miércoles, febrero 16, 2022

Castrofobia sí; homofobia no. Luis Cino Álvarez desde Cuba: Cuando en una dictadura se habla de derechos, todo es retórica vana, demagogia, simulacro, ilusionismo para distraer

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Ser conservador no es aferrarse  a  leyes, ideas, costumbres, etc.  perteneciente a un  un pasado más o menos lejano con el objetivo de que permanezcan inalterables a cualquier costo y ante cualquier circunstancia.

En el Resumen del artículo Los principios del conservadurismo político   escrito por  Modesto M. Gómez Alonso y publicado  por la Universidad de Medellín, Colombia en Opinión Jurídica, Vol. 8, No. 16, pp. 63 - 79 - ISSN 1692-2530 - Julio - Diciembre de 2009.

Las pretensiones del autor son: (i) Mostrar cómo el conservadurismo político se sostiene en una concepción de la naturaleza humana de corte racionalista, que, oponiéndose al modelo antropológico de Hobbes, reconoce tanto el poder de la razón sobre los afectos como una debilidad intrínseca en el hombre que no ha de confundirse con inclinación natural al mal. En este sentido, la política moderada del conservadurismo resulta de su pesimismo mitigado. (ii) Señalar cómo de acuerdo con este paradigma político los criterios de legitimidad política son la protección de las minorías, la preservación de la igualdad de derechos y el mantenimiento de una libertad racional de la que participan por igual todos los miembros del cuerpo político; es decir, cómo la medida de la legitimidad es el imperio de la ley. (iii) Finalmente, subrayar que porque para que exista Estado de derecho la ley no puede estar sujeta a voluntad particular alguna, sea de un individuo o de una mayoría, el conservadurismo es baluarte de una democracia constitucionalista que es condición natural de la naturaleza humana.

Al final de dicho artículo se dice:

Las reservas del conservadurismo son la racionalidad, la moralidad y el corazón. Una racionalidad que conjuga verdad y sentido, que vincula teoría y práctica, que vivifica su reflexión con humanidad y que, guiando nuestras acciones, se transforma en sabiduría. Una moralidad que se manifiesta, más que en principios, en gestos, más que en prohibiciones, en el espíritu de nuestros actos, más que en el odio contenido del moralista, en la rectitud y la bonhomía del caballero. Corazón, en fin, porque la patria del conservador son los sueños...Apela a nuestra nobleza; a la lealtad sin deshonra, al orgullo sin soberbia, a la virtud sin vanidad, al sacrificio que no busca testigos

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Tomado de https://www.cubanet.org/

Castrofobia sí; homofobia no

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Cuando en una dictadura se habla de derechos, todo es retórica vana, demagogia, simulacro, ilusionismo para distraer

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Por Luis Cino

14 de febrero, 2022

LA HABANA, Cuba. — Tras la publicación en CubaNet de mi artículo El Código de las familias busca distraer a los cubanos , me sorprendió que algunos activistas de la comunidad LGBTIQ me acusaran de retrógrado y homofóbico.

Los que me conocen saben cuán distante he estado siempre del conservadurismo, las actitudes prejuiciadas y la homofobia. En el artículo, que era bastante claro y directo —como suelo ser, aunque moleste a algunos—, no atacaba de ningún modo a las personas LGBTIQ; solo hablaba de realidades de la sociedad cubana, tales como el machismo, los prejuicios sexistas, el fundamentalismo cristiano y la persistencia de la homofobia, actitudes que no por negativas dejan de estar presentes y se hacen sentir.

Lo que criticaba en mi artículo no era que en el Código de las Familias se garantizaran los derechos de las personas LGBTIQ (incluido el matrimonio igualitario), sino el interesado manejo que está haciendo el régimen de ese asunto para su provecho, advertido de las polémicas que causaría.

El régimen, además de posar de avanzado e inclusivo ante el mundo, prefiere —y lo está consiguiendo— que nos enfrasquemos en esas polémicas (que no dejan de ser necesarias) antes que en cuestionar, por ejemplo, la falta de libertades políticas, el draconiano nuevo Código Penal que nos quieren imponer, la existencia de las abusivas tiendas en MLC o el fracaso de la Tarea Ordenamiento, que ha lanzado a los cubanos al hambre y la indigencia.

Y menos aún quieren los mandamases castristas que se hable del hecho de que se encuentran en prisión más de 750 personas por las protestas de los días 11 y 12 de julio, y que muchas de ellas han sido condenadas a más de 20 años de cárcel, acusadas de “sedición”, un cargo totalmente absurdo y que contradice flagrantemente el argumento oficialista de se trata de “delincuentes que cometieron actos violentos”.

A todo el que cuestione algún aspecto del Código de las Familias, como el tema de la responsabilidad parental, que abre las puertas de los hogares a la intromisión estatal, es acusado de homofóbico y retrógrado. Y no solo por el régimen, también por algunos activistas de la causa LGBTIQ que, cegados por su vehemencia en la lucha por sus derechos, se confunden, caen en la trampa del régimen y le hacen el juego al atacar a los que se le oponen.

En este birlibirloque que es la actual sociedad cubana, ahora resulta que algunos opositores que se oponen al Código de las Familias son los homofóbicos y el gran abanderado y defensor de la comunidad LGBTIQ es el régimen castrista, que nunca ha pedido disculpas —ni las pedirá, soberbio como es— por las UMAP, la parametración, las redadas policiales contra los gays en los años sesenta y setenta del pasado siglo y la nada encubierta discriminación que sufrieron los homosexuales hasta bien entrada la década de 1990.

Un colega cuyo trabajo mucho respeto y que es un activista en pro de los derechos de las personas LGBTIQ, luego de expresar en las redes sociales que los articulistas de CubaNet que nos habíamos pronunciado en contra del Código de las Familias éramos “hombres mayores, en el ocaso intelectual, resecos por la lucha contra el comunismo”, creyó conveniente explicarme, luego de que me quejé, que no es que me considerara homofóbico a mí, sino que “el discurso anticastrista en general, ahora mismo es LGBTIQ-fóbico, como sin querer, pero lo es”. Y lamentaba: “Ahora que hemos logrado algo, los demás rebajan a nada nuestra aspiración de igualdad”.

Puedo entender al colega. Ojalá me entienda a mí y comprenda que lo mío no es homofobia, sino Castrofobia. Y con toda razón. Solo quisiera que el colega no se conforme y agradezca ese “algo” que ahora parecen lograr las personas LGBTIQ.

Hay muchos más derechos por conquistar para todos los cubanos. Solo que bajo una dictadura no existen los derechos para nadie, de ningún tipo. Cuando en una dictadura se habla de derechos, todo es retórica vana, demagogia, simulacro, ilusionismo para distraer.


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