EL FANTASMA DEL TIEMPO CONGELADO
El fantasma del tiempo congelado
Por Manuel Vázquez Portal
Estar en Puerto España sin Castro no significó que el fantasma de Cuba no flipara por todas las esquinas de la Quinta Cumbre de las Américas, todo lo contrario, fue una especie de leitmotiv de la sinfonía compuesta por los apandillados de la arcaica música de tableteos de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.
Una inusitada cumbre de la Alternativa Bolivariana para las Américas en casa del acaudalado rey del oro negro, había preparado la partitura que todos debían solfear sin que faltara siquiera una corchea. El allegro lo ensayó en público Raúl Castro, arrebatándole el micrófono a Daniel Ortega, quien más tarde sería el encargado de tararear con su voz aguardentosa el scherzo que luego daría paso a un rondó unánime que rezaría: abajo el embargo a Cuba.
Barack Obama sabía que viajaría a un mundo extraño donde la pobreza, la inseguridad pública, el crimen organizado, el narcotráfico, los grupos guerrilleros terroristas pululan, pero que tales problemas podrían ser relegados para emboscarlo en otro sentido. Es más, tenía información, totalmente descodificada, sobre la celada. No se amedrentó. Seleccionó su mejor escafandra diplomática, preparó con esmero el simulador automático de sonrisas y estrechones de manos, revisó cuidadosamente los láseres de su verbo, conjuró a los espectros del tiempo congelado con ciertas oblaciones de adelanto y otras promesas de ofrendas, según se comportaran. Partió hacia la aventura. Resultó gallardamente ileso.
Como en el cuento de Isaac Asimov la trama abarcó el amor, la ciencia ficción y lo policial. Todo mezclado, que si no, no es América Latina.
Vimos a un Hugo Chávez afectuosísimo con el representante de la otra galaxia, regalarle un fósil de economía antropológica, como para que la Harvard de los años setenta no muriera, aunque el obsequiante tuviera que valerse del también harvardiano Rafael Correa para que le tradujera sus lisonjas al visitante, a quien previamente y en la distancia, había insultado en español.
Gozamos de un torvo Evo Morales negándose a olvidar el pasado y abogando, a su vez, por energías geotérmicas, eólicas, hidroeléctricas mientras frotaba los dos pedernales de sus rústicos hemisferios encefálicos para entender lo que le habían dictado desde La Habana.
Disfrutamos de un taimado Alvaro Uribe, que por un lado afirmaba que Cuba comprendía la necesidad de la seguridad democrática para resolver el conflicto interno colombiano y por otro cabildeaba con los organizadores de la cumbre para que lo sentaran en un almuerzo junto al enviado de las constelaciones para poder camelarlo en cuanto al retrasado tratado de libre comercio, por el que tanto pujó George W. Bush antes de su partida pero que los demócratas trabaron por razones sindicales.
Observamos a una miríada de hermeneutas, cubanólogos, cartománticos y especialistas de pan con chicharrones, que como policías intrépidos se lanzaron tras las pistas de los conciliados para desenredar un enigma descifrado desde el mioceno del castrismo: con los Castro está trancado el dominó, y el pueblo cubano lleva cincuenta años cargando con el doble nueve.
Y no bien habían pasado algunas horas de la clausura de la parranda intergaláctica cuando el convaleciente ex director de orquesta devenido musicólogo, comenzó a reinterpretar la puesta en escena. Calificó al visitante de la nebulosa de Illinois de áspero y evasivo por no querer seguir el tumbao de la sinfonía y tratar de fusionar algunas notas con ritmos más modernos. Luego aclaró que el allegro de su hermano, quizás demasiado alegre por efectos del vodka helado, era sólo una baladronada de barrio para probar que no tenían miedo de cantar en cualquier tono, y que el invitado principal había mal interpretado la melodía.
El barbado de la batuta delirante dejó claro que en esa olvidada zona de la galaxia, la música la sigue eligiendo y componiendo él y que quien no baile a ese ritmo nada hace en su aquelarre, sea de dentro o de fuera. Su guateque es la controversia. Sin diferendo, sin confrontación no hay fiesta.
Ya relató el ex presidente del gobierno español José María Aznar que el fantasma de Jaimanitas le había dicho que necesitaba el embargo para esa y otra generación. Ya no hay remolcador 13 de Marzo que hundir, ya no hay aviones de Hermanos al Rescate que derribar, ahora hay pacíficos opositores políticos presos que canjear por espías para que el embargo continúe y el pueblo siga cargando con el doble nueve.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home