EL MOMENTO OPORTUNO, LA PALABRA PERFECTA
EL MOMENTO OPORTUNO, LA PALABRA PERFECTA
Por Esteban Casañas Lostal.
Abordar el tema cubano desde cualquier ángulo implica ciertos riesgos inevitables, es como si frotáramos la lámpara de Aladino con cierta inseguridad, nunca se sabe cuál de los monstruos saldrá a la luz, si el de aquí o el de allá. Existe sin embargo la certeza de que lo hará enojado por haberlo despertado de su prolongado y apacible sueño, no quepa la menor duda de ello, siempre despertará molesto.
Para tratar nuestro complicado mundo, algo así como una enmarañada madeja que nadie ha sabido desenredar durante casi medio siglo, y cuya tendencia ha sido siempre enredarse aún más hasta convertirla casi en impenetrable, peor aún, incomprensible a los ojos de quienes no pertenecen a él, es, ha sido y será nuestro eterno dilema. Nadie está autorizado a expresarse sobre el caso cubano, nadie que no viva en la isla, nadie que no viva en el exterior. No sabemos a ciencia cierta quién posee esa autoridad que nos permita algún día expresarnos libremente, es como si lleváramos el tirano dentro.
“Todo debe realizarse o expresarse en el momento oportuno”, es una tendencia que ha prevalecido durante décadas en el fuero interno de cada nacido en aquella maldita isla. “En el momento histórico”, dirán los aventajados en filosofía y solo nos dejan espacio a una sola pregunta. ¿Cuándo llegará ese momento? Ya ha pasado casi medio siglo en esa espera y temores por frotar la lámpara para evitar que el monstruo se moleste. ¡Ya llegará, ya llegará! Responde el eco de nuestras conciencias y agrega, ¡no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que la resista! ¿Conoces la gravidez? Todo cae por su propio peso. Podemos deducir entonces que toda manifestación debe ocurrir durante un tiempo adecuado, y que ese tiempo (en el caso nuestro), pueda aproximarse o extenderse al medio siglo para ser bendecido y aprobado por alguien que nunca sabemos quién rayos es. ¿Quién es el monstruo? ¿Quién ha permanecido dormido, embelezado, embriagado con cantos de sirenas triunfalistas, hipnotizado por la prosa divina?
No solo estamos obligados a buscar ese tiempo apropiado, y creo que al ritmo de la vida, necesitaremos construir urgentemente una máquina del tiempo aunque se utilice material colectado por los CDR y sea confeccionada por la ANIR. Es que sencillamente la vida se acaba, se apaga como una velita que se fue consumiendo y no queremos darnos cuenta. Se requiere además que esas palabras tengan su origen en el lugar indicado, y es aquí donde se complican un poco más las cosas. Si además de no encontrarte dentro de ese tiempo, cometes el error de expresar la palabra en una geografía equivocada, estás cometiendo un acto verdaderamente desafiante, digamos que temerario o suicida. ¡Oh! Eso es derecho exclusivo de quién vive en la isla, vela por los sueños del monstruo, o quizás, duerme dentro de la lamparita. ¿Cómo vas a opinar desde allá? Surgen infinidad de concepciones extrañas para definir el valor, ¡los valientes son los que se quedaron!, ¿por qué?, porque no pudieron escapar, es inadecuada e injusta esa respuesta. Como impropia es la definición que se pretende darle al valor, no se entiende y menos la comprenderán aquellos que se mantienen fuera de todo este potaje. Es mucho más complicado profundizar, ¡no es fácil!, dicen aquí y allá.
Peor aún, hay que ser muy cuidadoso a la hora de expresar un criterio y que éste se refiera a una persona, evento, organización, etc., definida. Las reacciones puede ser violentas y premiarte de enemistades gratuitamente, incluso convertirte en enemigo de personas que comparten igual ideología y ser condenado al ostracismo. El mundo cubano está viciado de “intocables”, nadie debe ser criticado y “menos aún”, si el personaje se encuentra en la isla. Poco importa si disfrazado de disidente es descubierto colaborando con la inteligencia, ¿ejemplo?, hagan su aporte. El truco radica en no complacer al régimen cubano con nuestras críticas, aparecen entonces los que llevan ocultos sus Pavones o Sergueras dentro del propio exilio. Porque créase o no, existe una censura muy discretamente oculta dentro de cada uno de nosotros y la aplicamos tal como realizan en la isla. Espero haber complacido a muchos enemigos con estas palabras y disgustado a muchos amigos, pero si deseamos hablar con nuestras verdades, nunca podemos considerarlas absolutas. Uno de los principales argumentos que se esgrimen en esos casos lo es, “hay que ser cuidadosos, eso ayuda a dividirnos”, y me surge una sola pregunta, ¿hemos estado unidos alguna vez?, ¿debo aplaudir a un güevón en nombre de esa supuesta unidad?
“La palabra perfecta”, hay que ser muy precavidos y elegir la palabra que se desea utilizar para referirse a una persona, evento u organización. Debe ser preferiblemente rebuscada en un diccionario cualquiera, adornada, azucarada, tierna. Debe ser así para evitar despertar las extremas susceptibilidades, sentimientos, patriotismo, libertades, etc. Pero por encima de todo, esa extrema tendencia a herirnos cuando escuchamos o leemos algo que expresa una verdad, una pequeñita verdad, aunque ésta sea relativa. Las reacciones son muy variadas y despiertan en nosotros todo el dolor y angustia acumulada en el mundo. Somos el pueblo más sufrido del universo y ese derecho no puede ser arrebatado por nadie, nadie podrá secar nuestras lágrimas, nadie está autorizado a detener nuestro llanto, no nos engañemos. Hablar o escribir desde aquí o allá puede resultar muy peligroso y las interpretaciones muy variadas. El de aquí, porque no tiene derecho a reclamarle valor al de allá, y el de allá, porque ha sido valiente a resistir medio siglo de penurias y calamidades, ¿existe otra opción? Es mucho más complicado, pero son las opiniones que prevalecen, ¿seremos merecedores de algún reconocimiento y respeto? ¡Por Dios! Si llevamos medio siglo llorando, los de aquí y los de allá.
Hace falta el disparo de nieve que un día despierte a todos con su detonación y congele vagos sentimientos. Hace falta gritar de una vez, ¡abajo lo viejo!, y si con ese grito hay que sepultar la vejez para salvar el futuro de una nación, hay que darle oportunidades a los jóvenes para que traten de construir el mundo que nosotros destruimos con nuestra insensatez. Los poquísimos orificios por donde se ha podido respirar, han sido abiertos por jóvenes. Ha llegado el momento de darles la oportunidad de que cometan sus errores y vivan sus experiencias de la misma manera que lo hicimos nosotros. Los que fuimos jóvenes ayer y no queremos reconocer de una **** vez que nos equivocamos o traicionaron, caben otras miles de justificaciones para tratar de limpiar en algo nuestras conciencias. Pero solo nosotros hemos sido los responsables del legado que entregamos a las nuevas generaciones, no por gusto fueron marginados en las recientes conferencias realizadas entre los culturozos cubanos. El momento oportuno ha llegado, el de retirarnos con todos nuestros prejuicios lágrimas y justificaciones. El momento de decir que siempre existió un grupo de hombres que lo dieron todo por la causa que ellos creyeron justa, pero que fueron abandonados a su suerte por el miedo que siempre llevamos dentro.
Montreal..Canadá.
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