LA PORFÍA DE LA RAZON
LA PORFÍA DE LA RAZON
Por Pedro Corzo

Medio siglo de confrontación, de tenacidad y perseverancia. No sospechamos, no imaginamos los que estrenamos la adolescencia en la lucha contra el totalitarismo, ni tampoco sospecharon nuestros mayores, que tenían la experiencia que nos faltaba, que la tiranía duraría diez lustros, pero tampoco el régimen vislumbró que su poderío sería retado de forma diversa, continua y permanente durante toda su existencia.
No nos ha ahogado la fuerza bruta, no nos han seducido los cantos de sirena y no nos han convencido las falsas promesas de un mundo mejor. La orilla contraria del totalitarismo no cuenta con la homogeneidad que caracteriza al poder absoluto. No es un todo. Las partes que la integran son independientes y diversas y reaccionan de forma diferente, por lo tanto, incurre en contradicciones. La oposición es plural y plural sus propuestas y estrategias y esto es valido para la oposición que actúa dentro y fuera de la isla. Esa es la democracia.
Que la oposición ha cometido errores, equivocaciones y puesto más de un ladrillo en la carretera que conduce al infierno es una verdad, que ninguna persona con sentido común puede negar, pero que esa misma oposición ha padecido persecución, acoso, soledad, escarnio y todo tipo de vituperios, incluyendo los que emiten antiguos victimarios o simples compañeros de viajes, que por oportunismo o convicción sirvieron al cesarismo insular, es una verdad que no se puede escamotear por hábil que sea la pluma o la lengua de sus detractores.
La oposición fue y es plural. Se gestó en 1959. Durante el advenimiento del Fidelismo y el posterior Castrismo. La iniciaron los que no compraron la promesa del Caudillo, ya fuera porque estaban decepcionados de los que les precedieron o porque venían vacunados contra la falsa magia de la que hacen gala los iluminados.
En el mismo amanecer de la Revolución, muchos de los que habían participado en la insurrección y la mayoría de los que integraron el primer gobierno revolucionario, rompieron lanzas con lo que habían ayudado a construir. Hacía falta convicción y coraje para romper con la utopía, para enfrentar un fanatismo sectario que creía

El Mesías sedujo. La herejía se pagó cara en 1959 y sigue teniendo, incomprensiblemente, un alto costo medio siglo después. Aquello tuvo más de religiosidad, por su expresión fanática, que de política. Tal parecía que se inauguraba un tiempo nuevo con todo lo que eso implica de sectarismo e intolerancia; las familias se dividieron, los extremistas se hicieron presentes con la persecución a los no conversos. Anatemas, ofrendas y nuevos mandamientos aparecieron con los inaugurados dioses y pontífices, que también eran intocables y omnipotentes.
La nación sufrió y se escindió. Muerte, exilio y prisión.
Por cincuenta años el presidio político cubano se ha nutrido de hombres y mujeres de dos generaciones. De aquellos que habiendo conocido la libertad fueron a prisión para defenderla y los que privados de ella, aún antes de su nacimiento, fueron a buscarla con más coraje y devoción que Jasón al Vellocino de Oro.


Cierto que no podemos cantar victoria pero la oposición política cubana ha sido perseverante, dedicada; hemos sido unos tozudos sublimes, tanto en el interior de Cuba como en el exilio. Las derrotas han sido muchas pero no nos han vencido. Seguimos clamando por nuestros derechos y soberanía personal con la misma devoción con la que los reivindicamos la primera vez.
Cincuenta años de resistencia, ya superamos lo imposible, por eso no tengo dudas de que, si biológicamente fuera posible, empezaríamos de nuevo porque la justicia de nuestra causa así lo exige.
Pedro Corzo
Julio 2008
Fonte: PenhadeCuba
penhadecuba@googlegroups.com
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