CARTAS CASI SIEMPRE IGNORADAS DEL ANEXIONISMO CUBANO EN EL SIGLO XIX TANTO EN CUBA COMO FUERA DE CUBA
CARTAS CASI SIEMPRE IGNORADAS DEL ANEXIONISMO CUBANO EN EL SIGLO XIX
(Publicado en Baracutey Cubano al menos en el año 2010)
( Muy breve fragmento de mi ensayo Ecos de Una Extraña Petición, Mención del Concurso Vitral 2000, concurso de la revista del mismo nombre de la Diócesis de Pinar del Río; el premio quedó desierto ...por las bases del concurso de haber recibido el premio se tenía que publicar )
Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
En el estudio del anexionismo cubano se ignoran muy frecuentemente las cartas proanexionistas de Carlos Manuel de Céspedes y de Ignacio Agramonte y se centraliza esa ideología en la figura de Narciso López. Algunos fragmentos de algunas de esas cartas de Céspedes se exponen a continuación:
1) A William Seward, secretario de Estado de los Estados Unidos del gobierno de Andrew Johnson, 24 de octubre 1868. Firmada por Céspedes, Pedro Figueredo, Bartolomé Masó y Francisco Maceo Osorio entre otros:
al acordarnos de que hay en América una nación grande y generosa, a la cual nos ligan importantísimas relaciones de comercio y grandes simpatías por sus sabias instituciones republicanas que nos han de servir de norma para formar las nuestras, no hemos dudado un solo momento en dirigirnos a ella, por conducto de su Ministro de Estado, a fin de que nos preste sus auxilios y nos ayude con su influencia para conquistar nuestra libertad, que no será dudoso ni extraño que después de habernos constituido en nación independiente formemos más tarde o más temprano una parte integrante de tan poderosos Estados, porque los pueblos de América están llamados a formar una sola nación y a ser la admiración y el asombro del mundo entero.68
2) Al agente del Gobierno en Armas en Estados Unidos, el 2 de enero de 1869:
V. comprenderá que en la mente de la mayoría de los cubanos, de los que se precian de conocer nuestra situación social, esta siempre fija la idea de esa anexión como último recurso para no caer en el abismo de males en que según ellos nos lanzaría una encarnizada guerra de razas; y como a eso agregan, que conocen la índole y el carácter de los dependientes de España, nacidos en América y tan dados a formar partidos y a sostener ambiciones, argumento que tiene aquí muchos partidarios que lo apoyan, es conveniente indagar el espíritu de ese Gobierno sobre el particular para poder dirigir en todo caso la marcha de los acontecimientos.69
Según Leuchsenring, en la página 120 de la obra citada, al día siguiente Céspedes demandó del Presidente Grant ayuda para arrancar la Isla de la dominación española e incorporarla como un estado más de la Unión Norteamericana .
3) Circular a los mandos, con motivo del nombramiento de Thomas Jordan, como jefe de operaciones de Camagüey; mediados de 1869.
[Cuento con] que usted con su conocimiento y su voluntad coadyuvará por cuantos medios le sugiera su amor a la patria, a que llevemos a feliz término la consolidación de nuestro gobierno, haciendo conservar el necesario equilibrio de los diferentes poderes que lo constituyen, para que mañana podamos ser dignos de entrar a formar parte de la Gran República Americana que hemos tomado por modelo, y a la cual hemos propuesto ya nuestra anexión...70
La proposición de la que se habla en el fragmento anterior es el acuerdo de la Cámara de Representantes, acuerdo aprobado por unanimidad (y posteriormente firmado por Céspedes), que planteaba:
Hacer presente al Gobierno y al pueblo de los Estados Unidos, que este es realmente, en su entender, el voto unánime de los cubanos y que si la guerra actual permitiese que se acudiera al sufragio universal, único medio de que la anexión legítimamente se verificara, esta se realizaría sin demora.71
Este acuerdo no fue entregado por José Morales Lemus, ministro de la República en Armas en Estados Unidos, al presidente Grant, pero no se puede inferir de esto que Grant desconoció de esas intenciones del Gobierno en Armas.
Existieron antecedentes de este acuerdo muy cercanos en el tiempo: las cartas de la Asamblea del Centro al presidente Grant y al general Banks del 6 de abril de 1869. De estas cartas mostraremos respectivamente un fragmento:
Parece que la Providencia ha hecho coincidir estos acontecimientos con la exaltación al Poder del partido radical que representáis, porque sin el apoyo que de ese partido aguardamos, puestos en lucha los cubanos con un enemigo sanguinario, feroz, desesperado y fuerte, si se consideran nuestros recursos para la guerra vencerán ( los cubanos ) si, que siempre vence el que prefiere la muerte a la servidumbre, pero Cuba quedara desolada, asesinados nuestros hijos y nuestras mujeres por el infame gobierno que combatimos, y cuando según el deseo bien manifiesto de nuestro pueblo, la estrella solitaria que hoy nos sirve de bandera, fuera a colocarse entre las que resplandecen en la de los Estados Unidos, sería una estrella pálida y sin valor.72
Después de agradecer a Banks la resolución presentada por él en el Congreso, la cual autorizaba al Presidente de los Estados Unidos a reconocer la independencia de Cuba, se lee:
Cuba desea después de conseguir su libertad, figurar entre los Estados de la gran República; así nos atrevemos a asegurarlo interpretando el sentimiento general . Puede Ud. estar seguro que si los E.U. no se apresuran a proporcionarnos sus valiosos auxilios, una larga guerra mantenida con un enemigo que conociendo su impotencia tala y destruye los campos que ya no volverá a poseer, ha de cubrir de ruinas nuestro hermoso país. A la gran República, como defensora de la libertad, como Nación a cuyos brazos nos lanzaremos terminada la guerra, y como protectora de los destinos de América, le corresponde en rigor, dar con su influjo un término inmediato a esta terrible contienda.73
Estas cartas pueden leerse íntegramente en el libro de Juan J. Pastrana, editado en Cuba en 1974, sobre documentos y cartas relacionados con Ignacio Agramonte, uno de los firmantes del mencionado acuerdo y de las mencionadas cartas de la Asamblea del Centro.
No obstante el contenido de las cartas citadas de Céspedes, es preciso y justo decir que el Padre de la Patria no fue un ferviente defensor de la anexión a ultranza, pero plantear, que esos planteamientos fueron bien de carácter coyuntural por algunas situaciones en el desarrollo de la guerra o producto de un sentido de integración de toda la América en un estado, o como resultado de las mayoritarias fuerzas anexionistas camagüeyanas presentes en la Asamblea de Guáimaro es hablando popular y gráficamente: " tratar de tapar el sol con un dedo"; para ya no opinar sobre el criterio de que esas fueron veleidades. Un argumento más sólido en contra de la sinceridad de los escritos de Céspedes a favor de la anexión puede ser el siguiente fragmento, escrito por Céspedes en 1869 a la emigración cubana en E.U., citado por Ramiro Guerra en su obra La Guerra de los Diez Años : Todo se pierde si ustedes no me ayudan con un esfuerzo poderoso. Vengan Yanquis, vengan demonios, venga el infierno entero en nuestra ayuda, con tal que de que venga alguien. Después haremos con los que nos ayuden lo que ahora hacemos con los españoles.
El anexionismo de esos años es un anexionismo liberal democrático y no esclavista como del que había sido portador años antes el general venezolano Narciso López, el histórico chivo expiatorio del movimiento anexionista, por sus relaciones conspirativas con los esclavistas de los estados sureños de Norteamérica; aunque debo de aclarar, que ya desde los tiempos de Narciso López, el núcleo anexionista de Puerto Príncipe, el cual tenía ramificaciones en Oriente y era uno de los tres más importantes del país, estaba francamente inclinado por el modelo demo-republicano, capitalista y antiesclavista de los estados del Norte de la Unión Americana.
¿ En cuál de estos escritos de Céspedes se muestra su real posición con respecto a la anexión en esos dos primeros años de la guerra ?. Quizás el siguiente párrafo, extraído de una entrevista realizada años después por un corresponsal extranjero a Céspedes y publicada en La Independencia, nos ayude a ganar en claridad sobre este punto:
Al estallar la guerra había indudablemente una gran mayoría del pueblo en favor de la anexión de la isla a los Estados Unidos. Nunca fui muy partidario de esta medida aunque nunca me opuse a ella; pero yo soy uno entre muchos centenares de miles. El pueblo y el ejército en un tiempo hicieron en el Camagüey una demostración con el objeto de ventilar la doctrina de la anexión. Se adoptaron resoluciones, se apoyaron y se enviaron a la Cámara de Diputados que se hallaba allí en sesión. La Cámara adoptó unánimemente la resolución en favor de la anexión. El documento que inmediatamente se llenó de más de mil firmas del pueblo se envió a Nueva York para que se remitiera a Washington...74
El desprecio y el rechazo a esas intenciones cubanas por parte del Presidente norteamericano Ulises S. Grant, serían la razón fundamental de que en el futuro se descartara esa opción por muchos luchadores cubanos y de manera particular en Céspedes. José Martí tomaría muy en cuentas estas experiencias en la estrategia de preparación y desarrollo de la Guerra Necesaria.
Las razones que motivaron la solicitud y aprobación de la resolución en favor de la anexión podemos encontrarla en el tipo de gobierno que tenía España sobre Cuba y el prestigio que gozaban entre los cubanos, el gobierno y la sociedad norteamericana. El historiador Pedro Pablo Rodríguez plantea sobre esto lo siguiente:
Cuba fue probablemente uno de los primeros países hispanoamericanos, y de lo que hoy llamamos el Tercer mundo, en establecer un vínculo identificador de la modernidad con el modelo social estadounidense, al extremo de que -según avanzó el siglo pasado, y a diferencia de muchas de las naciones de la América española- las modernas sociedades europeas apenas fueron tomadas, en rigor, como los ejemplos por seguir75
Para los criollos, según el historiador Pedro Pablo Rodríguez, desde fines del siglo XVIII estaba muy claro que España, por su precario desarrollo fabril y los lastres remanentes del feudalismo en su vida y sicología social, no era un modelo de modernidad; al abordar el momento en que fueron desechados por los criollos los más avanzados modelos europeos de sociedad, el mencionado historiador plantea:
... hasta mediados del siglo [ siglo XIX ], Gran Bretaña y Francia -y en alguna medida ,Alemania- continuaron siendo los modelos de desarrollo, mientras que la España desgarrada por las discordias internas seguía viéndose como un país a la zaga de la propia colonia.76
y posteriormente señala que desde principios del siglo XIX ya los Estados Unidos eran observados con interés por los propietarios e intelectuales criollos:
.. en ambos sectores, de manera creciente y continua, la república norteamericana se fue convirtiendo en el horizonte común. La intelectualidad liberal se fue entusiasmando con el sistema político basado en el ejercicio de la democracia electoral, lo que, a su juicio, explicaba la estabilidad social y política del país del Norte en comparación con la América hispana, dividida y caudillesca. Por otra parte, mientras aumentaban las relaciones económicas entre Cuba y los Estados Unidos, la sacarocracia se iba interesando no solo por aquel mercado, sino por preparar allí mismo los cuadros que condujesen sus negocios.
Mientras en el decenio de los años 20 solo una pequeña minoría de exiliados, enemigos de absolutismo, residía en los Estados Unidos, para los años 40 era frecuente que la gente pudiente enviara algunos de sus hijos a estudiar ingeniería o comercio al país norteño. De este modo, los Estados Unidos devenían un importante mercado consumidor de las producciones agrícolas de los terratenientes cubanos, a la vez que modelo de eficiencia y de desarrollo mercantil, industrial y tecnológico....77
La esclavitud en los estados del sur de los Estados Unidos era la única mancha del modelo y sistema norteamericano para los liberales de Cuba de esa época, pero ésta desaparece al vencer los estados del norte a los estados del sur en la guerra civil o Guerra de Secesión.
La abolición de la esclavitud en Norteamérica, con la Guerra de Secesión, conmovió la atenta mirada de los liberales cubanos, e incluso levantó las esperanzas de los patriotas, durante los primeros tiempos de la Guerra de los Diez Años, en los beneficios de la anexión o de la independencia asegurada por los Estados Unidos.78
Deseo hacer la siguiente observación: la aceptación de la esclavitud en el Sur (pese al avansadísimo Bill of Rights) por las colonias norteamericanas del Norte, se produjo porque era el único camino para que la aún endeble unión de los de las Trece Colonias no desapareciera. Muchos años después surgiría, según narra José Martí, el Partido Republicano con el objetivo de eliminar ese baldón.
Etiquetas: anexionismo, carlos manuel de céspedes, cuba, cubano, Ignacio Agramonte
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