lunes, mayo 01, 2006

EN HUELGA DE HAMBRE PRISIONEROS DE CONCIENCIA

En huelga de hambre prisionero de conciencia

Por Luis Esteban Espinosa

1 de mayo de 2006

Ciego de Ávila – www.PayoLibre.com – Yamilka Peña Martínez, en llamada telefónica a la Fundación Cubana de Derechos Humanos dijo que su esposo, el prisionero de conciencia Luis Enrique Ferrer García se plantó en huelga de hambre este 28 de abril.

<-- Luis Enrique Ferrer Según la fuente, la protesta se debe a su injusto encarcelamiento, así como los malos tratos, la falta de asistencia médica, de alimentación y las constantes violaciones a sus derechos fundamentales. A Ferrer García lo acompañan en la huelga Alexis Rodríguez Fernández, prisionero de conciencia condenado a 15 años de prisión en juicio sumarísimo en la Causa de los 75, y el prisionero político Agustín Cervantes. Peña Martínez concluyó diciendo que los familiares y amigos iniciarán una cadena de ayunos en la provincia de Santiago de Cuba y en Puerto Padre para apoyar estos reclamos.

<--- Alexis Rodríguez Luis Enrique Ferrer García fue condenado a 28 años de cárcel también en juicio sumarísimo en la Causa de los 75, sanción que cumple en la prisión Mar Verde en la provincia de Santiago de Cuba.

Luis Esteban Espinosa es periodista independiente de la agencia de prensa Jóvenes sin Censura
CAMPAÑA CUBANA POR LA LIBERTAD DE LOS PRISIONEROS POLÍTICOS
"Acuérdate de los presos como si tú también lo estuvieras".
Hebreos 13-3

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El reino de lo prohibido

Desde Cuba por Rafael Ferro Salas, Abdala Press

PINAR DEL RIO, Cuba - Viernes 28 de Abril de 2006 (CUBANET) -

Desde la esquina vi el alboroto en el barrio. Un vecino me puso al tanto de lo que sucedía: "Están registrando la casa de un muchacho que es disidente".

Me acerqué y vi que era la casa de Abigail Ortega Beltrán. Dos carros patrulleros estaban parqueados al frente de la vivienda. Algunos vecinos curioseaban. Llegué al grupo de gentes.

(Abigail Ortega, director de la Biblioteca Independiente Juan Gualberto Gómez (III) al partir para el exilio su anterior directora: Lic. Diana Margarita Cantón ) --->

"Le quitaron los libros y unos radios", dijo una vieja que cargaba a un muchachito. Vi cuando los dos policías salían de la casa. Detrás de ellos salió Abigail. Enseguida me vio. Me hizo una seña y siguió hasta uno de los carros de la policía.

Después salieron los dos oficiales de la Seguridad del Estado. Los mismos de siempre: Mario y Beune.

Vieron que yo estaba allí y me miraron con odio, pude darme cuenta. Los policías subieron a los carros y se fueron. Los dos de la Seguridad se fueron en una moto. Entonces Abigail llegó a donde yo estaba para hablar conmigo. Los vecinos empezaron a irse también. Ninguno habló con Abigail.

Al rato estábamos dentro de la casa. Todo había sido movido de su lugar. Abigail es director de una biblioteca independiente, ya no queda nada de esa biblioteca. En Cuba está prohibido tener una biblioteca particular, todo está en atreverse uno a decir que es independiente, pues esa palabra está prohibida también. Hay un sin fin de cosas prohibidas en este país, se llega al absurdo en un ambiente de tantas prohibiciones.

<-- Ciudad de Pinar del Río; en primer plano El Obispado y la antigua " casa de las monjas ".

" Me citaron para mañana por la tarde a la oficina de la Seguridad. Me dijeron que es para levantarme un acta de advertencia", me dice Abigail mientras recoge unos papeles que hay tirados en el piso como prueba de lo que ocurrió hace apenas unos minutos.

Llega su esposa con dos tazas de café. Tomo y le doy las gracias. Después veo cómo Abigail se guarda los papeles en su bolsillo, es como si temiera que alguien regresara a quitárselos. Después de un registro uno queda con ese miedo a que le sigan quitando cosas, este periodista ha pasado por eso. "No sé por qué a esta gente les molesta que uno tenga sus libros. Son libros sanos. No es delito tener libros, compadre", me dice mi amigo. Tenemos tantas cosas prohibidas que no tengo respuesta para su interrogante.

Salimos al patio y miro una pareja de gorriones que cantan. Después se van volando por encima de los tejados. Yo creo que olieron aires de registro, se fueron asustados, pero libres. "No vayas a pensar lo malo, compadre, pero a veces quisiera tener alas y salir volando de este país de basura. Me han obligado a eso, a todos nos han obligado a eso". Estuve a punto de darle la razón, pero después sonreí y le dije: "No vale la pena, amigo mío. Si te conviertes en ave puedes volar libre, pero le darías el gusto de quitarte la lectura a éstos que hace un rato te registraron". Mi amigo me pone la mano en el hombro, me abraza y dice conforme: "Cierto, no pueden quitarnos la lectura, mucho menos lo leído".


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Mi sueño "amerihumano"

Desde Cuba por Luis Cino

LA HABANA, Cuba - Viernes 28 de Abril de 2006 (www.cubanet.org) -


Todos soñamos alguna vez con algo. Algunos lo hacen siempre. Por mi parte, sueño con el concierto que no presencié de los Rolling Stones. Los libros de Tom Wolfe que no leí. Los whiskies que no bebí, el Mardi Gras de New Orleans al que no asistí. Las vacaciones que no pasé a la orilla del mar, en el Pacífico sur de Conrad o más cerca, en el Pacífico del wind surfing en Malibú.

Mis pisadas de sonámbulo me llevan al Paseo del Prado de las librerías y los libros que no compré. Las sopas chinas del Mercado Único que no alcancé. El burdel de lujo de Marina que no conocí. Las prostitutas se comportaban como señoras. Me tocó vivir en la época en que las señoras se comportan como prostitutas y suelen superarlas con el vocabulario.

Yo también tengo un sueño. Está hecho de cosas simples y hasta frívolas. En él no hay amigos presos, teléfonos vigilados ni citaciones policiales.

Suelo comentarlos con Cabrera Infante en el Club 21 mientras Freddy canta boleros bajo el spot light.

Mis sueños son tan simples como comer lo que deseo cuando lo deseo. Tal vez una Mc Donald con queso y papas fritas y un par de Budweisers. En mis sueños nunca tengo hambre.

En ellos, amanezco los domingos al volante de mi Ford Mustang rojo, rumbo a la playa. Me acompañan mis hijos, mi mujer y mi perra. Cantando al compás de la casetera las viejas canciones de Tamla Motown.

Sueño con mi familia como solía ser antes de que la dividieran el exilio, la política y el miedo.

Mis sueños son tan vívidos que a veces no puedo ubicarlos en el tiempo y el espacio. No sé si ocurren en San Francisco, Lawton o en el San Francisco californiano y hippie donde la gente llevaba flores en el pelo.

Sé que en ellos anduve por el Sur. No sé dónde están mis fotos en Graceland o frente a la casa natal de William Faulkner para demostrarlo.

Ahora mismo estoy ahorrando para en las próximas vacaciones irme a la India sin tarjeta blanca del Ministerio del Interior. Les prometo fotos desde el Taj Mahal.

Pésimo bailador como soy, me di el gusto de sambar en los Carnavales de Rio con una mulata felina, émula de la Garota de Ipanema.

Al fin logré completar mi colección con toda la discografía de Bob Dylan. Del otro Dylan, el poeta, Dylan Thomas, ya pude pagar al librero los 20 pesos convertibles que me hicieron propietario del tomo encuadernado de su poesía.

A veces recibo cartas de antiguos amores. Ahora son actrices de Hollywood y me escriben entre un rodaje y el próximo.

Como ya soy, a mi pesar, un señor mayor, trato de llevar una vida tranquila y ordenada. Sin excesos. Nado y cuido mi dieta para mantenerme en forma. Escribo por las mañanas y me mantengo en contacto con mi editor que me apura con la novela.

Cuando estoy muy tenso, a la orilla de la piscina, rasgueo mi guitarra Fender. La Stratocaster la reservo para la tertulia con los amigos y el BBQ de los sábados por la tarde.

Mis sueños pueden tener bruscos despertares. A veces llaman a mi puerta dos oficiales de la policía política que me miran como si fuera un criminal. En otros, se convierte en pesadilla cuando descubro que la única forma de cumplirlos sería como exiliado.

Siempre trato de reanudar el sueño donde lo dejé. Sin exilios ni segurosos. En ocasiones, lo logro.