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Los periodistas que pusieron en jaque a Fidel Castro
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Hubo periodistas que pusieron en jaque a Fidel Castro, en escenarios internacionales o en conferencias de prensa en la Isla
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Por Claudia Padrón Cueto
22 diciembre,2022
CDMX, México. – Aunque podía hablar durante horas frente a las cámaras como uno de sus tantos ejercicios de egolatría, Fidel Castro no tenía igual disposición para ser cuestionado. El dictador cubano dio pocas entrevistas reales en su vida. Si él no controlaba el ritmo y el contenido de la conversación no le interesaba debatir o dialogar.
La norma era que hablara cuanto desease sin ser interrumpido, y sin preguntas incómodas.
Tenía a su favor que en los medios de prensa estatales no había interlocutores que lo interpelaran. Eran, simplemente, reproductores acríticos de sus discursos. Incluso durante sus últimos años y las desatinadas reflexiones que escribió, no hubo en los medios nacionales alguien que decidiera que sus textos eran impublicables.
Sin embargo, sí hubo periodistas que lo pusieron en jaque en escenarios internacionales o en conferencias de prensa en la Isla, algunos de ellos de origen cubano.
La pregunta era para Gorbachov, pero Fidel no se puedo callar
En abril de 1989, siete meses antes de la caída del Muro de Berlín, Mijaíl Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética, aterrizó en La Habana por primera y única vez.
Durante su visita, en una conferencia de prensa que dio junto a Fidel Castro, el periodista chileno Bernardo de la Maza pidió la palabra y comenzó diciendo:
“Usted siempre plantea enfoques, nuevos, frescos en la realidad mundial. Lo ha hecho en todos los campos; sin embargo, ahora en Cuba no ha planteado, al menos ante nosotros, nada nuevo. Yo no digo que Cuba sea un títere o una colonia soviética y que usted le pueda imponer a Fidel Castro su política. Pero, tal vez, sí usted le pueda recomendar a Fidel Castro algo nuevo, genial, como tantas cosas que usted ha planteado”.
Mientras el reportero chileno hablaba, la cámara enfocó par de veces a Fidel Castro, quien lucía visiblemente contrariado.
Finalmente le preguntó: “¿Hay algo de eso que nosotros no conozcamos y que quizá si se haya comentado entre ustedes?”.
Ante el cuestionamiento, Gorbachov dio una respuesta diplomática en la que refirió que ambos gobiernos habían tenido un intenso intercambio. No especificó mucho más ni dijo cómo había recibido sus ideas Castro, a quien calificó como “un viejo amigo”. El exlíder soviético sostuvo que era hora de parar la confrontación y la Guerra Fría, pero a su vez aclaró que cada país socialista lo haría a su manera y bajo sus métodos.
Después que Gorbachov terminara de responder, el exdictador cubano tomó la palabra e inquirió al reportero: “¿Qué tú representas?”.
Él reportero responde que trabaja para un canal católico de Santiago de Chile. Apenas dijo esto, Castro, aparentemente molesto, le soltó:
“Yo no me explico por qué tú dices que el compañero Gorbachov no dijo nada nuevo. Acaba de pronunciar un discurso que dijo muchas cosas nuevas, interesantes, constructivas. Dijo un gran discurso. Si no nos ponemos a buscarle la quinta pata al gato encontramos que el discurso es muy bueno”.
Mientras Fidel criticaba la pregunta del periodista, el chileno intentaba hablar para explicarse; pero Castro no se lo permitía.
Prosiguió el dictador: “Y segundo, sobre la genialidad, creo que una expresión del genio de Gorbachov es no intentar venir a otro país para decirle a ese país lo que tiene que hacer”.
La periodista que le sugirió a Fidel que renunciase
Bernardette Pardo, reportera de origen cubano y residente en Estados Unidos, tuvo la oportunidad de abordar al dictador Fidel Castro en la Cumbre Iberoamericana de 1993, en Salvador de Bahía (Brasil).
La periodista inició preguntando a Fidel cómo valoraba la Cumbre y lo dejó expresar algunas ideas dentro del esquema en el que se sentía cómodo. Posteriormente, el tono de la entrevista cambió por completo. Pardo le lanzó, una tras otra, preguntas incómodas al dictador. Él divagó en sus respuestas e intentó cambiar el tema constantemente.
Ante cada cuestionamiento de Bernadette, Castro se justificaba apelando al “bloqueo”.
La periodista primero le pidió que hiciera pública su postura respecto al diálogo entre el exilio y la Isla, que era una propuesta que defendían algunos activistas anti-régimen. Con su habitual soberbia, Fidel mostró que no estaba interesado en ceder y que la diáspora debía cambiar sus actitudes si buscaba que él contemplara la posibilidad.
Castro, responsable de un largo historial de discriminación religiosa, dio esta inusual respuesta cuando ella le preguntó por qué insistía en revivir el comunismo. “Porque el comunismo es como Jesús, que murió y revivió al tercer día”, le dijo. Recordemos que en 1993, cuando transcurrió este intercambio, Cuba vivía el llamado Período Especial.
Bernadette también le cuestionó si creía que la historia lo iba a absolver, y le sugirió que se retirara para que nuevas personas sacaran el país adelante, a lo que él se mostró renuente. Como también se mostró renuente a contestar por qué seguía en el poder después de tantos años.
Para finalizar, ella indagó cuáles eran sus deseos (antes había visitado un centro religioso donde cada visitante podía pedir tres deseos). La respuesta de Castro fue: “Salvar mi patria, la Revolución y el socialismo”. Por su parte, la periodista respondió que ella había pedido “libertad, democracia y prosperidad” para su pueblo, que era el mismo que el de Castro.
Plebiscito fue la palabra que lo molestó
Aferrado al poder hasta que su salud le permitió, Fidel Castro no estaba dispuesto a ceder el control y menos a que alguien se lo sugiriese.
Transcurría la Cumbre Iberoamericana de 1991 en Guadalajara, México. En esa fecha, el reconocido periodista de origen mexicano Jorge Ramos interceptó por sorpresa a Castro cuando salía de su habitación. Ramos le preguntó si el marxismo era una pieza de museo y lo cuestionó por la caída del Muro en Berlín. Castro usó su táctica habitual: cambiar el tema y culpar a Estados Unidos. Para ello referenció las políticas migratorias aplicadas por el país norteño a México. Nada que ver con lo que le preguntaron.
Ramos volvió a retomar el control del intercambio y le dijo: “Muchos creen que es el momento para que usted pida un plebiscito”.
Después de eso, la guardia del dictador cubano lo separó y no le permitió seguir. Solo 64 segundos de entrevista necesitó Fidel para mostrar su esencia autoritaria y su determinación de morir aferrado al poder.
Socialismo o Muerte, pero con dinero del capitalismo
También durante los años 90 Castro tuvo que responder una incómoda pregunta que lanzó la periodista argentina Claudia Nai durante la inauguración de un lujoso hotel en La Habana, al que no tenían acceso los nacionales. Después de pedir insistentemente la palabra durante la conferencia, Nai pudo interpelar al entonces gobernante cubano.
“Estamos acá reunidos en la inauguración de esta industria capitalista. Este hotel a todo lujo en el que ningún cubano puede tomar un trago, puede soñar con pasar la noche… ¿Qué tiene que ver esto con igualdad y socialismo?”, le inquirió.
La respuesta de Fidel, no acostumbrado a ser cuestionado, fue un sinsentido total. Cada frase que expresaba era más contradictoria que la anterior, pero sí dejó claro que la instalación era para extranjeros, no para cubanos, y que el Gobierno quería dólares.
Nai hizo un segundo cuestionamiento al dictador: “Entonces, ¿si el bienestar económico depende tanto del turista capitalista, del inversionista capitalismo, la frase de Cuba hoy es ‘Socialismo o Muerte’ o ‘Capitalismo o Muerte’?”.
Fue una simple pregunta y Castro enloqueció
“¿Por qué no libera a la doctora Hilda Molina? ¿Por qué no le deja venir a ver a sus nietos?”. Fue lo único que el periodista de origen cubano Juan Manuel Cao le preguntó a Fidel Castro antes de que este enloqueciera y comenzara a lanzar improperios frente a las cámaras.
En julio de 2006, Castro realizó su última visita a Argentina y participó en la Cumbre del Mercosur celebrada en Córdoba, junto al entonces mandatario Néstor Kirchner. En el evento, Juan Manuel Cao le preguntó por el caso de la científica cubana que su gobierno no dejaba salir de la Isla para reunirse con su familia en Buenos Aires. El nombre de Hilda Molina era conocido en Argentina pues el propio Kirchner había intercedido, sin éxito, para que le permitieran dejar la mayor de las Antillas.
La sola mención del nombre de Hilda Molina provocó que Fidel perdiese el control como nunca antes. En vez de responder la pregunta, el dictador cubano acusó a Cao de “mercenario” e incluso lo relacionó con un imaginario atentado en su contra. Todo eso exaltado y gritando.
Los escoltas del exgobernante cubano sabían que este era un tema sensible así que sacaron a Cao a la fuerza. Pero era tanta la furia de Castro que seguía discutiendo con el periodista, que ya no estaba en la sala.
Es más, cuando un reportero de la televisión argentina se dirigió a él, Castro, que seguía escuchando la voz de Cao, le espetó confundido: “Ya te dije que eres un mercenario, un entrometido”. El reportero le explicaba que era otra persona y no aquel cubano que lo había molestado, pero la cólera no lo dejaba entender.
El desespero de Fidel fue tan evidente que otro reportero le dijo: “¿Por qué pierde la calma tan fácilmente, comandante?”. A su vez, se observa a una de las acompañantes de Castro intentando convencerlo de retirarse; pero él se negaba y seguía mostrándose ante las cámaras, sin tantas máscaras.
Antes, en el 2000, ya Cao había confrontado a Castro preguntándole por temas que él odiaba: elecciones libres y democracia.
Etiquetas: Argentina, Bernardette Pardo, Bernardo de la Maza, chileno, Claudia Nai, cuba, cubana, fidel castro, jaque, Juan Manuel Cao, mexicano, periodistas, plebiscito, preguntas, renunciar, Revolución
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