CUBA: LAS MUJERES DEL DESTACAMENTO 12 DE LA PRISIÓN DE MANTO NEGRO
LAS MUJERES DEL DESTACAMENTO 12
Por Dania Virgen García
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Cuando me llevaron al tribunal provincial, fui custodiada, como si fuera una terrorista, por 4 guardias, la reeducadora y el mayor de la prisión.
Había presas que tenían órdenes de las guardias de vigilarme. Algunas que se atrevían a hablar conmigo eran trasladadas a otros destacamentos y luego no las veía más. Las guardias advertían a las presas que yo era una peligrosa mercenaria. Querían virarlas en contra mía, que hubiera broncas, para poder encerrarme en celda de castigo e imponerme otra causa, que los 20 meses se convirtieran en tres o cinco años o más.
Pero las reclusas se me acercaban con curiosidad, me aconsejaban que comiera, me daban ánimo. Pero sobre todo, me contaban sus historias y me pedían que las ayudara. Algunas se escapaban de sus destacamentos para poder hablarme.
La mayoría de las 23 mujeres que estaban conmigo en la galera 2 del destacamento 12 estaban presas por malversación y delitos económicos, con sentencias entre 8 y 20 años. Muchas tuvieron que robar comida en sus centros de trabajo para poder alimentar a sus hijos. A una mujer por robar unos huesos de vaca para hacer sopa la condenaron por hurto
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Otra Madelaine estaba condenada a 20 años por malversación en el banco donde trabajaba. Hice amistad con María, una abogada que trabajó 12 años en la sala sexta del tribunal provincial de La Habana, condenada por irregularidades con un documento de propiedad de vivienda.
Xiomara Peña, una anciana que residía en Miami, donde era dueña de una joyería, fue condenada a 10 años por contrabando por traer sus prendas de oro cuando vino a Cuba a visitar a su familia. Tuvo que pagar 3 000 cuc a un abogado de La Habana porque no le permitieron contratar un abogado de Miami.
Beatriz Suárez, también presa por malversación. No sé qué malversaba, era ama de casa. Lloraba por sus hijos (uno ciego de un ojo), que ahora están en manos del gobierno, porque no tiene familia en Cuba, todos sus parientes se fueron hace años.
Una mujer estaba presa hasta que se aclarara un asesinato que ocurrió en su casa. Unos malhechores penetraron en su vivienda para robar, la golpearon y mataron al hombre que chapeaba el patio, ella trató de defenderse de los delincuentes, pero la policía no le cree y la sigue investigando.
En cada destacamento hay 63 o más reclusas. Muchas en espera del juicio o la petición fiscal. La espera puede demorar de 7 meses a un año o más.
Miriam Rondón lleva un año y 4 meses en espera de la petición del fiscal. Me contó que hace unos meses, cuando estuvo ingresada en el hospital del Combinado del Este, se declaró en huelga de hambre y los militares la llevaron a ver a Orlando Zapata Tamayo y le preguntaron que si quería morirse como “ese desgraciado negro”.
La tarde que llegué a la prisión, una presa se cortó las venas en la celda. Ya en el destacamento, supe que llevaba dos meses en la cárcel, que tenía problemas mentales. La habían sentenciado a 10 meses por vender jabitas de nylon. Unos días después se suicidó. Se desangró cuando se abrió la garganta con una cuchilla de afeitar.
Hay muchas historias más que guardo en mi mente. Todo lo que apunté en la prisión me lo arrebataron las guardias. Pero no olvido a las mujeres de Manto Negro. Me dicen familiares que no quieren revelar sus nombres por temor a represalias, que después que salí de la cárcel, las guardias apretaron la mano con las presas del destacamento 12. Razón de más para que no me calle sus historias. Menos todavía lo van a impedir los cobardes que hace unas noches me llamaron dos veces por teléfono para amenazarme con puñaladas. ¿Tendrán pantalones para eso?
Testimonio de Dania Virgen García sobre su estancia en prisión
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