Cuba, matria: En femenino tendrá que ser
Por Iliana Fuentes
Desde el 31 de julio, día de la ya famosa proclama -día del principio del nuevo orden-, sólo dos mujeres se han pronunciado públicamente sobre éste o aquél aspecto de las actuales circunstancias: Mariela Castro Espín, y María del Carmen Pérez Hernández.
Mariela Castro Espín, identificable por sus dos apellidos, capaz y audaz directora, además, del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), ha tomado la palabra y no precisamente en materia de sexo. Su más reciente intervención a raíz del naciente debate entre intelectuales y Cultura, hacen de Mariela Castro un actor importante en el diseño inminente de nuevos parámetros, una voz que es preciso escuchar. Por su parte, María del Carmen Pérez, era hasta hace un par de semanas la Vice Ministro de Agricultura. Luego de su valiente y franca intervención sobre el estado de “la jama” en el país durante la reciente sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, fue ascendida (a prueba) al cargo de Ministro por el propio jefe de estado actual, Raúl Castro.
Sólo dos mujeres han subido al escenario ocupado por la testosterona-con-canas en uniforme desde el comienzo del nuevo gobierno “con carácter provisional”, dos cubanas de entre un posible elenco compuesto por más de una docena de dirigentes mujeres, con credenciales, experiencia, autoridad profesional, y ubicación en la élite de gobierno como para poderse pronunciar con máxima lucidez dentro del más correcto marco revolucionario que exige el momento. Pero no. Las mujeres de la élite se mueven invisibles desde hace seis meses (no que sus movimientos hayan sido muy visibles con anterioridad). Sólo se vio brevemente en acción a esa brillante administradora que es Yadira García Vera, ex Primer Secretario del Partido en la provincia de Matanzas, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y una de sólo dos mujeres integrantes de su Buró Político.
Cabe preguntarse: Y las dirigentes, ¿dónde están? ¿Se repetirá en Cuba el esquema masculinista ya vivido por otros países socialistas en sus respectivos tránsitos?
Un poco de historia reciente
Los cambios políticos y económicos -llámesele transiciones- que han experimentado los treinta y tres países del antiguo bloque soviético han repercutido seriamente en la vida de las mujeres de esa región del mundo. Si bien al cabo de 15 años algunos países de Europa Central han resuelto la problemática femenina, no todo ha sido color de rosa para el 50 por ciento poblacional en esos países. Escribió sobre el tema ya hace más de una década la especialista Valentine M. Moghadam,
“La dimensión de género en la reestructuración que se lleva a cabo en los antiguos países socialistas se manifiesta sobre todo en el cambio de estatus de la mujer como trabajadora. En una región que se dintinguió por la alta tasa de participación femenina en la fuerza laboral, hoy las mujeres enfrentan el desempleo, la marginalización en el campo productivo, y la pérdida de beneficios y seguridad social... Al tiempo que se reduzca el apoyo estatal a las madres trabajadores, mermará también la identificación de la mujer como productora y reproductora simultánea, dando prioridad a la tradicional perspectiva de la mujer primordialmente como reproductora”.[1]
Aunque la situación de Cuba es en general distinta en términos demográficos, geo-políticos y culturales de lo que era, por ejemplo, la de Hungría, Checoslovaquia, Polonia, o la propia Unión Soviética a la caída del Muro de Berlín; y si también es cierto que muchos de los baches enfrentados han sido superados en los países más desarrollados (países a los que Cuba se asemeja a pesar de todos los obstáculos), sí podemos afirmar que hay una serie de factores que son casi idénticos entre esos países y Cuba en lo que respecta a la mujer.
Es necesario especular dentro de este marco de referencia sobre los posibles escenarios y rumbos que pueden darse durante los próximos años en Cuba. Muchas de las circunstancias dadas en los países del antiguo bloque socialista se repetirán en Cuba, si bien con sus respectivas variantes. Las cubanas tenemos la posibilidad de aprender de los errores cometidos durante los cambios efectuados en otros países, si aprendemos de ésas experiencias y nos armamos de antemano de soluciones con enfoques de género a nuestra problemática nacional.
Algo está podrido en.... ¡todos lados!
Se desprende de la literatura –escasa, pero reveladora[2]- sobre este tema que, cuando se iniciaron los cambios en los países socialistas, existían denominadores comunes entre ellos, perfectamente identificables, con respecto a la población femenina:
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En primer lugar, dicha población estaba altamente capacitada e incorporada a la fuerza de trabajo, pero estaba a su vez sub-empleada o desempleada; en general, el salario de la mujer era inferior al del hombre, en todos los sectores;
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Las mujeres estaban agotadas y desmoralizadas: la dirigencia [mayormente masculina] comunista insistió por décadas en que eran iguales a los hombres, pero la realidad apuntaba sólo hacia la tradicional desigualdad;
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El ámbito doméstico -casa, cuna, cama y cocina- seguía siendo responsabilidad de la mujer, ya fuese trabajadora ejemplar, profesional, o ama de casa;
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Las mujeres rechazaban la militancia política compulsiva;
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No estaban equitativamente representadas en la jerarquía política del Estado;
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Las mujeres llevaban años en las filas de una única organización femenina oficial en sus respectivos países, a sabiendas que ésta no abogaba por sus intereses, ni comunicaba sus aspiraciones ante el gobierno;
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La legitimidad de esas organizaciones únicas de mujeres era pésima;
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No existían otras organizaciones femeninas –ni oficiales ni en la oposición, mucho menos independientes- que tuvieran influencia para luchar por los diversos intereses de las mujeres, o sea, por una agenda de género;
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No había una tradición democrática ni pluralista en la sociedad, ni por parte de los hombres ni las mujeres;
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Las mujeres estuvieron casi totalmente ausentes –excluidas- de las comisiones y los grupos que habrían de orquestar e implementar los cambios, y por tanto su voz - su cosmovisión – no contó para nada durante ese proceso;
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Las comisiones -integradas por hombres y algunas mujeres, ninguno de los cuales estaba realmente concientizado sobre la problemática de género-, no priorizaron los intereses y las necesidades femeninas en la agenda del cambio. La actitud convencional sostenía que los “temas femeninos” podían esperar para después que se resolvieran cosas más importantes;
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Se carecía de un grupo de cabildeo femenino en todos los países de la región al iniciarse la transición.
En síntesis: Las mujeres brillaban por su ausencia en todos los niveles de dirigencia y de influencia. No porque no hubiera candidatas, y por docenas. Simplemente, el asunto entre hombres siguió siendo entre hombres. Las mujeres: ¡a parir para repoblar el área y al frente del fogón!
En 1990, la Asociación Independiente de Mujeres de Alemania reportaba que el 50% de los desempleados allí eran mujeres, con la desaparición, entre otros, del 70% de los empleos en el sector industrial. Un informe similar de Polonia arrojaba que el 50.9% de mujeres estaban sin empleo. [3] Ese mismo año, Eniko Bollabas, del Foro Democrático Húngaro, declaraba: "Hasta que la mujer no se dé cuenta de que su situacion es intolerable, no cambiará el estado humillante en que se le mantiene…" [4]
Refiriéndose a la situación checa, la investigadora Sharon L. Wolchik señalaba que “al igual que en otros países del antiguo bloque socialista, las primeras en perder sus trabajos cuando el Estado dejó de subsidiar las empresas que dejaban pérdida, fueron las mujeres”. [5] No sólo eso: los servicios sociales que beneficiaban directamente a las mujeres liberándole tiempo tradicionalmente doméstico para el trabajo y el estudio –como los círculos infantiles, programas escolares, etc.- fueron entre los primeros en desaparecer por resultar incosteables en la nóvel economía. La activista rusa Olga Voronina ha relatado lo mismo respecto a la situación en su país:
“Todas las medidas adoptadas entre 1986 y 1992 con el fin de mejorar la posición de las mujeres en realidad estaban diseñadas para reforzar los papeles tradicionales de la mujer en la familia... Las mujeres encuentran trabajo en los empleos peor remunerados, 30% peor remunerados que los de los hombres. Según el Centro de Estudios sobre Género, radicado en Moscú, la tasa de desempleo femenino es entre tres y cinco veces más alta que la de los hombres”.[6]
En el primer año después de la caída del Muro, en todos los países del recién desaparecido bloque socialista se dieron –y se siguen dando más de una década después- intensos debates sobre: equidad salarial; desempleo y marginalidad; garantía e inamovilidad de empleo; beneficios sociales, de maternidad, y de crianza del niño; derechos reproductivos; cómo aumentar la participación de la mujer en la política a niveles de decisión; la creación de organizaciones femeninas independientes; la insignificancia -o el in-significado- de la participación femenina en el campo político.
Poco a poco las centroeuropeas y las rusas comenzaron a organizarse para atacar los nuevos problemas; pero surgieron graves disyuntivas: el desempleo de la mujer continuaría ascendiendo; la pornografía y la prostitución proliferaron a pasos alarmantes; en algunos lugares como Polonia se perderá la batalla por mantener el derecho al aborto, en otras como Rusia (y la misma Polonia) la ortodoxia religiosa se impone, trayendo consigo la consabida tendencia a enviar a la mujer a lo que yo llamo “el frente del fogón”. Así explicó Moghadam la situación de entonces:
“En todos los países, con la excepción de Hungría, son más las mujeres que los hombres desempleados. La privatización o el cierre de las fábricas está afectando especialmente a las madres solteras, que dependían de ellas no sólo como fuente de ingreso sino también para el cuidado infantil.”[7]
Saber qué tipo de contratiempos y cómo los han enfrentado las mujeres de esos países es absolutamente necesario para los cubanos –para las cubanas en particular. Debemos asumir que las coordenadas de género que se dieron en Europa Oriental y la URSS pueden repetirse en alguna medida en Cuba si un proceso de cambios no contempla las consideraciones de género.
El asunto no estriba en si existe o no la probabilidad de estos escenarios. Que van a existir, o que ya existen en esencia, debe asumirse como realidad. Lo que sí un período de cambios no debe coger a nadie de sorpresa -mucho menos a la nueva-pero-misma dirigencia- sin una agenda de programas y consideraciones que impidan el impacto negativo ya vivido y comprobado en otras regiones.
¿Cuál es la situación real de las cubanas?
Antes de entrar en el análisis comparativo, veamos algunas estadísticas respecto a las cubanas. El 95% de la población femenina de Cuba está alfabetizada; las mujeres son el 50% de la población (casi el 52% en la población mayor de 45 años);[8] el 57% de ellas representa fuerza laboral disponible[9] y mujeres son el 42% de la fuerza laboral activa del país,[10] a saber:[11]
40% de los empleados civiles del gobierno
38% en las empresas mixta y corporaciones
15% en las cooperativas
38% en compañías extranjeras
37% en asociaciones e institutos
18% de los trabajadores manuales
28% de la dirigencia (a nivel de toma de decisiones)
53% del personal de servicios
64% personal técnico
85% gerencia y administración (niveles bajo-medio y bajo)
En educación y salud pública son mujeres el 40% y 32% respectivamente de los trabajadores manuales; el 70% y 79% del personal técnico; el 90% y el 86% de la administración media y baja; el 87% y 82% en la salud; y el 48% y el 35% de la dirigencia responsable de la toma de decisiones. De lo anterior se desprende que la maquinaria del Estado en los sectores de educación y salud pública está en manos de las mujeres, y la columna vertebral técnica del país es femenina. Los hombres son el grueso de los trabajadores manuales, los dirigentes, el sector militar y la administración de alto-medio y alto nivel.
Además es femenino el 72% de la fuerza laboral en la industria ligera; en la agricultura, las mujeres conforman entre el 30 y el 35% del sector técnico y entre el 40 y 45% de los ingenieros agrícolas. El por ciento de mujeres en los diversos sectores de la fuerza laboral se ha mantenido más o menos igual en los últimos cinco años: sectores técnicos 65%; comercio 46%; comunicaciones 50%; industrias 28%.
Sin embargo, en la esfera política, las estadísticas muestran un panorama deficiente, a pesar de las afirmaciones de la FMC, que asegura que “la inserción de la mujer cubana en el proceso de desarrollo del país debe evaluarse como uno de los fenómenos más exitosos ocurridos en [la] Revolución”;[12] y a pesar de que, según la investigadora Mayda Alvarez, “la práctica cotidiana [demuestra] la expresa voluntad del Partido Comunista y del gobierno cubano encaminada a garantizar una mayor representatividad de mujeres en los diferentes niveles de dirección...” [13]
La realidad de 2006 nos muestra algo muy diferente: la comisión “provisional” de gobierno delineada en la Proclama que se leyó por televisión nacional el día 31 de julio no incluyó ni a una sola mujer. Lo que confirma que las mujeres seguimos siendo “el tema secundario”, tan secundario que a los más altos niveles no hay ni que guardar la forma. La política sigue siendo asunto de hombres… de viejos hombres… de uniformados y viejos hombres. Si los destinos de Cuba se rigen y diseñan desde el cerrado núcleo gobernante, y en ese círculo no hay mujeres, ¿de qué Cuba estamos hablando, de la nación o de un cuartel? Sí, señores provisionales: están ustedes rodeados de mujeres capacitadísimas. ¿Por qué no obrar con modernidad e inteligencia, al menos integrando en términos de género el cerrado círculo?
Mujeres ¿con poder?
No han sido muchas las cubanas que han llegado a la cúpula. Una breve gráfica nos brinda una panorámica del persistente machismo de Estado:
1991 [14] 1997 [15] 2001[16] 2007 ♀ TOTAL % ♀ ♀ TOTAL % ♀ ♀ TOTAL % ♀ ♀ TOTAL %♀ PCC Buró Político 3 25 12 2 24 8 2 24 8 2 21 10 PCC Comité Central 38 225 17 19 150 12 19 150 12 18 154 12 Consejo Ministros 2 38 5 4 39 10 5 37 15 5 37 15
El Secretariado del Comité Central del PCC, recientemente resucitado durante el V Pleno de dicho organismo en julio 2006, cuenta con sólo tres mujeres, de 12 integrantes. Siete nuevos miembros fueron designados al Comité Central durante dicho Pleno, solamente una mujer. De los 15 comités provinciales del PCC, sólo dos -los de Pinar del Río y Cienfuegos- están presididos por mujeres. Ninguna de las 15 Asambleas Provinciales del Poder Popular tienen mujeres al frente.
En el Consejo de Estado en los últimos 15 años no han sido más de cinco las mujeres incluidas. Hoy son apenas cuatro de 30 miembros, el 15%. Donde único hay una participación más alta es en la Asamblea Nacional , donde a pesar de un descenso de más de 10 puntos -de 33% en 1991 a 22% en 1997 en medio del Período Especial, hoy son mujeres el 36% de los diputados, 390 de 609 en total..
Pero es preciso también explicar cómo la relativísima influencia política que puedan ejercer las cubanas está concentrada en una reducida élite. Las estadísticas se reducen cuando se le añaden nombres y apellidos. Quiero decir que muchas mujeres políticas ocupan cargos simultáneos. Ejemplo: Yadira García Vera, Primera Secretaria del Comité Provincial del PCC en Matanzas entre 1993 y 2000, es miembro del Comité Central y del Buró Político del PCC, y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio de Cárdenas. Concepción Campa Huergo, además de miembro del Comité Central, del Buró Político, y del Consejo de Estado, es Presidenta-Directora del Instituto Finlay (Centro de Investigación y Producción de Vacunas y Sueros) y diputada por el municipio Playa, en Ciudad Habana.
Otras mujeres de la dirigencia también ocupan cargos simultáneos: Caridad Diego Bello, Directora de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del PCC y miembro del mismo, es diputada ante la Asamblea Nacional por el municipio de Sandino, en Pinar del Río.[17] Si por cargos se mide, las mujeres de mayor influencia en el gobierno cubano serían Concepción Campa Huergo, con cargos en el poder ejecutivo, en el legislativo, en el “gabinete”, y en el PCC; y Yadira García Vera, que tiene bajo su tutela cinco departamentos del Comité Central que son clave en la economía cubana - Agroalimentación, Industria Básica, Construcción, Transporte y Comunicaciones-[18] y todo el plan de energía y las relaciones en ese renglón con Venezuela.
Así en mi Cuba como en Bulgaria.
Tomando todo esto en cuenta, ¿en qué situación se encuentran hoy las mujeres cubanas? Volvamos a los puntos mencionados anteriormente sobre la situación de las mujeres de Europa Oriental y comparemos la situación cubana:
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La población femenina de Cuba está altamente capacitada y tiene un excelente expediente colectivo de trabajo en su haber. Pero también se deduce [de entrevistas realizadas durante los últimos cinco años] que tienden a estar sub-empleadas, y que el desempleo entre ellas se acentúa, ya por jubilación, o porque optan por trabajar por cuenta propia. Por lo general su salario también es inferior al del hombre; las pensiones de las jubiladas son en general bajísimas, mucho más que las de los hombres. La mayoría de las mujeres de la tercera edad no puede subsistir con dicha pensión;[19]
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Las cubanas están mucho más agotadas y desmoralizadas que su contraparte en el campo socialista. Casi cincuenta años de doble o triple jornada - trabajo, casa, voluntarismo - ha tenido su precio;[20]
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El ámbito doméstico - cuna, cocina y cola - sigue siendo responsabilidad de la mujer, trabaje ella o nó en la calle;
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Las cubanas están hartas de la militancia política compulsiva en medio de tanto problema cotidiano no resuelto;
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Ellas tampoco están representadas equitativamente en la jerarquía política, como puede deducirse de las estadísticas mencionadas anteriormente;
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Las cubanas llevan años militando en las filas de la única organizacion oficial de mujeres - la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) - pero le han perdido fe a su gestión;[21]
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De ahí que algunos estudios apunten que la legitimidad de la FMC haya decaído;[22]
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No existen otras organizaciones (de mujeres) oficiales o reconocidas por el gobierno que representen los diversos intereses y agendas de las mujeres;
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No hay una tradición democrática y pluripartidista en la sociedad, ni en los hombres ni en las mujeres, ya que la población menor de los 70 años de edad (el 85% de la población) jamás ha participado de este tipo de sistema abierto;
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Las mujeres no figuran de forma decisiva y protagónica, ni en el Nuevo Orden “provisional” ni en la nomenclatura, ni en las filas de la oposición (con excepción de Martha Beatriz Roque), ni en la mayoría de las organizaciones del exilio. Lo que significa que la cosmovisión de las cubanas –y una agenda que abogue por sus intereses, seguirá ausentes del debate nacional;
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Los intereses de las cubanas no se están considerando, ni han de considerarse, prioridad. No hay grupo de cabildeo femenino independiente con influencia o poder, y la FMC ha responde a lo que se ordene desde “instancias superiores”, antes y en el provisional ahora.
Hay similitudes entre la situación cubana y la de Europa Oriental, y también algunas diferencias. No obstante, las mujeres ocuparán papeles secundarios o de elenco. Eso se ha confirmado en los últimos seis meses. Prevalecerá la noción tradicional de que los asuntos que atañen a la mujer pueden esperar hasta que se resuelvan problemas más importantes que incumben a hombres y mujeres por igual, como la energía, el transporte, los abastecimientos alimenticios y la vivienda. Pero sin una perspectiva de género que informe el futuro, las desventajas que ya comienzan a surgir a espaldas de las cubanas aumentarán.
¿Das Capital?.... ¡Pues dámelo a mí!: El sexismo inherente al social-sociolismo.
Desde diversos puntos de mira en la Isla, varias mujeres han descrito ese páramo machista. Por ejemplo, la periodista Mirta Rodríguez Calderón,[23] fundadora del grupo de comunicadoras Magín[24], ha escrito: "Bienvenidos al teatro de la vida, donde los hombres buscan mujeres que ya no existen, y las mujeres añoran hombres que están por existir." [25] Erena Hernández, historiadora y crítica, afirma sin pelos en la lengua: "La sociedad cubana sigue siendo falocéntrica, y nosotras las mujeres estamos muy lejos todavía del verdadero poder". [26]
El estilo y la arbitrariedad con que se ha venido implementando una economía capitalista dentro de Cuba –reservado para extranjeros y cubanos privilegiados que portan dólares-, auguran un desenlace precario a largo plazo para las cinco millones de cubanas de a pie si no se toman medidas de inclusión. El capitalismo de estado -el mejor ejemplo de producción, rentabilidad y eficiencia está en las más de cien empresas del MINFAR- ya es parte de la realidad insular. Comenzó hace unos diez años, mucho antes de la sucesión, mucho antes de la enfermedad del Comandante-en-Jefe, de la proclama y de la nueva comisión gobernante “con carácter provisional”. Juana de Moa, Micaela de Guanes, Barbarita de Campechuela, y Yuleiquis de Bijirigua no se han enterado del asunto todavía.
Este es, precisamente, uno de los cinco puntos que exige el Proyecto Varela lanzado en marzo de 2001 por el Movimiento Cristiano Liberación: que el gobierno cubano levante el bloqueo interno que discrimina a la población:
“Las largas etapas de escasez, ineficiencia y precariedad que hemos vivido demuestran que es necesaria una apertura a la participación ciudadana en la actividad económica, en la gestión y la propiedad. Esta apertura tiene que garantizar el derecho de los cubanos a formar empresas privadas tanto de propiedad individual como cooperativa, así como empresas mixtas entre trabajadores y el Estado. [27]
En su dinámica, este capitalismo - entre empresarios extranjeros y la nomenclatura cubana - no incluye a casi ninguna mujer. Las características "sociolistas” de esta actividad económica de corte capitalista en la cúpula tienen serias implicaciones de género, y ya está afectando la vida –y el futuro- de las cubanas. Son cuatro las consideraciones que debemos tener en cuenta:
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Que es escasa la presencia de mujeres en el entramado empresarial –el llamado reciclaje- que se viene elaborando hace unos años desde la cúpula y para la cúpula, y especialmente dentro de los altos mandos militares;
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Que las mujeres están abandonando las filas profesionales y técnicas de trabajo, para explorar el riesgoso pero más lucrativo campo del cuentapropismo;
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Que la pobreza se ha generalizado y feminizado, dado el doble estándar creado por la economía dolarizada por un lado; el bloqueo que mantiene el régimen contra la población en cuanto a iniciativa empresarial personal se refiere; y el altísimo número de familias encabezadas por mujeres;
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Que ha resurgido la prostitución de la calle, esta vez completamente concentrada en torno al cliente extranjero, y acompañada de rentabilidad, aceptación y prestigio sin precedentes.
La prosperidad equitativa de las mujeres –léase, de la familia cubana-, pasa por los procesos de reciclaje económico que han de afectar a todos los sectores de la economía cubana en su evolución hacia un mayor relajamiento en lo político y una apertura en lo económico. De esto se desprende que si en la actualidad el reciclaje se está orquestando intramuros, en la cúpula masculina y militar del régimen, no habrá suficientes mujeres en el nuevo orden “provisional” ni más allá de ese imaginario período, como para velar por los intereses de las cubanas, mucho menos para diseñar e implementar políticas que garanticen la equidad.
¿Qué espera esta junta provisional que encabeza un mucho más lúcido y pragmático Raúl Castro, para equilibrar la balanza! Juana, la cubana, su desmoralizado marido, sus desesperados hijos, y sus ancianos padres están viviendo por debajo del nivel de la pobreza.[28] Más allá de las consignas y de la retórica sobre “el enemigo”, ése es el país que ha heredado el sucesor, un hombre con quien puede estarse de acuerdo o no, pensarse bien o mal, pero que ha probado mediante su gestión perfeccionadora en las empresas de las FAR ser un administrador más innovador, menos dogmático, y más eficiente. En esa economía, dolarizada en los noventa, donde una familia promedio necesita un salario de casi 1,000 pesos cubanos al mes para vivir decentemente, el salario promedio oscila entre los C$300 y C$400 pesos, y la ración de alimentos en la canasta básica y complementada por la libreta sólo cubre dos semanas del mes.
El gran reto que enfrenta la nueva comisión sucesora es un reto a la imaginación, al espíritu innovador, a la voluntad de riesgo, y a su deseo -o no- de regar prosperidad por todo el país. A los problemas de empleo, desempleo, vivienda, transporte, comida y energía se le unen problemas sociales, de salud pública, jineterismo y educación. El sucesor y su tropa deberán enfocar Cuba con lentes no tradicionales: con lentes de género. Hay un obstáculo: la mayoría pertenece a otra generación -al pasado-, y ni su edad ni su sexo son los más adecuados para transitar el laberinto, mucho menos sin copilotos cubanas.
Pensando el presente y el futuro en femenino.
Pensar el futuro de Cuba en femenino quiere decir algo muy específico: que tanto dentro de la Isla como afuera, en la base y en la élite, hay que pensar la problemática nacional cubana desde ópticas de género que informen los planteamientos y planes que puedan agilizar los cambios necesarios para llevar al pueblo cubano hacia la prosperidad.
Lo que sea necesario para garantizar que las cubanas no se queden relegadas mientras los cubanos arman y gestionan la prosperidad sólo en sus términos. Una de las vías para alcanzar la prosperidad equitativa está dada en el desarrollo del cuentapropismo y las microempresas. En las sociedades más desarrolladas, los pequeños negocios, especialmente de familia, son un puntal del crecimiento económico e importante fuente de empleo. Lo son incluso en países socialistas como China donde su auge se debió a la visión reformista de Deng Xiaoping.
Y no sólo en China, sino en el corazón del Tercer Mundo: Bangladesh, A fines de 2006, el Premio Nobel de la Paz le fue otorgado a Muhammud Yunus, creador y director del Banco Grameen. Yunus y el Grameen son responsables de haber sacado de la pobreza mediante micro-micro préstamos de desarrollo a más de seis millones de sus congéneres, ¡el 97% de ellos mujeres! Se estima que en el mundo, proyectos de micro-crédito -o sea, de desarrollo de cuentapropismo familiar- han sacado de la pobreza a más de 17 millones de personas.
¿Por qué habrían de seguir proscritos el cuentapropismo y la micro-empresa en Cuba, ahora que existe la urgente necesidad de nuevas perspectivas?
ooooooooooooooooo
Pensar el futuro de Cuba en femenino exige que se amplíen los horizontes para garantizar: (1) ingresos suficientes para toda mujer en edad laboral, ya sea mediante empleos justamente remunerados, o mediante ingresos generados en familia por cuenta propia; (2) una seguridad social eficiente; (3) nuevos paradigmas que permitan un desarrollo sostenido; y (4) una urgente renovación de las condiciones de vida que apoye la convivencia de la pareja -de la familia- especialmente en lo que concierne la alimentación y la vivienda.
Significa que a la sociedad cubana hay que guiarla hacia una comprensión de lo que es una agenda nacional de género; y que las generaciones más jóvenes en la nomenclatura le pierdan el miedo al concepto de sociedad civil.
Significa contemplar la creación del Ministerio de la Mujer que priorice la agenda femenina a todos los niveles de gobierno, economía y campo social; que fomente la creación de organizaciones independientes de mujeres que continúen, diversifiquen y amplíen el trabajo realizado por más de cuatro décadas por la FMC; y que logre fondos nacionales e internacionales para programas de apoyo y asistencia a las cubanas.
Significa que en las esferas reciclables del poder actual, y entre los elementos nuevos que integren los mecanismos de sucesión hoy, y de eventual transición mañana, tiene que haber obligatoriamente mujeres –y hombres- comprometidos a implementar una agenda nacional con perspectivas de género.
Significa que aquellas cubanas que en la actualidad militan en la FMC, en los sindicatos y en otras organizaciones y organismos, deben iniciar un debate interno que ayude a renovar el discurso de género y convertirlo en un verdadero factor de influencia en las más altas esferas de la actual administración.
Sin cubanas, no hay país
Es cierto que hay un estilo diferente en la cúpula de poder en La Habana, y creo que es recomendable esperar a que las aguas cojan su nivel y pueda vislumbrarse claramente la ruta que aún está en proceso de definición. No sabemos todavía qué herramientas contiene la bitácora del nuevo capitán. Sí podemos decir que casi no hay mujeres en la tripulación, y también podemos afirmar que la nave no aguanta mucho más de lo mismo: son muchos viajes ya pautados desde las perspectivas tradicionales de Patria. Es hora de convocar a la Matria. Están ahí todavía, al pie del ancla, un sinnúmero de expertas en navegación, y muchas más que no andan ni siquiera por el puerto, todas esperando que “los muchachos” se den cuenta de que seguir navegando solos pone en peligro su propia expedición -ante el país y ante la Historia-, y puede llevar a la nación al naufragio. La retórica apoyada en “el enemigo” no aguantará de ahora en adelante el maremagno doméstico.
No hay duda de que en 48 años -¡seamos justos: en toda nuestra historia!-, la poca influencia de las cubanas en el quehacer político del país no se ha medido exclusivamente por los cargos. Quizás la mujer de más influencia hoy en Cuba, además de Yadira García Vera, sea la que menos cargos ostenta. Es una mujer joven, feminista, de luces y está dentro del círculo de confianza.
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[1] Mi traducción de Valentine Moghadam, Gender and Reestructuring: A Comparative Analysis of Third World Industrializing Countries and the Former State Socialist Societies, 1991
[2] Se han escrito volúmenes sobre la transición hacia el poscomunismo, pero casi ninguno aborda la problemática de la mujer. Sólo los trabajos dedicados a ello, escritos por mujeres, lo abordan. De esa forma se ha marginado y ninguneado la crisis que enfrenta la mujer -ergo, la familia- en esos países.
[3] Ibid.
[4] “In Their Own Words.” MS Magazine, New York, julio/agosto, 1990
[5] Sharon L. Wolchik. Women’s Issues in Czechoslovakia in the Communist and Post-Communist Periods.” En Nelson y Chowdhury, Opus cit, pp. 208-225.
[6] Olga Voronina. “Soviet Women and Politics: On the Brink of Change”. En Nelson y Chowdhury, Opus cit. Pages 722-736.
[7] Mi traducción de Valentine Moghadam, Privatization and Democratization in Central and Eastern Europe and the Soviet Union: The Gender Dimension. Introduction. 1991
[8] Alexander Franco, Business Opportunities in a Free Cuba. Miami: Hallpark Press, 1995, pp. 218-222.
[9] Padula, Alfred y Lois M. Smith. Sex and Revolution: Women in Socialist Cuba. New York: Oxford University Press, 1996
[10] Alvarez Suárez, Mayda. “Mujer y poder en Cuba”. Cuba construyendo futuro. Madrid: El viejo topo, 2000, p. 84
[11] Nidia Díaz. “La mujer y un destino que puede ser diferente”. Granma, 11 de abril de 1998. Puede que estas estadísticas hayan cambiado un poco en los últimos cinco años, pero esta aproximación es válida para los efectos de este trabajo.
[12] FMC, “Tesis sobre promoción de la mujer”. Memorias del VI Congreso de la FMC. La Habana: Editorial de la Mujer, 1995-
[13] Alvarez Suárez. Opus cit, p. 107.
[14] Granma, noviembre de 1991.
[15] Granma, noviembre de 1997.
[16] BUSCAR
[17] Ibid.
[18] Granma Cubaweb, 01-21-03
[19] Las pensiones por jubilación oscilan entre los C$75 y los C$150 pesos, con una inmensa mayoría alrededor de los C$100 pesos, o sea US$5. Los ancianos que comen en los “Centros para abuelos” tienen que pagar C$25 pesos mensuales. Muchas mujeres jubiladas se sostienen haciendo trabajitos por cuenta propia, y las casadas al menos se benefician de lo que percibe el marido. El 15% de los cubanos es mayor de 60 años.
[20] Remito al lector al excelente estudio realizado por la antropóloga española, Isabel Holgado Fernández, titulado ¡No es fácil!: Mujeres cubanas y la crisis revolucionaria. Barcelona: Icaria, 2001.
[21] Desde el principio, la FMC ha representado los intereses y prioridades del gobierno a las mujeres, y las ha movilizado hacia el rendimiento de esas prioridades. Esto lo detectó la socióloga norteamericana Ruth Lewis muy temprano, y lo comentó en la Introducción a su libro Four Women: Living the Revolution. Urbana: University of Illinois Press, 1977.
[22] Padula y Smith, Opus cit.
[23] Rodríguez Calderón dirige en la actualidad una revista electrónica sobre género y violencia doméstica.
[24] El grupo Magín se funda en La Habana en 1993; lo organizan comunicadoras cubanas preocupadas por la ausencia o tratamiento inadecuado de la temática de género y por la pésima representación de la mujer en los medios de comunicación cubanos. En su escaso año y medio de existencia, Magín logró publicar un primer boletín y realizar varios talleres sobre el tema. La organización suspendió sus actividades ante la presión oficial, otro error que habría que rectificar, en beneficio de un diálogo con enfoque de género, diverso y nacional.
[25] Citado en Padula y Smith, Opus cit.
[26] Ibid.
[27] Dice textualmente el Proyecto Varela: “La satisfacción de las necesidades de consumo del pueblo y el control y la propiedad democrática por los trabajadores de los medios de producción, no se reducen a la propiedad estatal, que es una y no la única forma de propiedad social...¿Será esto más difícil de lograr como derecho para los cubanos y entre cubanos, que lo que ha sido conceder a empresas extranjeras, el derecho, no solo a participar sino a tener, en algunos casos, la propiedad total de una empresa, tal como lo hace la ley que regula las inversiones extranjeras?
[28] Se considera por debajo de los niveles de la pobreza todo aquél cuyo ingreso sea de menos de US$1 diario. El salario mensual promedio cubano es de entre US$8 y US$12.
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