domingo, junio 28, 2020

ÉCHALE SALSITA: ‘EL CONGO’ Y SUS FAMOSAS BUTIFARRAS EN CATALINA DE GUINES, LA HABANA.





Noviembre 22, 2018

‘EL CONGO’ Y SUS FAMOSAS BUTIFARRAS EN CATALINA DE GUINES, LA HABANA.

Catalina de Güines es un poblado que se encuentra a unos 50 kilómetros de Ciudad de La Habana que en sus inicios su desarrollo dependía de sus tierras fértiles para el cultivo de la caña que abastecía a ingenios azucareros de la zona, del tabaco y del café. Luego en el año 1858 la llegada del ferrocarril y más tarde en la década del 30 la construcción de la Carretera Central, justo en su kilómetro 52, le dio un considerable desarrollo al pueblo.

En el período de construcción de la carretera central, importante vía de comunicación para el desarrollo de la isla, los pueblos y ciudades por los que pasaba la carretera, se veían beneficiados por las actividades comerciales y por el paso de viajeros, Catalina de Güines, fue uno de esos pueblos favorecidos.

Guillermo Armenteros, hombre de piel oscura que vestía impecablemente de blanco, que había sido esclavo, y que se ganaba la vida vendiendo todo tipo de fiambres y platos típicos de la cocina criolla, en su mayoría basados en la carne de puerco y conocido por el sobrenombre de El Congo desde su infancia, fue natural de esta zona, y provenía de una familia humilde dedicada al corte de caña. Era de mediana estatura, sencillo, jaranero, y dicen que bien parecido, y se calcula que haya nacido en la última década del siglo XIX.

Pero la especialidad que lo hizo famoso fue la butifarra, que preparaba con cerdo y una sazón muy propia, de forma que la hizo inigualable.

Las butifarras comenzaron a hacerse en 1955, y se vendían en las fiestas, frente al actual restaurante que mantiene el nombre de El Congo. Las butifarras, plato fruto de la cocina española en Catalina, con nuevos preparativos y condimentos en su confección, cambió su sabor y adquirió características muy personales y peculiares, por lo que logró alcanzar aceptación, gran popularidad y alto nivel de venta.

Al principio El Congo vendía el codiciado producto que estaba ubicado dentro de una cesta, la cual se colocaba sobre su cabeza, situado en sitios cercanos a los bailes y fiestas públicas, religiosas…

Durante sus gestiones de venta pregonaba la palabra: “¡salsa!”. Todos los comensales coincidían en que era un plato exquisito. El Congo progresó con el producto de sus ventas y entonces comenzó a vender las butifarras en una carretilla parecida a las que utilizan los granizaderos, donde expendía sus productos con pan o sin él.

Con posterioridad adquirió un quiosco transportado o portátil que podía trasladarlo con facilidad de un sitio a otro. El precio consistía en cinco centavos y se incrementaba a 10, si era acompañada de un pan; en caso de que este incluyera dos unidades, su costo era de 20 centavos.

Las unidades solas se vendían por decenas con su salsa. En 1957, al inaugurarse el restaurante, continuaron vendiéndose por esos valores y presentación, pero ahora, acompañadas de otras comidas.

Por allí pasaban los viajeros en ómnibus o en autos y se detenían a comer. El negocio de El Congo, prosperó y logró el éxito y la popularidad, y aquel modesto puesto se transformó en un restaurante, el lugar más importante del pueblo.

El Congo se convirtió en un lugar típico, como La Bodeguita del Medio, en La Habana, o La Casa de Pedro el Cojo, en Santiago de Cuba.

CONFECCIÓN DE LAS FAMOSAS BUTIFARRAS DEL CONGO.

En el proceso de fabricación de las butifarras intervenían cinco o seis personas, y cada una de ellas realizaba un trabajo específico: preparar la carne y los sazones, virar al revés los intestinos y lavarlos (luego se inflaban y ubicaban al sol), amasar y rellenar, amarrarlas y ponerlas al vapor de un fogón de carbón.

Se supone que los ingredientes, más o menos fueran: 50 por ciento de carne de puerco, 25 de empellas de cerdo y 25 de carne de res, y por supuesto, se les agregaba pimentón ‘El Potro’, ajo chileno, nuez moscada y sal. Las carnes se preparaban en forma de picadillo crudo, al que se le adicionaban especias y sazones.

Posteriormente, dicha masa era pasada a una habitación en la cual primero solo podía entrar El Congo, y después del fallecimiento de éste, su hija Guillermina. El proceso en aquel sitio constituía un secreto familiar, pues era donde se le daba el acabado a la masa, la que se depositaba, mediante un embudo, dentro de la llamada tripa, y se ubicaban sobre el fogón.

La salsa se preparaba aparte, con grasa, sazones y especias, sin puré de tomates. La ubicación del comercio, en sitio junto a la Carretera Central, contribuyó a engrandecer la fama de la butifarra, que en su momento era la principal del país.


Este producto se elaboró según la receta original del Congo hasta el año 1964. Ignacio Piñeiro y su Septeto se presentaron para actuar en un salón de baile denominado El Cañón, que existió en Catalina.

El Congo estaba pregonando su producto y le brindó butifarras a los músicos; le agradó tanto, que Ignacio Piñeiro prometió allí mismo componerle una canción, la cual fue estrenada en esa actividad. Esta pieza de la música popular contribuyó a incrementar la fama del apetecido producto.

El destacado y ya famoso boxeador Kid Gavilán, la actriz y cantante cubana Ninón Sevilla, quien desarrolló su carrera en México, y otras destacadas personas, también fueron conocidos visitantes del lugar.
*****************

Septeto Nacional De Ignacio Piñeiro - Echale salsita.


**********

Septeto Nacional  Ignacio Piñeiro con el inigualable Carlos Embale en quizás su última actuación en la televisión, Conjunto Sierra Maestra y Conjunto Manguaré: "Echale salsita" 1991con duelo de treseros 

*************
Tomado de http://www.cadenahabana.icrt.cu/

Tres ¨bartoladas¨ por un módico precio
(fragmento)

Las butifarras del Congo.

Por Pedro Norat Soto
2019-08-22

En 1940, Benny Moré viajó  escondido, indistintamente, en un tren y en un camión, a la Ciudad de La Habana, para conquistar con su voz el corazón de los capitalinos.

Antes de llegar a su destino, el polizón se bajó en el pueblo de Catalina de Güines,  a unos 50 kilómetros de la capital.  No se sabe si fue una escala obligada o fortuita, pero lo cierto es que allí existía un establecimiento donde se expendían fiambres y platos típicos de la cocina criolla, en su mayoría basados en la carne de puerco.

El dueño del lugar era Guillermo Armenteros, alias El “Congo”, un negro liberto, que vestía impecablemente de blanco. Se desconoce cuáles misterios del destino regentearon el encuentro del cocinero (Abakua de la potencia Obonékue Apapá Umoni Efí Ekueri Tongo) con el viajante  (descendiente de Ta Ramón Gundo Moré, primer rey que tuvo el Casino de los Congos).

Tal vez la cofradía religiosa intervino en la decisión de Armenteros de socorrer al andariego, obsequiándole con un platillo de butifarras  aderezada con una salsa de  su invención, el mismo manjar inspirador del son “Échale salsita”, de Ignacio Piñeiro.

Se asegura que el  “Congo”, le ofreció algún dinero para que pudiera seguir hasta La Habana.

Etiquetas: , , , , , , , , ,