Frank Delgado: Confusión, Dislexia e Ignorancia Política
Tomado de http://lasfabulasdeltiranicida.blogspot.com
Por Raúl Dopico
Todo parece indicar que mi viejo conocido Frank Delgado anda perturbado en estos días argentinos. Y eso sólo es muestra de cómo un hombre talentoso e inteligente puede padecer, ante los rigores de la asfixiante vida en Cuba (a pesar de que puede salir a respirar al extranjero), de la equivocación, del error, ante la perplejidad que provoca el disparate del acontecer diario de una isla cercenada por la parálisis política y la anarquía generada desde el poder absoluto de una diabólica pareja de tiranos.
Y sí, quiero pensar que lo que pasa con Frank es el resultado de una profunda turbación de ánimo, de un inmenso desasosiego, y no una consecuencia del abatimiento y la humillación que provocan la censura a que lo someten (debe ser denigrante tener que irle a preguntar a un idiota confeso como Abel Prieto por qué no pasan sus canciones en la radio, cuando esa decisión viene de la misma oficina del blanco ministro Prieto, que la recibió de oficinas más siniestras que vigilan y dictaminan en Villa Maristas). Y lo quiero pensar, porque ante tanta afrenta e ignominia, la ingenuidad, la credulidad, suelen ser un buen argumento para la justificación de lo que viene pasando en esa isla hace 50 años. Desde Los Beatles y la Nueva Trova, hasta algunos raperos, pasando por Meme Solís, Los Zafiros y el hoy converso Carlos Varela. Y eso, Frank, quien laboró en Radio Ciudad de La Habana en los turbulentos años 80 y tuvo que lidiar con la larga lista de artistas prohibidos que no se podían poner (incluso en aquellos tiempos aún canciones de Silvio no se podían poner), lo sabe muy bien. O por lo menos a estas alturas del partido, Frank debería saber que sólo es consecuencia de esa gerontocracia que desgobierna el país.
Pero es la dislexia de Frank lo que más me llama la atención. Y es que ese hombre que recuerdo con un inmenso cariño, hacedor de algunas muy buenas canciones (muy críticas contra el sistema castrista, por cierto, y con gran sentido del humor), parece seguir aferrado a ideas románticas (y no lo culpo por eso, cada cual se aferra a lo que puede para sobrevivir en un mundo tan cruel) de las cuales no quiere o no puede desprenderse (sus razones tendrá). Y es que ese hombre, al opinar (animales políticos que somos, al fin y al cabo), parece demostrar cierta dificultad para el aprendizaje. Nos da la impresión de que, a pesar de que no le falta inteligencia, padece de cierto trastorno que no le permite comprender a cabalidad lo que lee ni tiene la suficiente sagacidad para desenmarañar los signos de su realidad, de la realidad. Aunque quizás la respuesta nos la da el propio Frank cuando dice que "los trovadores no saben na' de la vida".
Las señales de la dislexia son obvias cuando dice que es “un disidente que ama a Cuba y acuerda en parte con la revolución". Tal vez Frank no pueda entender que eso que tan romáticamente llama revolución, es una cruenta dictadura con decenas de miles de muertos sobre sus conciencias, que ha convertido a Cuba en el único país del mundo que vive con más del 20 por ciento de su población en un exilio involuntario (exilio que hoy es la principal fuente de ingresos de esa dictadura. Terrible ironía del destino) No alcanzo a comprender (quizás porque no lo dice o quizás por dislexia mía), cuál es la parte de la revolución con la que concuerda, aunque abrigo la viva esperanza que no sea la patraña de la propaganda sobre el sistema de salud (que bien sabe Frank no es sistema ni salud, a no ser para los dirigentes y los turistas), porque él, que viaja, habrá de saber que en el mundo entero hay sistemas de salud pública más eficientes y modernos que el que enarbola la mitología del castrismo. Tampoco creo que pueda estar pensando en el sistema educacional cubano, que es uno de los peores del mundo, por su metodología de aprendizaje, su inclinación hacia la instrucción más que a la educación, el atraso tecnológico y el aberrante nivel de adoctrinamiento político.
Tal vez todo encuentre justificación en las propias palabras de Frank, al decir que es “un diletante de la política”. Y es esa misma diletancia la que lo hunde en la más abismal ignorancia. Cuando comete el dislate de decir "Si al lado mío estuviera el cónsul cubano me tiraría un vaso por la cabeza. Pero si estuviera Hilda Molina o Yoani Sánchez también me tirarían un vaso”, el trovador no sólo compara a un miembro de la inteligencia cubana que se dedica al espionaje, como todos los miembros de las embajadas cubanas en el exterior, con una anciana como Molina o con una bloguera como Yoani, que postulan la no violencia, la resistencia pacífica. Lo más probable es que el cónsul le tire el vaso o le dé un cabillazo, como han hecho en otras embajadas, pero lo más seguro es que las dos mujeres le rebatan con argumentos sólidos sus desvaríos, porque en la ecuación que existe en Cuba entre dictadura y disidencia, son los que ejercen el poder quienes no tienen civismo ni capacidad de diálogo y el único lenguaje que conocen es el de la violencia física y verbal. Y si Frank lo duda, que se dé una vueltecita un domingo por la iglesia de Santa Rita.
( Frank Delgado )
Una afirmación que me conmueve hasta los cimientos es con la que Frank asegura que “Cuba no es el país acéfalo y que ‘está a punto de caerse’, que venden los medios internacionales”. Es obvio que el país no es acéfalo. Es bicéfalo (una cabeza es alcohólica, depresiva, sin capacidad intelectual y parasitaria de la otra cabeza, que vive para alimentar a la primera cabeza de prohibiciones e imposiciones machistas, porque el cuerpo enfermo y semipostrado no le permite figurar en los grandes escenarios como antes, pero al mismo tiempo se niega a desaparecer de las marquesinas). Dos cabezas sin creatividad ni imaginación, aferradas al poder absoluto. Dos cabezas ancianas, rodeadas de cabezas ancianas. Y claro que el problema no es la edad. El problema es el largo tiempo en el poder, el largo tiempo sintiendo la omnipotencia, lo que hace que estos dos ancianos y su cohorte estén absolutamente incapacitados, ya no para gobernar con eficiencia, porque eso nunca lo estuvieron, sino ni siquiera para gobernar con un mínimo de coherencia práctica, de cara a las exigencias de una realidad social depauperante. Frank desconoce lo que opina la prensa internacional, o simplemente no lo entiende. Ningún periódico habla de caída inminente del régimen, todo lo contrario, hablan de su inalterabilidad y permanencia mientras los Castro estén con vida, aunque sería muy ingenuo creer que las condiciones sociales para un estallido peor que el del maleconazo del 94 no están creadas. Hoy en La Habana, la ciudad de Frank y mía, no se consigue comida ni con dinero, hay brotes de gripe porcina y tuberculosis (enfermedad de la pobreza y el hacinamiento) y una desesperanza que mete miedo.
Para darle un toque de conocimiento político a sus declaraciones, Frank dice respetar y conocer las causas de los presos políticos en huelga de hambre, pero señala que “en todo el mundo ha habido y han muerto huelguistas de hambre que ni nos hemos enterado”. O sea, que como se han muerto en todo el mundo no es trascendente que nos hayamos enterado que la dictadura cubana dejó morir a un simple albañil negro que sólo reclamaba que le dieran un trato digno de preso político. Un albañil que murió pidiendo justicia social, libertades y derechos. Eso le parece a Frank algo sencillamente intrascendente, porque, después de todo, él en Cuba "es un electrón bastante libre", y con eso se conforma. No con ser libre, sino con ser bastante libre. Ese Frank no es el que yo recuerdo de Radio Ciudad de La Habana.
Al Frank de ahora le da mucha gracia “cuando dicen que Cuba es el país más corrupto". Y no sé de qué se ríe. Nadie en el mundo dice que sea el más corrupto. Lo que se dice es que es uno de los más corruptos, porque en Cuba la corrupción es sistémica e institucionalizada desde un poder absoluto, que se arroga el derecho de decir qué música se escucha, quién viaja y quién es un electrón bastante libre, mientras no hay una separación de poderes que permita enjuiciar esa desaforada corrupción.
La ignorancia política de Frank sigue dando de qué hablar: “Hay que entender que los americanos no nos dejan en paz. Siempre están esperando alguna oportunidad para colarse. Por eso está aquello de no demostrar debilidad”. Aquí ya no sólo padece de ignorancia aguda, sino que además la condimenta con una dosis de discurso político castrista y se hace eco del miedo al ogro malo del norte. Confunde la oposición política que se hace desde el exilio y el apoyo de Estados Unidos a la democracia y la libertad de los cubanos, un pueblo subyugado por un despotismo ideológico brutal y un gobierno que limita todas sus libertades, con la injerencia de un imperio que quiere tragarse de un bocado a una islita indefensa (a pesar de que esa islita ha participado en guerras, alimentado subversión y muerte y apoyado a dictaduras sangrientas en Asia, Africa y América), y se escuda en ese lugar común, para justificar solapadamente el descalabro del experimento castrista con los cubanos, elaborado en la febril mente sociópata de Castro I. Se hace eco de un falso argumento de la guerra fría esgrimido desde La Habana. Creer que los americanos quieren "colarse" en Cuba no sólo es infantil, es digno, no de risas, sino de carcajadas. Después de todo, Frank debería entender que si los americanos quisieran colarse en Cuba nadie podría impedírselo.
El colmo del paroxismo, donde el querido Frank pierde el sentido, es cuando dice:“Desde que naces hasta los 23 años, la revolución te da todo pero luego pasa con la juventud que el techo les queda bajo. Además, son bombardeados con estímulos de que en el exterior un ingeniero o un médico gana mucho más. Encima los médicos son patrimonio del país y no pueden irse fácilmente. Eso iría en contra del ideal de libertad del Che”.
Frank, eso de que te dan todo es una mentira brutal. Primero te quitan (o intentan, porque al final, cuando la gente llega a la adultez no lo logran) la capacidad de pensar, porque toda la visión de la realidad pasa por el adoctrinamiento-culto a la personalidad incluido; luego te quitan la leche a los seis años, cuando más la necesitan los niños para ir en la mañana a la escuela; luego te impiden pensar diferente, y si lo haces te convertirás en un paria, en un contrarrevolucionario, sin ni siquiera la suficiente libertad de un electrón.
No conforme con la mentira esgrimida, el cinismo, arma preferida de los que no se resisten a la tentación de expresar un argumento para validar aquello que sólo es defendible en el abstracto terreno de la fantasía ideológica de los totalitarismo, llega al auxilio de Frank, para poder echarle la culpa al éxito de los profesionales en el extranjero, a su elevado nivel de vida y a la justa remuneración que reciben por su trabajo, de que los profesionales cubanos se quieran ir del país que ha sido incapaz de satisfacer sus más elementales necesidades, como jabón para bañarse o papel higiénico, por ejemplo.
Pero el éxtasis lo alcanza cuando habla del ideal de libertad del Che. Debo recordarle a Frank el ideal del Che: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”.
A mi estimado Frank Delgado le pasa lo que a los jóvenes argentinos que corean "tengo una remera del Che y no sé por qué". Pero lo peor sería que le pasara lo que a los rastafaris, que presumen la imagen del emperador etiope Ras Tafari o Haile Selassie (se consideraba descendiente del rey Salomón y la reina de Sheba -imbecilidades propias de los déspotas- y viajaba en compañía de su chihuahua Chicheebee), sin saber que a pesar de ser considerado el modernizador de Etiopía (educado, que coincidencia, por jesuistas- parece que esta orden ha sido responsable de la educación de unos cuantos asesinos), se negó a hacer cambios políticos y sociales y gobernó con mano dura por 40 años. Porque a pesar de que en la constitución creó un parlamento y algunas medidas liberadoras, todo el poder radicaba en él y su partido (cualquier coincidencia es pura casualidad) El mismo Selassie que fue depuesto y asesinado por Mengistu Haile Mariam, otro asesino dictador respaldado por Fidel Castro, que resultó, como remedio, peor que la enfermedad. Pero tengo la esperanza de que al menos Frank si sepa quiénes eran Selassie y Mariam.
Quiero pensar que Frank Delgado, una buena persona y un artista de gran talento, sólo está confundido y disléxico por culpa de una ignorancia política profunda, impuesta por la carencia de las lecturas correctas del mundo real y de la historia real. De lo contrario, sería uno más que agregar a esa larga lista de artistas e intelectuales cubanos que, como dijera Vaclav Havel en carta al dictador Gustav Husak con filosófica justicia, tendrán que cargar con el pesado pecado de "la culpabilidad histórica de quienes han sacrificado el futuro espiritual de la nación a los intereses de su presente en el poder".
Aquí, una reseña de las declaraciones de Frank Delgado a El Diario del Centro del País en Argentina.
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