LOS PRESIDENTES MALOGRADOS
Rafael Rojas Gutierrez, historiador y uno de los más notables ensayistas cubanos de nuestro tiempo ( es hermano de Fernado Rojas Gutierrez, acérrimo oficialista y ex miembro del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas ( UJC ), orden Julio Antonio Mella, Director del Caimán Barbudo, y periodista de la digital y superoficialista página La Jiribilla ) vive en México desde principios de la década de los 90s. Su página web personal es: http://www.cide.edu/Investigador_Detalle.php?i=73
Mas información sobre Rafael Rojas al final de su artículo.
EL PAÍS - Opinión - 30-03-2006
Los presidentes malogrados.
Por Rafael Rojas, escritor cubano y codirector de la revista Encuentro de la Cultura Cubana.
Fidel Castro cumplirá pronto 80 años, de los cuales, más de la mitad -48 para ser exactos- los habrá pasado en el ejercicio de un poder ilimitado sobre la vida de cinco generaciones de cubanos. Casi medio siglo como jefe de Estado lo convierten en una rareza, ya no dentro de la tradición republicana occidental, sino dentro de la propia tradición autoritaria latinoamericana: en los dos últimos siglos, no hay un caudillo de cualquier país de América Latina que haya perdurado tanto tiempo en el poder. En esta región, y por ahora, sólo lo supera Pedro II, emperador del Brasil, quien comenzó a reinar en 1840, cuando alcanzó la mayoría de edad, y abdicó en 1889 con la proclamación de la república.
Son muchas las razones que explican semejante fenómeno político: la popularidad de la Revolución que lo llevó a la jefatura del Gobierno en 1959, el favorable contexto internacional de la Guerra Fría en que maduró su régimen, la eficaz explotación de símbolos antiamericanos, el perfecto andamiaje ideológico, corporativo y represivo del castrismo, la incomunicación de la sociedad cubana, el cada vez más mermado, aunque indiscutible, carisma del líder, la despiadada y exitosa estigmatización de opositores y exiliados, el rentable mito de David contra Goliat... En esta nota, sin embargo, quisiera apartarme de las múltiples interpretaciones y explorar las raíces de un liderazgo tan prolongado en la breve historia de Cuba.
Lo primero que llama la atención, en somero repaso histórico, es la desgracia, el infortunio, por no decir la maldición de los presidentes cubanos. Carlos Manuel de Céspedes, "padre de la patria", quien, en 1868, liberó a sus esclavos en el pequeño ingenio La Demajagua e inició la primera guerra contra España, fue destituido por la Cámara de Representantes y obligado a abandonar la presidencia en octubre de 1873. Cuatro meses después, Céspedes murió en una escaramuza, pensando, como Bolívar, que sus sustitutos en el mando eran "pueriles", "cínicos", "leguleyos" e "ignorantes" y que bajo sus órdenes la "suerte de Cuba independiente era demasiado dudosa". Cierta tradición historiográfica refiere que Céspedes se inmoló ante el pequeño Batallón de Cazadores de San Quintín, que, por una traición, lo sorprendió en San Lorenzo el 27 de febrero de 1874.
El líder de la segunda guerra contra España, José Martí, tuvo un final parecido al de Céspedes. Aunque no llegaron a destituirlo, porque nunca fue elegido presidente, Martí debió enfrentarse, en los primeros meses de la contienda, a la desconfianza de los dos grandes jefes militares: Antonio Maceo y Máximo Gómez. Ambos pensaban que Martí no debía participar en la guerra y que era preferible que regresara a Nueva York, para que los respaldara financiera y diplomáticamente desde el exilio. Gómez pensaba así, tal vez, porque quería protegerlo, dada la inexperiencia militar del joven poeta habanero, pero Maceo, por lo visto, recela-
ba del liderazgo político que Martí podía acumular en la guerra y, sobre todo, rechazaba el sentido republicano que le imprimiría a la lucha anticolonial.
En el ingenio La Mejorana, el 5 de mayo de 1895, Martí se reunió con Gómez y Maceo para preparar la instalación de una Asamblea Constituyente, en Camagüey, en la que renunciaría a la jefatura del Partido Revolucionario Cubano. Ese día, en la noche, Martí anotó en su Diario: "Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de generales con mando, por sus representantes, y una Secretaría General: la patria, pues, y todos los oficios de ella, que crea y anima, como Secretaría de Guerra". Más adelante escribe que Maceo lo "hiere y le repugna" y anuncia su deseo de "sacudirse el cargo, con que se le intenta marcar, de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar". Dos semanas después, Martí, en su primer combate, se aleja del protector Gómez y se inmola ante los fusiles de Ximénez de Sandoval, en Dos Ríos.
Durante la República (1902- 1959), casi todos los presidentes cubanos tuvieron un final trágico o infortunado. Tomás Estrada Palma, primer mandatario de la historia moderna de Cuba, que llegó al poder en 1902, tras la ocupación norteamericana, intentó reelegirse en 1906, desatando una rebelión en su contra, que no pudo controlar y que lo llevó a solicitar una segunda intervención de Estados Unidos. José Miguel Gómez, lo mismo que su antecesor, trató de reelegirse, pero no logró el respaldo de sus seguidores en el Partido Liberal. El próximo presidente, Mario García Menocal, fue el primero en alcanzar el sueño dorado de la reelección, en 1916, pero a costa de una nueva revuelta militar, encabezada por Gómez al año siguiente. Estrada Palma murió en 1908, bajo el gobierno interventor de Charles E. Magoon, Gómez en 1921, exiliado en Nueva York, y García Menocal, en 1941, luego de haber fracasado, anciano ya, en un tercer intento de reelegirse.
A excepción del jurista, historiador y crítico literario Alfredo Zayas Alfonso, primer civil y ex autonomista en alcanzar la presidencia, en 1921, quien no ambicionó la reelección y se retiró a la vida intelectual en 1925, los siguientes estadistas cubanos fueron líderes malogrados. El general Gerardo Machado y Morales trató de perpetuarse en el poder y al cabo de ocho años fue derrocado por la Revolución de 1933: murió exiliado en Miami. El médico Ramón Grau San Martín, luego de un breve primer mandato a mediados de los treinta, gobernó entre 1944 y 1948, pero intentó reelegirse infructuosamente en 1954 y 1958, y falleció en 1969, en la Habana comunista, como un fantasma del ancien régime. Su sucesor en 1948, el abogado Carlos Prío Socarrás, fue derrocado por el golpe militar de Fulgencio Batista, en 1952, y, luego de respaldar financiera y políticamente a Fidel Castro, tuvo que exiliarse en Miami, donde se suicidó en 1977. No sería el último presidente en hacerlo: en 1983 se mataba en La Habana otro abogado, Osvaldo Dorticós Torrado, presidente títere de Castro entre 1959 y 1976.
En la política enconada de la primera mitad del siglo XX, en Cuba, el líder más exitoso fue Fulgencio Batista. Sin el aval de las guerras de independencia que ostentaban sus predecesores, ni la educación de la mayoría de sus contemporáneos, Batista logró gravitar 25 años sobre la vida pública cubana. Luego de una primera presidencia bastante eficaz y tranquila, entre 1940 y 1944, regresó al poder en 1952 por medio de un golpe de Estado contra Prío, del que emergería un régimen autoritario, menos dictatorial que como lo describe la historiografía revolucionaria. Batista, aunque fue el líder con mayor presencia en aquella época, sólo gobernó 10 años y murió, como Gómez, Machado y Prío, en el exilio, en 1973.
El tiempo en el poder, acumulado por los ocho gobernantes de la primera mitad del siglo XX (Estrada Palma, Gómez, García Menocal, Zayas, Machado, Grau, Prío y Batista), suma, tan sólo, 46 años. En la segunda mitad de la historia moderna de Cuba, la que se inicia en 1959, un solo líder, Fidel Castro, ha rebasado ese tiempo en la jefatura continua, y sin balances representativos o judiciales, del Estado cubano. Para lograrlo debió desarrollar, a un grado de máxima depuración, las técnicas de subsistencia en una política autoritaria. Fidel Castro consiguió acabar con el infortunio y la maldición de la figura presidencial en la historia de Cuba. Bajo su poder, la tradición del presidente malogrado fue reemplazada por la gloria del dictador perpetuo.
Rafael Rojas es escritor cubano, codirector de la revista Encuentro. Acaba de ganar el premio Anagrama de ensayo con Tumbas sin sosiego
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28 de marzo de 2006, 17h00
El exiliado cubano Rafael Rojas gana el Premio Anagrama de Ensayo con 'Tumbas sin sosiego'
BARCELONA, 28 (EUROPA PRESS)
El historiador y ensayista cubano exiliado en México Rafael Rojas ha ganado por mayoría el XXXIV Premio Anagrama de Ensayo, dotado con 6.000 euros, por la obra 'Tumbas sin sosiego. Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano', una breve historia intelectual de Cuba.
La obra finalista ha sido 'Vidas adosadas. El miedo a los semejantes en la sociedad contemporánea', de Pere Saborit, en la que el filósofo catalán aborda la pérdida de la creencia de la sociedad en las verdades absolutas.
El jurado del premio de esta edición está compuesto por Salvador Clotas, Román Gubern, Xavier Rubert de Ventós, Fernando Savater, Vicente Verdú y el editor de Anagrama, Jorge Herralde. El galardón ha recibido un total de 71 originales para esta edición.
Como portavoz del jurado, el editor Jorge Herralde subrayó hoy, durante la proclamación del fallo en Barcelona, la "gran altura" de las obras presentadas y recordó que con Rojas ya son cuatro
los ensayistas latinoamericanos que se alzan con el premio.
Herralde sostuvo que 'Tumbas sin sosiego' es una reflexión historiográfica sobre Cuba en la que se aboga por una tercera vía centrista, al margen del castrismo y el exilio, para construir el país una vez desaparezca el régimen de Fidel Castro.
'Tumbas sin sosiego' describe las costumbres funerarias de una cultura desgarrada por la revolución, la disidencia y el exilio, al mismo tiempo que sugiere una breve historia intelectual de Cuba, donde se reconstruyen los grandes debates y se ofrecen semblanzas de sus protagonistas.
HISTORIA INTELECTUAL DE CUBA
Rafael Rojas, en conversación telefónica desde su domicilio en México, se mostró "feliz" y "emocionado" por recibir un galardón como el Anagrama de Ensayo con "un jurado de primera".
Rojas aseguró a Europa Press que 'Tumbas sin sosiego' es una historia de Cuba "desde el punto de vista intelectual" en la que no sólo se abordan las ideas, sino también "los sujetos que debaten la cuestión nacional desde mediados del siglo XX".
El ensayo, lo inicia con la vida intelectual anterior a la Revolución Cubana con un análisis de las diversas editoriales y las polémicas que se desataron en un momento de "gran efervescencia" intelectual.
El escritor analiza los diferentes nacionalismos que tuvieron presencia en la Cuba prerevolucionaria: el católico, el liberal --ligado a las universidades-- y marxista anterior a Fidel Castro, que "vivían en una polémica permanente, pero con reconocimiento".
Rojas aseguró que la Revolución "rompe" el ambiente y las "normas" de convivencia, imponiendo un nacionalismo revolucionario marxista que incluye la represión, en una una especie de "guerra civil".
El ensayista explicó que en la obra cuenta el impacto de esa "guerra civil" con semblanzas de intelectuales como Manuel Moreno Fraginals, Cintio Vitier, Roberto Fernández Retamar, Guillermo Cabrera Infante, Herberto Padilla, Jesús Díaz y Raúl Rivero, todos ellos con "personalidades muy diferentes".
En la parte final del libro, Rafael Rojas hace un estudio del momento actual del intelectualismo cubano en el que la "guerra civil se ha acabado, pero se mantienen los símbolos" y se da una "sensación de cementerio" en la que los autores cubanos --tanto en el exilio como en la isla-- creen que sus clásicos "han desaparecido".
RECONOCER OBRA DEL EXILIO CUBANO.
Rojas defiende en su libro la construcción de un régimen democrático en el que se "reconozca la obra del exilio" cubano, que no lo está ni en la isla ni en el mundo occidental. El escritor lamentó que la obra del exilio cubano no tenga "el rango" de la del exilio español, por citar un ejemplo.
El autor, que se exilió a México hace 15 años cuando fue a estudiar, no coincidió con el editor Jorge Herralde en que su propuesta pueda considerarse una tercera vía, sino tan solo la defensa de un orden democrático.
El historiador aseguró que "no ve cerca" el fin del régimen castrista porque, a pesar de que Castro desaparezca, "está afianzado y con respaldo fuera de la isla". "Deseo el cambio de régimen, aunque no lo veo cerca", concluyó.
Rafael Rojas (Santa Clara, 1965) es doctor en Historia por el Colegio de México y profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas. Es autor de una docena de libros, entre los que destacan 'El arte de la espera', 'Un banquete canónico', 'La escritura de la independencia' y codirector de la revista 'Encuentro de la Cultura Cubana' desde 2002.
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