LA INTRANSIGENCIA CASTRISTA
LA INTRANSIGENCIA CASTRISTA
por Ismael Sambra
ismaelsambra@nuevaprensalibre.com
La intransigencia de la dictadura castrista empuja a sus opositores pacíficos a pagar cuotas extraordinarias de sacrificio con ilimitadas huelgas de hambre que provocan la muerte o dejan secuelas imborrables en los que la realizan.
El psicólogo y periodista independiente Lic. Guillermo Fariña agoniza en estos momentos a causa de su prolongado ayuno iniciado el pasado 31 de enero. Parece tener un triste final su viril protesta de no ingerir alimentos hasta que el régimen castrista permita al cubano, y sobre todo a él que es director de una agencia de periodistas independientes, a conectarse desde su casa con las informaciones y el resto del mundo a través del Internet.
Pero parece que esto es mucho pedir para un régimen obsoleto y criminal que le teme más a la libre expresión, comunicación e información que a las bombas.
Guillermo Fariña se está muriendo ante la mirada indiferente de Fidel Castro y de muchos, entre ellos, supuesto defensores de derechos humanos que se organizan en el mundo para supuestamente defender la justicia y los derechos de todos sin que medien intereses políticos, religiosos o raciales. Estas “organizaciones de derechos humanos” formados en su mayoría por izquierdistas y comunistas disfrazados que cínicamente chillan y patalean con singular desenfado cuando unos soldados americanos por equivocación o por venganza matan a supuestos civiles en Irak al tiempo que guardan silencio cómplice cuando los terroristas iraquíes asesinan con sus coche-bombas a cientos de inocentes ciudadanos para imponernos sus doctrinas y aberraciones. Del mismo modo guardaron silencio cuando en un solo día los comunitas chinos mataron a cientos de jóvenes estudiantes que protestaban en la plaza Tianamen.
Guillermo Fariña se está muriendo y todavía recuerdo el triunfo de Lucius Walker y su grupo “Pastores por la Paz” cuando protagonizaron un simulacro de huelga de hambre dentro de un autobús amarillo en la frontera de Nuevo Laredo, para que el gobierno americano le permitiera llevar el autobús y otros equipos y donaciones a Cuba a pesar del llamado “Bloqueo yanqui”. ¡Con qué facilidad se obtienen estas demandas en los países democráticos donde hay respeto a las minorías y una prensa libre siempre dispuesta a ganarse el sello de la autenticidad ante cualquier acontecimiento!
Guillermo Fariña se muere, y prefiere morir antes que doblegarse a una dictadura y su vil censura, antes que continuar fingiendo adhesión política como hacen muchos para tratar de sobrevivir en la isla-cárcel. Su determinación debe ser respetada y admirada. Dijo que si el régimen no cedía a sus demandas estaría dispuesto a morir y “convertirse en un mártir de la Internet”. Pienso en los terribles momentos que están pasando él y su familia, porque yo viví en carne propia similar situación junto a otros seis prisioneros políticos en la prisión de Boniato. Estuvimos dispuesto a morir en una huelga de hambre que sólo se detuvo 40 días después cuando los represores se comprometieron a cumplir nuestras justas demandas delante de nuestros familiares: la de recibir un trato humano, la de considerarnos como prisioneros políticos y no como delincuentes comunes como impone el régimen hasta el punto de imponernos el mismo uniforme y obligarnos a convivir con los criminales en sus celdas. Pero no cumplieron. Hasta ese riesgo tenemos que correr los que nos lanzamos a estas protestas, el de ser engañados o ignorados.
Teníamos el antecedente de Pedro Luis Boitel, un prisionero de conciencia que había muerto el 25 de mayo de 1972 después de 53 días de huelga de hambre en la prisión política aferrado a sus convicciones, un joven lleno de vida, un mártir más por culpa de la tiranía castrista. Sabíamos que podían dejarnos morir tal como hicieron con él, pero resistimos.
Su inseparable compañero de celda, que describió en su diario la tragedia, estuvo con él hasta el último momento y en uno de los últimos días no pudo resistir más el sufrimiento y la depauperación física de su amigo y le dijo: “¡No sigas con esta huelga, no comprendes que lo que quieren es matarte!”, a lo que Boitel casi sin aliento, contestó: “Podrán matar mi cuerpo, pero no mi espíritu”.
En Cuba hay más de 300 prisioneros políticos y entre ellos 27 periodistas independientes que reciben un trato degradante y están sufriendo infinidades de torturas físicas y sicológicas que los empujan a acciones suicidas como éstas pues no tienen otra alternativa frente al abuso y la impotencia. En contraste vemos el trato que recibió Fidel Castro, el mayor cínico de la historia, cuando estuvo preso después de su asalto armado a un hospital y a un cuartel militar en Santiago de Cuba. El mismo confiesa en una carta: “...dormimos con la luz apagada, no tememos recuentos ni formaciones en todo el día, nos levantamos a cualquier hora; mejoras éstas que yo no pedí desde luego, agua abundante, luz eléctrica, comida, ropa limpia, y todo gratis. No se paga alquiler. ¿Crees que por allá se está mejor? Visitas dos veces al mes. Reina ahora la más completa paz. No sé sin embargo, cuánto tiempo más estaremos en este ‘paraíso’...” (La Prisión Fecunda, La Habana, p.149).
No olvidaremos a Boitel como tampoco olvidaremos el grito de su madre contra los servidores del régimen que impera en Cuba por casi medio siglo: “¡Asesinos, ustedes han matado a mi hijo!”.
Pedro Luis Boitel, dejado morir en una huelga de Hambre en mayo de 1972 --->
El régimen comunista de Fidel Castro nos tiene acostumbrado a sus intransigencias y a sus engaños, a lidiar con funcionarios y déspotas que golpean, que torturan, con lacayos y fanáticos que cierran los ojos frente a las circunstancias paupérrimas que viven los prisioneros y el pueblo cubano. Estos sacrificios y estas muertes declaran culpables del crimen a estos engendros comunistas capaces de odiar a sus propios hijos y hasta fusilarlos cuando se les oponen. Son seres insensibles y ateos que superponen los principios políticos sobre los principios humanos.
Guillermo Fariña se muere en aras de la libertad, su estado se hace irreversible y el régimen no cede frente a su demanda. No se trata de un simple autobús amarillo, sino de algo más justo, digno y humano que conquistar, se trata de la libertad de expresión y comunicación que Fidel Castro y sus lacayos suprimen.
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Tomado de:
http://www.nuevaprensalibre.com/edicion57/internacionales/1.htm
Las víctimas de Tiananmen siguen pidiendo justicia por la matanza de estudiantes en esa plaza pequinesa, de la que hoy se cumplen 17 años.
Junio 4, 2006 mientras la prensa china sigue manteniendo un silencio sin fisuras. 'Hoy todo ha cambiado, pero no vamos a olvidar Tiananmen', declaró a Efe Qi Zhiyong, activista de 50 años que perdió su pierna izquierda en la plaza cuando el Ejército cargó contra los estudiantes, tras dos meses de protestas para exigir libertades. Qi era entonces un obrero que, como otros millones en toda China, simpatizó con las peticiones de los estudiantes: acabar con la corrupción de los políticos comunistas y exigir más libertades, dos problemas que perviven en la boyante China actual. 'Como habían puesto una 'estatua de la Democracia' y trabajaba cerca de la zona, me acerqué a verla, como otros. Pasé por Tiananmen a las once de la noche, había todavía muchos estudiantes acampados'.
Era el 3 de junio de 1989, las tropas ya habían disparado contra los estudiantes que se apostaron en el puente de Muxidi (cuatro kilómetros al oeste de Tiananmen) para frenar la entrada de los tanques: fue allí donde murió la mayoría. Ya en la madrugada del día 4, el Ejército de Liberación Popular había rodeado la gigantesca plaza, en la que quedaban unos miles de estudiantes después de que la Ley Marcial el 19 de mayo disuadiera a la mayoría. 'Cuando empezaron los disparos tuve miedo, fue un caos. Me dispararon frente a la puerta de Xihua, en ambas piernas. Era la una de la madrugada, me llevaron al hospital de urgencias de Hepingmen. Había mucha gente y tuve que quedarme en la calle'.
Qi perdió su trabajo y su familia, y hoy sigue luchando por los derechos humanos en China, lo que le cuesta frecuentes detenciones. La organización Madres de Tiananmen agrupa a 126 familiares que reclaman 184 vidas. Mantienen su lucha a pesar del control estricto al que están sometidos y de que el país entero ha preferido olvidar Tiananmen. Hoy se reunirán en el cementerio pequinés de Wanan. 'Podemos esperar, pero no vamos a abandonar nuestra posición. La vida de nuestros hijos no se puede pagar con dinero', declaró a Efe Jiang Peikun, esposo de Ding Zilin, la líder del grupo. Su único hijo acababa de cumplir 17 años cuando murió en Muxidi. En abril, el gobierno de Sichuan (suroeste) ofreció por primera vez a una de las familias dinero por la muerte de su hijo, una solución que demuestra un cambio de actitud, aunque le exigió renunciar a la demanda penal contra el Estado. 'Obviamente, el 'subsidio de vida' (no compensación) ha sido autorizado por las altas esferas. Me parece que el Gobierno está experimentando si con esa fórmula puede resolver el problema.
La mayoría no la aceptamos', dijo Jiang, que reclama la exención de condiciones políticas en ese acuerdo. Las Madres piden una compensación civil al Estado y poner en marcha una querella penal que castigue al responsable, lo que alumbraría una cifra de muertos 'oficial' (que según los informes más precisos de entonces sería de unas 400 personas) y llevaría quizás a la inculpación del ex primer ministro Li Peng. Pero el Gobierno chino sigue sin reconocer su responsabilidad en la matanza y sostiene que fue necesaria para evitar una revolución que habría dado al traste con la reforma económica, una justificación que muchos chinos repiten.
Estudiante chino frena a los tanques par'andose delante de ellos ---->
'China sigue manteniendo la misma postura de siempre sobre el incidente político que tuvo lugar en el siglo pasado', reiteró el portavoz de Exteriores Liu Jianchao en una rueda de prensa esta semana. A pesar de que los más jóvenes desconocen lo que sucedió aquella noche y su única transgresión consiste en escuchar música pop, el Gobierno comunista, temeroso de perder su poder mediante una protesta como la del 89, que lo puso en jaque, mantiene un férreo control mediático y fáctico sobre todo lo relacionado con Tiananmen. Cortes en la televisión e internet son la prueba. Nadie acudió anoche a recordar a los muertos en el puente de Muxidi, nadie a la plaza de Tiananmen: sólo la multitud de vehículos de seguridad y patrullas circulando recordaban que hace 17 años la Puerta de la Paz Celestial ('Tian An Men') se cubrió de sangre. EFE
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