DE CÓMO CASTRO PUEDE AYUDAR A OBAMA
De cómo Castro puede ayudar a Obama
Por Pablo Alfonso
Por Pablo Alfonso
La dictadura castrista está de fiesta. En La Habana suponen que es tiempo de cosechar la influencia cultivada durante largos años, en ciertos sectores empresariales y políticos de Washington. Puede que tengan razón, pero quizás también puede ser que la cosecha de influencias que espera el castrismo no esté a la medida de sus aspiraciones.
Por lo pronto el lobby castrista en Washington, que busca algo así como un “rendimiento incondicional” de la política de Estados Unidos hacia Cuba, que respete el “status quo” de la dictadura marcha a todo tren. Es una maquinaria bien engrasada, en la que se conjugan intereses comerciales, compromisos políticos, simpatías ideológicas, protagonismo mediático y demagogia, todo ello salpicado de una buena dosis de ingenuidad y tontería.
El ejemplo más representativo de esa amalgama de intereses compartidos, lo ofreció Fidel Castro cuando se reunió el pasado martes con tres de los siete congresistas del Caucus Negro, que visitaron a Cuba.
En una rueda de prensa, tras su regreso a Washington, la congresista demócrata por California, Laura Richardson, quien estuvo entre los legisladores que conversaron con Castro dijo: “Nos miró directamente a los ojos y nos preguntó cómo podía Cuba ayudar al presidente Obama en sus esfuerzos para cambiar el curso de la política exterior estadounidense hacia Cuba”.
Richardson parecía emocionada al comentar ese momento. ¿Ingenuidad, ignorancia o idealismo? En cualquier caso, ¡genial!; pero genial por Castro quien se mantiene apegado al refrán: Genio y Figura hasta la sepultura.
La frase, que acaparó titulares en varios medios internacionales de prensa, es típica de Castro. Lo retrata de cuerpo entero. ¡Que lo compre quien no lo conozca! No implica, por supuesto, modestia o disposición a colaborar, como algunos suponen. Todo lo contrario. Su pregunta es arrogante.
Lo que Castro insinúa, desde el ego descomunal en que se asienta, es que él y el régimen que ha impuesto en Cuba, no tienen ningún problema. El problema lo tiene el presidente estadounidense Barack Obama. En ese caso, él (Yo, el supremo) puede facilitarle al presidente Obama, hacer las paces con su dictadura.
Castro envía así un mensaje a Washington, en plan de “perdona vidas”, insinuando que, por ejemplo, podría hacerle menos complejo a Estados Unidos, la reunión de la Cumbre de Las Americas, que tendrá lugar la próxima semana en Trinidad-Tobago. ¿Cómo? Pues pidiéndole a su comparsa bolivariana que “no acorralen” al presidente Obama, con discursos impertinentes que pidan la inclusión de Cuba en esas citas hemisféricas, ... o que dejen a un lado el manido tema del embargo económico norteamericano a su régimen.
Esa es la visión de Castro en términos de ayudar al presidente Obama para que Estados Unidos pueda recomponer sus relaciones con Cuba. El ladino jefe de la revolución cubana, continúa así su guión de reducir a un problema externo, de simples relaciones internacionales, el cuestionamiento de su régimen.
¿Cómo puede ayudar Castro al presidente Obama? No lo se; pero sí se cómo puede ayudar Castro a los cubanos y cambiar la naturaleza totalitaria de su dictadura.
Podría, por ejemplo, comenzar con la liberación de todos los presos políticos y de conciencia que tiene encarcelados.
Sería útil también que le permitiera a los cubanos desarrollar sus propias empresas, para contribuir a elevar la capacidad productiva del país.
Todavía más fácil sería eliminar las restricciones que impiden a los cubanos a comprar y vender sus casas; y a utilizar recursos propios, adquiridos dentro o fuera del país, para reparar o construir sus viviendas.
De hecho, podría suspender esa tenebrosa disposición, que obliga a los cubanos a pedir un permiso (costoso, por cierto) para viajar fuera del país.
Ya se que pedirle a la dictadura que permita la libre expresión, y la circulación de una prensa diferente a la oficial es mucho, pero quizás también podría hacerlo.
Dejo para el final, lo que yo se que no podría hacer: permitir la existencia de otros partidos u organizaciones políticos, que puedan participar libre y genuinamente en un proceso electoral para elegir a sus gobernantes.
Eso es mucho pedir y no lo podría hacer porque entonces el castrismo dejaría de ser una dictadura. Y eso es lo que es y ha sido siempre.
Esperar otra actitud del ahora “compañero Fidel” sería como pedirle peras al olmo, o parafraseando una frase evangélica –a tono con la fecha- esperar que un árbol malo de frutos buenos.
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Fonte: Identificada en el texto
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