De Kashoggi a Oswaldo Payá. Hermann Tertsch aobre el asesinato del periodista saudí Kashoggi en el consulado de su país en Estambul y el asesinato en Cuba en el 2012 del opositor pacífico y Premio Sajarov del Parlamento Europeo Oswaldo Payá
- Jamal Khashoggi’s Final Column Predicted the Response to His Alleged Murder. “These actions no longer carry the consequence of a backlash from the international community. Instead, these actions may trigger condemnation quickly followed by silence,” Washington Post columnist presumed dead wrote
De Kashoggi a Oswaldo Payá
Por Hermann Tertsch
19/10/2018
Son espeluznantes los datos que llegan desde Turquía sobre el final del periodista saudí Kashoggi, supuestamente desmembrado en vida cuando tuvo la pésima idea de pisar el consulado de su país en Estambul. Pero le ha salido muy mal esta bárbara operación al hombre fuerte y heredero Mohamed bin Salman, si fue él quien lo ordenó. La campaña electoral en EE.UU. ha convertido a Kashoggi en protagonista con todo el mundo pendiente de un periodista que no conocían. El Partido Demócrata intenta «colocarle el muerto saudí» al presidente. De ahí que Donald Trump muestre genuino interés por aclarar el caso que se quiere utilizar contra él. Otra vez demuestra que su carencia de resabios ideológicos le permite buscar soluciones a un problema objetivo con una honradez desconocida para todos los que usan el caso con oportunismo y mezquindad. La suerte del periodista Kashoggi es para ellos un mero instrumento para atacar a Trump, a su política y a Israel, de los que Arabia Saudí es crucial aliado. Lo de siempre.
Resulta delirante la sobreactuación de quienes desprecian por sistema los terroríficos informes sobre los calvarios sufridos por hombres y mujeres inocentes torturados y ejecutados en mazmorras en Irán, en esa otra teocracia en guerra con Arabia Saudí. A Teherán le pasa como a Oriol Junqueras, que es el mayor delincuente de todos, pero tiene a todos haciéndole honores y favores. Todo hacia Teherán son simpatías de los obamistas en EE.UU. y de la UE representada por la peculiar «pija progre» Federica Mogherini, que reparte sus amores entre el castrismo y los ayatollahs. También son proiraní los lobbies de la industria. Se prometían un festín en Irán y Trump con un nuevo embargo lo ha estropeado. Al final, Kashoggi, más allá del horror de las circunstancias, es otra víctima más de la gran guerra interna del mundo musulmán que libran esos dos regímenes islamistas.
El reino feudal saudí es igual de despiadado que el iraní. Pero no más. Y el enemigo de Occidente es hoy la dictadura clerical iraní, que somete a su pueblo desde hace 40 años. Los persas son una nación sofisticada. Infinitamente más que esos pastores árabes saudíes venidos a más. Sus tiranos, como Xerxes en las Termópilas hace 2.500 años, despliegan un afán imperialista imparable en Líbano, Siria, Afganistán o Iberoamérica, aliados con movimientos comunistas y socialismo siglo XXI. Financian con el chavismo tanto a los comunistas españoles de Podemos como a los terroristas de Hamas. Y cooperan en el narcotráfico mundial. Controlan medios de comunicación con bien pagadas simpatía por Teherán y hostilidad hacia Arabia Saudí.
El martes imaginé yo que el asesinato de Oswaldo Payá en 2012 hubiera tenido la cobertura informativa y la presión investigadora del caso Kashoggi. Quizás Cuba hoy seria distinta. Pero a aquél gran héroe cristiano, al que liquidó la dictadura por lo mucho que lo temía, se le negó hasta la condición de víctima. El gobierno de España, y era el del PP, ayudó miserablemente a encubrir aquel asesinato de Payá y Cepeda. Europa otro tanto. La editorial Hypermedia, su viuda Ofelia y su hija Rosa María presentaban en Madrid su libro póstumo. «La noche no será eterna», es el bello titulo de esta historia de Cuba y especie de amorosa autoayuda para cubanos, sin ápice de rencor, con lucidez tremenda y omnipresente esperanza. Kashoggi es una víctima convertida en bandera por intereses ajenos, Payá fue una víctima que quisieron ignorar los cobardes. Los cómplices con su asesinato y su ocultación han hecho mucho para que se prolongue la noche en Cuba y se extienda a Venezuela y hoy se muestre procaz y amenazante en España. Payá revela tanta y tan inaudita valentía que confiere no ánimo, certeza de que la verdad profunda triunfará sobre esa noche de la cobarde mentira.
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