A LOS 15 AÑOS DEL FALLECIMIENTO DE ANDRÉS NAZARIO, LÍDER DE ALPHA 66
Por Esteban Fernández
14 de octubre de 2019
He cooperado con todos y cada uno de los líderes del exilio histórico, sin contraer exclusividad con ninguno. El mejor ejemplo fue Andrés Nazario Sargén porque como les dije anteriormente, nunca acepté sectarizarme con nadie ni con él. Es decir, no le fui absolutamente fiel. Él a mí sí.
Me fui con otros dirigentes, me embullé con la promesa de Manolo Ray, con José Elías de la Torriente y su fantasmagórico plan, con Orlando Bosch, con Manuel Artime, y prácticamente relegué a un quinto plano a Andrés Nazario. Me incorporé a la Jure, fundé la Juventud Cubana de Los Ángeles y La Voz de Cuba y al mismo tiempo ignoraba los esfuerzos de Alpha 66. Pero, mientras los líderes y las organizaciones fracasaban Andrés Nazario se mantenía firme.
¡Oh, cuantos líderes puse por encima de Andrés! Por años puse por encima de él a Tony Varona, a Tony Cuesta y Comandos L, a Gustavo Marín y su Agrupación Abdala. Pero la gran verdad era que Andrés llegaba siempre al lugar donde yo estuviera residiendo. Aunque yo no lo siguiera a él me parecía que Nazario me seguía a mí. Sin un reproche, sin una queja Andrés me sonaba un tremendo abrazo.
Recuerdo cuando yo estaba de jefe de empadronamiento del Plan Torriente en California y Andrés Nazario vino a saludarme con la misma alegría como si yo fuera un sobrino que hacía muchísimo tiempo no veía ni asistía a las reuniones familiares.
Al final de la jornada llegué a confiar tanto en Andrés Nazario que cuando mi íntimo amigo Leonardo Fandiño estaba al frente de la Fundación Cubano Americana en California y estaba altamente entusiasmado con esa gestión le dije: “Vamos a hacer una apuesta, vamos a llamar a Jorge Más Canosa y a Andrés Nazario y les vamos a decir que estamos extremadamente mal económicamente, que nos estamos comiendo un cable en Los Ángeles y que necesitamos que nos recojan en el aeropuerto de Miami y nos den albergues en sus casas por varias semanas, te juego 100 a uno a que Nazario llegará primero en su cacharro que Jorge Más en su Mercedes”.
Y créanme si les digo de todo corazón que cuando falleció fue como si se hubiera muerto un querido abuelo. Y todavía hoy al escribir estas línea no puedo evitar emocionarme al recordar a este cubano que fue baluarte invariable en mi vida. 15 años más tarde le dedico un par de lágrimas a Andrés. Y siento mucho haberle sido infiel tantas veces.
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