jueves, agosto 04, 2022

Luis Cino desde Cuba: Producto del adoctrinamiento inmisericorde al que hemos sido sometidos, a muchos cubanos, aunque se quejen y protesten, les atemoriza proclamarse abiertamente en contra del socialismo y “la revolución”

 
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

El producto es realmente consecuencia de muchos factores: adoctrinamiento, descomunal vigilancia y represión, dependencia laboral,  económica  y hasta la posibilidad de un precario ¨ascenso en la sociedad¨, etc., incluyendo hasta  la salida del país,  pues de ser clasificado por la tiranía Castrista como ¨regulado¨ no podría viajar legalmente al exterior.

Pero  hasta esos factores tienen una incidencia o poder  limitado, pues no olvidemos lo ocurrido recientemente el 11 y 12 de julio del año 2021:

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La represión del gobierno cubano a los artistas del Movimiento San Isidro que protestaban contra la censura, fue uno de los detonantes del levantamiento social que ocurrió en julio del 2021 y que remeció profundamente a la sociedad cubana. 

¿Cómo se desarrolló la inédita manifestación que movilizó a miles de ciudadanos en toda la isla? Conoce más en este reportaje de Humberto Sichel. 

#Cuba #Crisis #Protestas

REPORTAJE COMPLETO | Enviado Especial: Cuba, las voces de la crisis - CHV Noticias



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Tomado de https://www.cubanet.org/

Protestan contra el régimen, pero son “revolucionarios”

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Producto del adoctrinamiento inmisericorde al que hemos sido sometidos, a muchos cubanos, aunque se quejen y protesten, les atemoriza proclamarse abiertamente en contra del socialismo y “la revolución”

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Por Luis Cino

4 de agosto, 2022

LA HABANA, Cuba. — A un costado de Párraga y separado del Reparto Eléctrico por la Autopista Nacional y un tramo de manigua está el barrio El Comodoro, una comunidad de tránsito ubicada en el municipio de Arroyo Naranjo, uno de los más pobres de La Habana.

Al igual que en las otras 104 comunidades de tránsito que existen en La Habana, ese tránsito, el periodo de albergamiento que se supone sea provisional para familias que han perdido sus casas, puede prolongarse durante diez, quince, veinte o hasta treinta años.

El 2 de agosto, una veintena de mujeres residentes en El Comodoro, varias de ellas con sus niños, bloquearon la Autopista Nacional, en el llamado primer anillo de las Ocho Vías, para protestar por las condiciones infrahumanas en que malviven.

Advirtieron que no se retirarían del lugar hasta que acudiera a escuchar sus demandas el presidente Miguel Díaz-Canel, pero luego de varias horas, y tras un aparatoso despliegue policial, accedieron a retirarse de la carretera y se conformaron con reunirse en una escuela cercana con funcionarios municipales y provinciales del Partido Comunista, a quienes plantearon sus quejas.


Según un perfil de la Seguridad del Estado en las redes sociales, las mujeres, que dijeron ser revolucionarias, quedaron confiadas y esperanzadas, a la espera de las soluciones que les prometieron los funcionarios.

Como es habitual, los funcionarios del Partido Comunista y del Gobierno no escatiman en promesas para abortar un problema, eso en caso de que el mismo no sea resuelto antes a golpe de tonfa por la policía.

No se puede confiar en las versiones de la Seguridad del Estado, pero no dudo que algunas de las mujeres que bloquearon la carretera, luego de ser conducidas a la escuela, hayan dicho que son revolucionarias y hasta hayan coreado algún lema y gritado “Viva Fidel”.

El miedo, el oportunismo y la doble moral hacen que algunos aún se refugien tras esos escudos, aunque sepan que nadie se los cree y que de muy poco les van a servir si los represores se asustan y, con lo rencorosos que son, se toman en serio sus protestas.

Producto del adoctrinamiento inmisericorde al que hemos estado sometidos durante estos 63 años de dictadura, muchos cubanos, aunque se quejen y protesten, aunque no tengan dudas de que “esto es una mierda y no tiene arreglo”, sienten prurito, les atemoriza proclamarse abiertamente en contra del socialismo y “la revolución”. Les sembraron en el cerebro que “estar contra la revolución” o ser “contrarrevolucionario” es algo terrible. Y menos quieren saber de la oposición, diezmada por la cárcel y los exilios, dividida y tan desgastada como el régimen.

En los últimos días, exasperados por el hambre y los apagones, miles de personas han escenificado protestas en decenas de ciudades y poblados de Cuba. No han faltado los cacerolazos, los gritos y carteles contra el régimen y los insultos a Díaz-Canel. Pero en algunos lugares, sin tener que exagerar con la represión, las autoridades han conseguido que los protestantes se apacigüen y se vayan a sus casas luego de escuchar las explicaciones de los funcionarios. Así, al menos de momento, hasta la próxima algazara, o hasta que se produzca un Tiananmen, la dictadura va capeando el temporal.

A la hora de explicar, los mandamases —que lejos de solucionar los problemas los agravan con su torpeza y su tozudez— no se esmeran demasiado en sus pretextos y justificaciones, que invariablemente conducen al bloqueo estadounidense.

Algunos mandamases, soberbios y prepotentes se exasperan ante los quejosos y se ponen agresivos. Como ocurrió hace unos días al general Samuel Rodiles Planas, el jefe de Planificación Física, cuando acompañaba al premier Manuel Marrero en una visita a una cooperativa pesquera y perdió los estribos ante los reclamos de un trabajador. Al anciano general, acostumbrado a que no discutan sus órdenes, casi le da una apoplejía. Gritaba, sin acabar de entender bien de qué trataba el asunto, que él no aceptaba presiones. Marrero tuvo que intervenir para calmarlo. Y el infeliz trabajador de la queja, repetía, cual si fuera un mantra, que él era “revolucionario” y “se moría por esto”. Solo entonces el general Rodiles empezó a apaciguarse. “Ah, bueno, así sí”, exclamó, como mismo hubiera dicho Cheo Malanga, aquel personaje de la TV que encarnaba Enrique Arredondo.

Para escuchar justificaciones que no convencen y encima tener que proclamar que son “revolucionarios” y que confían en el Partido y sus dirigentes, que no se desgasten. Que aguanten resignadamente los retortijones del hambre, el calor y los mosquitos, y pacientemente, sin sonar los calderos ni gritar palabrotas, esperen a que pongan la luz.


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1 Comments:

At 11:33 p. m., Anonymous Realpolitik said...

Desgraciadamente, salvo si acaso raras excepciones, gente que se ha formado y ha estado toda una vida bajo un sistema completamente anormal, perverso y nocivo no puede escapar deformación y daño. Es como vivir en un ambiente radioactivo por mucho tiempo--eso tiene malas consecuencias.

 

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