NUEVO DECRETO NUEVAS DUDAS
NUEVO DECRETO, NUEVAS DUDAS
Por Jorge Olivera Castillo
24 de agosto de 2007
La Habana – www.PayoLibre.com – Raúl Castro apuesta por disciplinar a la clase dirigente. Quiere, a toda costa, ir modelando el país con estilo propio. Sabe que es el nuevo presidente y busca poner en perspectiva el raulismo. Esa entelequia en la que no pocos analistas citan como una manera de aplicar recetas semi-chinas o semi-vietnamitas.
En el caso cubano, la liberación en el ámbito económico, se presume sea limitada y sujeta a controles que eviten una aplicación intensiva del capitalismo. En lo que atañe al poder político, ni hablar. El partido comunista, se resistirá a cualquier veleidad reformista. Si acaso, algún cambio táctico que simule un ejercicio renovador, pero en el fondo nada o muy poco más allá de las formas y el contenido actuales.
Se dice que el nuevo dueño de la república cuenta con capacidades para insuflarle racionalidad al proyecto “revolucionario” que a casi medio de siglo de existencia muestra un deterioro que la propaganda, por más que lo intente, no puede ocultar.
Castro II, logró fundir la disciplina militar con el pensamiento empresarial durante su larga trayectoria como ministro de las Fuerzas Armadas. Según especialistas en el tema cubano, es el titular de Defensa con más tiempo en el cargo. Un detalle que confirma la naturaleza de una dictadura con ínfulas dinásticas y otros vicios derivados del acaparamiento del poder.
Hoy los grandes empresarios son personas que colgaron las charreteras y el fusil. Ahora gustan del traje de marca y los cócteles, los viajes de negocios, las cuentas en dólares públicas y ocultas y el roce con los pilares del capital extranjero.
A la sombra de la ideología que aún promulga el martirologio como un fin a cumplir unánimemente, ellos han creado un mundo ajeno a tales postulados. En estos cónclaves hay márgenes de eficiencia indiscutibles al compararlos con los conseguidos en las industrias estatales. Los mejores niveles de organización, ahorro y rentabilidad quedan a menudo por debajo del alto índice de corrupción, una realidad que subsiste a discreción de jefes y subordinados. Al parecer no hay manera de compaginar los constantes llamados al sacrificio y a la modestia material con las tentaciones del mercado.
Tengo la impresión de que el nuevo decreto para contener las indisciplinas en los centros laborales, tendrá pobres resultados. Las medidas punitivas se centrarán en los cuadros profesionales del Partido, dirigentes y funcionarios administrativos que no logren eliminar los robos y las ausencias y llegadas tardes de los trabajadores.
El escepticismo sobre tal disposición no es gratuito. Es sabido que en la población laboralmente activa prevalece la apatía y la intención de apropiarse de los recursos del estado. Esto no va a variar sustancialmente con las presiones a los dirigentes. De alguna manera, ellos también deben formar parte del juego. Son personas con aspiraciones y deseos enfrentados a exigencias no correspondidas con salarios mediocres, pésimas condiciones de trabajo y una estela de contratiempos que llegan a menoscabar la moral y la ética al ritmo del soborno, la malversación y muchas otras prácticas perniciosas.
Tan popular ha sido y es el robo al estado que sus millones de practicantes llaman “resolver” al arte de llevarse las cosas subrepticiamente. Sin un diseño estructural de renovación que incluya temas claves como el derecho a ejercer el trabajo particular sin absurdas restricciones, la solución del problema del transporte urbano, la estimulación al desarrollo de una agricultura eficiente y diversificada como garantía de acceso a productos alimenticios de calidad y bajos precios, no se puede pensar en el éxito.
Si estos son los primeros signos de apertura del raulismo, pues se corroboran las sospechas de quienes piensan que el destino, a corto plazo, del régimen es andar por las ramas y anteponer más signos de interrogación a su desenvolvimiento.
Habrá dirigentes removidos de sus cargos por incumplimiento del deber, infractores sancionados, pero la vida seguirá igual. Anárquica, a veces tragicómica, por momentos aparentemente tranquila.
Quizás el cambio venga de otra manera. Rudo, violento, catastrófico. Anunciar más látigo sin incentivos, es draconiano e insultante. Eso contribuirá a acumular mayores cuotas de resentimientos, a que la gente observe con recelo al sucesor. Por cierto, quisiera sugerir que el 1 de septiembre cuando entren en vigor las medidas anunciadas, comiencen por las corporaciones dirigidas por personal castrense. De allí salen hornadas de especuladores, ladrones y delincuentes de cuello blanco.
No me tomaría por sorpresa un escarmiento ejemplarizante como cortina de humo y si la preferencia por imitar el modelo chino cobra fuerza, no es descartable que fusilen a unos cuantos corruptos de alto nivel. Ya lo dije, la hipotética apertura comienza mal y puede terminar peor.
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