lunes, marzo 30, 2009

PELOTA POLÍTICA

Tomado de El Nuevo Herald.com

Pelota política


By DANIEL MORCATE

El recién concluido Clásico Mundial de Béisbol puso de relieve el desastre en que la burocracia castrista ha convertido a la pelota cubana. Contrario a lo que vomita la propaganda del régimen y quienes se hacen eco de ella, el béisbol en Cuba ha perdido identidad y brillo y ha degenerado en un apéndice político de la dictadura. Su falso prestigio se basa en las dudosas hazañas que durante décadas realizaron las selecciones cubanas, integradas por profesionales explotados, pero profesionales al fin, contra imberbes jugadores aficionados de diversos países. Pero ahora declina a medida que los equipos de la isla enfrentan a verdaderos profesionales y se ven diezmados por las fugas de jugadores talentosos.

La nueva competencia internacional revela un mundo sobre los países participantes. Los equipos de Japón y Corea del Sur son máquinas beisboleras que evidencian la férrea disciplina y enorme dedicación con que se practica este gran deporte en esas sociedades asiáticas. El talentoso equipo dominicano pagó el precio por llegar al mundial como si fuera uno de esos festivales de merengues que distinguen a su isla gozadora: quedó eliminado en primera vuelta por la mediocre selección de Holanda a pesar de ser uno de los favoritos. La selección norteamericana acusó la falta de seriedad con que Estados Unidos acoge torneos deportivos que no son autóctonos ni prometen grandes ganancias monetarias: se deshizo entre las lesiones de sus jugadores mal preparados físicamente, la dirección desganada de su manager y la indiferencia de la mayoría de los aficionados estadounidenses. En un hecho insólito, el manager Dave Johnson les pidió a sus jugadores que no persiguieran demasiado la pelota si ello implicaba riesgos de lesión. Y abandonó al equipo un día para asistir a una boda.

Pero ninguna selección desentonó tanto en el mundial como la cubana. A diferencia de sus contrincantes, los cubanos entrenaron en secreto en la isla durante casi dos meses para ganar ventaja sobre los demás equipos. Una vez iniciado el torneo, violaron protocolos beisboleros, ocultando hasta el último minuto qué lanzador iba a abrir cada partido, discutiendo acaloradamente entre ellos cuando las cosas salían mal en el terreno y negándose a hablar con la prensa después de los encuentros.

La culpa de esta deslucida actuación, desde luego, no puede achacarse a los jugadores cubanos, algunos de los cuales mostraron gran talento individual, sino al régimen, que en el mejor de los casos los trata como a soldados en guerra y en el peor como esclavos al servicio de Fidel Castro. Se estima que La Habana asignó un policía por cada dos peloteros para vigilarlos y evitar fugas que se empeña en llamar ''deserciones'' porque ya se sabe que los Castro conciben al pueblo cubano como un gran ejército al que ellos comandan y al que sólo abandonan desertores. De acuerdo a esa cínica metáfora totalitaria, los desertores de la dictadura castrista nos aproximamos ya a los cuatro millones. Dos recientes son el editor de televisión Yuri Boza y Raúl Arce, jefe de la sección deportiva de Juventud Rebelde, cuyo escape durante el mundial provocó la ira biliosa del tirano convaleciente. A Boza le amenazó veladamente a la familia que quedó en Cuba y a Arce lo llamó ``baboso''.

La corrección política de los organizadores del mundial escamoteó todo lo posible el empobrecimiento de la pelota cubana. Algunos elogiaron las proezas del equipo cubano en el pasado sin aclarar que fueron contra jugadores aficionados. Otros lo dieron como favorito. Los comentaristas de televisión se autocensuraron sobre las ''deserciones''. Y cuando Antonio Castro, representante personal de su padre Fidel Castro en la selección cubana, le dijo que los peloteros cubanos no deseaban jugar en las Grandes Ligas, el entrevistador cubanoamericano de ESPN, Orestes Destrade, tradujo exactamente lo contrario. Era inevitable que la pelota política de los Castro viciara una competencia que irónicamente busca promover la grandeza del béisbol.
************************