jueves, julio 24, 2008

EL CUENTO DE LA BUENA PIPA

El cuento de la buena pipa


Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Más que por la intrascendencia de las medidas aplicadas hasta hoy, la falta de rigor y de voluntad política para revertir la crisis en Cuba puede ser apreciada en el despiste con que proyecta sus “cambios” la segunda dinastía.

Ahora se habla sobre el imperativo de dejar atrás el igualitarismo que ha caracterizado el modo en que la revolución trata al pueblo. Habría que ver a qué igualitarismo se refieren. Tal vez al que ha existido sólo en el discurso oficial. O en la manera en que el régimen se aprovecha por igual de los pobres, medrando a su costa y convirtiéndolos en rehenes de su fracaso, en tanto los pejes gordos con su parentela se reparten el cake, ellos sí, igualitariamente.

En todo caso, el igualitarismo que hemos padecido los cubanos nunca pasó de ser representativo de una sociedad esclavizada.

Sin embargo, luego de medio siglo de aplicárnosla impunemente, se caen de la mata con esto de que nuestro igualitarismo, en vez de ser lo que es (su modo particular de someternos), no es otra cosa que la variante de la explotación de unos pobres por otros, donde el buen trabajador, dicen, es explotado por el vago.

Así nos tropezamos otra vez con la coartada, risible pero siniestra, de que todo el “desaguacate” que sufrimos hoy ha sido consecuencia de la infinita bondad de la dictadura totalitaria, de lo malo que son los demás y lo buena que es ella.

En este particular, su error, su bondadoso desatino fue, según dicen, disponer que todos recibiéramos iguales ingresos económicos, con los mismos derechos y oportunidades, lo cual propició que unos muertos de hambre se aprovecharan del sudor de los otros sin aportar nada más que la boca abierta.

Aún suponiendo que ello fuera cierto, la única manera de erradicar el mal, vista ya la ineficacia administrativa del régimen y su inutilidad como generador de progreso, sería liberar la economía, impulsando al menos la pequeña y mediana empresa privada. Los igualitarismos no se eliminan por decreto, sino abriendo reales oportunidades para que cada cual viva según lo que le permitan el libre ejercicio de su laboriosidad, su inteligencia, su especialización, su iniciativa y sus esfuerzos.

Desde luego, tal alternativa no será contemplada en los planes de nuestros perfeccionadores del socialismo. Por diversas razones, entre las cuales está el hecho de que el igualitarismo, según ellos lo conciben, es consustancial a su sistema de dominio. Y no van a mover ni un dedo para eliminarlo, como no sea sustituyéndolo por alguna otra forma de tutela esclavista.

Mientras, se entretienen haciendo poco o nada, y tratan de entretener al personal, acorralándonos y acorralados ellos mismos en el círculo vicioso de su proyecto de cambios, que en buen cubano podríamos llamar el cuento de la buena pipa.