NÉSTOR KIRCHNER Y SUS PERO
Kirchner y sus pero
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Si en gestión económica el gobierno argentino ha sido algo eficiente, aún no califica en renglones como intervención estatal, exteriores y derechos humanos.
Miguel Cabrera Peña, Santiago de Chile
viernes 28 de julio de 2006 6:00:00
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Recientemente, un funcionario del Banco Mundial entregó su opinión sobre la necesidad del Estado eficiente, al margen de su postura ideológica: "no importa el color ni el nombre del gato, sino que atrape ratones".
<--- Néstor Kirchner
Si evadir recetas indica cierta anchura de criterio, no hay duda que algunas directrices funcionan mejor que otras, sobre todo en lo que a avance económico se refiere.
Cuando Argentina enfrentaba en 2001 y 2002 una de las crisis más agudas de su historia moderna, a los ciudadanos tampoco les interesaba demasiado el pigmento del gato, sino su eficacia. Entre éste y otros anhelos ganaría las elecciones presidenciales Néstor Kirchner.
Decir que la Argentina de 2002 es la misma de 2006 sería mentira burda, y no poco mérito le cabe al peronista y ex gobernador de Santa Cruz, que tomó de las herramientas que heredó de Eduardo Duhalde.
Las dianas
Argentina acumula 40 meses de crecimiento ininterrumpido, y el año pasado alcanzó un PIB de 9.1, según Kirchner. Así se colocó, a nivel latinoamericano, después de una Venezuela favorecida por los precios siderales del petróleo.
Expertos señalan que varios factores coadyuvaron, entre ellos la alta liquidez internacional y un dólar sobrevaluado, así como elevados precios de la gran parte de las materias que exporta Argentina. Frente a lo anterior hay que mencionar el fuerte ahorro fiscal como resultado del incremento de las recaudaciones, a mal traer antes de Kirchner. En la primera mitad del presente año, el Estado ingresó 22,674 millones de dólares, más de 20 por ciento que en igual período de 2005.
La deuda externa, que aparecía hace cuatro años como el monstruo que lanzaba a los argentinos de cabeza al infierno, ha sido sustancialmente reducida. Buenos Aires hizo honor a su débito con el FMI, tapando sin querer la boca a Fidel Castro, quien repitió hasta la hartura que esa deuda era impagable. Los bastiones del crecimiento doméstico se localizan, en fin, en el desempeño del comercio exterior, agricultura, industria y construcción.
Gabriel Salvia, presidente y director general del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), dijo a Encuentro en la Red que en el terreno económico Kirchner mezcla una suerte de nacionalismo intervencionista con ortodoxia fiscal, aunque esto último es muy discutible, precisa.
El desafío social
Más allá de la contradicción entre las tasas de crecimiento y la cifra que indica que el 20 por ciento de los argentinos vive con menos de un dólar diario, el gasto social del mandato Kirchner es menor que el de gobiernos anteriores, incluido el de Carlos Menem, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos.
Y si es cierto que el desempleo decreció, los salarios quedan todavía a la zaga de la inflación, dolor crónico y peligro que acecha sin tregua al ejecutivo. En tanto, la población en el cordón de emergencia cercano al gran Buenos Aires se duplicó hasta casi 1.150.000 en el último trienio, y es aquí precisamente donde va a dar ese trabajador cuya precariedad salarial no le alcanza para otra cosa.
Mientras la desigualdad entre ricos y pobres gana nuevas cotas, una publicación de izquierda como Rebelión denuncia la subida, al triple, de gruesas sumas que el gobierno dona anualmente a un grupo de medios para que cuiden su imagen.
El bajo porcentaje del gasto público en educación, cultura, ciencia y técnica, garantiza para el porvenir la inequidad en el ingreso, indican expertos. En 28 por ciento se calcula que disminuyó en 2004 el presupuesto destinado a estos importantes ámbitos en relación con 2001.
Poder, exteriores y derechos humanos.
En un artículo reciente, el ex presidente y polémico Carlos Menem declaró que existe total falta de seguridad jurídica para que lleguen al país inversiones significativas, y recalcó la reaparición del intervencionismo estatal.
Uno de los reflejos de esto último se percibe en las presiones de la Casa Rosada por mantener a voluntad una serie de precios, a causa de lo cual se ha granjeado más de un dardo soplado por empresarios y analistas económicos.
Para Aldo Abram, de la consultora Exante, que prefiere por cierto hablar de recomposición de la economía y no de crecimiento, estas actitudes desalientan las inversiones.
De acuerdo con el comentarista Javier Lojo, la profundización del intervencionismo estatal constituye clara señal de que el programa económico comienza a dar síntomas de fatiga, y abunda en la gravedad de que un sector como el ganadero sufra las consecuencias.
Los subsidios que otorga el Estado para contener subidas de precios y tarifas, promover inversiones y sostener empresas quebradas superan largamente el 20% del total del Presupuesto Nacional, lo que para el experto Héctor Blas Trillo es una verdadera fiesta de dádivas que lleva a un callejón sin salida.
Poco hay que decir, por otra parte, de la inclinación del ex gobernador de Santa Cruz, la simpatía por personalidades como Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, a quienes reafirmó su consorcio y apoyo en la reciente Cumbre de Mercosur. Además de compartir con ellos ciertos ímpetus autoritaristas, se acusa a Kirchner de privilegiar las afinidades ideológicas ante otras que proporcionarían mayores beneficios al país, sobre todo a largo plazo.
De acuerdo con Gabriel Salvia, Néstor Kirchner implica un retroceso, especialmente en lo que hace a tolerancia, pluralismo, búsqueda de consensos políticos, debilitamiento de las instituciones republicanas y concentración hegemónica del poder.
Agrega Salvia que en materia de derechos humanos, donde muchos le atribuyen ciertos avances, tiene una política demagógica en lo interno y, en lo externo, es muy clara su complicidad con dictaduras, especialmente con los casos de China y Cuba.
En política exterior se suman sus conflictos con Uruguay y Chile, evidencias de una gran incapacidad diplomática y una peligrosa tendencia belicosa al estilo de Chávez, subraya Salvia, quien añade a Encuentro en la Red que Kirchner es un simple oportunista que continuará la tradición de decadencia política, económica, institucional y moral que viene arrastrando Argentina desde hace mucho tiempo.
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