Zoé Valdés: conversaciones secretas entre el entonces embajador Castrista en Argentina Emilio Aragonés Navarro y Leopoldo Galtieri que muestran la complicidad de ambas dictaduras militares
Tomado de https://zoepost.com/
Exclusivo: conversaciones secretas entre el embajador cubano y Galtieri donde ofreció una nave para torpedear a la Royal Navy
Por Redacción ZoePost.
Por Zoé Valdés.
30/06/2022
Las conversaciones secretas entre el embajador cubano Emilio Aragonés Navarro y Leopoldo Galtieri fueron reveladas por Juan Bautista Tata Yofre en su libro ‘1982’ y en este artículo que les enlazo aquí. Pero es primera vez que oiremos el audio tal cual. Gracias al Tata Yofre por este gran aporte a ZoePost.
Esta es la prueba de lo que han sido capaces y de lo que siguen siéndolo, tiene razón el Tata Yofre cuando dice en el programa de Viviana con Vos que detrás de todo, y del avión iraní, siempre están las garras del castrismo.
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Reproductor de audio
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Transcripción del encuentro y grabación tal como me fue enviada:
«El encuentro de Galtieri con el embajador cubano Emilio Aragonés Navarro.
Emilio Aragonés Navarro llegó a Buenos Aires el 9 de abril y al día siguiente a las 13.45 entró al despacho personal de Galtieri. Era la oficina que quedaba enfrente del despacho oficial, con chimenea, y mesa de acuerdos. Ese día, Galtieri había estrenado su sistema de grabación con grabador de cinta abierta. A pesar del ruido ambiental y de las bocinas de los automóviles (afuera se encontraba gran parte de la muchedumbre en la Plaza de Mayo) se pudo escuchar:
— Embajador: He venido a decirle que Cuba va a hacer lo que ustedes determinen, hasta dónde ustedes quieran ustedes llegar va a llegar Cuba…
— Galtieri: Dígale a Castro que más allá de las diferencias que tenemos se puede conversar. Yo le agradezco este sentimiento y SOLIDARIDAD americana, latinoamericana, somos latinos. En buena medida tenemos diferencias…
— Embajador: Todos tenemos diferencias…
— Galtieri (elevando la voz): COMO VENEZUELA, COLOMBIA, PERÚ, CHILE, ARGENTINA, PARAGUAY, somos comunidades latinas pero con distintas raíces…
— Embajador: Somos integrantes de una misma familia pero un país diferente.
— Galtieri: Tenemos diferencias pero son todas discutibles y conversables, pero le agradezco el gesto. Este gesto la Argentina no lo va a olvidar.
— Embajador: Pero este gesto se puede convertir en hechos. Es lo que yo quiero que usted lleve con toda claridad. Esto es una proposición muy cuidadosa pero detrás de esto esta la voluntad de hacer lo que haya que hacer…enviarle un submarino y hundirle un barco…cualquier cosa…
— Galtieri: Argentina no lo olvida ni ahora ni lo va a olvidar por muchos años…
—Embajador: Me gusta porque eso obliga…aunque sea privado nomás…
—Galtieri: Yo le digo embajador no obstante que cualquier cosa que reclamar…porque esto esta muy acelerado, muy acelerado, se nos van a ir de las manos ciertas cosas, se nos van a ir de las manos…eso es lo que yo le estoy diciendo al Señor Haig, acá ¿eh? estamos corriendo contra el tiempo acá ¿eh? Y esto es un problema que puede traer consecuencias internacionales, no de Gran Bretaña y Argentina, MUNDIALES se le va a ir de las manos a Estados Unidos, a Rusia…a todos. Usted es conciente, yo le agradezco acá, dígale a Castro que le agradezco que además Argentina no va a olvidar. Y a Usted, personalmente, le agradezco también este gesto señor embajador. Personal, más allá de lo que usted me dice, como dicen los diplomáticos…yo no sé cómo dicen los diplomáticos, vuelvo a repetir, tenemos diferencias…Usted sabe que…
—Embajador: Son salvables, además las diferencias pueden ser mayores o menores. Se pueden agrandar o se pueden disminuir también, pero Señor Presidente…
— Galtieri: Pero que usted tome el cepillo de dientes y el calzoncillo para venir a Argentina Usted que es así señor embajador discúlpeme los términos con que hablo, desde La Habana a Buenos Aires es un gesto de Cuba que la Argentina no lo olvida. Yo se que usted tomo apenas los elementos de aseo para venir para acá.
—Embajador: Mire Señor Presidente yo creo que independientemente de la urgencia con que Usted vea esta cosa del apoyo concreto de Cuba, hay otra cosa que sí es un poco más urgente porque el apoyo de Cuba esta seguro cuando usted es dueño…usted puede decir en media hora me hace falta que ustedes me den esto bueno ahí va a estar esto, pero hay cosas que el tiempo no puede jugar a favor nuestro y es lo de los No Alineados es una cosa tan compleja donde hay tantos países distintos, con tantas posiciones distintas, y ahí sí los minutos cuentan. Usted debería decirme qué quiere usted, rápidamente, para nosotros escribirle una carta a cada jefe de estado y explicando, pidiendo lo que pidan…
—Galtieri: Me quedan 24, 48 horas más…
—Embajador: Yo creo que cuando más pronto lo haga usted seria mejor porque esto es aberrante, además una fuerza tremenda no se ahora…
—Galtieri: Por otra parte no se qué hicieron en el Consejo de Seguridad ¿eh?
—Embajador: ¿Nosotros?
—Galtieri: : No usted no, Cuba no…tres o cuatro países que estaban ahí…
— Embajador: Bueno, le voy a explicar, Guayana por qué vota como vota, no vota contra ustedes…
—Galtieri: Qué se yo…
— Embajador: Por miedo, Guayana vota mal porque vota precipitadamente pero vota por miedo porque piensa ‘los ayudamos y nos atacan acá y nos quitan la mayor parte del territorio’. Guayana pude mudar esa posición y ponerse del lado de ustedes. Porque haya en mi patria el problema de de las Malvinas no tiene nada que ver con nosotros. Nosotros nos movemos y usted puede discutirlo, nosotros tenemos una población de 3 millones de habitantes y usted tiene 10 y porque ustedes sí y yo no, usted habla inglés y yo hablo español porque el imperialismo hace mil años…no, no, desde que yo soy independiente hay que respetarme, es decir es distinto…la gente de las Malvinas carga (entra en) un motel en Londres, por qué no compramos un castillo a un duque y los mandamos. ¿No quieren ser ingleses? O son ingleses viviendo en la Argentina o son ingleses viviendo en Inglaterra.
—Galtieri: Son mil personas las que están ahí, mil personas, le agradezco señor Embajador disculpe que lo hice esperar usted sabe que es un día muy especial para nosotros, para mí también, yo le voy a dar contestación inmediata a esto pero por principio ya le manda usted al señor Fidel Castro …dígale que le agradezco la espontánea, decidida, no se cómo decirle más que me envía en estas circunstancias no fáciles para Argentina el gesto que ha tenido, que me de 24 horas …estoy durmiendo apenas…
— Embajador: Usted tiene la palabra, yo lo encare con urgencia por usted, no por nosotros, yo me pongo en sus manos para lo que ustedes quieran…
— Galtieri: Que me de un tiempo, me de 24 horas, 48 horas, pero en principio le contesta…
— Embajador: Yo hoy mismo le mando un cable relatando esta conversación.
— Galtieri: Cable cifrado, no cifrado, haga lo que usted quiera.
— Embajador: Cifrado. Sino es cifrado nuestros vecinos lo tienen en la mesa enseguida.
— Galtieri: (risa) Mi agradecimiento por esta espontánea…
— Embajador: Y yo le repito Presidente esta decisión no viene a la ligera, llega de Fidel Castro, a cambiar ideas, tenga claro eso.
— Galtieri: No lo conozco, se quién es Castro. Gracias por su presencia en la Argentina
— Embajador: Yo estaré con ustedes hasta que esto se termine…
— Galtieri: ¿Cómo se va?
— Embajador: Usted cree que nuestra ausencia era una cosa política? Nosotros teníamos el radar inglés, constantemente lo hemos estado diciendo (no se escucha) el embajador inglés y su entorno político lo que hecho esto, pero esto es hasta que se termine.
— Galtieri: Le agradezco mucho (se escucha una palmada en la espalda) y agradézcaselo a Castro…venga yo lo acompaño.
— Embajador: Esta bien Presidente, quedamos a sus órdenes…
— Galtieri: Sí, sí, señor
¿Quién era Emilio Aragonés Navarro?
Tras el 25 de mayo de 1973, cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas con Cuba, un personaje comenzó a tallar fuerte en las cuestiones internas de la Argentina.
En 1976, los servicios de inteligencia no tenían completo su perfil, de allí que no midieron su influencia en el drama argentino de los años 60 y 70. Se trataba del embajador cubano Emilio Aragonés Navarro, más conocido como “Tembo” en la nomenklatura castrista. El expediente N° 6113 C/40 con fecha 8 de abril de 1976 – dos semanas después del golpe del 24 de marzo – apenas indicaba que “es un G.2 y hombre de absoluta confianza de Castro”. Visto a la distancia, el perfil de “Tembo” sobresale por sus “actividades” y cuesta imaginar que la inteligencia argentina no tuviera una radiografía más amplia y seria del representante castrista en Buenos Aires. Es de suponer que Galtieri sabía menos del hombre que con “su diplomacia y su simpleza” como lo definió Huber Matos, o “marrullero” (mañoso) como decía el Che Guevara, apenas llegado a la Argentina se había sumergido en el submundo de la violencia terrorista y fue cómplice e instigador de las peores cosas. En junio de 1962, Aragonés fue uno de los pocos que secundó a Fidel y Raúl Castro (junto al presidente Osvaldo Dorticós y Carlos Rafael Rodríguez) en la negociación que se realizó en La Habana con los soviéticos para la instalación de misiles con cabeza nuclear en la isla. En las conversaciones se llegó a un acuerdo: la Unión Soviética enviará 42.000 soldados, aviones a reacción MIG y 42 cohetes de 24 metros de largo para defender al régimen castrista de un probable ataque de los Estados Unidos de Norteamérica. Al poco tiempo, Ernesto Guevara y Aragonés Navarro cerraron las tratativas con el premier Nikita Kruschev en su “dacha” veraniega sobre el Mar Negro. Años más tarde, “Tembo” acompañará al Che y a Osmany Cienfuegos en un viaje a China y después a Dar es Salaam, Tanzania (febrero de 1965). Tras ese viaje, Guevara renuncia a sus cargos en el gobierno castrista y a su ciudadanía cubana, y parte a pelear al Congo. Allí también aparece en las crónicas Emilio Aragonés Navarro, como el hombre que lo va a buscar al “Che” cuando es evidente el fracaso de la expedición cubana en África (cerca de 100 hombres fueron a pelear con la guerrilla izquierdista). Finalizada su experiencia en el Congo, Guevara pasa un tiempo reponiéndose en Praga, Checoslovaquia, y volverá de incógnito a Cuba para preparar su última misión en Bolivia, pero cuyo objetivo era la Argentina. En esta oportunidad Aragonés Navarro se propone para acompañarlo pero Fidel Castro no acepta porque en esa época, el “gordo” Aragonés ejercía un alto cargo en el Partido Unido de la Revolución Socialista que luego se transformaría en el Partido Comunista Cubano (PCC). Su aproximación a la Argentina es a fines de los sesenta cuando Castro decide que se convierta en vehículo de mensajes entre él y Juan Domingo Perón. Eso hizo que “Tembo” entrara varias veces en la residencia “17 de Octubre” del barrio madrileño de Puerta de Hierro. Sus viajes a España se realizaban con la cobertura de su cargo como titular del Instituto Nacional de Pesca. Con la llegada de la democracia, la Argentina restableció sus relaciones con Cuba. El día de la asunción de Héctor J. Cámpora llamó la atención la presencia en los festejos del presidente cubano Osvaldo Dorticós. Con el nuevo tiempo ambos países lograron firmar un acuerdo crediticio que Cuba nunca pagó.
A pesar de la buena voluntad argentina, el régimen castrista siempre tuvo un doble juego: En la superficie “diplomacia y negocios, en la clandestinidad, Cuba seguía siendo un campo de entrenamiento para la guerrilla argentina y sus diplomáticos en Buenos Aires mantenían contactos con las jefaturas de las organizaciones armadas. Diplomáticos cubanos (con el conocimiento de Aragonés) llegaron a participar en reuniones del Buró Político del PRT-ERP. Gran parte de los dólares que se pagaron de rescate por el secuestro de los hermanos Born (1974) salió en las valijas diplomáticas de la Embajada de Cuba rumbo a La Habana. Durante 1975, mientras la Argentina se hallaba sumergida en la violencia, la Embajada de Cuba mantenía frecuentes contactos en Buenos Aires con los terroristas que pugnaban por defenestrar al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
El golpe militar del 24 de marzo de 1976 no interrumpió las relaciones con Cuba y existió una suerte de “silencio cómplice” entre los dos gobiernos. Buenos Aires no criticaba la tiranía castrista y La Habana se hacía la distraída en los foros internacionales cuando se trataba la cuestión de los derechos humanos en la Argentina. De todas maneras, Cuba seguía manteniendo sus contactos y apoyos a las organizaciones armadas. En julio de 1976, cuando cayó Mario Roberto Santucho, el jefe del PRT-ERP, en su bolsillo se encontró un pasaje a La Habana para esa noche. Y en enero de 1978, la conducción de Montoneros traslado su sede de México a La Habana. “Tembo” Aragones continuó al frente de la embajada, aunque en un momento los dos países retiraron sus embajadores con el eufemismo del “llamado a informar” (sin fecha de retorno). La situación se alteró tras la invasión argentina de las Islas Malvinas en 1982: Aragonés volvió raudamente a Buenos Aires y el embajador argentino Rafael Vázquez retornó a La Habana. Tras 10 años de gestión Emilio Aragonés volvió definitivamente a Cuba al asumir Raúl Ricardo Alfonsín. Durante su gestión sufrió un atentado (13 de agosto de 1975, atribuido a las Tres A). Y en agosto de 1976 dos de sus funcionarios fueron secuestrados y nunca aparecieron.
El mismo día que llegó a Buenos Aires el embajador Emilio Aragonés Navarro, desde su refugio en Cuba, el “comandante” Mario Eduardo Firmenich, jefe del Movimiento Peronista Montonero emitió un documento titulado “Ante la amenaza inminente de invasión inglesa a las Islas Malvinas”. En uno de sus párrafos sostenía: “Como hijos que somos de las milicias populares que derrotaron a los ingleses a principio del siglo pasado, herederos de las montoneras gauchas que derrotaron a poderosos ejércitos de línea en las guerras de la Independencia […] sabemos por experiencia propia que ningún poder militar es capaz de derrotar a un pueblo entero decidido a defender sus derechos sociales y nacionales. […] El MPP, como siempre lo ha hecho, compromete su voluntad de combate con todo el heroísmo que ha demostrado permanentemente, con todas sus armas, en todos los terrenos y apelando a todos sus amigos y aliados para defender la soberanía nacional y popular contra la invasión inglesa. No necesitamos poner ninguna condición a nadie para empuñar patrióticamente las armas y movilizar al pueblo contra la invasión inglesa.” Era la arenga propia de un “simulador” o un “infiltrado” como solía calificarlos Juan Domingo Perón, de quien se decían seguidores: Salvo contadas excepciones –no Firmenich precisamente – no eran “hijos” o descendientes de los que lucharon contra las invasiones inglesas, sino que eran el fruto de la inmigración que ocupó la Argentina muchas décadas más tarde. Por otra parte, él y sus seguidores eran simples asesinos y secuestradores no aptos para enfrentar una fuerza armada profesional. Solo algunos de sus cuadros habían recibido instrucción militar cubana en “Punto Cero”, pero especializados en terrorismo y agitación. De todo eso estaba en conocimiento el embajador Aragonés Navarro.»
Agradecimientos al Tata Yofre.
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