Correa en el asunto nada bueno se puede pensar; pero esto ya sería especular sin fundamentos sólidos que sustenten esta hipótesis, y para no caer en los bajos planos – como últimamente ha estado haciendo Assange– es preferible guardar silencio en la espera de elementos contundentes que puedan fundamentar esta hipótesis.
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