jueves, junio 18, 2009

EN MEMORIA DE AUGUSTO MAXWELL

EN MEMORIA DE AUGUSTO MAXWELL


Por Alfredo M. Cepero


En primer lugar quiero agradecer a Hortensia Maxwell y a sus hijos Augusto, Hortensia, Carlos, Stephen, Heather y Marisela, el honor y el privilegio de permitirme decir unas palabras con motivo de esta solemne ocasión. Alguien que conocía a fondo la naturaleza humana dijo una vez que “el amigo es el hermano que escogemos”. Eso podemos decir de Augusto Maxwell muchos de los que nos hemos congregado en este sagrado recinto para celebrar su vida más que para lamentar su muerte. Una muerte que para las personas de fe no es más que un “hasta luego” transitorio en el largo camino del plan divino al que todos estamos sujetos. Ese misterio del paso del hombre sobre la Tierra lo ha entendido con claridad meridiana su pequeño nieto Joseph que cuando le dijeron que su abuelo había emprendido un largo viaje le dijo a sus padres “abuelo se fue pero abuelo vuelve.” En el temple, la inteligencia y la simpatía de ese y de todos sus nietos Augusto Maxwell esta presente hoy entre nosotros y también lo estará cuando más adelante nos reunamos con él para continuar juntos el viaje que todos los cristianos emprendemos junto al Creador hasta la consumación de los siglos.

Tuve la fortuna de conocer a Augusto Maxwell a principios del año 1961 en que juntos nos inscribimos en la Brigada 2506 cuando el amor a la patria nos permitía superar el miedo a la muerte y nos impelía a pelear por la libertad con las únicas armas que temen y entienden los tiranos. Todos sabemos como y porqué fracasó aquella fatídica página de nuestra historia y por lo tanto no es necesario abundar sobre el tema. Prefiero recordar que, como resultado de aquel fortuito encuentro con Augusto, conocí a sus padres Augusto y Silvia en una casita acogedora y pletórica de amor y patriotismo ubicada en la zona de los Roads de la Ciudad de Miami. Allí nos reuníamos para conversar y a veces coquetear, con el pudor y la mesura de tiempos ya pasados, una juventud pobre en recursos materiales pero rica en ideales y esperanzas. Y en medio de todo aquello, ya sobresalía Hortensia que, como una flor fragante de la llanura camagüeyana, perfumaba los juveniles sueños románticos de Augusto Maxwell.

Pero como también teníamos que ganarnos la vida, su tío Jorge nos consiguió un trabajo conduciendo taxis en Miami Beach y allá nos fuimos Augusto y este servidor para unirnos a Arturo Alfonso y a Mario Cambó en lo que constituyó el primer contingente de taxistas exiliados cubanos en la playa. Andando el tiempo, ambos tomamos senderos diferentes y fuimos absorbidos por otras profesiones y otras responsabilidades. Pero siempre que nos encontrábamos nuestras primeras palabras era para recordar a Cuba y confirmar nuestro compromiso de contribuir a la libertad y la felicidad de nuestro pueblo. Incluso, cuando ya cargado de años y golpeado por el almanaque, Augusto había perdido una parte considerable de su vitalidad juvenil, todavía militaba en varias organizaciones patrióticas y asistía como fiel soldado de la patria a numerosas actividades en la búsqueda de su libertad. Por eso les digo que podemos estar absolutamente seguros de que, hoy en el Cielo como ayer en la Tierra, Augusto estará siempre a la vanguardia de la lucha por una humanidad mas justa, una sociedad mas compasiva y una Cuba finalmente libre. Simple y sencillamente porque esas fueron siempre las características sobresalientes de su carácter apacible, cordial y generoso.

Quiero despedirme con unos versos que escribí detrás de la pequeña capilla de la brigada en Retaluleo cuando ya sabíamos del fracaso al que había conducido la traición de Girón y que Augusto siempre me pedía cuando coincidíamos en actividades comunes. En función de la brevedad les diré solamente los versos finales:

El sol camino de nuevo
sobre la noche siniestra
y la sangre de los muertos
suena a trompeta de guerra

Cuba espera por sus hijos
sus hijos no pueden verla
con coronas de martillo
y cinturón de cadenas

En mástil de dignidad
hay banderas de conciencia
sobre la noche de odios
un amanecer de ideas.

Para honrar la memoria de Augusto Maxwell a nosotros nos corresponde la responsabilidad de hacer realidad ese amanecer de ideas por el que sigue luchando desde el Cielo nuestro amigo entrañable e inolvidable.



Miami, Florida 6-17-09.