¿Cuándo y con quién llegó el comunismo a Cuba? La actitud de muchos cubanos, y de otros países, ante las alertas del peligro del Comunismo. La manera en que se subvierte un país
Tomado de http://www.nuevoaccion.com
FRAGMENTOS DE UN ESCRITO DE SALVADOR DÍAZ VERSÓN, DE 1963
Nadie creía en Cuba que el comunismo constituía un peligro para la nación, y cuando nuestras voces se alzaban en la prensa, en la radio, en la tribuna pública o en los centros culturales, todos, absolutamente todos, nos miraban con la misma compasión con que se mira a un orate presa de fantástica obsesión. Sin embrago, el comunismo llegó y destruyó a Cuba, tal como lo habíamos vaticinado, y hoy aún hay miles y miles de cubanos que nada saben del comunismo, como nada quieren aprender de nuestra lección los demás pueblos del Hemisferio Occidental.
En el año 1822, cuatro años después de haber nacido Carlos Marx, vino al mundo, también en Alemania, Georg Weerth, quien en plena juventud, conoció a Carlos Marx, uniéndose a sus ideas, para continuar dentro de ellas todo el resto de su existencia.
Ligado a Marx y Engels por las mismas corrientes políticas, Weerth, se dedicó a la literatura y la poesía, aplicando a ellas las destructoras doctrinas de Marx, lo que lo llevó a prisiones y al destierro, partiendo para la isla de Cuba, donde vivió hasta el 30 de julio de 1856, que falleció después de haber permanecido allí largos años explicando cladestinamente las teorías de Marx y de Engels, y escribiendo poemas, en uno de los cuales expresó “En Cuba se habrá de iniciar el viraje social de toda América.”
(Salvador Díaz Versón en la extrema derecha de la foto. Otras personas en la foto y en la fila delante, de izquierda a derecha, son Humberto Medrano, Sergio Carbó y Ulises Carbó)
Georg Weerth, aureolado por su título de poeta, tenía siempre a su alrededor a un grupo de jóvenes y muchachos que le profesaban respeto. Y entre estos adolescentes se encontraba Pablo Lafergue, quien a pesar de llevar apellido francés, había nacido en Santiago de Cuba y pertenecía a una holgada familia residente en esa ciudad.
Las explicaciones del poeta alemán sobre las teorías de Marx, se grabaron profundamente en el pensamiento del joven cubano Pablo Lafergue, quien al ser enviado por sus familiares a estudiar a Francia, tuvo fijo en su mente el propósito de conocer y unirse a Carlos Marx, de quien tanto le había hablado el poeta Weerth, y lo consiguió.
Lafergue se puso en contacto personal con Marx; se convirtió en su secretario particular, y más tarde se casó con Laura Marx, la hija predilecta del escritor enemigo de la civilización.
(Georg Weerth)
Por medio de correspondencia con la isla de Cuba, Lafergue mantuvo cordiales relaciones de amistad con Carlos Baliño, a quien designó delegado en Cuba, del naciente marxismo; y cuando el nuevo militante de las doctrinas disociadoras de Marx, salió al exilio , junto a los que laboraban por la independencia de la isla en los centros conspirativos de Key West y Tampa, llevó la semilla del veneno socialista, que fue impugnada por José Martí, en hermoso alegato de fe democrática y de amor a la libertad.
A la voz de Carlos Baliño se unió en el destierro la voz de otro poeta: Diego Vicente Tejera, y ambos, Baliño y Tejera, propusieron y lucharon porque al triunfar la revolución libertadora y se estableciera la república, esta fuese “la primera nación socialista del Continente americano”.
Cuando en el año 1917, Lenin se apoderó de Rusia e implantó el comunismo, ya habían dentro de Cuba, elementos propicios o inclinados a establecer agencias de Moscú, y así fue que en distintos pueblos, surgieron pequeños partidos comunistas que actuaban independientemente, hasta que el 16 de agosto de 1925, un delegado de la III Internacional, reunió a estas agencias autónomas en La Habana y las unificó en lo que se llamó “Partido Comunista de Cuba”.
Durante muchos años los comunistas estuvieron en Cuba, dedicados a publicar revistas, periódicos, libros y folletos, sin que las rectorías sociales, políticas, económicas y religiosas del país, les dieran importancia alguna a esa propaganda, como hoy tampoco se le da en otros pueblos de América.
(Pablo Lafargue)
El hecho de que Fidel Castro hubiera podido encontrar calor en su criminal destrucción de Cuba por algunos grupos de cubanos se debe única y exclusivamente, a dos factores determinantes” el adoctrinamiento marxista de unos y la ignorancia política de los demás. La maldad se unió a la estupidez, y el marxismo pudo apoderarse de una nación próspera, y rica, destruyéndola totalmente. Y así ha de ocurrir en el resto de América, si antes no despiertan los dormidos y sacuden a los traidores.
En Cuba, el comunismo no llegó en 1917, ni en 1959 con Castro. Las raíces de estos males hay que buscarlas y encontrarlas en el siglo pasado, con las prédicas de ese poeta marxista; con las gestiones de Pablo Lafergue, de Diego Vicente Tejera, de Carlos Baliño. Enrique Roig y otros; y el abono que sirvió para que estas ignominias fructificaran es necesario encontrarlo en la dejadez de los ricos, de los intelectuales, de los políticos, de los clérigos, y de los profesionales cubanos, que nunca quisieron creer ni ver la gravedad e importancia del comunismo dentro de nuestro país; y que reían ante nuestras denuncias y daban dinero y apoyo a los comunistas, sosteniendo imbécilmente, que los “comunistas cubanos eran distintosa los comunistas rusos” y han resultado iguales o peores en muchos casos.
La hierba mala estaba sobre nuestra tierra, pero nadie la quería ver y esto que hoy sufrimos es el resultado de ese abandono de muchos años de apatía e indiferencia.
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Salvador Díaz Versón
Videos de Yuri Bezmenov quien desertó del KGB soviético donde explica las técnicas para subvertir y crear desafección en una sociedad. En sus palabras encontraremos la explicación de algunos fenómenos del pasado reciente y actuales en nuestros países incluyendo los EE.UU.
Áreas deaplicación de la subversión:
Religión
Educación
Vida social
Estructura de Poder
Relaciones laborales
La Ley yel Orden
La influencia de Antonio Gramsci: Educacion y Socialismo
Por Alberto Benegas Lynch (h)
Estimo que nada ha influido más sobre el corazón del mundo moderno que los escritos y la consiguiente estrategia gramsciana. Desafortunadamente muchos son los que se quejan de los sucesos del momento pero muy pocos los que contribuyen a revertir la situación estudiando y difundiendo los principios y valores sobre los que descansa una sociedad abierta.
En la colección de sus escritos bajo el título de La ciudad futura Gramsci apunta que “Algunos lloriquean compasivamente, otros maldicen obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: si yo hubiera cumplido con mi deber, si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, mis ideas ¿hubiera ocurrido lo que pasó? […] Odio a los indiferentes porque me molesta su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas de cada uno de ellos por como ha desempeñado el papel que la vida le ha dado y le da todos los días, por lo que ha hecho y, sobre todo, por lo que no ha hecho”.
Desde la perspectiva liberal (y desde muchas otras) todo ser humano está interesado en que se lo respete, ergo, todos (cada uno) tenemos la responsabilidad ineludible e indelegable de contribuir a explicarnos y a explicar los fundamentos de una sociedad en la que prevalezca el respeto recíproco. Es irrelevante a que nos dediquemos en la vida, esta faena no es tarea solo de filósofos sino también de quienes se dedican a la danza, la pintura, el derecho, la economía, la mecánica o la literatura. Todos necesitamos para sobrevivir el cuidado y la garantía a nuestras autonomías individuales.
Antonio Gramsci era marxista, por ende, no consideraba el resguardo de la propiedad de cada cual como parte del respeto recíproco (Marx y Engels consignaron que “pueden sin duda los comunistas resumir toda su teoría en esta expresión: abolición de la propiedad privada”), pero el pensamiento citado más arriba ilustra los esfuerzos realizados en pos de un ideal, el ideal del colectivismo que ha desembocado en los atropellos más brutales a los derechos de las personas. Debido a las enseñanzas gramscianas, estas ideas son las que de un tiempo a esta parte han tenido mayor éxito en el llamado mundo libre. El eje central de Gramsci puede resumirse en su frase: “Tomen la educación y la cultura y el resto se dará por añadidura”. Es a esto a lo que se refiere el premio Nobel en economía Friedrich Hayek cuando escribe en Intellectuals and Socialism que los liberales deben tomar como ejemplo las permanentes y persistentes tareas educativas de los socialistas. Ese fue el sentido de la insistente proclama de los Padres Fundadores en Estados Unidos en cuanto a que “el precio de la libertad estriba en su eterna vigilancia”.
Los apurados de siempre pretenden buscar atajos y coartadas que no existen y, para no proceder en consecuencia, se escudan en el lugar común de sostener que “la educación es a largo plazo” sin percatarse que se han dejado vencer infinidad de plazos y que como ha dicho Mao Tsé-Tung “la marcha más larga comienza con el primer paso”. El asunto no es endosar la responsabilidad a otros, se trate de la llamada oposición o de políticos en el Ejecutivo, sino de preguntarse que hace uno todos los días para contribuir con un granito de arena a despejar telarañas mentales.
Gramsci sugiere el establecimiento de una contra-hegemonía cultural que nazca del proletariado (cosa en la que Lenin descreía y que los hechos le dieron una y otra vez la razón) al efecto de arremeter contra la educación burguesa (una intelligentsia “orgánica” para oponerse a la tradicional). En otros términos influir sobre la cultura (“guerra de posición”) para tomar el poder (“guerra de momento”), lo cual no significaba adherir a todo lo dicho por Marx, por ejemplo, en “La Revolución contra Das Kapital”, Gramsci sostenía que la sublevación de octubre demostró que no es necesario esperar la maduración del capitalismo para establecer el socialismo.
En la selección de trabajos de Gramsci publicados bajo el título de Los intelectuales y la organización de la cultura el autor se detiene a considerar en detalle las estrategias de penetración en revistas, periódicos, centros de estudio, bibliotecas populares, escuelas, universidades y academias en el contexto de referencias históricas y del análisis de diferentes tipos de audiencias y lectores para concluir que lo que existe refleja “cementerios de la cultura” y que “el objetivo es obtener una centralización de la cultura y un impulso de la cultura nacional”. Y en los ensayos recopilados en Antología, Gramsci -la mayor parte escritos desde la cárcel fascista y muchas veces entre vómitos de sangre debido a su precaria salud- alienta a los revolucionarios de todos las épocas al manifestar que “Es en verdad admirable la lucha que lleva la humanidad desde tiempos inmemoriales, lucha incesante con la que se esfuerza por arrancar y desgarrar todas las ataduras”.
La mayor parte de mis amigos que han abandonado el socialismo para abrazar el liberalismo confiesan que uno de sus autores favoritos era precisamente Antonio Gramsci puesto que sin bombas ni metralletas aconsejaba el recorrido cultural y educativo como el arma más potente para implementar el socialismo. Paradójicamente, las recetas de quien sufriera las persecuciones y encierros de Mussolini se han convertido de facto en políticas fascistas por doquier. Esto es, en lugar de seguir el camino más directo de expropiar la propiedad de modo completo se opta por permitir el registro a nombre de particulares pero el aparato estatal usa y dispone del flujo de fondos.
La misma paradoja se presenta en el ahora célebre panfleto de Stéphane Hessel que sirve de base a los “indignados” del mundo: el autor fue apresado por los criminales de la Gestapo y escapó milagrosamente de Buchenwald y, sin embargo, aconseja el programa económico de sus captores nacional-socialistas, léase el férreo control y administración de las empresas más relevantes por parte de los gobiernos. Es a raíz de influencias de este tipo que los “indignados” piden más de lo mismo a pesar de que un Leviatán elefantiásico les succiona el fruto de sus trabajos, el cual se endeuda de modo astronómico, establece presiones tributarias crecientes, impone regulaciones asfixiantes, revela déficit alarmantes, alienta sistemas bancarios insolventes, promueve legislación que expulsa del mercado a los que más necesitan trabajar y, como si esto fuera poco, financia a manos llenas con recursos de otros a empresarios irresponsables, ineptos o las dos cosas al mismo tiempo.
Ya escribí antes en estas mismas columnas un extenso artículo donde mostraba el íntimo parentesco entre “derechas” e “izquierdas” y su común odio al liberalismo (y no digo “neoliberalismo” puesto que se trata de una etiqueta que ningún intelectual serio de esta época asume). Tal vez el meollo de la cuestión resida en la incomprensión respecto a las causas de las condiciones de vida de la gente. Se trata de contar con marcos institucionales civilizados, es decir respetuosos del derecho de todos, lo cual significa descartar los discursos de pretendidos brujos que compiten desde los más variados flancos para manejar a su antojo las vidas y las haciendas de los demás. Por esto es que Juan Bautista Alberdi al referirse a nuestra Constitución fundadora subrayaba que “no bastaba reconocer la propiedad como derecho inviolable. Ella puede ser respetada en su principio y desconocida y atacada en lo que tiene de más precioso: en el uso y disponibilidad de sus ventajas […] El ladrón privado es el más débil de los enemigos que la propiedad reconozca. Ella puede ser atacada por el Estado en nombre de la utilidad pública”.
Esos marcos institucionales permiten atraer inversiones que hacen de apoyo logístico al trabajador para elevar su productividad. No es lo mismo arar con las uñas que hacerlo con un tractor y no es lo mismo pescar a cascotazos que hacerlo con una red para tal fin. Los salarios no son más altos en Canadá que en Angola debido a la generosidad de los empleadores canadienses sino que están obligados a pagar sumas mayores como consecuencia de las mayores tasas de capitalización.
Por último, y sin pretender que con esta nota periodística se agoten los innumerables temas respecto al debate socialismo-liberalismo, es de interés destacar que, en un mercado abierto, la tendencia al igualitarismo crematístico atenta contra el nivel de vida de los más necesitados puesto que los factores de producción se asignan allí donde se atiende mejor la demanda. En esta línea argumental, el que da en la tecla obtiene ganancias y el que yerra incurre en quebrantos. Este cuadro de situación queda por completo distorsionado cuando los amigos del poder hacen negocios en los despachos oficiales, en cuyo caso los patrimonios resultantes son fruto de una gravísima explotación a los consumidores.
DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, EN LA CONCENTRACIÓN PARA CELEBRAR EL IV ANIVERSARIO DE LA INTEGRACIÓN DEL MOVIMIENTO JUVENIL CUBANO, EN LA CIUDAD ESCOLAR “ABEL SANTAMARÍA”, SANTA CLARA, EL 21 DE OCTUBRE DE 1964.
Pero no es solo un problema de educación política, no es solo un problema de educación económica, es también un problema de educación moral. Todos los hombres no se comportan siempre igual. En un grupo de diez hombres, en cualquier grupo de diez hombres, siempre se encontrarán un hombre que es el primero y siempre se encontrarán un hombre que es el último; en todo grupo de diez hombres siempre se encontrarán uno que es el más generoso de todos, uno que es el mejor compañero de todos, uno que es el más sacrificado de todos, y siempre se encontrarán otro que es el menos generoso de todos, que es el menos sacrificado de todos, que es el más egoísta de todos. Y eso es lógico, la naturaleza humana no produce a todos los hombres exactamente iguales. Hay solo una cosa que puede hacer a todos los hombres más o menos iguales, hay solo un medio de hacer que todos los hombres se semejen, y ese medio es la educación.
La educación es el único medio capaz de ir creando en el hombre, desde que empieza a tener uso de razón, una conducta social, una conducta moral; la educación es lo único capaz de hacer que los hombres sean mejores, es lo único capaz de hacer que los hombres puedan variar una inclinación del mal hacia el bien.
Etiquetas: Baliño, Carlos, comunismo, cuba, Cultura, educación, Fabio Grobart, Georg Weerth, Gramsci, Karl, KGB, Lafargue, Lafergue, Marx, marxismo, Pablo, Salvador Díaz Versón, socialismo, subversión, Yuri Bezmenov
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