Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
domingo, julio 28, 2019
El tamaño de la cubanidad. Andrés Reynaldo sobre el concepto de cubanidad de Abel Prieto ex Ministro de Cultura y asesor de Raúl Castro, tirano de Cuba
Abel Prieto no será el rostro de la cultura cubana. Pero sí es su penúltima o antepenúltima palabra. La primera, ya se sabe, es de Raúl Castro.
Como que en la Cuba oficial y semioficial nadie habla, canta, filma, viaja o escribe sin estar autorizado (aunque de cuando en cuando alguno se finge independiente), no paso por alto el ímpetu y despliegue de citas con que Prieto la ha emprendido de pronto contra Guillermo Cabrera Infante.
En un artículo publicado el 18 de julio en Granma, Prieto empieza celebrando la consagración de la obra de Fernando Ortiz como Patrimonio de la Nación. Luego, pasa a comparar la cubanidad de Ortiz con la de Cabrera Infante. Prieto cita a Elías Entralgo para establecer que Ortiz es un egregio representante de la "cubanía progresiva" y Cabrera Infante lo es de la "cubanía estacionaria". De Entralgo, destacado colaborador de aquella famosa Universidad del Aire (1932-1952), ¿podrá decirse que en el aire las compuso?
Al cabo, pareciera que el artículo no va tanto por elevar a Ortiz como por despeñar a Cabrera Infante. Sin transición, sin una cervecita dialéctica que nos ayude a soportar la canícula de su selva epistemológica, Prieto nos dice que Cabrera Infante, "cubanísimo en su narrativa, en su pirotecnia lingüística" es "francamente anexionista de alma y pensamiento". Acto seguido, estampa en el expediente del novelista un cuño con una frase de Ortiz: "cubanidad castrada".
Otras citas de Ortiz, dentro y fuera de contexto, le sirven a Prieto para inhabilitar a Cabrera Infante. Veamos este fragmento: "No es suficiente, insiste Ortiz, 'tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el porte'. Falta algo más: 'son precisas la conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo ser'. Y diferencia 'la cubanidad, condición genérica de cubano, y la cubanía plena, sentida, consciente y deseada'". Innecesario aclarar que la cubanía plena, sentida, consciente y deseada implica un compromiso revolucionario, incluso con carácter retroactivo, cuya certificación de autenticidad queda en manos de las autoridades castristas. La cubanía, al igual que la calle, es de Fidel.
Esta es una de nuestras taras intelectuales, agravada por la dictadura. La elaboración en abstracto sobre una esencia nacional sin otro alcance más allá de la frase. Mucho porte y poca sustancia. De este modo, seguimos hablando de la nacionalidad en el siglo XXI con un marco conceptual que ya era pobre a fines del XIX. En algunos casos notables, los fraseadores desconocen el país y/o se acomodan, digamos, a una suerte de iluminada pereza. Nadie se extrañe de que al final la policía termine parándote, en la calle o la eternidad, a ver quién tiene la cubanidad más larga.
Como ministro de Cultura, Prieto implementó la política del cambio-fraude. Con éxito, debe admitirse. Cada vez son menos los creadores de la Isla que van a la cárcel o recurren al escándalo político. Y cada vez son más los que llevan su jaula a cuestas donde quiera que vayan, con tal de que los dejen salir y entrar a su antojo. Porque no hay nada como salir, posar de heterodoxo y moderado, soltar una pullita contra el embargo y otra pullita contra el exilio, reunir unos chavitos por aquí y una pacotilla por allá, salir a pasear en el yate de algún millonario dialoguero y entrar a vivir como un personaje de carne y hueso entre los fantasmas de un pueblo en ruinas.
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Fernando Ortiz en dos etapas de su vida
Leamos a Fernando Ortiz en un fragmento de su conferencia Los factores humanos de la cubanidad a los estudiantes de la fraternidad “Iota-Eta,” en la Universidad de La Habana, el día 28 de noviembre de 1939 la cual posteriormente publicó como artículo en la Revista Bimestre Cubana, vol. V, XLV, no. 2, 1940: 161-86.
Pocos lustros después de la conquista y poblamiento de Cuba por los mediterráneos, ya la visitan y sacuden las franceses y luego los ingleses y los holandeses, con sus corsos y saqueos y sus tráficos comerciales. Ya es la cultura blanca de la Europa ultrapirenaica. A aquéllos se debió el régimen internacional del comercio intérlope sostenido por una sorprendente estructura de bucaneros, filibusteros y pechelingues, superpuesta a la armazón oficial española; y todos aquí hicieron contrabando, los gobernadores, los obispos, los hacendados, los mercaderes, los letrados y los plebeyos; contrabando de corambres, de azúcares, de tabacos, de tejidos, de joyas, de lujos, de esclavos, de armas y de libros. Sin el régimen comercial filibustero, más organizado y poderoso que el gubernativo, no puede ser explicada la historia de Cuba, toda ella contrabandeada. Los ingleses en 1762 conquistan La Habana, abren el puerto y muestran las ventajas del comercio libre, que tendrá que ir concediendo España. Muchos oficiales de los que tomaron la Habana pronto lo fueron también de las tropas separatistas de Jorge Washington. Las colonias angloamericanas fueron Estados Unidos de América y desde entonces el mundo anglosajón ha venido influyendo extaordinariamente en nosotros por razón de su proximidad, por sus instituciones democráticas, por su libertad religiosa, por su maravilloso progresismo técnico y por el peso grave de su imperial economía. A esa cultura angloamericana debemos a lo largo del siglo XIX la máquina de vapor, que transformó la producción azucarera. En Cuba tuvimos ferrocarriles antes que España y otras naciones de Europa. La máquina de vapor nos trajo el gran capitalismo industrial, cuando todavía el régimen del trabajo era la esclavitud. ¡Esclavos, máquinas, tierra virgen y capitales! ¡Todo en grande y a una, todo actuando en conjunto! Fue la opulencia más sibarítica, unida a la miseria más abyecta.
A la misma civilización anglosajona debemos la pronta e intensa movilización de nuestras riquezas naturales, el consiguiente incremento rapidísimo de la población, que en treinta años se triplica, y la afortunada mundialización de muchas costumbres nuestras que una generación atrás eran míseramente provincianas. La vecindad de esta poderosa cultura es uno de los más activos factores de la cultura nuestra; positivos o negativos, pero innegables. No nos ciegue el resquemor que en nosotros ha sido latente por sus invariables egoísmos, por sus frecuentes torpezas, a veces por sus maldades y a menudo por sus desprecios. No es un problema de gratitud, sino de objetividad. Según el péndulo de nuestra historia, el cubano se aleja o se acerca emotivamente al gran foco vecino. Ahora está otra vez candente el contacto con el norteamericano. Hay quien por la mañana es anexionista y por la tarde abomina del Tío, según suba o baje la cotización del azúcar, que es termómetro del patriotismo para los espíritus en almíbar. Sabemos del vecindaje su historia, sus hábitos, sus petulancias, sus prepotencias, mi sequedad fría y desdeñosa, su absorbente imperialismo... Sabemos que esa poderosísima industria sacarífera, que nos domina y es dominada por el anónimo extranjero, a pesar de haber ganado en una sola zafra unas utilidades mayores que el valor de todo el capital invertido en ella, no ha regalado a Cuba ni una modesta fundación benéfica o educativa que testimoniase al pueblo cubano la realidad de algún don espiritual del industrial forastero que se llevó nuestra dulzura. Pese a todo, de ese poderosísimo Niágara de fuerzas que es la civilización norteamericana nos llegan corrientes que nos arrastran pero que nos elevan a la espuma, corrientes que nos llevan lejos, en zozobras, pero sin hundirnos. ¿Será verdad que Cuba es una isla de corcho? ¿Acaso lo que en nosotros perdura de los antepasados desnudos nos capacita para sortear los oleajes, saltos, remolinos, escollos, recodos, rápidos y fangales de nuestra historia? El porvenir estará en aprovechar la corriente pero sin sumergirse en ella.
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Conferencia del Arquitecto y Urbanista Nicolás Quintana
"Sentir y Hacer/ La Habana de los años 40 y 50/
La destrucción/ El umbral del futuro"
por el Arquitecto NICOLÁS QUINTANA
Jueves, 17 de febrero de 2011
Casa Bacardí
Universidad de Miami
El Arquitecto Nicolás Quintana en 45:58 hasta 48:06 empieza a hablar de Fernando Ortiz y narra una anécdota de la cual se infiere la opinión de Fernando Ortiz sobre la Revolución ya en 1960. A partir de ese instante empieza a hablar de Lydia Cabrera hasta 48:37 en que empieza a hablar de José Lezama Lima hasta %0:15. Posteriormente habla de: René Portocarrero, Raúl Milián, ¨Cundo¨ Bermúdez, Mario Carreño, el rumano Sandú Darié, Wilfredo Lam, Juan José Sicre, Nicolás Guillén, Rolando López Dirube, el caricaturista Juan David, Julián Orbón, Aurelio de la vega y el músíco Julio Collazo
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Guillermo Cabrera Infante, entrevista al escritor Premio Cervantes 1997
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Libro de Pedro Pablo Arencibia: Paradigmas Psicopedagogicos y caminos de la Investigacion Matematica en la Ensenanza de la Matematica Universitaria y Media
OPINIÓN SOBRE EL LIBRO:
Lo he ojeado, aqui y alla; es conmovedor. humano. Tardare en leerlo de tapa a tapa. Comprendo que es holistico, lo que me parece admirable, meritorio, politica, experiencia humana, Matematicas, Ciencias, y tambien ¨very scholar. Una combinacion unica. Gracias. B.M.
“Marco Rubio a Donald Trump: Te diré lo que es un buen acuerdo: que Cuba sea libre
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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