CUBA: CUESTIÓN DE ÉPOCAS
En la foto de abajo vemos una foto de la época del revolucionario Odón Álvarez de la Campa, quién perdió las dos manos al explotarles la bomba que iba a poner en la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista
Los revolucionarios del Movimiento 26 de Julio, la noche del 8 de noviembre de 1957 llevaron a cabo una feroz y terrorista ofensiva en La Habana. Esa noche es conocida como "la noche de las 100 bombas"; esas bombas fueron colocadas en los más concurridos centros nocturnos habaneros de la época y en las paradas de ómnibus con mayor afluencia de público. En diciembre de 1958 con la consigna de las 0-3-C ( cero compra, cero cine, cero cabaret ), el M-26-7 sembró una ola terrorista en las fiestas navideñas de ese año advirtiendo de que cualquier persona que fuera a festejar podía ser blanco de las acciones de sabotaje.
En funciones propias de su cargo, como Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en Guantánamo, bajo la dirección de Frank País, el General de Brigada* Demetrio Montseny Villa, realizó los siguientes actos terroristas, descritos por él, personalmente:
( Odón Álvarez de la Campa, quién perdió las dos manos al explotarles la bomba que iba a poner en la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista )
“En Guantánamo: “quemamos dos guaguas, se inutilizaron algunos otros transportes, saboteamos el tendido eléctrico y colocamos varios petardos”. Logramos organizar dentro de la base naval norteamericana en Guantánamo, células de Acción y Recaudación, con gran efectividad creamos una red de Inteligencia Militar. Por distintos medios logramos sacar armas. En una ocasión obtuvimos doce morteros de 61mm, una ametralladora 30 (enfriamiento por aire), siete fusiles Garand 3006, cuatro Springfield 3006 y 6 escopetas calibre 12, usadas por los custodios de los almacenes, que tenían un cañón de 18 pulgadas y un sistema de enfriamiento por aire. También conocimos de valiosas informaciones, incluyendo documentos y fotos de aviones de la tiranía cargando proyectiles y bombas que lanzaban indiscriminadamente en las montañas. A partir de febrero de 1957 pasé a la clandestinidad. Nuestras células eran muy activas. En varias ocasiones logramos paralizar la ciudad. Saboteamos el transporte por carretera y ferrocarril, pusimos petardos y bombas, lanzamos cocteles Molotov, dejamos la ciudad sin electricidad ajusticiamos chivatos y traidores, incluyendo al gallego José Morán. También tuvimos que lamentar la explosión de un arsenal de explosivos que teníamos en la calle Aguilera que le llamábamos el laboratorio de “fabricar bombas”. …teníamos bombas, niples y granadas en construcción y una romanita de farmacia donde se pesaban los componentes químicos para lograr los explosivos. También en un túnel que habíamos construido, se encontraban almacenadas numerosas cajas con dinamita, rompe roca, escopetas, en total 10 arrobas, más de 200 libras de explosivos junto a herramientas y medios diversos para la fabricación de las bombas y granadas. Ahí perdieron la vida Enrique Rodríguez, Fabio Rosell, Gustavo Fraga… Abelardo Cuba y Jesús Martín… Era el 4 de agosto de 1957.…contacté con René Ramos Latour (Daniel). …me planteó que por mi experiencia en cuestiones de explosivos, montara una fábrica de bombas en Santiago. Utilicé como depósito de explosivos una ferretería situada en Trocha y Cristina, propiedad del compañero René León. También empleamos como almacén un túnel que construimos en una casa que tenía el propio León por la zona de Boniato. …nuestra primera misión sería tomar el cuartel de la instalación minera en Nicaro (Nickel Processing Co.), entidad industrial norteamericana, con la finalidad de apoderarnos del armamento que tenían. La noche del 23 de febrero a las doce de la noche aprovechamos el cambio de turno y penetramos en tres automóviles. Ocupamos siete fusiles Garand completamente nuevos, tres Springfield y un M-1. En la acción murió el sargento del ejército que era jefe del puesto de la Guardia Rural”
*Grado que ostentaba al escribirse el libro Secretos de Generales en 1996. (Página 65 y subsiguientes del libro Secretos de Generales)
Tomado de http://www.primaveradigital.org
Por José Antonio Fornaris
Periodista independiente.
fornarisjo@yahoo.com
Managua, La Habana, julio 29 de 2010. (PD). El telón de la Primavera Negra de 2003 es bajado. El guión de ese drama escrito por el castrismo llegó a su segundo intermedio. Los 52 presos políticos que restaban de esa ola represiva están siendo excarcelados. Ya varios se encuentran en España, y uno debe haber llegado a Chile El destino territorial de los restantes (aunque unos 15 han dicho que no se irán de la isla) aun no está definido.
El mecanismo legal utilizado para esas excarcelaciones se desconoce. No ha existido información oficial al respecto. Se supone que es un indulto.
La Iglesia Católica de Cuba es la que informó, con una nota a través de los medios, tras conversaciones con el Estado, que esa cantidad de penados políticos iba a salir de las prisiones.
El canciller español Miguel Ángel Moratinos, de visita en la isla en el momento del anuncio, estuvo también muy al tanto del acontecimiento, así que existe la impresión de que España y la Iglesia son las que tienen las llaves de la prisión política en Cuba.
A los efectos, cito de memoria, Moratinos dijo que saldrían muchos otros prisioneros políticos aparte de los de la Primavera Negra, excepto, aseguró, los que estaban condenados por actos violentos.
La no oficializada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional hasta hace pocos días, informaba de la existencia de 167 presos políticos. Eso indica que tras la excarcelación de todos los prisioneros de la Primavera Negra de 2003, quedarían tras las rejas 115 oposicionistas.
Cuando Moratinos descarta la posibilidad (se supone que eso es lo acordado con el régimen de La Habana) de que los presos políticos por hechos violentos vayan a ser excarcelados, olvida que sus interlocutores cubanos –algunos al parecer sus amigos- llegaron al poder a través de actos de violencia sin límite.
Los primeros fueron durante los sucesos, bien conocidos, del 26 de julio de 1953. Ese día fueron asaltados los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, tomados por las armas el Palacio de Justicia de Santiago de Cuba –Raúl Castro estuvo al frente de esa acción- y el hospital civil Saturnino Lora. Desde ese sitio se disparó hacia el cuartel Moncada y contra los militares que trataban de llegar a la fortaleza. Al parecer, no existe en ninguna otra parte antecedentes de un hospital tomado por las armas durante algún hecho bélico o terrorista.
Hace unos años entrevisté a quien fue el segundo jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de julio durante la llamada etapa insurreccional en la provincia Pinar del Río, Domingo René García Collazo. Fidel Castro lo nombró, en un acto público en el parque principal de la ciudad de Artemisa, el 28 de enero de 1959, comandante del Ejército Rebelde, el máximo grado militar en esas fuerzas armadas que habían arribado al poder hacía sólo unos días.
( Atentado en La Habana, 1958; foto añadida por el bloguista )
Ese hombre, que perdió las dos piernas y el brazo derecho cuando le estallaron dos bombas que iba a colocar entre dos casas donde residían con sus familias dos hombres de negocio que presumiblemente apoyaban al gobierno de Fulgencio Batista, dijo: ”Esta revolución se hizo a base de terrorismo”.
Hace unos días, el 20 de julio, bajo el título “Cuando el 26 nació en Las Villas” el periódico Juventud Rebelde publicó una entrevista con el general de división de la reserva Guillermo Rodríguez del Pozo. Este general narró entre otras cosas lo siguiente:
“Allí, en la casa de los padres de Melba Hernández, donde nos reunimos, Fidel (Castro) explicó las razones por las que debía irse para México a preparar el reinicio de la lucha armada por medio de un desembarco en territorio cubano. En ese encuentro también explicó que la dictadura (el gobierno de Batista) planeaba llevar a cabo unas elecciones parciales a fines de ese año (1956), y se decía que Prío (el ex Presidente de la República) estaba preparándose para regresar y participar en las mismas, lo que dejaba fallidas las esperanzas de la lucha contra la tiranía”.
En otra parte afirmó: “Durante 15 días recorrimos todos los municipios de la antigua provincia de Las Villas (centro del país) para constituir las direcciones municipales. Los esfuerzos principales estuvieron encaminados hacia el fortalecimiento de la organización (Movimiento 26 de Julio), a recaudar fondos y a la propaganda. También realizamos acciones de sabotaje, como quema de cañaverales, derribo de líneas eléctricas y colocación de bombas y petardos en lugares poco frecuentados, sin ocasionar daño a ninguna persona”.
( Julio Pino Machado y Agustín Gómez Lubián (Chiqui) murieron en eVilla Clara el 26 de mayo de 1957, cuando les explotó una bomba que iban a poner; foto y comentario añadidos por este bloguista)
Los castristas, desde hace unos años, tratan de restarle importancia a sus acciones de terror en las ciudades cubanas cuando trataban de obtener el poder. Nunca han reconocido la cantidad de víctimas inocentes que causaron. Pero es innegable que existieron.
No existe el terrorismo bueno, quizás el asunto sea una cuestión de épocas. Al parecer en eso se basa la línea de conducta del canciller Moratinos y otros de su mismo corte. Por un lado, rechazan a los que en la actualidad real o presuntamente, emplean la violencia en sus demandas políticas, y por otro sienten simpatía manifiesta por los gobernantes de Cuba.
fornaris@yahoo.com
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AÑADIDO DEL BLOGUISTA
Guevara, Ernesto. Guerra de Guerrillas (1960)
3. Táctica guerrillera
Muy importantes son los actos de sabotaje. Es preciso diferenciar claramente el sabotaje, medida revolucionaria de guerra, altamente eficaz y el terrorismo, medida bastante ineficaz, en general, indiscriminada en sus consecuencias, pues hace víctimas de sus efectos a gente inocente en muchos casos y que cuesta gran número de vidas valiosas para la revolución. El terrorismo debe considerarse como factor valioso cuando se utiliza para ajusticiar algún connotado dirigente de las fuerzas opresoras, caracterizado por su crueldad, por su eficiencia en la represión, por una serie de cualidades que hacen de su supresión algo útil; pero nunca es aconsejable la muerte de personas de poca calidad que traen como consecuencia un desborde de la represión con su secuela de muertes.
Hay un punto sumamente controvertido en la apreciación de terrorismo. Muchos consideran que al usarse y exacerbar la opresión policial, impide todo contacto más o menos legal o semiclandestino de las masas e imposibilita su unión para las acciones que serían necesarias en un momento determinado. Esto, en sí, es exacto, pero sucede también que en los momentos de guerra civil y en determinadas poblaciones, ya la represión del poder gobernante es tan grande que, de hecho, está suprimida toda clase de acción legal y es imposible una acción de masas que no sea apoyada por las armas. Por eso hay que tener mucho cuidado en la adopción de medidas de este tipo y analizar las consecuencias generales favorables que pueden traer para la revolución. De todas maneras, el sabotaje es siempre un arma eficacísima, bien manejada. No debe emplearse el sabotaje en inutilizar medios de producción que deje paralizado algún sector de la población, es decir, que deje gente sin trabajo, sin que influya esa paralización en la vida normal de una sociedad; es ridículo un sabotaje contra una fábrica de refrescos, pero es absolutamente correcto y recomendable un sabotaje contra una central eléctrica. En el primer caso se desplazan unos cuantos obreros y no se modifica el ritmo de la vida industrial; en el segundo caso también habrá un desplazamiento de obreros, pero perfectamente justificado por la paralización total de la vida de la región. Insistiremos en la técnica del sabotaje en otro momento.
6. Guerra suburbana
La importancia de una lucha suburbana ha sido muy desestimada, pero es extraordinaria. Un buen trabajo de este tipo, extendido sobre una amplia área, paraliza casi completamente la vida comercial e industrial de ese sector y coloca a la población entera en una situación de intranquilidad, de angustia, de ansias casi del desarrollo de sucesos violentos para salir de esa espera. Si desde el primer momento del inicio de la guerra se piensa en la posibilidad futura y se van organizando especialistas en este tipo de lucha, se garantizará una acción mucho más rápida y por tanto un ahorro de vidas y del precioso tiempo de la nación.
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