viernes, octubre 27, 2006

UN PRISIONERO DE CONCIENCIA SE COSE LA BOCA EN CÁRCEL CUBANA

Un prisionero de conciencia se cose la boca en cárcel cubana




Por Oswaldo José Payá Sardiñas



La Habana, 24 de octubre de 2006 / Oswaldo José Payá Sardiñas/ Juan Carlos había sido arrastrado por el piso, golpeado y encerrado en esa jaula de castigo a convivir con las ratas en las condiciones más inhumanas que puedan imaginar. ¿Porque? Porque protestó debido a que le prohibieron hablar por teléfono. La Seguridad del Estado y las autoridades del penal, autores de estas torturas, le prohibieron hablar por teléfono debido a que el denuncia los maltratos y las condiciones inhumanas a que son sometidos los prisioneros políticos y comunes. Juan Carlos dice: “si no hubieran maltratos y abusos no tendría que denunciarlos.”

Pero la solución de la Seguridad del Estado es castigarlo más e incomunicarlo. Ahora a Juan Carlos le han advertido que revisarán su correspondencia, algo que siempre hacen y que nunca advierten. También le han advertido que no puede hablar de ningún tema político, ni de las violaciones inhumanas en esa prisión, ni hacer denuncias, pues se le interrumpiría la comunicación y se le prohibiría hablar. Hoy habló conmigo, para decirme que a partir de este momento se cosería la boca. Le he pedido que no lo haga, no tengo vergüenza de decir que se lo he implorado, diciéndole que somos nosotros los que aún tenemos la oportunidad de hablar, los que tenemos que defender la dignidad y los derechos de los que como el están reducidos a la total desventaja, bajo un tratamiento verdaderamente perverso. En otras ocasiones, Juan Carlos se ha cosido la boca, no queremos que lo haga nuevamente. No dejemos que lo haga.

Su boca tapiada no será solo una denuncia a los verdugos, sino también un bochorno para todos los que en Cuba y en el mundo callan ante los tratos degradantes y crueles en las prisiones cubanas. Dios quiera que no lo haga, pues ya lo ha hecho y se cose la boca con un alambre que se pasa entre los labios. Le advertí que en eso no lo iba a apoyar, que esa decisión es contra la voluntad de todos sus hermanos y que no tiene que llegar a ese extremo, ya que nosotros denunciaríamos las violaciones que el y muchos prisioneros están sufriendo.

Pero ya lo hizo una vez. Dios quiera que no lo haga. También le dije: “nosotros no somos tus jueces, sino tus hermanos.” Por eso, todo el que lea esta denuncia, antes de evaluar a Juan Carlos psicológicamente, antes de atreverse a juzgarlo, pregúntese: “¿Que hago yo frente a este horror que viven tantos seres humanos día a día en las cárceles cubanas?”

Juan Carlos, no tienes que coser y cerrar tu boca, sino más bien deben abrirse las almas de tus verdugos para que les entre algo de humanidad. No es tu boca la que tiene que coserse, sino más bien, deberían destupirse los oídos y quitarse las mordazas, aquellos a los que la prudencia inhumana les aconsejó el silencio.