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Asesinato en Coral Gables: muerte sin resolver vinculada a Fidel Castro
Por Juan O. Tamayo
jtamayo@elnuevoherald.com
Cuando los exiliados cubanos Liliam Rosa Morales y su esposo Manuel Ramírez fueron asesinados a tiros en Coral Gables, estilo ejecución, poco después de la medianoche del 2 de febrero de 1995, la mayoría de los reportes noticiosos sobre el caso se centraron en Morales.
Después de todo, Morales, de 25 años, era conocida como la presentadora de un programa de radio sobre astrología y que le gustaba vestir con sombreros grandes de colores vivos. Los reportajes indicaban que su predicción de Año Nuevo, que afirmaba que Fidel Castro viviría más allá de 1995, habría podido despertar la rabia de algún oyente.
Ramírez, de 57 años, fue mencionado en los reportajes casi solamente como su esposo. Se reportó que murió en el Hospital Jackson Memorial poco después de que Morales fuera declarada muerta en la escena del crimen, a un lado de la estación de radio WCMQ en Ponce de León Boulevard.
Pocas personas sabían en ese momento que él era un hombre muy importante.
Ramírez había dirigido la construcción de los laboratorios cubanos secretos para investigaciones biológicas en los años 80 y se preparaba para testificar ante el Congreso de Estados Unidos sobre la capacidad de Cuba de producir armas biológicas, cuando la pareja fue asesinada, según información recabada por el Nuevo Herald.
Ramírez también había estado a cargo de la construcción de algunas de las oficinas del gobernante cubano Fidel Castro y de varios búnkeres militares, y había llegado a Estados Unidos bajo un programa semisecreto de “interés nacional”, manejado por exiliados de Miami para los más importantes desertores de la isla.
Un ex oficial del gobierno cubano le ha dicho al periódico que el asesino era un ladrón común de La Habana que vivía en Miami y recibió la orden del gobierno cubano —quizás del propio Castro— de asesinar a Ramírez por haberse supuestamente robado $2 millones del gobierno.
El asesino, de alias “Indio” fue recompensado después con un permiso para traficar narcóticos desde la isla hacia el sur de la Florida, dijo el ex oficial, quien pidió permanecer en el anonimato por miedo a represalias.
Nadie fue acusado de los asesinatos. La historia del ex oficial no pudo ser confirmada independientemente pero algunas de sus aseveraciones más importantes coincidieron con los detalles del caso. El Departamento de Policía de Miami-Dade se rehusó a comentar ya que la investigación permanece abierta.
Gerente estrella
Ramírez fue claramente el gerente estrella de los proyectos clave de construcción en La Habana durante los años 80, incluida la Embajada Rusa, el Palacio de Convenciones y oficinas de Castro a prueba de escuchas que él enumeró en un currículo autobiográfico de nueve páginas poco después de llegar a Miami en 1991.
Pero su proyecto principal fue el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) en el oeste de La Habana, un complejo de una docena de edificios y más de 100 laboratorios, según el currículo obtenido por el Nuevo Herald.
Ramírez escribió que tenía una buena relación con Castro porque él dirigía la sucursal de La Habana de UNECA, la principal empresa estatal de construcción de Cuba, y el gobernante visitaba el proyecto del CIGB entre cuatro y cinco veces por semana para discutir su progreso.
Un amigo de Ramírez en Miami confirmó que éste había conocido a Castro.
“Manolito logró alcanzar un elevado grado de comunicación y aceptación con el Comandante”, dijo el amigo. El y otros entrevistados para este reportaje pidieron permanecer en el anonimato para poder hablar con franqueza.
El currículo agrega que Ramírez y Castro eventualmente tuvieron “un par de discusiones un tanto desagradables”, lo cual provocó que lo relegaran a un proyecto de la UNECA en la antigua Checoslovaquia, en 1986. No explicó las razones de los desacuerdos.
Plan para desertar
El ingeniero regresó a Cuba en 1990 y en 1991 fue invitado por un amigo ruso a visitar Moscú. Ramírez le avisó a un hermano que residía en Hialeah que quería desertar con su segunda esposa, Morales. El hermano se rehusó a comentar para este reportaje.
El hermano de Ramírez pidió ayuda a Horacio García, un miembro de la Fundación Nacional Cubano Americana (CANF) que dirigía el discreto programa de visas de “interés nacional” de Estados Unidos, desde su oficina personal para mantener una distancia con la CANF.
El gobierno de Estados Unidos había prometido 200 de dichas visas para desertores importantes, tales como diplomáticos, que primero tenían que ser aprobados por oficiales de Estados Unidos, dijo García. Cerca de 100 de esas visas fueron otorgadas eventualmente, incluidas dos para Ramírez y Morales.
La pareja viajó de Moscú a España y de ahí a Estados Unidos el 6 de enero de 1991. Ramírez fue entonces a Washington para dos semanas de intensos interrogatorios por oficiales del Pentágono, de acuerdo a un exiliado conocedor de la materia.
Luego de su retorno a Miami, al parecer a la pareja le empezó a ir bien en sus nuevas vidas. Para 1995, eran dueños de tres propiedades, con grandes hipotecas pero valoradas en $660,000. El trabajaba para una compañía constructora de casas y ambos eran dueños de la revista de astrología Futuro; también habían registrado dos negocios relacionados con la parapsicología.
El currículo de él decía que Morales se graduó del Instituto de Ciencias Exactas de Cuba y estudió comunicaciones electrónicas en Ucrania. Ella se jactó en Miami que había estudiado teología en Ucrania, metafísica en Austria y parapsicología en Checoslovaquia.
La WCMQ no le pagaba a Morales por sus programas. Pero ella los usaba para hacerle publicidad a su trabajo en astrología bajo el nombre profesional de Liliam Rosa Morad, dijo el anfitrión del programa de radio y televisión Tomás García Fusté, quien era en aquel momento el director de noticias de la estación.
Audiencia del Congreso
A fines de 1994 o principios de 1995, un grupo de exiliados persuadió a Bob Menéndez, cubanoamericano de New Jersey, entonces miembro de la Cámara de Representantes federal y ahora en el Senado, para que organizara una audiencia del Congreso sobre la capacidad de Cuba de producir armas biológicas. Ramírez sería uno de tres cubanos desertores que testificaría en la audiencia, dijo uno de los exiliados.
Un informe de cuatro páginas redactado por Ramírez detallando los laboratorios de alta seguridad que él construyó en el CIGB, conocidos como laboratorios de nivel P-3 y P-4, afirmaba que estaban construidos completamente con acero inoxidable, soldaduras especiales y filtros para asegurarse de que nada peligroso se escapara a la atmósfera.
El informe no incluyó evidencia alguna de que Cuba hubiera fabricado armas biológicas. Pero dijo que la isla contaba con las instalaciones y el conocimiento para crearlas, lo mismo para venderlas a otros que para amenazar o atacar a otros países.
“Dadas las características de Fidel Castro… con su actitud guerrerista, su intransigencia, su prepotencia y su locura por el poder, se puede llegar a la conclusión de que es capaz de producir un holocausto”, escribió Ramírez en el informe, obtenido por el Nuevo Herald.
En el 2002, John Bolton, entonces subsecretario de Estado para Control de Armas y Seguridad Internacional, afirmó públicamente que Cuba contaba con la capacidad de producir armas biológicas. La CIA hizo circular más tarde una declaración en términos más cautelosos.
Muerte sospechosa
Alrededor de dos semanas después de que Menéndez acordara organizar la audiencia, Ramírez y Morales murieron a tiros en lo que pareció ser claramente un asesinato. No hubo señal alguna de intento de robo o disputa doméstica, dijo la policía en ese momento.
Morales acababa de terminar su programa de radio sobre astrología, “A través del pensamiento”, el cual se transmitía entre semana de 11 p.m. a medianoche, y salió de WCMQ por una entrada lateral en Santillane cerca de la esquina con Ponce.
Un vecino dijo a periodistas que había oído seis o siete disparos. Otro reportó haber visto una silueta entrar a un carro estacionado y salir rápido. Se encontró a Ramírez y a Morales en su Mercury Cougar de 1992, estacionado en Santillane. Ellos tenían un bebé de 18 meses de nacido.
Amigos suyos dijeron que se especuló al inicio si los asesinatos podían haber estado relacionados con fraudes en negocios o el narcotráfico porque el matrimonio se llevaba bien con un notorio narco de Miami. García Fusté recordó rumores de que habían matado a Ramírez porque “ese tenía mucha plata, ese hombre tenía demasiada información”.
La cólera de Castro
Brian Latell, analista retirado de la CIA y autor del libro Castro’s Secrets (“Los secretos de Castro”), dijo que se conocía de una serie de intentos del gobierno cubano de asesinar a desertores y otras personas, en especial personas que hubieran encolerizado a Castro de alguna manera.
“Fidel operó en Cuba durante todos los años que estuvo en el poder como jefe supremo de espionaje de Cuba. El tomó las decisiones en todos los casos importantes, y los desertores que causaban daño a Cuba siempre se convirtieron en casos suyos”, dijo Latell.
El ex oficial del gobierno cubano dijo que obtuvo información sobre el asesinato de Ramírez y Morales por medio de tres fuentes separadas entre sus amigos y familiares, así como conocidos dentro de las agencias de inteligencia de la isla.
La principal agencia de espionaje de Cuba, la Dirección de Inteligencia del Ministerio del Interior, encargó a dos colaboradoras en Hialeah que vigilaran a Ramírez y Morales poco después de que el matrimonio llegara al sur de la Florida en 1991, dijo el ex oficial a el Nuevo Herald.
En ese momento, una de las mujeres reportaba regularmente a La Habana sobre las actividades de los exiliados anticastristas, agregó, tales como la dirección de CANF y el ex representante Lincoln Díaz-Balart, republicano de la Florida, y su familia.
Unos años después, él obtuvo la evidencia de que el asesino era un hombre cubano de 30 y tantos años conocido como “Indio” por su piel oscura y cabello lacio, añadió el ex oficial. El “Indio” había estado en la cárcel en Cuba por robo de menor cuantía y vino al sur de la Florida durante el éxodo del Mariel en 1980.
Funcionarios cubanos le dijeron al hombre que matara a Ramírez como represalia por haber robado los $2 millones, la fuente dijo durante una serie de largas entrevistas. El ex oficial dio más detalles a el Nuevo, pero pidió que no se publicaran para proteger su identidad.
El ex oficial agregó que él no sabía exactamente quién en La Habana ordenó el asesinato, pero creía que bien pudo haber sido el mismo Castro, conocido a menudo en la isla como El Uno.
Tras las muertes, dijo el ex oficial, un funcionario del gobierno cubano dijo al asesino: “Pusiste al ‘Uno’ muy contento”.
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