BARACUTEY CUBANO

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Tomado del Diario Las Americas.com

Sobre un valioso artículo periodístico

Por Angel Cuadra

El pasado 6 de agosto, leí un articulo de la conocida periodista Gloria Leal, constituido por incisivas y atinadas preguntas, que constituyen un franco y valiente emplazamiento en el que se reprocha a muchos de las más recientes promociones de exiliados, por un lado, la indiferencia e indolencia ante el drama de Cuba, que dejaron atrás en la situación lastimosa de una dictadura implacable y prolongada durante el desfile de más de dos generaciones; y, por otro lado, se reprocha el sistemático ataque que varios de esos más recientes exiliados hacen constantemente al exilio temprano, o sea, el de los cubanos que son los que siguen “sacando la cara” por la causa de Cuba que –agréguese—abrieron las brechas iniciales allanando el camino en un medio ajeno y en cierta medida hostil, para el mejor acomodo de los futuros emigrados. El citado artículo se titula “¿Dónde están los nuevos cubanos?”, y comienza preguntando “Por qué atacar el exilio histórico…”.

A manera de corolario, o preámbulo a posteriori, de dicho artículo, hago el siguiente apunte. Hace algunas semanas, en uno de los programas de mayor radioaudiencia, que mantiene la actitud de oposición militante del régimen castrocomunista, llamó un cubano joven, cercano a los 30 años de edad y con poco tiempo de estancia en el exilio, y confesó sinceramente que él había encontrado las raíces de la cubanía y la verdad histórica de nuestro país, aquí en Miami, escuchando a los exiliados de la vieja guardia, y las proyecciones de dicha emisora en cuanto al tema cubano.

Algunos años atrás, al exiliarse en Alemania el escritor Jesús Díaz (ya fallecido) sus primeras manifestaciones a la prensa fueron de ataque al exilio en similares términos en los que lo hace el gobierno dictatorial cubano. A la pregunta del periodista de por qué atacaba al exilio convencional cubano y no al gobierno castrocomunista, el entrevistado respondió que porque no quería que lo consideraran del “otro lado”. Algún tiempo después dicho escritor, y ya redactor de una revista literaria, por los motivos que fuesen, cesó en su extrema posición antiexilio y hasta visitó varias veces Miami.

Estas dos anécdotas responden en cierta medida varias de las preguntas del loable artículo de Gloria Leal.

Yo llegué al exilio en 1985, o sea, que estuve en Cuba algo más de 25 años bajo el régimen totalitario actual. En los tres años posteriores a mi prisión política, durante los que no me dejaban salir del país, estuve en contacto diario con el pueblo: mis contemporáneos y los de la nueva generación; estudiantes y vecinos del barrio; viejos amigos que me acogían y algún que otro que me rehuía; jóvenes que se me acercaban con curiosidad o admiración, como en busca de otra versión de las cosas; con simpatizantes y con embozados opositores del gobierno y con los primeros despuntes de disidencia; con escritores y artistas oficializados y con escritores y artistas marginados. De esto último mi breve ensayo “Escritores en Cuba Socialista”.

Hay que haber residido en Cuba, en su cotidiana pesadumbre, para constatar el sistemático adoctrinamiento que por todos los medios de comunicación y docencia posibles, este gobierno ha sometido al cubano en general. Esa intoxicación ideológica, con el específico odio al opositor, al exilio tradicional calificado en la prédica oficial como la extrema derecha, la escoria, lacayos del imperialismo, mafia, terroristas, enemigo, en fin, el “otro lado”… algunos llegan a él como el joven oyente de la emisora de radio que cité, y se acercan a ese exilio, precursor de su potencial oposición ideológica. Pero algunos de esos “nuevos cubanos”, como los llama el artículo que se comenta, traen el tóxico venenoso enraizado en sus mentes y en sus pechos, con la consiguiente repulsión al exilio, que inicialmente expresó el escritor Jesús Díaz. Pero a diferencia de éste, no se han desprendido de ese odio antiexilio, al pasado nacional cubano, a los que representan esas raíces de la tradicional cubanía, donde hay muchos que lucharon a grandes riesgos contra el régimen actual cubano, cosas que esos “nuevos” agresivos “cubanos” nunca hicieron ante el drama de Cuba. Aquí podríamos hallar respuesta a la primera parte de la pregunta del artículo: “¿Por qué atacar al exilio histórico?”.

El artículo en cuestión reprocha a esos “nuevos cubanos” porque critican “los métodos antiguos” de la lucha, cuando ellos no aportan “métodos nuevos”: fustigan las tradicionales ideas que el exilio preserva: pero ellos no aportan “nuevos métodos”, ni “nuevas ideas”.

Además –se pregunta la periodista—por qué esos “nuevos” no presentan soluciones usando los métodos y las artimañas que en Cuba les enseñó el gobierno. Y aquí cabe agregar, por nuestra parte, que esas artimañas las utilizan para atacar al exilio, y para trepar a posiciones en los medios de información y docencia en los que ingresan.

De las preguntas hechas en el artículo que comento, se desprende que esos “nuevos cubanos” no luchan contra la tiranía castrocomunista, sino contra los enemigos y opositores activos de esa tiranía. A ésta prestan un buen servicio, en una innegable coincidencia. De aquí que es aplicable esta conclusión ostensible de “el enemigo del enemigo de alguien, es virtualmente amigo de ese alguien”.

Por eso la articulista insiste en que atacar al exilio histórico es una tarea “fútil y estéril” e increpa a estos atacantes sin aval de lucha, a que, en lugar de esa fútil (¿por qué no espuria y sospechosa?) lucha antiexilio, que “formen grupos contra el castrismo, para que no sean sólo “los mismos viejos del exilio temprano”, los que en los medios y foros internacionales “den la cara” por la causa de Cuba”.

Si esos “nuevos cubanos” no se han podido desprender del adoctrinamiento recibido en Cuba, por qué traer ese resabio precisamente a Miami, cuando hay muchos otros lugares a donde ir a residir en este país o en otros países.

En ese exilio histórico, y muy especial en Miami, hay muchos cubanos que han arriesgado sus vidas; han perdido familiares en la lucha o en los paredones de fusilamiento, o han pasado largos años de cárcel en Cuba por rescatar las libertades y la democracia, de lo que nos despojó el régimen totalitario impuesto en Cuba. Y es cuestión más que “fútil” el venir aquí con la función de atacar a ese temprano exilio. Aplíquense, pues, a esos “nuevos cubanos” las palabras de Martí, adaptándolas a estas nuevas circunstancias: “los que no han tenido el valor de sacrificarse, deben tener, al menos, el pudor de callarse ante los que se han sacrificado”.