miércoles, mayo 25, 2022

María Victoria Olavarrieta: Hay violencia porque no hay familia.

 Hay violencia porque no hay familia.

Por María  Victoria Olavarrieta

25 mayo, 2022

Mi profesor de terapia Gestalt, Luis Vela, nos dejó la tarea de leer varios perfiles de asesinos. En todos había un hogar roto, un niño no amado. La visión que los padres y adultos a cargo tienen del niño es lo que forma su autoimagen. La baja autoestima y la idea de que “no sirvo para nada” no nacen con el bebé, se la proporcionamos nosotros. Hace 40 años, nos decía Padre Luis, las personas llegaban a mi consulta con problemas puntuales, hoy me llegan hechas pedazos.

Los niños repiten los patrones de comportamiento aprendidos en casa, asusta la agresividad que hasta en los más pequeños vemos ya. Problema psicológico que no se trabaje en una terapia seria, tiene muchas posibilidades de potenciarse con las dificultades de la escuela y la vida adulta.

Cuántos niños criados a la deriva, madres estresadas de trabajar fuera y en casa, padres ausentes, divorciados en guerra a muerte y casados que pelean delante de sus hijos, ajenos a la culpa que generan en ellos. Vivimos esclavizados a horarios y la palabra que más escuchan los niños es: Apúrate. No hay tiempo para preguntarnos:  ¿ Qué estoy haciendo con mi vida y la de mis hijos?

Se va al hogar de visita, padres inquilinos de su propia familia. Una infancia que transcurre más en la escuela que en la casa, tardes y noches haciendo tareas y proyectos laboriosos, hijos que se perciben como una carga. Cocinar para los hijos es una esclavitud, sacrificar el gimnasio para llevarlos al parque es impensable, traer amiguitos a jugar en casa deja todo muy sucio y desordenado….

¡Qué triste un hogar vacío de recuerdos familiares, de tiempo jugando con tus hijos, de toda la familia sentada a la mesa, de cuentos leídos a la hora de dormir!

Permitimos que los hijos vean películas que transcurren entre tiros, sangre, venganzas. Los héroes no entienden de compasión. Veo similitud entre el proceder de los autores de matanzas en nuestro país y los protagonistas de las películas y videojuegos de moda. Donde no hay héroe se imita al antihéroe. Para detener esta espiral de violencia el gobierno tiene que hacer su parte y cada uno de nosotros la suya.

La sociedad influye, claro está, pero no siempre es determinante. Viví 29 años en la Cuba de Fidel. Mi hermana y yo recibimos el mismo adoctrinamiento y lavado de cerebro de todos mis compañeros y nunca nos hicimos pioneras, somos católicas practicantes y no paramos hasta llegar al imperio, el lugar que nos intentaron hacer odiar desde que tuvimos uso de razón. Nosotras no somos el fruto de la revolución cubana, nosotras somos las hijas de Cuco el panadero y Teté, una madre a tiempo completo.

“La familia sigue siendo la institución más importante para la persona y la sociedad”, nos decía San Juan Pablo II en su incesante catequesis.

No hay tiempo para los hijos. Miami, ciudad de malls llenos y parques vacíos. Llevo más de 12 años explorando el bosquecito del parque Kendall Indian Hammocks con mi sobrino y la pequeña tropa de amiguitos. Solo recuerdo 3 ocasiones de habernos cruzado con alguien en sus senderos. La experiencia sensorial de oler, tocar, escuchar, observar… que los niños experimentan en medio de la naturaleza ayuda mucho a contrarrestar la agitación de la ciudad.

“La mano que mece la cuna es la mano que gobierna al mundo”, nos dejó escrito el poeta estadounidense William Ross Wallace. Hoy esa mano, con una manicura perfecta, está posada en cualquier parte menos sobre los hombros de sus hijitos, pareciera que los hijos molestan, que hay que quitárselos de encima para “realizarse”, que es la gran meta de la mujer moderna. Todavía están lactando y ya los mandamos para el day care. No hay excusa válida para que en un país tan rico como Estados Unidos las madres no puedan disfrutar de un año de licencia de maternidad. A otros no se les permite nacer; ni en el vientre de su madre los niños pueden estar seguros, porque hasta allí llegamos a quitarles la vida, para poder nosotros vivir la nuestra. 

Jóvenes de estos tiempos, hijos de la cultura de la muerte, bañan en sangre a Estados Unidos y nos hacen temblar ante el futuro. El padre de mi amiga Cary Correa siempre tuvo un revólver encima del armario y ella me cuenta que jamás ninguno de sus hijos se atrevió a tocarlo. “Papá lo había prohibido y su palabra era la ley”. Hoy, no solo no se respeta a los padres, se toma el arma, se dispara a sus compañeros de clase y si mamá o papá se interponen podrían morir también.

Los padres estamos tan mal que no hay esperanza para los hijos, comentábamos abatidos con la lectura de tantos perfiles de criminales

“Hay una buena noticia”, dijo Padre Luis, tratando de llegarnos al alma:

“Para que un niño no se pierda, solo necesita una cosa: Tener la certeza de que al menos una persona en el mundo se muere de amor por él”.

Profesora de Español y Literatura.

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https://youtu.be/GBH2FTJ_ztA

Tomado de https://elpais.com/i

Matanza en una escuela de Texas: 19 niños y dos profesores asesinados a tiros

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La policía de Uvalde abate al supuesto atacante, de 18 años, que irrumpió en el centro de primaria Robb con una pistola y un rifle el último día de clase

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Por Luis Pablo Beauregard

Uvalde (Texas)

24 mayo 2022 

(Fragmento)

Todavía sin haber digerido la matanza racista de Búfalo, Estados Unidos se ve obligado a mirar de nuevo al oscuro pozo de su historia de violencia. El nombre de Uvalde, una pequeña y tranquila comunidad de 16.000 personas en el centro del Estado de Texas, a pocos kilómetros de la frontera con México, se suma este martes a una larga lista de los horrores que ha dejado la violencia con armas de fuego en este país. Salvador Ramos, un joven de 18 años de esta misma localidad, irrumpió en la escuela de primaria Robb minutos antes de las 11.30 (hora local) armado con una pistola y un rifle de asalto semiautomático y, según el relato de las autoridades, “comenzó a disparar a quien estuviera en su camino, sin importar si eran niños, maestros o adultos”, antes de ser abatido por la policía en el interior del recinto escolar. El saldo provisional de esta nueva matanza es de 19 niños y dos profesoras muertas. El tirador era alumno del último año del instituto de la misma localidad, muy próximo a la escuela de primaria atacada, donde están escolarizados alrededor de 500 niños de siete a 10 años, la mayoría hispanos.

Uvalde se suma a nombres como Columbine, Parkland y Sandy Hook, ciudades estadounidenses que han sido testigos de cómo las armas irrumpen en el que debería ser el sitio más seguro de todos, los colegios. ¿Cómo ha podido suceder aquí? ¿Por qué nadie la vio venir? Estas son las preguntas que ahora se hacen los vecinos de esta localidad de mayoría hispana y donde todos se conocen.

Adolfo Cruz, de 69 años, esperaba la tarde del martes a las afueras de la escuela alguna noticia sobre su nieta, Elija Cruz Torres, de 10 años. Desde mediodía nadie sabía nada de la menor. Su madre, Leandra, había ido a buscarla al hospital de la ciudad, donde se atendía a heridos, y al centro cívico, adonde fueron trasladados algunos alumnos. “La única esperanza que tenemos es que se la hayan llevado en la ambulancia aérea, porque dijeron en la radio que evacuaron a San Antonio a un adulto y a una niña de 10 años. Tengo la esperanza de que sea mi nieta”, aseguraba Adolfo, originario de Uvalde. “Me siento triste no solo por ella, sino por todos los niños”, agregaba. Pero no hubo suerte. Leandra ha confirmado a este periódico esta madrugada que la pequeña está entre las víctimas mortales. Hasta la noche del martes, las autoridades no habían dado a conocer la lista de fallecidos.

La escuela atacada festejaba este martes el último día de clases. Padres e hijos habían acudido a una ceremonia de fin de curso y a recoger los diplomas. El centro, ubicado en un extenso terreno en un barrio de casas de una sola planta de clase media-baja, solo contaba con tres grados, de segundo a cuarto de educación básica. “Esto es una pesadilla”, ha clamado Mary Schumer, quien fue a esa escuela hace décadas, y este martes estaba de visita en casa de su madre, frente al colegio.

A unas manzanas de allí, Carlos Mendoza, un conductor de camión, observaba en su móvil la última fotografía de su sobrina Emery Joe Garza, de 10 años. La niña sonríe y abraza a su abuelo mientras muestra a la cámara el diploma que recibió por la mañana. Minutos después de aquella ceremonia, Salvador Ramos y su ira irrumpieron en el centro. Emery es una de las víctimas de este sinsentido. Carlos, hablando con un vecino, cuestiona: “¿Cómo es posible que un huerco [chaval] de 18 años pueda comprar armas?”. “Mínimo debería de hacerlo a los 21″, le replica Leo, su vecino.

Mendoza y Leo viven en la calle Díaz, donde se originó la tragedia que ha marcado a esta pequeña comunidad tejana este martes. A escasos metros de ellos vivía el asesino, en una casa que compartía con sus abuelos maternos, Rodolfo y Celia. “No le hacían nada a nadie”, cuenta Leo.

El origen de la tragedia

Según la primera reconstrucción de los hechos, “el sospechoso se vio involucrado en una pelea doméstica con su abuela. Él le disparó a ella”, ha explicado a la prensa el sargento Christopher Olivarez, del Departamento de Seguridad Pública del Estado de Texas. De acuerdo al relato de los testigos, después de disparar a su abuela en la cabeza (que fue evacuada de urgencia al hospital de San Antonio, el mismo al que han sido trasladados los heridos en el tiroteo), Ramos subió a una camioneta negra y condujo escasos metros hasta la escuela. Los vecinos escucharon cómo la camioneta cayó en una zanja frente al centro. El sujeto salió del vehículo y saltó la cerca. Los primeros disparos comenzaron a escucharse minutos antes de las 11.30. Agentes del FBI y de la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas están investigando qué tipo de calibre usó el tirador y cómo tuvo acceso a las armas.

Greg Abbott, el gobernador de Texas, fue el primero que informó de que Ramos “disparó y mató, de manera horrible e incomprensible” a los niños y a dos profesoras. “Los tejanos están de duelo por las víctimas de este crimen sin sentido y por la comunidad de Uvalde”, manifestó en un tuit. Uno de los maestros ha sido identificado esta noche como Eva Mireles, de 44 años y con 17 años de experiencia como educadora. El Gobierno de Abbott ha aprobado, sin embargo, normas para hacer más fácil la propiedad de armas. En junio del año pasado promulgó una ley que eliminaba la necesidad de tener un permiso para portar amas o tomar un curso para manejarlas. Esta iniciativa, promovida por el poderoso lobby de armas en el Estado, está en vigor desde septiembre pasado.


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