Jorge Luis González Suárez desde Cuba: Dulce María Loynaz, una inadaptada al castrismo
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Según Cleva Solís, su gran amiga, Dulce María Loynaz sufrió prisión domiciliaria en los primeros años de la Revolución porque al morir su padre, el General del Ejército Libertador Enrique Loynaz del Castillo, ella pasó por la casa familiar y tomó algunos objetos que eran de gran valor sentimental para la familia, ya que la casa quedaría en manos de la tiranía Castrista, pues la Revolución a los cubanos del pueblo no les permite tener más de una casa, salvo que una esté en la ciudad y la otra en una playa; Fidel Castro llegó a tener más de 50 fastuosas residencias por todo el país para su disfrute.
Enrique Loynaz del Castillo había formado parte de un gobierno de salvación nacional después que Fulgencio Batista y Zaldivar había abandonado el poder en la madrugada del 1 de enero de 1959 y eso no le había gustado nada al futuro tirano Fidel Castro Ruz; tampoco a Fidel Castro y cómplices le había gustado algunas cosas que escribía y decía la futura Premio Cervantes. Un ejemplo de lo que escribía Dulce María lo añadiré al final de este artículo de Jorge Luis González Suárez; como otro ejemplo de lo que decía, les diré que en los primero años de los años 90s o finales de los años 80s, Dulce María dio una conferencia en la Catedral de Pinar del Río y expresó que el pueblo al principio de la Revolución se fue detrás de un becerro que ni siquiera era de oro. No obstante, ella no hizo activismo de ningún tipo, pues vivió en un inxilio , voluntariamente encerrada en su casa hasta que fue sacada del ostracismo en los años 90s del pasado siglo por ganar en España el Premio Miguel de Cervantes en 1992. Muchas personas la creían muerta.
En la foto del artículo aparece Alejandro González Acosta, el cual desempeñó cierto papel para que se tuviera en cuenta a Dulce María Loynaz como una de las propuestas para el Premio Cervantes; no fue el oficialismo castrista el que propuso a Dulce María Loynaz. Alejandro González Acosta vive en México desde hace más de 30 años.
Tomado de https://www.cubanet.org/
Dulce María Loynaz, una inadaptada al castrismo
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Este 27 de abril se cumplen 25 años de la muerte de Dulce María Loynaz, la más grande escritora cubana del siglo XX, merecedora del Premio Miguel de Cervantes en 1992
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Por Jorge Luis González Suárez
27 de abril, 2022
LA HABANA, Cuba. — Este 27 de abril se cumplen 25 años de la muerte de Dulce María Loynaz, la más grande escritora cubana del siglo XX, merecedora del Premio Miguel de Cervantes en 1992.
Nacida el 10 de diciembre de 1902, sus padres fueron el general del Ejército Libertador Enrique Loynaz del Castillo y María de las Mercedes Muñoz Sañudo, de estirpe aristocrática, cuya familia contaba con grandes riquezas y propiedades.
De la casa donde nació —ubicada en el Paseo del Prado # 5, en La Habana Vieja — Dulce María Loynaz, siendo una niña, se mudó después con sus familiares a San Rafael y Amistad, y luego con su madre para la casa de su abuela, en Línea y 14, en El Vedado, un lugar muy espacioso donde residió gran parte de su vida y que le sirvió de inspiración para su obra literaria.
Allí, en la casona de Línea y 14, recibió la visita de grandes personalidades de la literatura, como Federico García Lorca, Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez, Alejo Carpentier y otros que acudían a las tertulias que ella llamó “juevinas”, por celebrarse siempre los jueves.
Visitó Estados Unidos, casi toda Europa, Siria, Turquía, Palestina, Egipto, varios países de América del Sur y la isla de Tenerife, de donde era oriundo el periodista Pablo Álvarez de Cañas, con el que contrajo segundas nupcias en 1946.
Desde 1946 hasta su muerte, Dulce María Loynaz residió en la mansión ubicada en 19 y E, en El Vedado. Ese lugar hoy es un centro cultural que lleva su nombre y que se restauró con la ayuda del gobierno de España.
En la casa de 19 y E, por su inconformidad con el régimen castrista, permanecería en enclaustramiento voluntario durante casi tres décadas.
A partir de 1960 se apartó de toda vida social y cultural, excepto de la Academia de la Lengua Cubana, de la cual llegó a ser su presidenta y cuyas funciones se realizarían dentro de su domicilio hasta su fallecimiento, a los 95 años.
Para entender un poco el comportamiento de Dulce María Loynaz es bueno remitirse a sus memorias, tituladas Fe de Vida y que pidió a su amigo Aldo Martínez Malo se publicaran cuando cumpliera los 90 años o después de su muerte.
En Fe de Vida, al hablar del Vedado de su juventud, escribió Dulce María Loynaz: “¡Cómo hacer creer a los que vendrían luego que aquel Vedado era un lujo que podía permitirse la ciudad y con la ciudad un pequeño país donde no existían éxodos en masa, ni asaltos a embajadas, ni gente perseguida ni perseguidores!”
Hay otro fragmento en el cual explica por qué se deshace de las cartas devueltas por Enrique de Quesada, su primo y primer esposo: “Lo hice —debo confesarlo — con mucha pena, pero no me quedó otra alternativa. Ya la policía, estúpidamente, buscando no sé qué, había registrado dos veces mi casa, la casa donde vivían nada más que dos ancianas solitarias. Era mi intimidad, y no podía arriesgarla a una tercera invasión de los bárbaros”.
Se conoce que en abril de 1961, cuando al producirse la invasión de Playa Girón el régimen recogió a miles de personas consideradas desafectas, Dulce María Loynaz fue conducida a una estación de policía, donde, aunque no estuvo detenida, fue interrogada.
En la página final de sus memorias, explica cómo su madre, en sus postreros días, vendió una propiedad para hacer frente a gastos imposibles de cubrir por otros medios y dividió la importante suma de la venta entre seis miembros, incluido su esposo Pablo Álvarez de Cañas. Y a continuación, cierra con estas elocuentes palabras: “Sí, al final se lo llevó todo el diablo —y no hablo ahora de dinero—, porque ya el diablo reinaba en este mundo”.
A pesar de que por su extracción social jamás comulgó con las ideas socialistas y no disimulaba su rechazo al régimen, las autoridades culturales intentaron reivindicar a Dulce María Loynaz en los últimos años de su existencia. Así, en 1987, le confirieron el Premio Nacional de Literatura.
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Dulce María Loynaz junto a otros intelectuales cubanos
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omado de http://www.vitral/edvitral/dulcem/dulcem.htm
( Fragmento )
La Habana mayo 9 de 1962
Sr. San Martín de Loynaz y Amunabarro
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Vuelve aunque sea a rescatar las almas ya que ese fue tu oficio. Y no te arredre el ver que en este siglo es más difícil cristianizar cristianos que en el tuyo moriscos y judíos.
Estos cristianos de hoy clavan a Dios todos los días en una cruz que nadie vela ya, en donde Dios está solo.
Hay que evangelizar a los que vosotros dabais por evangelizados, San Martín; hay que enseñarles otra vez a rezar de verdad el Padre Nuestro.
Tú pensarás que es mucho lo que pido, y yo también lo pienso. El diálogo es posible con salvajes inocentes y crueles; al menos muchas veces es posible. Pero nunca lo es con estos hombres civilizados, llenos de ciencia y de orgullo, llenos hasta de filosofía. No lo es, no lo es con estos hombres, aunque por conseguirlo estuvieses dispuesto, como entonces, a pagar con el precio de tu vida.
Nunca te escucharían porque ellos son siempre los que hablan. Y ciertamente no habrán sino más ponzoñosas las flechas de los indios o las lanzas de los idólatras. Ni más ponzoñosas ni más certeras.
Los pecados de las gentes que fuiste a convertir, eran pecados de ignorancia: los que por esta banda nos dejaste, son ya pecados de sabiduría. Triste es desconocer el Divino Mensaje, pero más triste es todavía haberlo conocido y olvidarlo.
Ahora no es allá donde tenéis que ir vosotros; es aquí donde tenéis que quedaros. Es aquí, en el mundo que llaman civilizado, donde está vuestro puesto, vuestra misión, y sí lo quiere Dios, vuestro martirio.
No tengo tras de mi una gran causa que defender, una luz que difundir, no soy valiente como tú, como tus compañeros, como tantos que hubo y hay todavía; el miedo muchas veces se me ha enroscado a la garganta y si no me avergüenzo de decirlo es porque en cierto modo tengo derecho al miedo ya que yo nada sirvo, nada valgo. Pero aún siendo así, aquí me tienes escribiendo una carta…
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Etiquetas: 1992, anadaptada, castrismo, cuba, domicilio, Dulce María Loynaz, Premio Cervantes, Premio Miguel de Cervantes, presa
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