domingo, agosto 15, 2021

EL 11 DE JULIO, UN ANTES Y UN DESPUÉS. Alberto Roteta Dorado sobre el levantamiento popular en contra de la dictadura castro-ccmunista que oprime a Cuba desde hace 62 años

 EL 11 DE JULIO, UN ANTES Y UN DESPUÉS

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Las acciones del 11 de julio marcan un antes y un después en la historia actual del pueblo cubano. El hecho de haber movilizado a miles de cubanos para exigir su libertad es el mayor logro de estas acciones. Haber salido de ese prolongado letargo de sumisión constituye la más ejemplar lección que se haya podido dar en los últimos tiempos en Cuba.

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Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.

13 de agosto, 2021

Santa Cruz de Tenerife. España.- Un estallido social en Cuba era inevitable. No había que ser vidente, ni tampoco demasiado versado en materias relacionadas con la política, para haber percibido que tarde o temprano el pueblo saldría a las calles. Hace algún tiempo lo expresé en uno de mis escritos, precisando que ocurriría como consecuencia de la terrible situación económica por la que pasa la isla desde hace un buen tiempo; pero lo que no alcancé a predecir fue que dicho estallido tuviera una repercusión tan trascendental, toda vez que no se trató de la sublevación de una minoría exigua, como ya tuvo lugar en otras ocasiones de manera aislada; sino que las manifestaciones adquirieron un carácter nacional y multitudinario. Desde diferentes partes de la isla, incluida la capital y las principales ciudades, se lograron concentrar miles de cubanos que reclamaron no solo mejoras de tipo económico – que siempre estarán presentes, si de manifestaciones en Cuba se trata–, sino que alzaron sus voces exigiendo la libertad y el fin de la dictadura castrocomunista.

Es justamente este aspecto el de mayor trascendencia en relación con las manifestaciones pacíficas que desde el pasado 11 de julio, y durante alrededor de una semana, tuvieron lugar en Cuba. La hambruna cuasi generalizada de su población, unido al desastre sanitario provocado por los fuertes azotes de la pandemia de coronavirus, fueron los elementos desencadenantes de este reciente estallido social. No obstante, los cubanos fueron capaces de trascender sus frustraciones ante las más terribles penurias y calamidades para, a cambio, centralizar su atención en el verdadero causante del gran mal, esto es, la presencia de una terrorífica dictadura militar, la más añeja y cruel del hemisferio occidental.

Imposible en unas breves líneas poder hacer un análisis detallado de todos los elementos que llevaron a los cubanos a ese despertar necesario de sus conciencias. Un tanto tarde, pero con valentía, decoro, y firmeza fueron capaces de asumir con dignidad más que regia su rol en pos de alcanzar su libertad.

No obstante, vale la pena detenernos en unos pocos puntos claves para poder comprender la esencia del gran acontecimiento de los cubanos del pasado 11 de julio. Lo primero que hay que destacar es que ni siquiera las fuerzas represivas de la contrainteligencia cubana y los miles de agentes de la Seguridad del Estado esperaban una manifestación, y mucho menos que dicha manifestación pudiera adquirir tan colosales dimensiones, toda vez que se estima que participaron miles y miles de cubanos de San Antonio de los Baños, Palma Soriano, La Habana, Santiago de Cuba, Camagüey, Bayamo, San José de las Lajas, Guantánamo, Holguín, Cárdenas, Santa Clara, Cienfuegos, Matanzas, entre otros lugares de la isla.

Los cubanos lograron burlar al "afamado" aparato represor de la Seguridad del Estado de la isla. Recordemos que en San Antonio de los Baños, donde comenzaron las acciones, el pueblo estuvo en las calles varias horas sin la intervención de las fuerzas represoras. Se supone que en un país donde todo se sabe y todo permanece bajo un estricto control las marchas de San Antonio de los Baños no eran desconocidas por la Seguridad del Estado. El silencio y la calma transitoria solo fue el preludio de los brutales actos represivos que de inmediato tuvieron lugar. El presidente del país solo esperaba las “orientaciones” de quienes lo manipulan desde otras dimensiones más allá de sus poderes. Recordemos que la nueva constitución cubana hace referencia a una “fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado” (Artículo 5, referente al Partido Comunista de Cuba), cuya fuerza, como todos saben, es el Partido Comunista de Cuba, la retorcida y maligna institución que maneja al presidente no electo.   

Este es pues, el primer logro de los sucesos del pasado mes de julio, esto es, haber burlado a las fuerzas represoras del régimen para salir a las calles. Por otra parte, se demostró un enorme poder de convocatoria, aún en ausencia de líderes – a las pocas horas del inicio de las marchas pacíficas varios líderes de la oposición fueron encarcelados, desaparecidos o intimidados para impedirles salir de sus hogares–. La respuesta desde todas partes de Cuba no se hizo esperar. Durante una semana se produjeron manifestaciones a gran escala en diversos puntos del país, destacándose de manera particular por su carácter multitudinario las concentraciones en el malecón habanero y las amplias tenidas frente al Capitolio Nacional.

Otro aspecto de importancia a destacar es el relacionado con el verdadero sentido de las manifestaciones. Téngase presente que el pueblo cubano gritó libertad, abajo la dictadura y abajo el comunismo, lo que significa que más allá de las carencias materiales – que, sin duda, fueron el mayor factor desencadenante–  los cubanos se propusieron denunciar a toda voz las injusticias de un régimen que los adoctrinó desde las etapas más tempranas de sus vidas y que ahora los reprime y los explota. 

Con esto tampoco contaba el régimen castrista. Se supone que en las altas esferas de la dictadura se estuviera esperando algún disturbio aislado provocado por la carencia de alimentos y de medicinas; pero jamás que las consignas pidiendo el fin del comunismo ocuparan el protagonismo de las acciones. Esto es digno de destacar, toda vez que, como se sabe, los cubanos han sido demasiado manipulados mediante un sofisticado mecanismo de adoctrinamiento a través del cual se les limita la capacidad analítica del pensamiento – recurso heredado de los antiguos camaradas de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, –. El castrismo pretendió, y lo logró en gran medida, convertir al pueblo cubano en gente sumisa, leal a su llamada revolución y adoradores de su considerado líder histórico. Durante décadas han utilizado el chantaje como método coercitivo: te damos “educación gratuita”, asistencia médica “gratuita”; pero a cambio debes agradecer a Fidel y a la revolución por todo lo que se te ofrece. 

Sin embargo, todo lo que comienza termina, aunque al parecer, los esbirros de la dictadura comunista cubana, en medio de su acérrimo materialismo y ateísmo, no fueron capaces de aplicar las leyes y preceptos filosóficos a su contexto, y creyeron que la sumisión cuasi absoluta les duraría toda una eternidad. En esto también se equivocaron, o al menos, no fueron capaces de predecir que el pueblo cubano no quiere saber nada del comunismo, del socialismo, del fidelismo, ni de su anacrónica revolución socialista. En cambio exigió libertades en plural: libertad de expresión, de reunión, de pensamiento, de movimiento, de elecciones, etc.

A las pocas horas de las primeras manifestaciones Miguel Díaz Canel, presidente designado y no electo de Cuba, hizo una intervención en la televisión nacional donde exhortó a los cubanos a enfrentarse a los manifestantes. El mismo anquilosado recurso que décadas atrás usó el dictador Fidel Castro, cuando los sucesos del llamado Maleconazo: un enfrentamiento entre defensores y opositores del régimen. Lo que sucedió después, ya es bien conocido para detenernos en detalles. 

Basta precisar que tuvo lugar un enfrentamiento violento entre un sector de la población con órdenes de golpear con palos y otros accesorios a los manifestantes, y de ser necesario matar, matar sin medida, ni clemencia; pero las manifestaciones tenían que ser disueltas. Recordemos que la última Constitución de Cuba establece que “los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución” (Artículo 4. Capítulo I. Principios fundamentales).

Además de estos miles de agentes encubiertos como civiles y hombres de pueblo, acudieron también las fuerzas policiales y cientos de hombres de las llamadas Brigadas Especiales, conocidos como boinas negras. Como era de esperar, las manifestaciones fueron cesando ante la brutal represión que dejó un saldo de más de 500 detenidos y desaparecidos, amén de cientos de golpeados brutalmente y heridos, así como varios muertos – el número exacto es discutido, por cuanto, el régimen no ofrece con transparencias los datos referentes a estos días–.

A pesar de que no se logró el objetivo final de las manifestaciones, esto es, derrocar definitivamente al castrismo del poder – algo demasiado utópico si consideramos lo difícil que esto resulta solo mediante métodos de lucha pacífica–, las acciones del 11 de julio marcan un antes y un después en la historia actual del pueblo cubano. El hecho de haber movilizado a miles de cubanos para exigir su libertad es el mayor logro de estas acciones. Haber salido de ese prolongado letargo de sumisión constituye la más ejemplar lección que se haya podido dar en los últimos tiempos en Cuba. 

Otro aspecto a considerar en cualquier análisis referente a los sucesos del 11 de julio es el relacionado con la demostración de lo que es capaz la dictadura castrista. El mundo entero ha conocido de las atrocidades de la dictadura más temeraria de la región. Si algunos aún se mostraban con cierto escepticismo respecto a la realidad del régimen comunista de Cuba, a partir de los sucesos del 11 de julio la percepción cambió radicalmente. Cientos de medios de prensa del mundo se hicieron eco de los acontecimientos de Cuba, y en ellos se denunciaba las crueldades de la dictadura, a la vez que se ensalzaba el heroísmo de los cubanos. Varios gobiernos del mundo que hasta el presente habían sido muy neutrales con todo lo referente al tema de la mayor de las Antillas, ahora se pronunciaron de manera bien enérgica llamando al gobierno de la isla como lo que es: dictadura, régimen totalitario. 

La orden dada por el presidente no elegido del país de salir a las calles a combatir a los contrarrevolucionarios, mercenarios, vendepatria, o cualquier otro calificativo de carácter despectivo con los que se suele definir a los opositores al régimen, pasará también a la historia; aunque, lamentablemente al lado negativo de la historia. En lo adelante tuvo lugar una oleada de arrestos, secuestros, desapariciones, encarcelamientos, golpizas, torturas, y muertes. La dictadura comunista cubana mostraba ante el mundo su verdadero rostro. Las manifestaciones tienen que ser sepultadas; aunque para lograrlo se tenga que acudir a la más terrible violencia.     

Centenares de personas, en su mayoría jóvenes, fueron encarceladas, de los que muchos permanecen en cárceles, otros en sus hogares en la espera de su condena definitiva, y otros permanecen desaparecidos. Apoyados también en la Constitución – que fue elaborada con visión cuasi profética, pensando en lo que pudiera ocurrir que pusiera en riesgo ese “orden político, social y económico establecido”– se arremete ahora contra aquellos que valientemente se enfrentaron al régimen, a los que se les considera traidores. “La traición a la patria es el más grave de los crímenes, quien la comete está sujeto a las más severas sanciones” (Artículo 4. Capítulo I. Principios fundamentales)  

Y así las cosas, los acontecimientos del 11 de julio ya forman parte de la historia de Cuba. Los cubanos están dispuestos a enfrentarse al castrismo. Su carácter nacional y multitudinario le ofrece un sentido trascendental. Por primera vez en más de sesenta años de opresión se logra un hecho como este.

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ALAIN PAPARAZZI CUBANO
11 de julio, 2021

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URGENTE CUBA 🔥 EL PUEBLO SE TIRÓ PARA LA CALLE 🔥 ALAIN PAPARAZZI CUBANO 🔥




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