Alberto Roteta Dorado: JOSÉ MARTÍ, LA NECESIDAD DE MOSTRARLO EN SU REAL DIMENSIÓN.
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Su paso a la universalidad está determinado por la conjunción de todos los perfiles del también considerado Maestro y Apóstol; aunque es su total entrega a la gesta independentista del final del siglo XIX la que le confiere ese distintivo sello de la trascendencia más allá de las fronteras temporales de su nacionalidad y de su tiempo. José Martí sigue siendo la figura más universal, trascendental y simbólica de la nación cubana.
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Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.-
18 de mayo de 2021
Santa Cruz de Tenerife. España.- Su prematura muerte, con solo cuarenta y dos años, amén de su total entrega en pos de la lucha emancipadora de 1895, fueron los dos elementos que determinaron que muchos de los proyectos del colosal hombre de Dos Ríos quedaran sin realizar o inconclusos. De ahí que, de manera paradójica, la figura más representativa de la historia, la política y la literatura de Cuba, no tenga necesariamente una obra extensa, al menos si excluimos de sus amplios volúmenes su gran epistolario y sus innumerables apuntes. Su esperado Libro de texto de Historia de la Filosofía, sus biografías de grandes escultores y filósofos: “He de escribir cuatro libros: Rafael, Miguel Ángel, Voltaire, Rousseau”, otras traducciones, así como concretar su sistema de Filosofía de las Relaciones quedaron solo como ideas arquetípicas en la bendita mente del iluminado ser, cuya muerte en el campo de batalla recordamos este 19 de mayo.
Su caída en combate aquel infausto día de 1895, cuando recién se iniciaba la contienda cubana para la liberación del colonialismo español, le confirió a José Martí su definitiva universalidad, algo que se venía gestando desde sus primeras inquietudes políticas en plena adolescencia, y que con el transcurso de unos pocos años se solidificara a través de su encomiable labor periodística y unas pocas obras concluidas y publicadas; aunque es, sin duda, el misterio que envuelve su prematura muerte lo que le ofrece a la etapa final de su vida su sentido más trascendental.
El autor de los Versos Libres, como la mayoría de los genios, se caracterizó por una precocidad sorprendente. Sus polémicos debates políticos durante su paso por los colegios cubanos motivaron su primera deportación (España 1871), previos castigos en las canteras de San Lázaro o su prisión transitoria en la Isla de Pinos. En el Martí, adolescente prodigio, tuvo lugar un inusual despertar de un sentimiento patrio inherente a su naciente personalidad, toda vez que no se le educó en este sentido durante su niñez. Recordemos que su padre tuvo cargos como representante del Gobierno español en la isla – sargento de artillería, capitán de partido y reconocedor de buques, juez pedáneo, etc. –.
EL MISTERIO DE SU MUERTE Y EL ALCANCE DE SU UNIVERSALIDAD.
En el caso del hombre-héroe cubano no se puede separar su intensa actividad política de su extraordinaria producción periodística, literaria y ensayística. Su paso a la universalidad está determinado por la conjunción de todos los perfiles del también considerado Maestro (así con mayúsculas) y hasta Apóstol; aunque, sin duda, es su total entrega a la gesta independentista del final del siglo XIX la que le confiere ese distintivo sello de la trascendencia más allá de las fronteras temporales de su nacionalidad y de su tiempo. José Martí sigue siendo la figura más universal, trascendental y simbólica de la nación cubana.
También el misterio de su prematura muerte, la que se resistieron a creer muchos de sus compatriotas desde diferentes partes del mundo – en hombres como el la muerte jamás encuentra su certeza definitiva–, contribuyó, mediante el encanto de lo místico y de lo mítico, a ofrecerle una connotación especial a un hecho que en otros mortales hubiera pasado sin significación alguna. José Martí tiene ese inexplicable poder de hacer trascendental algo aparentemente común y transitorio como lo es la muerte.
Lamentablemente, no pudo ver la realización de su más preciado anhelo. La libertad de Cuba se concretó cuando ya el bendito hombre había pasado a otras dimensiones del mundo espiritual. Con el nacimiento del nuevo siglo XX había que hacer justicia para rescatar de cualquier posible olvido al hombre que fuera capaz de aglutinar las fuerzas de cientos de cubanos en el exilio, quien, al propio tiempo, nos había dejado una obra literaria y periodística dispersa por doquier, amén de centenares de manuscritos, entre fragmentos, anotaciones y esbozos de discursos, cartas, apuntes sobre los más diversos temas, ya fueran religiosos, políticos, filosóficos, históricos, científicos, etc.
Con la instauración de la República se inicia el necesario rescate de la figura y del pensamiento de José Martí. La serie secuencial de monumentos escultóricos y obras pictóricas dedicadas al extraordinario hombre de Dos Ríos, así como las múltiples instituciones que llevan su nombre, demuestran el sentir de una nación que pretendía hacer preservar a la figura cimera de su historia.
En relación a su obra fue necesario rescatar una inmensa cantidad de manuscritos, entre obras literarias, ensayos de diversas temáticas, anotaciones y esbozos de discursos, etc. Manuel Isidro Méndez (1882- 1972), español radicado en Cuba, considerado un especialista en el estudio e interpretación de la obra martiana, fue el autor de la primera biografía de José Martí, quien en 1938 escribió en Cuba su obra titulada: Martí. Estudio crítico-biográfico, con la cual obtuvo el segundo lugar en el Concurso Literario Interamericano de la Comisión Central Pro-monumento a Martí, efectuado en La Habana al siguiente año, y publicada en 1941.
Manuel Isidro Méndez, historiador y ferviente martiano, lamentablemente olvidado en nuestros días, tuvo a su cargo la coordinación, el prólogo y la síntesis biográfica de las Obras Completas de Martí, en dos tomos (con lo que se pudo recopilar hasta ese momento), publicadas en La Habana, en 1946, y compiló el Ideario de Martí, editado en La Habana durante 1930, siendo en esta última obra donde resumió a través de ciertas temáticas algunas ideas del pensamiento martiano, y sin duda, la primera recopilación de citas martianas, que a pesar de su brevedad, merece siempre ser destacada.
Hacer mención a todos los grandes intelectuales e investigadores que durante las primeras décadas del pasado siglo XX se dedicaron a investigar el pensamiento martiano haría demasiado extenso un escrito de este tipo. De ahí mi limitación a un solo ejemplo mediante el historiador Manuel Isidro Méndez, con lo que hago justicia a esta olvidada figura, uno de los primeros en publicar un estudio biográfico sobre el colosal héroe cubano, amén de compilar los primeros trabajos martianos en lo que fueran las primeras Obras Completas de José Martí.
LA PRESENTACIÓN DE UN MARTÍ MUY A SU MANERA, EL MAYOR ACTO SACRÍLEGO DE LA TIRANÍA CASTRISTA A LA MEMORIA DEL MAESTRO.
Destacar la labor de los investigadores cubanos anteriores a 1959 es de extraordinaria importancia, toda vez que con la llegada del comunismo a Cuba se pretendió sepultar todo lo que anteriormente se hizo en pos de mantener viva la imagen de José Martí. A partir de 1959 se impuso el olvido de la categoría de Apóstol – por su inevitable asociación a los discípulos de Jesús, considerados apóstoles por sus ejemplares vidas– y en su lugar la concepción de Héroe Nacional, que también lo merece, aunque sin dejar jamás de un lado lo que ya estaba demasiado arraigado en el imaginario popular de los cubanos, para quienes José Martí siempre ha sido, y seguirá siendo, su Apóstol.
La creación de instituciones y organismos estatales oficialistas, siempre dirigidos por líderes del Partido Comunista y fieles servidores al régimen dictatorial cubano, dedicados a promocionar solo una parte – la que le conviene al régimen castrista– del pensamiento del autor de Nuestra América fue uno de los objetivos primordiales que el nuevo sistema sociopolítico de Cuba priorizó. El adoctrinamiento que recién había comenzado requería de una visión parcializada de aquel que se refirió a la idea de haber vivido en el monstruo –“Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas” (Testamento Político de J. Martí: Carta a Manuel Mercado) –, cuya frase, sacada de su contexto histórico y de su tiempo, carece de sentido; aunque al propio tiempo expresó que amaba a la patria de Lincoln, donde pasó la mayor parte de su vida: “Amamos a la patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting” (Escrito de J. Martí Vindicación de Cuba), sobre lo que se suele guardar un sepulcral silencio.
El Centro de Estudios Martianos, institución pionera para satisfacer los requerimientos de la dictadura cubana, comenzó un trabajo de selección de escritos del pensamiento del Apóstol analizados desde una perspectiva marxista, con lo que se dejaba atrás las profundas reflexiones de autores como Medardo Vitier, en mi opinión el más profundo de los investigadores martianos de su tiempo con su obra Martí: Estudio Integral, Jorge Mañach, el más prolífico, cuya biografía, Martí el Apóstol, estuvo prohibida en Cuba hasta hace poco, entre otros valiosos intelectuales de la primera mitad del siglo XX que aportaron mucho al estudio y la divulgación de la enseñanza martiana.
La imposición de una imagen del Maestro con un marcado énfasis en concepciones como el antiimperialismo, en contrapartida con un excesivo latinoamericanismo, marcó la nueva proyección del enfoque que tenía que ofrecerse al abordar su pensamiento. Los centenares de absurdos “estudios” sobre Martí antiimperialista, el latinoamericanismo en Martí, etc., han estado presente en los eventos que han tenido lugar durante todos estos años de dictadura comunista, siempre mediante el control estricto de instituciones como el antes mencionado Centro de Estudios Martianos, y décadas más tarde, a través de la Sociedad Cultural José Martí, una verdadera ofensa al extraordinario hombre librepensador por excelencia, toda vez que dicha institución constituye un vehículo político de actuación del régimen castrista.
La bien definida postura filosófica de José Martí como idealista por excelencia, racionalista declarado: “Lo único verdadero es lo que la razón demuestra como tal. Nada hay cierto más allá de ello. Lo demás, cuando más, es probable” (…) “Lo racional es siempre efectivo. Lo efectivo es siempre racional. Lo efectivo es real. La razón es, pues, la ley de la realidad” – sin desestimar del todo el sensualismo filosófico: “La naturaleza observable es la única fuente filosófica. El hombre observador es el único agente de la filosofía”–, con tendencias a exaltar las místicas corrientes filosóficas del oriente, amén de una pasión sinigual por el trascendentalismo norteamericano de la segunda mitad del siglo XIX (consúltese su ensayo dedicado a Ralph W. Emerson), en contraposición con el ridículo estandarte materialista, ateísta y marxista impuesto por el régimen comunista de Cuba, resulta sobremanera chocante para un sistema que se ha proclamado comunista ante la faz del planeta.
Roberto Fernández Retamar, poeta y ensayista al servicio de la dictadura cubana y con cargos de dirección en instituciones insignes del régimen, se encargó mediante su palabra “convincente” de explicar el antimarxismo de José Martí – como era de esperar, jamás lo llamó antimarxista–. Su desafortunada hipótesis de presentar al genial pensador de Cuba como un desconocedor de la obra de Karl Marx, para justificar la no afiliación de Martí al socialismo, constituye un verdadero sacrilegio al ideario martiano.
Martí jamás fue marxista, no por desconocimiento de la enseñanza de Marx, sino porque fue capaz de prever que la nueva propuesta del autor de El Capital solo sería capaz de conducir a los hombres a una verdadera esclavitud. Fue su visión profética con conocimiento de causa, y no su desconocimiento, lo que lo hizo antimarxista. Consúltese el escrito que Martí dedicó al libro La futura esclavitud del antropólogo Herbert Spencer, por solo poner un ejemplo de los tantos que podemos encontrar en su obra acerca de su postura no marxista. “Herbert Spencer quiere enseñar cómo se va, por la excesiva protección a los pobres, a un estado socialista que sería a poco un estado corrompido, y luego un estado tiránico”, expresó José Martí sobre el socialismo.
Para la negación de su sentido de la religiosidad y su pensamiento filosófico, ambos diametralmente opuestos a la propuesta marxista de la llamada revolución cubana, nada mejor que no difundir sus grandes enseñanzas en este sentido. Ocultar al ser que se refirió a la infinitud del universo, a la existencia de vida en otros mundos, que defendió las teorías de la reencarnación y que pretendió establecer un sistema filosófico basado en la armonía como síntesis y en las relaciones universales – “yo había pensado en llamar filosofía de la relación” (…)“Todo va a la unidad, todo a la síntesis, las esencias van a un ser; los existentes a lo existente”–, fue lo que se les ocurrió a los encargados de permitir y difundir lo que se debe y lo que no se debe leer, estudiar y consultar en Cuba.
No obstante, al publicarse la mayor parte de su obra escrita, reunida en más de una veintena de tomos, quedaron al alcance de todos sus polémicos cuestionamientos acerca de la existencia de algo o alguien más allá de cualquier comprensión y asimilación: “¿Pero está Dios fuera de la tierra? ¿Es Dios la misma tierra? ¿Está sobre la naturaleza? ¿La Naturaleza es creadora, y el inmenso ser espiritual a cuyo seno el alma humana aspira, no existe? ¿Nació de sí mismo el mundo en que vivimos?”. Esto permitió a unos pocos estudiosos verdaderos del pensamiento del Apóstol acceder a su vasto conocimiento de la filosofía y poder refutar, con argumentos más que sólidos, la verdadera posición de José Martí respecto a sus concepciones bien distantes del materialismo, el ateísmo y el marxismo.
A pesar de demostrarse, mediante la propia palabra escrita del Maestro y Apóstol, sus concepciones bien definidas respecto a sus orientaciones filosófico-religiosas, así como su no afiliación a las tendencias de tipo socialistas y marxistas, el régimen castrista sigue utilizando la venerable imagen del gran héroe, cuya muerte evocamos hoy, a su manera, por capricho, y sobre todo, para intentar legitimar una serie secuencial de conceptos, postulados, leyes y directrices en relación con la llamada revolución cubana, aún cuando todos podemos acceder a ideas martianas como esta, que demuestran su desacuerdo con el socialismo, el totalitarismo y la tiranía:
“Los pueblos que no creen en la perpetuación y universal sentido, en el sacerdocio y glorioso ascenso de la vida humana, se desmigajan como un mendrugo roído de ratones”.
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