HISTORIA DE AURELIO BALDOR Y SU ÁLGEBRA
Estudié el Álgebra de la enseñanza de nivel medio por los libros de textos de otro grande en la Matemática y la Pedagogía cubana: Mario O. González, pero siempre quise tener el Álgebra de Aurelio Báldor y su Aritmética; sus libros estaban prohibidos y eran muy difíciles de conseguir. Pude encontrar y comprar el Álgebra de Baldor cuando ya me había graduado de Matemático Puro en la Escuela de Matemáticas de la Universidad de La Habana y había visto muchas otras álgebras como el Álgebra Superior de Pablo Miquel y Merino, ilustre matemático cubano cuyo nombre lleva el Premio Nacional de Matemáticas de Cuba. mi alegría fue inmensa.
Decía el físicomatemático francés Henry Poincaré que la causa fundamental del rechazo de los estudiantes hacia la Matemática eran los métodos utilizados por los profesores que la imparten, pues la Matemática es la ciencia por excelencia para ejercitar el raciocinio y el raciocinio es la característica fundamental que diferencia al hombre de los animales. Yo comparto esa opinión y la respaldado con mis 25 años de trabajo como profesor de Matemática y hago las siguientes pregunta ¿ Qué ventajas trae el estudio del Álgebra con relación a la Aritmética ? ¿ Cúantos profesores, suponiendo que las conozcan, se las explican a los estudiantes ? ¿ Qué alumno, y sobre todo un alumno adolescente, acepta reglas impuestas cuya razón de existencia desconoce ?
Aurelio Baldor, Mario O. González, Marcelo Alonso, Leví Marrero y tantas otras glorias de la Ciencia y la Pedagogía cubana algún día serán reconocidos y honrados en su Patria de donde el ostracismo castrista los ha borrado durante casi medio siglo.
¿Te acuerdas de Baldor?
Aurelio Baldor, el autor del libro que más terror despierta en los estudiantes de bachillerato de toda Latinoamérica, no nació en Bagdad. Nació en La Habana, Cuba, y su problema más difícil no fue una operación matemática, sino la revolución de Fidel Castro. Esa fue la única ecuación inconclusa del creador del Álgebra de Baldor, un apacible abogado y matemático que se encerraba durante largas jornadas en su habitación, armado sólo de lápiz y papel, para escribir un texto que desde 1941 aterroriza y apasiona a millones de estudiantes de toda Latinoamérica.
El Álgebra de Baldor, aun más que El Quijote de la Mancha, es el libro más consultado en los colegios y escuelas desde Tijuana hasta la Patagonia. Tenebroso para algunos, misterioso para otros y definitivamente indescifrable para los adolescentes que intentan resolver sus "misceláneas" a altas horas de la madrugada, es un texto que permanece en la cabeza de tres generaciones que ignoran que su autor, Aurelio Angel Baldor, no es el terrible hombre árabe que observa con desdén calculado a sus alumnos amedrentados, sino el hijo menor de Gertrudis y Daniel, nacido el 22 de octubre de 1906 en La Habana, y portador de un apellido que significa "valle de oro" y que viajó desde Bélgica hasta Cuba sin tocar la tierra de Scherezada.
Baldor, el grande
Daniel Baldor reside en Miami y es el tercero de los siete hijos del célebre matemático. Inversionista, consultor y hombre de finanzas, Daniel vivió junto a sus padres, sus seis hermanos y la abnegada nana negra que los acompañó durante más de cincuenta años, el drama que se ensañó con la familia en los días de la revolución de Fidel Castro.
"Aurelio Baldor era el educador más importante de la isla cubana durante los años cuarenta y cincuenta. Era fundador y director del Colegio Baldor, una institución que tenía 3.500 alumnos y 32 buses en la calle 23 y 4, en la exclusiva zona residencial del Vedado. Un hombre tranquilo y enorme, enamorado de la enseñanza y de mi madre, quien hoy lo sobrevive, y que pasaba el día ideando acertijos matemáticos y juegos con números", recuerda Daniel, y evoca a su padre caminando con sus 100 kilos de peso y su proverbial altura de un metro con noventa y cinco centímetros por los corredores del colegio, siempre con un cigarrillo en la boca, recitando frases de Martí y con su álgebra bajo el brazo, que para entonces, en lugar del retrato del sabio árabe intimidante, lucía una sobria carátula roja.
Los Baldor vivían en las playas de Tarará en una casa grande y lujosa donde las puestas de sol se despedían con un color distinto cada tarde y donde el profesor dedicaba sus tardes a leer, a crear nuevos ejercicios matemáticos y a fumar, la única pasión que lo distraía por instantes de los números y las ecuaciones. La casa aún existe y la administra el Estado cubano. Hoy hace parte de una villa turística para extranjeros que pagan cerca de dos mil dólares para pasar una semana de verano en las mismas calles en las que Baldor se cruzaba con el "Che" Guevara, quien vivía a pocas casas de la suya, en el mismo barrio.
"Mi padre era un hombre devoto de Dios, de la patria y de su familia", afirma Daniel. "Cada día rezábamos el rosario y todos los domingos, sin falta, íbamos a misa de seis, una costumbre que no se perdió ni siquiera después del exilio". Eran los días de riqueza y filantropía, días en que los Baldor ocupaban una posición privilegiada en la escalera social de la isla y que se esmeraban en distribuir justicia social por medio de becas en el colegio y ayuda económica para los enfermos de cáncer.
Álgebra del exilio
El 2 de enero de 1959 los hombres de barba que luchaban contra Fulgencio Batista se tomaron La Habana. No pasaron muchas semanas antes de que Fidel Castro fuera personalmente al Colegio Baldor y le ofreciera la revolución al director del colegio. "Fidel fue a decirle a mi padre que la revolución estaba con la educación y que le agradecía su valiosa labor de maestro..., pero ya estaba planeando otra cosa", recuerda Daniel.
Los planes tendría que ejecutarlos Raúl Castro, hermano del líder del nuevo gobierno, y una calurosa tarde de septiembre envió a un piquete de revolucionarios hasta la casa del profesor con la orden de detenerlo. Sólo una contraorden de Camilo Cienfuegos, quien defendía con devoción de alumno el trabajo de Aurelio Baldor, lo salvó de ir a prisión. Pero apenas un mes después la familia Baldor se quedó sin protección, pues Cienfuegos, en un vuelo entre Camagüey y La Habana, desapareció en medio de un mar furioso que se lo tragó para siempre.
"Nos vamos de vacaciones para México, nos dijo mi papá. Nos reunió a todos, y como si se tratara de una clase de geometría nos explicó con precisión milimétrica cómo teníamos que prepararnos. Era el 19 de julio de 1960 y él estaba más sombrío que de costumbre. Mi padre era un hombre que no dejaba traslucir sus emociones, muy analítico, de una fachada estricta, durísima, pero ese día algo misterioso en su mirada nos decía que las cosas no andaban bien y que el viaje no era de recreo", dice el hijo de Baldor.
Un vuelo de Mexicana de Aviación los dejó en la capital azteca. La respiración de Aurelio Baldor estaba agitada, intranquila, como si el aire mexicano le advirtiera que jamás regresaría a su isla y que moriría lejos, en el exilio. El profesor, además del dolor del destierro, cargaba con otro temor. Era infalible en matemáticas y jamás se equivocaba en las cuentas, así que si calculaba bien, el dinero que llevaba le alcanzaría apenas para algunos meses. Partía acompañado de una pobreza monacal que ya sus libros no podrían resolver, pues doce años atrás había vendido los derechos de su álgebra y su aritmética a Publicaciones Culturales, una editorial mexicana, y había invertido el dinero en su escuela y su país. La lucha empezaba.
Los Baldor, incluida la nana, se estacionaron con paciencia durante 14 días en México y después se trasladaron hasta Nueva Orleans, en Estados Unidos, donde se encontraron con el fantasma vivo de la segregación racial. Aurelio, su mujer y sus hijos eran de color blanco y no tenían problemas, pero Magdalena, la nana, una soberbia mulata cubana, tenía que separarse de ellos si subían a un bus o llegaban a un lugar público.
Aurelio Baldor, heredero de los ideales libertarios de José Martí, no soportó el trato y decidió llevarse a la familia hasta Nueva York, donde consiguió alojamiento en el segundo piso de la propiedad de un italiano en Brooklyn, un vecindario formado por inmigrantes puertorriqueños, italianos, judíos y por toda la melancolía de la pobreza. El profesor, hombre friolento por naturaleza, sufrió aun más por la falta de agua caliente en su nueva vivienda, que por el desolador panorama que percibía desde la única ventana del segundo piso.
La aristocrática familia que invitaba a cenar a ministros y grandes intelectuales de toda América a su hermosa casa de las playas de Tarará, estaba condenada a vivir en el exilio, hacinada en medio del olvido y la sordidez de Brooklyn, mientras que la junta revolucionaria declaraba la nacionalización del Colegio Baldor y la expropiación de la casa del director, que sirvió durante años como escuela revolucionaria para formar a los célebres "pioneros". La suerte del colegio fue distinta. Hoy se llama Colegio Español y en él estudian 500 estudiantes pertenecientes a la Unión Europea. Ningún niño nacido en Cuba puede pisar la escuela que Baldor había construido para sus compatriotas.
Lejos de la patria
Aurelio Baldor trató en vano de recuperar su vida. Fue a clases de inglés junto a sus hijos a la Universidad de Nueva York y al poco tiempo ya dictaba una cátedra en Saint Peters College, en Nueva Jersey. Se esforzó para terminar la educación de sus hijos y cada uno encontró la profesión con que soñaba: un profesor de literatura, dos ingenieros, un inversionista, dos administradores y una secretaria. Ninguno siguió el camino de las matemáticas, aunque todos continuaron aceptando los desafíos mentales y los juegos con que los retaba su padre todos los días.
Con los años, Baldor se había forjado un importante prestigio intelectual en los Estados Unidos y había dejado atrás las dificultades de la pobreza. Sin embargo, el maestro no pudo ser feliz fuera de Cuba. No lo fue en Nueva York como profesor, ni en Miami donde vivió su retiro acompañado de Moraima, su mujer, quien hoy tiene 89 años y recuerda a su marido como el hombre más valiente de todos cuantos nacieron en el planeta. Baldor jamás recuperó sus fantásticos cien kilos de peso y se encorvó poco a poco como una palmera monumental que no puede soportar el peso del cielo sobre sí. "El exilio le supo a jugo de piña verde. Mi padre se murió con la esperanza de volver", asegura su hijo Daniel.
El autor del Álgebra de Baldor se fumó su último cigarrillo el 2 de abril de 1978. A la mañana siguiente cerró los ojos, murmuró la palabra Cuba por última vez y se durmió para siempre. Un enfisema pulmonar, dijeron los médicos, había terminado con su salud. Pero sus siete hijos, quince nietos y diez biznietos, siempre supieron y sabrán que a Aurelio Baldor lo mataron la nostalgia y el destierro.
Textos y foto de Aurelio Baldor de www.revistadiners.com.co
14 Comments:
Estimado Pedro Pablo: un placer saludarte y agradecer su artículo sobre Don Aurelio Baldor. Mi consulta, para tí, es respecto al sistema Baldor. Por ejemplo si me puedes dar referencias bibliográficas o links donde poder profundizar esta información. Pues hasta el momento sólo he encontrado información semejante a la aportado por tu blogs.
Un abrazo desde chile
Francisco Álvarez
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Saludos Francisco
Siento decirte que no te puedo dar esas referencias bibliográficas sobre el sistema de Baldor de la enseñanza de la Matemática, ya que no lo conozco. Como expliqué en mi nota, me gradué de Matemático Puro ( el que crea Matemática para la Matemática.); no estudié pedagogía ni Metodología de la enseñanza de la Matemática y toda mi experiencia pedagógica y conocimientos de la enseñanza es en el nivel universitario, en el cual Baldor no incursionó, al menos en Cuba.
En otro país con libertad, se hubieran hecho tesis de carácter pedagógico sobre la obra de Baldor, de Alonso, el de los libros de Alonso y Acosta, de Física, el historiador y geógrafo Leví Marrero, y tantos otros, pero en Cuba desde hace medio siglo hay una dictadura totalitaria, que como dice ese nombre, no sólo coharta la libertad política sino todas las libertades de la sociedad
Siento realmente no poder ayudarlo; gracias por su comentario.
Estimado amigo, le agradezco mucho haber hecho esta reseña de Aurelio Baldor. A él y a Levi Marrero, les agradezco mi amor por la lectura y las ciencias. Sus libros despertaban en mí tal fascinación, que aún antes de poder comprenderlos los hojeaba con interés y satisfacción. Que Dios tenga en la gloria a esos insignes cubanos.
El libro de Baldor no es un libro de matemática sino un libro de ejercicios; dado su estilo, propende por la enseñanza conductista a través de la mecanización de ejercicios y solución de problemas. En su teoría contiene varios errores de tipo conceptual, de allí que Baldor fracasara en los Estados Unidos al tratar de imponer su libro.
Los libros ( Aritmética y Álgebra ) de Baldor son buenos libros para aprender Matemática a ese nivel.
Fue un libro que se adelantó a su época, al igual que el de Aritmética de la Dra. Escalona; de ahí que en algunos lugares no se aceptara. Los libros actuales de Matemática de ese nivel en los EE.UU. han seguido el camino abierto por Baldor y su asesor pedagógico José Oubiña.
interesante jmas me habian interesado las matematicas pero en el se ve un interesante camino hacia las mataematicas de baldor podria decir que estoi encandilada de saber q fue un gran genio y me encantaria saber mas acerca de este gran hombre que acaba de revolucionar mi mente
Realmente Aurelio Baldor fue un muy discreto matemático, un gran profesor de Matemática de la enseñanza Elemental y Media y un notable empresario en la Educación privada.
El mejor matemático de su época, y tambiém extraordinario pedagogo, fue el Dr. Mario O. González, el cual también salió al Exilio muy tempranamente después del triunfo de esa debacle que ha sido la Revolución Cubana degenerada en tiranía militar.
Muchas gracias profesor Arencibia por esta hermosa reseña biográfica del profesor Baldor.
Soy profesor de Matemáticas, y como la mayoría de mis contemporáneos, aprendí Álgebra con ayuda del libro del profesor Baldor.
En Colombia, es el único libro de texto que se encuentra en cualquier librería. Pese a sus años, el libro muestra la maestría docente del profesor Baldor. Me hubiera encantado conocerlo y, más aún, ser uno de sus alumnos.
Fausto Merchán Chaparro
Bogotá, Colombia
Cuando fui joven nunca aproveche el valor de este libro,ahora que llevo medio siglo quiero volverlo a retomar para divertirme,lastima que el par de hermanitos que gobiernan Cuba con intereses propios no aprecien lo que fue el señor Baldor y si les interese oprimir a su país y con deseos de oprimir el continente sudamericano.
Carlos E. Alarcón Bogotá,Colombia.
Cuando fui joven nunca aproveche el valor de este libro,ahora que llevo medio siglo quiero volverlo a retomar para divertirme,lastima que el par de hermanitos que gobiernan Cuba con intereses propios no aprecien lo que fue el señor Baldor y si les interese oprimir a su país y con deseos de oprimir el continente sudamericano.
Carlos E. Alarcón Bogotá,Colombia.
Saludos, amigos.
En mis tiempos pre-universitarios la obra de Baldor fue mi mejor apoyo. Luego de 15 años de graduado de Ingeniería Mecánica, pienso que su método (conductista, o lo que sea) mantiene vigencia y efectividad. Sus obras forman parte de mis tesoros bibliográficos, los cuales constituyen - de nuevo - un apoyo para mis dos hijos adolescentes.
Excelente obra. Pienso que es aplicable a cualquier tiempo, ya que el álgebra - como otras disciplinas - se aprenden con la práctica constante. Forma parte muy preciada de mi biblioteca, usada por mis hijos adolescentes.
Muy buena reseña... yo tengo los tres libros de baldor..
aritmetica de baldor
Publicar un comentario
<< Home