PALABRA Y PODER
Palabra y poder
Por Raúl Rivero
ALBERTO Cepero, un guajiro lépero que administra un taller allá en las Antillas Mayores, le escribió una mañana esta nota a su amigo Benito Garcés, jefe de una granja avícola vecina: «Venito mandame die poyo pal almueso».
Paco Díaz, un estudiante que se ganaba allí un dinerillo como mensajero, le comentó a Cepero que la nota era confusa y que, entre otras cosas, pollo estaba escrito con una falta de ortografía.
El hombre ni siquiera quitó la vista del tractor que reparaba.Desde la altura de su poder le gritó: «Escríbele tú la nota y ponle pollo como tú dices que se pone, a ver si te los dan».
Benito, desde luego, no le hubiera dado el encargo si la petición llega bien escrita. Aquella «v» en su nombre que tiene raíces en la bendición y las aves convertidas por la magia de una «y» en un banco de piedra, le daban la autenticidad al papel manchado de grasa y sin firma que pedía diez pollos para reforzar el almuerzo.
Es la maravilla de la singularidad, el misterio del individuo.Uno de los pocos dones que el hombre puede disfrutar en la pobreza, la enfermedad, la muerte y la intemperie, con el mismo resultado que si fuera rico, saludable y poderoso.
El signo privado, la marca, la clave que identifica al ser humano y lo hace único. Con la mano extendida para recibir una limosna o para darla. En la soledad de la calle y el abandono o en la soledad del poder y acosado por un cerco de guatacas.
Así como los pollos jugosos que alimentan en el comedor de Cepero son los poyos a los que él les pone carne con su español, la vida entera de Venezuela sigue hoy el compás de la impronta de Hugo Chávez.
No hay que tener en cuenta las victorias y las derrotas electorales -esas convocatorias obsesivas son parte del cortadura- ya el navajazo dura diez años. Y la confrontación, las luchas, los odios regados en la geografía tienen el cuño del dictador y la fatalidad prevista de las convalecencias prolongadas.
Chávez reclamaba esta semana el voto para quedarse en poder hasta el 2021. Una cámara lo sorprendió cuando escribía en plena calle este letrero: «Los que quieran Patria/ los que quieran ser Libres/ los que quieran felisidad para sus hijos/ para sus hijas.../ ¡Vengan Conmigo!».
La noción de la palabra poyo y la idea que tiene Chávez de la felicidad. Trascendencia y destino de la huella personal.
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