Alberto Roteta Dorado: Funeral del ALBA en La Habana. ¿Otra cumbre para qué?
Santa Cruz de Tenerife. España.- En los últimos años, por suerte para Latinoamérica, ha tenido lugar un viraje definitivo capaz de conducir a aquellos países que se perjudicaron por los efectos devastadores de regímenes socialistas – por cierto, muy a su manera y un tanto distantes de las concepciones teóricas de los fundadores de estas doctrinas– hacia la recuperación de sus sistemas de gobierno, los que, sin ser perfectos*, al menos han restablecido la asunción del orden constitucional, la libertad de pensamiento y de expresión y el respeto de los derechos ciudadanos mínimos; aunque como se sabe, hay mucho por hacer en asuntos como la corrupción, la desigualdad, la pobreza, la pobreza extrema, la violencia, la salubridad y el orden judicial y político.
Ya solo quedan los regímenes dictatoriales de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua como anacrónicos exponentes de la tendencia conocida como Socialismo del Siglo XXI, término que no le pertenece a Hugo Chávez como se cree, sino al alemán radicado en México, Dieterich Steffan, y que resulta aplicable a la tiranía castrista cubana a pesar de que sus orígenes están a partir de 1959 con la llegada al poder de Fidel Castro y su declaración ulterior, en 1961, del carácter socialista de su revolución, esto es, desde mediados del siglo XX.
Estas naciones, cuyos gobernantes saben con seguridad que su fin es inevitable, y no solo es inevitable, sino que dicho fin ya se encuentra muy cerca, intentan revivir lo inexistente. Para esto acuden a todos los recursos posibles, incluidos el incremento de la represión, aspecto en el que Cuba, Venezuela y Nicaragua ocupan lugares “distinguidos”; así como otras modalidades más sutiles, aunque de relativa eficacia mayor que la represión. En la sutileza se encierra el misterio de la perdurabilidad de estos sistemas que se han logrado sostener a la fuerza mediante el engaño, el chantaje y la manipulación.
Es precisamente la reciente Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, celebrada el pasado 14 de diciembre en La Habana, una de estas formas sutiles que se utilizan para hacerse notar ante un mundo que ha determinado ignorarlos y conducirlos a un ostracismo extremo, lo que en realidad merecen aquellos sistemas de gobierno que han conducido a sus pueblos a la decadencia. La devastación económica y social de Cuba y Venezuela constituyen ejemplos paradigmáticos en este sentido, amén de que sus regímenes son el prototipo ideal de la corrupción, la represión, la desfachatez, y cualquier calificativo que pueda definir la maleficencia en su máxima expresión.
Resulta que ahora los remanentes que han logrado sobrevivir dentro del micromundo de la izquierda latinoamericana se muestran preocupados por el fortalecimiento de la derecha continental, algo que ha adquirido un matiz demasiado sobredimensionado a partir del triunfo presidencial del brasileño Jair Bolsonaro, aunque desde unos meses antes, con la llegada al poder de Colombia de Iván Duque, el joven presidente de esta nación, elegido democráticamente. Ambos atacados por la extrema izquierda – porque ellos si son extremistas– de ultraderechistas y de extrema derecha, cuando en realidad solo han asumido estilos de política acorde a los patrones de una derecha típica, sin ir más allá de lo que intentan ver aquellos que desde sus reveses merecidos no admiten reconocer sus derrotas.
Esta reunión del ALBA se realizó a pocos días de la celebración de la Cumbre de G20**, el magno evento que logró reunir en Buenos Aires, la capital argentina a muchos jefes de estado de los principales países del mundo, incluidos Donald Trump y Vladimir Putin, lo que hace pensar que el encuentro de los socialistas de lo que queda del ALBA es una sucia jugada de contrapartida – aunque parezca algo de ficción el compararse con la gran cita mundial de los estadistas– a la reunión del G20.
Recordemos que esta tenida en Argentina también fue precedida, entre el 19 y el 23 de noviembre, por la 8º Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, eventos organizados por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)***, en la que se insertó el Primer Foro Mundial del Pensamiento Crítico, eventos que sirvieron como oposición de la izquierda regional, y más allá de la región también, por cuanto participaron invitados de todas partes del mundo; aunque los principales exponentes de dicha tendencia, quienes protagonizaron los eventos, se negaron a aceptar el papel del Foro de Pensamiento Crítico como una anticumbre G20.
Así las cosas, el grupúsculo de sobrevivientes del Socialismo del siglo XXI en América Latina decidieron reunirse en La Habana – con lo que significa desde el punto de vista logístico la realización de encuentros de este tipo en un país donde su población carece de los alimentos, las medicinas y otros medios elementales para su supervivencia– solo para hacerse notar toda vez que ya muy poco podrá hacer un organismo cadavérico al que solo pertenecen Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, además de las pequeñas naciones caribeñas de Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Granada, Haití, Surinam, San Cristóbal y Nieves. Recordemos que en agosto del presente año Lenín Moreno, el actual presidente de Ecuador, se retiró del ALBA por su inconformidad con la situación venezolana y con la política dictatorial de Nicolás Maduro.
En el 2017 hubo dos convocatorias para solo hacer declaraciones políticas y no resolver ningún problema económico. A pesar de los dramáticos acontecimientos que estaban teniendo lugar en Venezuela – téngase en cuenta la muerte de más de un centenar de personas, en su mayoría jóvenes civiles, así como la infinidad de heridos y prisioneros durante las acciones de protesta realizadas en todo el país–, así como su grave crisis económica, en La Habana, la capital cubana, se convocó en abril de 2017 a la celebración del XV Consejo Político de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América y Tratado de Comercio de los Pueblos, ALBA-TCP, ahora con la incorporación de TCP por una sugerencia que hizo anteriormente Evo Morales.
¿Por qué esa premura en volver a reunirse los anquilosados representantes del ALBA? Todo parece indicar que Maduro, Ortega, Morales y Díaz-Canel, amén de algún que otro primer ministro de los pequeños estados caribeños que aun integran este organismo, pretenden “fortalecer” la “integración latinoamericana”, algo que realmente es una utopía si se analiza desde la perspectiva de las aspiraciones de los protagonistas del encuentro.
En primer lugar, téngase presente que el giro que ha experimentado América Latina no solo los deja en una posición bien desventajosa, sino que los ridiculiza sobremanera. Una exigua minoría en estado de extinta putrefacción no tiene absolutamente nada que proponer a los pueblos de la región, toda vez que estos han elegido de manera democrática a sus respectivos gobiernos, a diferencia de los regímenes manipuladores de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, que han hecho simulaciones de comicios, violado el orden constitucional y cometido acciones fraudulentas con el fin de perpetuarse en el poder.
Ya Latinoamérica está integrada y desde ahora se proyecta una consolidación encaminada a suprimir todo vestigio comunista que pueda perdurar en la región. Se destacan en este sentido el papel determinante que ha desempeñado el Grupo de Lima en relación con su contribución al aislamiento del régimen venezolano toda vez que la totalidad de sus presidentes miembros desconocen la condición de Nicolás Maduro como presidente del país.
La idea expresada en el documento final de la pequeña reunión celebrada en La Habana resulta tan inconcebible en el momento histórico actual que más bien parece un texto de película de ciencia ficción o una declaración dadaísta: “Ratificamos nuestro compromiso con la concertación política, la cooperación y la integración conscientes de que solo la unidad entre nuestros pueblos dotará a las naciones latinoamericanas y caribeñas de una mayor capacidad para hacer frente a la injerencia y dominación política y económica históricamente impuesta por los poderes hegemónicos globales".
Mientras que de manera individual Daniel Ortega, el anciano presidente de Nicaragua, responsable de la muerte de más de 500 personas en los últimos meses, fue capaz de expresar: “Tenemos la certeza de que nuestros pueblos tienen la fortaleza y la dignidad de vencer las sanciones, a pesar de las amenazas. Estamos seguros que las revoluciones venezolana y cubana saldrán invictas en este tránsito difícil con el acompañamiento de los pueblos del ALBA-TCP y del mundo”.
¿A qué dignidad se refiere un asesino que ha sido capaz de hacer enfrentar a las fuerzas policiales de su régimen contra un pueblo desarmado que marchaba de manera pacífica por las calles nicaragüenses exigiendo el fin de su dictadura?
Téngase presente que hacia el final de septiembre del presente año el número de muertos en Nicaragua ascendía a 512, según los reportes de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, ANPDH, (la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, solo reconoce 322 víctimas mortales) institución que admitió además la presencia de 4.062 personas heridas desde el 18 de abril, fecha en que comenzaron las acciones de protesta contra el régimen de Ortega. De esas 4.062, 103 sufrieron lesiones graves con secuelas permanentes. Por otro lado, un total de 1.428 personas han sido secuestradas por paramilitares, de las que 125 ya fueron encontradas y denunciaron haber sido severamente torturados. Finalmente informaron un total de 1.303 nicaragüenses desaparecidos, los que, de acuerdo a esta entidad, podrían estar prisioneros de manera ilegal.
No obstante, en la declaración final de esta reciente convocatoria, los mandatarios integrantes del ALBA y TCP ratificaron su “apoyo incondicional al gobierno y pueblo de Nicaragua en su decisión de continuar defendiendo su soberanía, la paz, los notables avances sociales, económicos, de seguridad y de unidad nacional alcanzados”.
Este apoyo incondicional al régimen de Nicaragua es solo un ejemplo de la desfachatez con que un organismo representante 100% de la izquierda regional asume con indiferencia los daños provocados al pueblo nicaragüense, y que, como es de suponer, la dictadura castro-comunista de la isla está proporcionando todo tipo de acciones macabras, de manera deliberada y con alevosía.
Esta tenida del Alba, coincidiendo con el aniversario de la primera vez que Hugo Chávez visitó Cuba, el 14 de diciembre de 1994, es una acción que pudiera ser desafiante, pero en el actual momento, y ante la debilidad de un organismo del que solo queda una sombra espectral cadavérica, resultó ser un evento insignificante del cual apenas se comentó (de igual forma fue muy poco comentado el Primer Foro de Pensamiento Crítico celebrado por la izquierda regional en Argentina). Al mundo no le interesa demasiado lo que grupúsculos de la izquierda latinoamericana hagan o dejen de hacer.
La realización de la XVI Cumbre de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América, Alba-TCP, es el equivalente a la realización de una gran fiesta a la que pudiera convocar alguien que se encuentre en estado pre-mortem, siendo consciente de la proximidad de su final y se resiste a la aceptación de su condición.
La izquierda latinoamericana está derrotada, el Socialismo del Siglo XXI es tan solo una maléfica sombra. No hay ni habrá eventos, reuniones, propuestas o directrices capaces de revitalizar lo inexistente. La izquierda regional latinoamericana deberá asumir la misma actitud del derrotado campo socialista de la desaparecida URSS y Europa Oriental, cuyos sobrevivientes partidistas y defensores del extinto comunismo no tuvieron otra opción que contemplar con resignación un nuevo orden de carácter universal y limitarse a algunas pequeñas reuniones carentes de trascendencia.
--------------
*La aplicabilidad conceptual de la perfección solo es posible en aquello que es definitivamente Absoluto y más allá de toda posible expresión en la manifestación concreta de las formas, así lo vemos quienes influenciados por la filosofía aplicamos su enseñanza al análisis político.
** La Cumbre del G-20 en Buenos Aires es la decimotercera reunión del G-20, siendo la primera de se organiza en América del Sur. El Grupo de los 20 es un foro cuyos miembros permanentes son 19 países de todos los continentes, entre los que e encuentran: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía; a los cuales se suma una representación adicional por la Unión Europea. Es el principal espacio de deliberación política y económica del mundo. La instancia más importante del G20 es la Cumbre de Jefes de Estado, denominada Cumbre de Líderes, que se reúne una vez por año. El G20 cuenta con dos instancias gubernamentales de segundo nivel, denominadas canales de trabajo: el Canal de Finanzas que reúne a los ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales y el Canal de Sherpas, para tratar los temas no económicos.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home