CUBA: Carta de José Daniel Ferrer García, Prisionero de Conciencia, a Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones exteriores de la tiranía
Prefiero el infierno donde estoy…
Carta abierta al señor Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones exteriores del Régimen Totalitario de los Castro
José Daniel Ferrer García, prisionero de conciencia de los 75
27 de marzo de 2010
En cierta etapa de la vida, por diversos motivos -inexperiencia, compromiso de familia, vanidad, maldad, falta de valor, etc.- podemos involucrarnos, aún en el Siglo XXI, con retrógradas e inhumanas dictaduras; pero llega un momento en que, a menos que se sea un miserable canalla, hay que decir: no sigo, esto es infame, me estoy suicidando moralmente. Quien tenga aunque sea una pisca de honradez terminará expresando su inconformidad con las arbitrariedades, absurdos y caprichos del Tirano.
Llegará el momento en que sentirá vergüenza por servir a un régimen que priva a su Pueblo de sus derechos y libertades fundamentales; que lo ha hundido en la miseria; que persigue, encarcela, tortura y hasta mata a pacíficos opositores; que impide a sus académicos asistir a reuniones internacionales, porque han invitado a personas que no son de su agrado; que prohíbe a sus deportistas participar en competencias en países donde teme que se les puedan quedar.
Llegará el momento en que no podrá evitar sentir asco, y hasta eso, puede resultar peligroso. Los tiranos exigen total sumisión, completa entrega; cualquier gesto, cualquier palabra, cualquier sospecha por infundada que sea, puede costar muy cara. La historia lo demuestra, y sin ir muy lejos, ahí están sus predecesores Robaina y Pérez Roque, y los casos de otros con peor suerte como el General Ochoa.
Cuando se es un incorregible canalla o se carece de coraje para salir del lodo, aceptamos o nos fabricamos desde las más ingeniosas hasta las más torpes justificaciones. Las faltas del adversario, ya sean reales, ya se exageren o se inventen, resultan la fórmula más recurrida para tratar de ocultar las propias.
Ministro, toda nación tiene sus luces y sus sombras, sea del norte o del sur; de oriente u occidente. Es Cierto que países industrializados Tienen su cuota de responsabilidad en males de los del sur, pero además de inmoral, es una penosa falta de voluntad para solucionar nuestros graves problemas achacarlos a otros, cuando sabemos que la principal culpa es nuestra, de nuestros autoritarios y corruptos gobiernos; de la falta de derechos y libertades; y de políticas económicas totalmente equivocadas.
Señor Rodríguez, soy como usted hijo de Cuba y tan patriota como el que más. Soy contrario a las guerras, al terrorismo, a toda forma de violencia e injusticia; sean quienes sean sus protagonistas. Soy un convencido partidario de la urgente necesidad de proteger con eficacia el medio ambiente. Vivo orgulloso de mis raíces, pero ello no significa que niegue a otros sus virtudes. La historia demuestra, que esos países que ustedes culpan de ser los principales responsables de todos los males del planeta, han hecho muchísimo más bien que mal a la humanidad, lo que no puede decirse del sistema que ustedes defienden. Y sus gobiernos, no cabe dudas, son electos democráticamente y están bajo el escrutinio de sus ciudadanos; algo que no pasa en nuestro País y usted lo sabe demasiado bien.
Con la maquiavélica intención de ganar el apoyo de los países en desarrollo o por lo menos para que callen ante las flagrantes violaciones a los derechos humanos en nuestra Patria, intenta ubicarlos a todos en un mismo bando, pero se equivoca, muchas de esas naciones tienen sólidos sistemas democráticos y gobiernos que se preocupan por el bienestar de sus pueblos.
Por una cuestión de justicia no puedo dejar de reconocer los méritos de quienes los tienen, aún cuando se traten de gobiernos que resultan cómplices de la opresión de mi Pueblo. Es cierto que la principal democracia del mundo, tiene en su historia, la penosa mancha de haber apoyado a dictaduras militares en Latinoamérica. No era la manera en que debió ayudar a esos pueblos a evitar el yugo de dictaduras comunistas, satélites de la principal tiranía del orbe en aquellos años, como sucedió con nuestra patria. Los mismos norteamericanos terminaron exigiéndole a esos regímenes la democratización de sus respectivos países. Hoy, sólo los aleados de su jefe amenazan a la libertad en el Continente. El tema de los derechos humanos no es una guerra del norte contra el sur, como usted pretende hacer ver, es una guerra de tiranos como sus jefes contra sus pueblos.
Ministro, ¿no le parece excesivo cinismo y hasta risible que sea usted quien acuse a Norteamérica y a la Unión Europea de manipulación ideológica e imposición de un pensamiento único y de tener una prensa empotrada, mendaz, dócil y embrutecedora?
En esos países no se persigue ni se encarcela a la prensa ni a los ciudadanos por pensar diferente a quienes gobiernan y la prensa critica a los gobernantes, los acusa y desenmascara cuando cometen faltas. Aquí todos los medios de comunicación son propiedad del partido único. En ellos nunca hemos visto la más leve opinión desfavorable a sus jefes, pero sí estamos asqueados de las excesivas e inmerecidas alabanzas a sus personas. En Europa y Estados Unidos, como en toda nación libre, los partidarios de la dictadura que usted representa, pueden manifestarse con entera libertad; aquí, quienes defendemos los derechos humanos, la democracia y el pluralismo político, somos calumniados, perseguidos, encarcelados y torturados. Esa prensa libre y esos gobiernos democráticos al denunciar y condenar los excesos de la dictadura de sus jefes están cumpliendo con un sagrado deber: ser solidarios con los oprimidos.
Ministro, no le voy a preguntar cómo le podemos llamar a la pena de muerte aplicada en casos políticos por un régimen donde no existe un poder judicial independiente, ni hay tribunales imparciales. Pero sí quisiera que se responda a sí mismo -bien sé la respuesta-, ¿cómo podemos llamarle al hecho de confinar en una sucia celda de castigo y privar del agua a un pacífico adversario político, que se declara en huelga de hambre, no de sed, en reclamo de derechos elementales y de respeto a su integridad física?
No le voy a pedir que visite las muchísimas y sobrepobladas prisiones del País, ni que investigue sobre los crímenes, las torturas y otros horrores ocurridos en ellas durante los últimos 51 años. Sólo le voy a pedir que se responda a sí mismo; si no tienen nada que ocultar, ¿por qué no permiten la entrada de organismos internacionales de derechos humanos? ¿Por qué no acaba de entrar el Relator especial contra la tortura? Le aseguro que quienes se hayan criado en cunas de oro, de la aristocracia marxista-leninista, preferirán el suicidio a sobrevivir en las condiciones que sus jefes nos han impuesto. No le voy a demostrar que miente sínicamente, cuando dice que Orlando Zapata Tamayo, fue reclutado en prisión, porque usted bien sabe que fue encarcelado por ser un defensor de la libertad y la democracia, pero sí le voy a exhortar a que se pregunte a sí mismo, si un hombre que es capaz de dar su vida por lo que piensa, sin causar daño a nadie, no merece, al menos, un poco de respeto.
Puede estar seguro que si alguna vez supiera de algún defensor de la dictadura a que usted sirve, capaz de morir defendiendo sus ideas como lo hizo Zapata, capaz de protagonizar una huelga de hambre como la que lleva adelante Guillermo Fariñas Hernández, no dudaría en expresar mi admiración y respeto por esa persona, aún estando seguro de que su causa era injusta.
Le voy a recordar también que, aunque lo de ser un preso común reclutado en prisión no es el caso de Zapata, los presos comunes, también son seres humanos. Bajo la dictadura de sus jefes cualquiera termina en prisión; y tienen derecho a pensar libremente, a defenderse y a apoyar la causa que estimen necesaria. No olvide que el Movimiento 26 de Julio reclutó delincuentes y reos comunes que llegaron a ocupar altos cargos en el Ejército Rebelde y luego en la tiranía.
Zapata Tamayo, a quien desgraciadamente perdimos por la soberbia de los jefes de usted y Guillermo Fariñas por quien ruego a Dios no permita que muera también, han dado muestra del más puro y grande heroísmo. En tiempos de crisis moral y de déficits de valor, con sus sublimes gestos, han puesto en alto lo mejor de nuestro Pueblo. Han hecho brillar la virtud y el decoro tan necesarios en toda sociedad.
Zapata murió y Fariñas está dispuesto a morir amando y perdonando, que es muy distinto a morir o estar dispuesto a hacerlo matando y odiando. Zapata no ambicionó ni Fariñas ambiciona poder ni ministerios ni dinero ni fama; sólo deseó el primero y desea el segundo libertad, democracia y justicia para su Patria.
Pregúntese usted mismo señor ministro, si hombres como estos, pueden ser acusados de mercenarios. Si alguna vez en nuestra historia se dio una muestra de mayor entrega, de mayor grandeza. Sus calumnias no son nada nuevo. Eso de difamar de sus oponentes ha sido costumbre de toda dictadura. En la oposición pacífica cubana, patriótica y democrática hay hombres y mujeres, que de ser hipócritas, sumisos, vanidosos o envidiosos, fueran ministros del Régimen que a usted paga y garantiza muchos privilegios, u ocuparan otros altos cargos; pero prefieren sufrir persecución, pasar hambre, ser encarcelados y hasta morir, antes que traicionar sus principios, antes que hacer daño a su Pueblo. Sé que usted no es ajeno a nada de esto y sé también que en un futuro no muy lejano, ya sin sus actuales jefes en el poder, usted se justificará o al menos intentará hacerlo. Dirá que fue un período horroroso y que usted hizo lo posible por evitar males mayores. Dirá que ayudó cuanto pudo para que Cuba se democratizara, y ojalá sea verdad, por su bien, no por el mío, tengo mi conciencia tranquila. Prefiero el infierno donde estoy a vivir cómodamente, sirviendo a una dictadura o a someterme por miedo.
Piense en todo cuanto acabo de decirle, puede hacerle mucho bien, depende de usted.
Atentamente: José Daniel Ferrer García. Prisionero de conciencia de los 75.
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*José Daniel Ferrer García, nació el día 29 de julio de 1970 y extingue una condena de 25 años de cárcel, impuesta durante la ola represiva de marzo de 2003. Pertenece al Movimiento Cristiano Liberación. Declarado prisionero de conciencia por Amnistía Internacional. Su familia reside en calle Prefabricado #7, Palmarito de Cauto, municipio Julio Antonio Mella, Palma Soriano, Santiago de Cuba.
Grabado por teléfono el 8 de marzo de 2010. Transcrito y publicado por el Centro de Información del Consejo de Relatores de Derechos Humanos de Cuba.
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