LO QUE OBAMA DEBE DECIR
Lo que Obama debe decir
Por Vicente Echerri
Algunos mandatarios latinoamericanos, con Hugo Chávez a la cabeza, se disponen a hacerle una encerrona al presidente Barack Obama este fin de semana en la V Cumbre de las Américas que se celebrará en la isla de Trinidad. Aunque no aparece en el temario de la cumbre, el posible reingreso de Cuba en la OEA --de donde fuera suspendida en 1962-- parece encabezar la agenda de la izquierda continental en el poder. El presidente de Estados Unidos debe resistir esas presiones que no buscan más que una rectificación de Washington de lo que muchos en América Latina juzgan una política fallida de medio siglo.
La existencia misma del castrismo como una tiranía permanente desde 1959 --donde, con excepción del comunista, no se permite la existencia de partidos políticos, ni hay libertad de prensa ni de empresa ni la vida de los ciudadanos logra escapar a los dictados de una regimentación casi absoluta-- es la prueba más tangible de que Estados Unidos tiene razón en no legitimar a ese régimen con su reconocimiento pleno, en tanto los otros países del continente (desde Canadá hasta Argentina) le hacen un inmenso disfavor a la democracia al reconocerlo.
Dicen estos enfáticos latinoamericanos, movidos por sus prejuicios y sus complejos de inferioridad (justificados estos últimos, me atrevo a decir) que la ausencia de Cuba en esta cumbre y en la OEA es una anomalía, cuando en verdad la anomalía es el régimen cubano, que deliberadamente se separó del sistema democrático y reprimió los derechos soberanos de un pueblo que había conocido el ejercicio de la democracia por casi sesenta años; pues justo es decir que la democracia no dejó de funcionar en Cuba, aunque fuera precariamente, ni en los peores momentos de los gobiernos de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, que han pasado a la historia como dictadores. Pese a ciertos niveles de corrupción y a los desmanes de la policía, los derechos ciudadanos y las libertades fundamentales nunca fueron suprimidos en esos gobiernos que merecieron la repulsa del pueblo y de muchos de sus homólogos de otros países.
¿Cómo es posible que a cincuenta años de opresión, de fracasos y de crímenes se pretenda premiar a la tiranía castrista (tiranía, que dictadura es otra cosa) con un reingreso en el sistema interamericano que parece conllevar una disculpa por el ''error'' de haberla excluido alguna vez?
Creo sinceramente que el presidente Obama, si ha de estar a la altura del liderazgo a que ha sido elegido, debe resistir esas presiones que dicta una distorsionada fraternidad latinoamericana y reclamar en esta cumbre no el reingreso de Cuba en la OEA, sino el regreso del pueblo cubano al orden democrático del que un puñado de gángsteres lo sacara; no el reconocimiento de un régimen espurio, sino de la necesidad de que ese régimen desaparezca y le dé paso a la libertad a que los cubanos tienen derecho; no el fin del embargo con que Estados Unidos, en una insólita posición de decoro, rehúsa legitimar al hampa en el poder, sino el fin de esos hampones.
El presidente Obama debe decirles a sus colegas de América Latina que Estados Unidos vería con mucho beneplácito que Cuba volviera al seno de la OEA, no porque esta organización tuviera que subsanar error alguno, sino porque los que han mandado de manera irrestricta en Cuba por medio siglo decidan excarcelar a los disidentes, abrir espacios políticos a sus opositores y devolverles a los cubanos las libertades y los derechos que alguna vez tuvieron.
En su reciente Congreso celebrado en Miami, los ex presos políticos cubanos aprobaron el enviar un mensaje a Obama que recoge la preocupación de muchos exiliados por lo que el presidente pueda llegar a ceder en esta cumbre, así como la opinión de lo que debería exigir claramente de Cuba como condición sine qua non para la normalización de relaciones entre ambos países. Gloso a continuación el final de este mensaje que, sin duda, refleja el sentir de la gran mayoría de nuestra comunidad:
``El que Estados Unidos llegue a ceder a esas presiones y acepte, como a un igual, la presencia de un régimen que viola sin excusas los derechos y las libertades fundamentales de todos sus ciudadanos desde hace tanto, constituye un acto de legitimación que le hace un deservicio a la democracia norteamericana al tiempo que insulta a todas las víctimas del castrismo, vivas y muertas.
``Señor Presidente, nosotros y tantos otros cubanos, residentes y leales ciudadanos de esta nación, no tenemos en este momento y con vistas a esta V Cumbre de las Américas, a otro defensor ni a otro representante más que a usted. En su carácter de líder del país en que hemos venido a vivir como exiliados de un régimen brutal, le pedimos que no legitime a ese régimen ni reconozca a sus autoridades sin que éstas den pasos concretos hacia el restablecimiento de la democracia en Cuba''.
©Echerri 2009
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