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sábado, julio 08, 2006

SOBRE " LA CIUDAD PERDIDA ", MI OPINION, Por Iliana Curra Luzón

SOBRE “LA CIUDAD PERDIDA”, MI OPINIÒN.


Por: Iliana Curra.
08-07-2006

Al fin pude ver “La Ciudad Perdida”, filme dirigido y protagonizado por Andy García, que me transportó a un período de la historia de Cuba que no viví, pero sobre la cual me he informado bastante. No me identifico directamente con los personajes porque no fueron parte de mi época. Pero los entiendo muy bien.

<-- Ileana Curra. Escritora y expresa cubana.


Percibí la inestabilidad política de un país que pudo llegar a la cima de la democracia, pero que desgraciadamente se perdió cuando el deseo del poder se impuso por sobre todas las cosas. Distinguí entre el fanatismo de un fidelista y un idealista que, aparentemente, luchaban por lo mismo. Conocí al Ché Guevara, un asesino que no todos se atreven a mostrarlo como realmente era. La borrachera de quienes se sumaron a una cosa que llamaron revolución, pero que a la larga no fue más que nuestra desgracia.

Pude ver en imágenes lo que me han contado muchas veces. Las intervenciones arbitrarias con el afán de apoderarse de todo. La arrogancia de muchos que bajaron de la Sierra Maestra. La confrontación entre cubanos. El descenso vertiginoso de una familia que se dividió entre la razón y el odio. La muerte, el suicidio. Los fusilamientos y las consignas que aún se mantienen. Avisté las intervenciones a nombre del estado, el racionamiento de los alimentos, el temor a la cárcel y las despedidas familiares en el aeropuerto habanero, donde eran saqueados en nombre de la revolución. Y junto a los personajes salí al exilio para empezar siempre desde abajo.

Esta película, basada en la realidad de un país que cambió su destino para lo peor, ha despertado la conciencia de nuevas generaciones nacidas en este exilio. Algunos no comprendían el porqué del drama cubano y la obsesión de sus padres y abuelos por una Cuba que había quedado atrás, pero que siempre ha estado presente.

La excelente música cubana, alternada con momentos violentos, como el del ataque al Palacio Presidencial, es un gancho para dejarte sentada sin quererte mover hasta que se termine el filme. El baile afro cubano, las predicciones de una negra santera, y la actitud inducida por la postura de víctima de la viuda de un mártir revolucionario que quiso brillar con luz propia, son las continuidades de una película hecha con ganas para dar a conocer la realidad de una Cuba que han querido edulcorar a pesar de los paredones de fusilamientos, los crímenes y los cientos de miles de prisioneros políticos. Salvo algunos pequeños errores históricos que no alteran la realidad, la película te lleva de la mano para enseñarte pasajes de una Cuba que no vivimos, pero que al cambiar el rumbo, la padecimos después.

En parte nos explica muchas de las razones por lo cual todo se vino abajo. Fico, el protagonista principal del filme, quien se debate entre sus valores tradicionales, sus principios y el amor de su vida, es el reflejo de cientos de miles de cubanos que decidieron empezar de nuevo en una patria ajena, a tener que someterse a la naciente tiranía con matices de revolución populista. Cuando la dignidad prevalece, no hay nada imposible en la vida. Su llegada a Nueva York bajo un intenso frío habiéndolo perdido todo, no fue motivo para caerse. Todo lo contrario. Se realzó.


Sus diálogos, cargados de emociones son, en mi opinión, lo más valioso de esta película que nos llevó a un pasado que fue ensombrecido por la maldad y la envidia. La Ciudad Perdida no es más que la síntesis de una realidad cubana en una época convulsa donde se complementan los ideales, la perfidia y el compromiso de mantener los valores familiares, a pesar de la desintegración social devenida de un cambio brusco que arrancó de un tirón las esperanzas de todo un pueblo. Ya en el exilio, fregando en una cocina y limpiando el piso de un restaurante, Fico expresa a su ex novia en un inolvidable diálogo: “Siento que soy más de lo que fui”. No hay mucho que añadir a esta frase, y es donde siento que soy parte también de esa ciudad perdida que hace casi medio siglo cayó en el abismo de una ideología aberrante que se mantiene por la fuerza del terror, y como dijera en ese mismo diálogo: “…es peligroso para mi alma”. ¡Bravo por Andy García!

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