domingo, agosto 09, 2009

CUBA: POLVOS REVOLUCIONARIOS

Polvos revolucionarios

Por Jorge Olivera Castillo

Sindical Press

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Hace veinte años que la revolución cubana duerme eternamente. Conozco su epitafio, las flores marchitas y el polvo que cubre la tumba.

No es importante el último mensaje colocado en la lápida siempre tendiente a lisonjear al cadáver como una muestra de cortesía y respeto ante alguien que inicia un viaje- al más allá- sin boleto de regreso.

Lo trascendental radica en que ese nicho no está vacío como pretenden hacer creer con presuntas renovaciones económicas, afianzamiento del discurso patriotero y otras medidas con vistas a crear unas expectativas que comienzan y terminan en el campo de la ficción.

El régimen insiste en el error. En vez de definir nuevas pautas que determinen un cambio estructural, continúan moviendo de un lado a otro los mismos naipes.

Con esas prestidigitaciones buscan confundir y comprar tiempo para invertirlo en sus necesidades más apremiantes. Pensar en una reforma de gran envergadura a corto y mediano plazo sería un procedimiento ideal para la fermentación de las esperanzas de todos los que aguardan por tan siquiera un soplo de racionalidad.

Son casi nulos los incentivos para darle cabida a esos pensamientos.

Los pasos hacia una apertura integral son semejantes a los de un ladrón que toma las precauciones posibles con tal de alcanzar su objetivo. En síntesis, se puede afirmar sin temor a equivocarse que no existe la voluntad para imprimirle transparencia y dinamismo a un proceso que a estas alturas debería estar en etapas más avanzadas y no en pañales.


Esa falta de coherencia y de una reflexión objetiva de la historia es una bomba de tiempo que puede estallar en las manos de quiénes han insistido en ese peligroso juego por más de medio siglo.

A las puertas de una profundización de la crisis económica en, la situación cobra matices que traen a la memoria lo ocurrido en agosto de 1994, cuando miles de cubanos protagonizaron protestas a partir del desabastecimiento y la ausencia de políticas razonables que echaran abajo el todavía pesado lastre de prohibiciones y políticas represivas de endeble sustentación legal.

Continuar amoldando la sociedad a la ortodoxia del partido comunista es un acto descaminado que posibilita el agravamiento de la realidad.

Según la percepción de los dirigentes, es más factible combatir las consecuencias de un sistema carcomido por sus propias contradicciones que eliminar sus causas. Pierden de vista que el facilismo es parte del núcleo de la mediocridad.

Hacerse los de la vista gorda podría ser una coartada histriónica para enmascarar el fracaso. Gobernar una nación como si fuera una finca particular durante 50 años, ha creado en la dirigencia un sentido de propiedad difícil de erradicar. Están convencidos que el país es suyo y que todas sus acciones son infalibles. No aceptan que su proyecto murió de incompetencia y por salirse de los carriles de la dialéctica. En 1989 fue el entierro del socialismo real.

Debajo de los escombros del Muro de Berlín también está el cadáver de la revolución cubana convertido en polvo. Resulta incómodo creer en resurrecciones, y mucho menos en fantasmas.