EL ´YIN ´, EL ´YANG ´ Y EL ´YUAN ´
El 'yin', el 'yang' y el 'yuan'
Por Raúl Rivero
en Beijing
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La última mención de categoría a la falta de libertad de expresión y a la persecución de profesionales de la prensa la realizó el sábado Reporteros Sin Fronteras, mediante una transmisión de radio clandestina, realizada en las cercanías del centro
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( Gustavo Cisneros )
Entre los viajeros más entusiastas y comprensivos de la marcha de China por el camino correcto está el empresario Gustavo Cisneros, dueño, entre otros negocios, de Venevisión International. El presidente de la Organización Cisneros firmó en Pekín un convenio de colaboración con la CCTV, la enorme compañía estatal que controla la televisión en este país. El documento permitirá que las dos estaciones de televisión -china y venezolana-, tengan una audiencia de 1.550 millones de personas. Cisneros dijo a un periodista de la CCTV que la firma es la base del despegue de un negocio conveniente para ambas partes.
Explicó que Venevisión «servirá de herramienta» para que la emisora china entre en Iberoamérica. Al tiempo, China abrirá a Cisneros su mercado nacional y el de otras zonas de Asia. Los nuevos socios comenzarán enseguida a intercambiar programaciones y trabajarán en coproducciones que se puedan difundir en las dos regiones del mundo.
El empresario venezolano, de 63 años, tiene la segunda fortuna más grande de aquella zona. No sé si allá en sus cuevas y sus calabozos los periodistas, blogueros y ciberdisidentes podrán comprender como alguien, que maneja medios de comunicación y cuyas empresas emplean a unas 35 mil personas en EEUU, firma después de cuatro años de pruebas una alianza absoluta con quienes, a pesar de que pueden monitorear hasta el vuelo de las mariposas, el temor o la soberbia los hace intolerantes y violentos con sus adversarios.
No se sabe si en las celdas podrán tener noticias de la calle. Si a los del insilio y a los que no dejan salir de sus habitaciones, los familiares les podrán contar lo que pasa. A lo mejor muchos no conocen que Cisneros existe. Pero Cisneros, que es un hombre de prensa, si sabe que ellos viven. Lo saben sus socios. Ellos los conocen muy bien. Con nombres y apellidos. Por eso no quieren dejarlos escribir.
[EL MUNDO]
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