Morales Lemus y la dis-yunta Cuba/USA. Siglo XIX EL ESPECTRO POLÍTICO NORTEAMERICANO CON RESPECTO A LA PROBLEMÁTICA CUBANA
José Morales Lemus a mediados del siglo XIX había encabezado en EE.UU. las negociaciones para que los EE.UU. aparentaran querer comprarle Cuba a España, pero detrás de esa compra estaban los capitales de los criollos de la Isla asociados en el llamdo El Club de La Habana. Pese a que historiadores oficialistas en Cuba, conocen y han publicadoen Cuba la verdad sobre ese supuesto intento de Cuba por los EE.UU. , la tiranía persiste en desconocer la verdad histórica.
Tomás Estrada Palma en 1897 intentó otra falsa compra de Cuba a España por los EE.UU. pero el gobierno español no quiso vender. La dictadura totalitaria Castrista cuenta ese intento de compra como si verdaderamente los EE.UU. fueran los que quisieran comprarla, pese a que conoce la verdad histórica.
Morales Lemus y la dis-yunta Cuba/USA
junio 15, 2011
Por Arnaldo M Fernández
A poco de estallar la Guerra de los Diez Años (1868-78), el abogado José Morales Lemus (1808-70) encabezaba la Junta Patriótica de La Habana y tuvo que marchar al exilio (enero 30, 1869) en los Estados Unidos, como consecuencia de la represión de los voluntarios. El Capitán General no tardaría mucho (abril 1, 1869) en decretar el embargo de todos sus bienes.
(José Morales Lemus)
El exiliado Morales Lemus asumió la dirección de la Junta Cubana en Nueva York y aceptó (marzo 25, 1869) la designación de Enviado Especial y Ministro Plenipotenciario de la incipiente República en Armas, con instrucciones precisas de gestionar el reconocimiento de los EE. UU. Morales Lemus viviría (hasta junio 28 de 1870) entre Nueva York y Washington de entrevista en entrevista con tal propósito. Empezó por el general Ulises Grant, quien se estrenaba como presidente. Morales Lemus notificó (abril 30, 1869) a Céspedes que Grant había asegurado: «Sosténganse Uds. algún tiempo, organícense algo y probablemente alcanzarán aún más de lo que esperan». Así mismo se entrevistó con el secretario de Estado, Hamilton Fish, quien se empeñó en negociar con España la independencia de Cuba y prometió reconocer la beligerancia mambisa si se malograban las negociaciones.
Morales Lemus explicaría por carta (diciembre 7, 1869) a Antonio Zambrana que «si bien acepté la mediación cuando se propuso, nunca he pedido, abiertamente lo que en sentido recto y en lenguaje diplomático se llama mediación, [porque] pedir mediación, durante una guerra, es siempre un signo de debilidad en el que la solicita [y] lleva en sí cierta especie de compromiso a seguir las inspiraciones del mediador».
Según carta de Fish a su enviado especial en Madrid, general Daniel Edgar Sickles (junio 29, 1869), la negociación radicaba en que España concediera la independencia de Cuba a cambio del pago, a plazos y por los cubanos, de no más de $100 millones. Sickles cotizaría extraoficialmente $125 millones, pero el general Juan Prim y Prats insuflaron la aprensión de que habría guerra si los EE. UU. se atrevían a reconocer a la República de Cuba en Armas. Sickles terminaría retirando sus buenos oficios (septiembre 28, 1869). También el ministro de España en Washington, Mauricio López Roberts, venía presionando porque las expediciones armadas a Cuba desde territorio de los EE. UU. violaban la Ley de Neutralidad (1794). Las autoridades estadounidenses llegaron a prender a Morales Lemus, quien se dio cuenta ya de que la causa cubana había caído en las redes de la política internacional.
(Hamilton Fish)
El amigo de Morales Lemus en el gabinete de Grant era el secretario de Guerra, general John Rawlins, quien solía referirse a the poor struggling Cuba y logró incluso que Grant firmara (agosto 19, 1869) la proclama que reconocía la beligerancia mambisa. Pero Rawlins había enfermado de tuberculosis y falleció poco después (septiembre 6, 1869). El secretario Fish rompió su promesa y consiguió no sólo que Grant engavetara aquella proclama, sino que enviara al Congreso este mensaje desalentador:
«Durante toda la contienda han dado un buen espectáculo los numerosos cubanos que escapan de la Isla evitando los horrores de la guerra para converger en este país, a segura distancia del peligro; para hacer la guerra desde nuestras playas; para urgir a nuestro pueblo a que emprenda una lucha que ellos evitan; y para enredar a este gobierno en complicaciones y posibles hostilidades con España. Es indiscutible que ése es el verdadero objetivo de estos señores, aunque cubren sus intenciones con la solicitud de un mero reconocimiento de beligerancia» (The New York Times, junio 14 de 1870).
Tal viraje condicionó que Morales Lemus fuera sustituido por Miguel Aldama en la dirección de la Junta Cubana y acabara por fallecer en su humilde casa de 369 Bedford Ave., 21 Ward (Brooklyn). Sería inhumado en nicho provisional porque la viuda, María del Rosario Portero, no tenía dinero. En carta (mayo 15, 1869) a Nicolás Azcárate, Morales Lemus había profetizado: «Los ancianos, como yo, sufrirán sin esperanzas de gozar el resultado de sus sacrificios, pero morirán con la satisfacción de haber llenado sus deberes».
Los propios exiliados cubanos pusieron su granito de arena movediza. Cirilo Villaverde incluyó en La revolución de Cuba vista desde Nueva York (1869) su informe a Céspedes de que Morales Lemus usurpaba el cargo en la Junta Cubana y trabajaba por la anexión a los EE. UU. La prensa española reprodujo con alboroto las críticas de José Valdés y Carlos Sedano a la Junta Cubana. Ni qué decir de Juan Bellido de Luna, director del periódico La Independencia [Nueva York], quien publicó esta tacha de Carlos del Castrillo a Morales Lemus: «recolectar para sí el diezmo y las primicias de la revolución». El ex secretario de la legación cubana en Nueva York y amigo de Morales Lemus, Enrique Piñeyro y Barry tendría que salir a lavar la afrenta con la biografía Morales Lemus y la Revolución Cubana (París: Hermanos Garnier, 1906).
-Foto: José Morales Lemus © Latinamericanstudies.org
Sobre la causa independentista cubana en el siglo XIX , yo me quedo con la sinceridad de John Aaron Rawlins y no con la actitud de Simón Bolivar. Valoren ustedes.
EL ESPECTRO POLÍTICO NORTEAMERICANO CON RESPECTO A LA PROBLEMÁTICA CUBANA
Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
El presidente Grant le prometió inicialmente ayuda a los insurgentes cubanos en una entrevista extraoficial brindada a Morales Lemus, pero en general, fue notoria la posición de Grant en contra de la lucha cubana. Esta actitud fue abiertamente adoptada después de la muerte, 5 de septiembre de 1869, del Secretario de Guerra John A. Rawlins, su amigo y ex compañero de armas. Grant reconoció inicialmente la beligerancia de los cubanos y como consecuencia de ello se habían obtenido ciertas ventajas para la causa cubana en territorio norteamericano; aunque, el historiador Rolando Rodríguez plantea en la obra citada, que el Secretario de Estado Hamilton Fish recibió el reconocimiento pero no le colocó los sellos que lo legalizaban87.
Estas diferentes posiciones adoptadas por personalidades pertenecientes a un gobierno norteamericano, es un ejemplo de la situación general, de que en los diferentes gobiernos norteamericanos han existido personalidades que han adoptado diferentes posiciones con respecto a la causa cubana. No era la misma posición la que ocupaba con respecto a Cuba el Secretario de Guerra Rawlins, de grandes simpatías hacia la causa cubana y llamado "nobilísimo" por el indiscutible historiador antimperialista cubano Emilio Roig de Leuchsenring88, que la posición representada en ese mismo gobierno por el Secretario de Estado Fish.
(John Aaron Rawlins (February 13, 1831 – September 6, 1869) was an United States Army general during the American Civil War, a confidant of Ulysses S. Grant, and later U.S. Secretary of War.)
Poco antes de morir de tuberculosis, el Secretario de Guerra Rawlins le expresó en su lecho de muerte a Creswell, su amigo y compañero de gabinete:
Deseo que le prestéis vuestro apoyo. Cuba debe ser libre. Su tiránico enemigo debe ser aniquilado. Esta República es responsable de ello. Juntos hemos trabajado.89
El historiador Abdala Pupo hace una cita más extensa de las palabras del moribundo Rawlins:
Allí está Cuba, la pobre Cuba que lucha. Quiero que Ud. defienda a los cubanos. Cuba tiene que ser libre. Su tiránico enemigo tiene que ser aplastado. Y no sólo debe ser libre Cuba, sino que deben serlo todas sus islas hermanas. Nuestra República es responsable de su libertad. Yo desapareceré, pero Ud. tiene que tomar a pecho esta cuestión. Por ella hemos trabajado juntos. Ahora le incumbe a Ud. solo velar por Cuba.90
(John Aaron Rawlins cuando era militar)
La imagen de un gobierno norteamericano monolítico y constante en su posición con respecto a Cuba, va en contra del análisis histórico dialéctico de cualquier hecho histórico. Después de comenzada la Guerra de los Diez Años, se presentaron en los Estados Unidos varios proyectos de ley, mociones y resoluciones que reconocían la independencia cubana. El senador Sherman presentó una resolución que autorizaba a Grant a reconocer la independencia, tan pronto considerase que los beligerantes cubanos tenían un gobierno de facto91. Hubo también una proposición que planteaba la anexión.
El presidente Grant con el reconocimiento que inicialmente le dio a la lucha cubana, debido a Rawlins, y su posterior cambio a una posición francamente anticubana, debida a Fish, es una muestra clara de las diferentes posiciones que asumió el gobierno norteamericano en todo el siglo XIX e inicios del XX.
EXPANSIONISMO NORTEAMERICANO Y MEJICANO
El particularizar la posición norteamericana en contra del reconocimiento de la beligerancia cubana, sin plantear la posición oficial que asumieron muchos de los gobiernos de nuestras hermanas repúblicas latinoamericanas en esa guerra, es un error rayano con la manipulación. No plantear esa situación es obviar un necesario análisis dentro del contexto histórico de la región; paradójicamente es muy frecuente mencionar incuestionables episodios expansionistas o imperialistas de E.U. como fueron: la apropiación y colonización del oeste norteamericano y la anexión de una parte del territorio mejicano por Estados Unidos. Pero se omite, o se desconoce, por ejemplo, la ocupación de la región de Yucatán por el Gobierno Mejicano y la guerra de guerrillas que éste tuvo que enfrentar por parte de la población yucateca opuesta a la mencionada ocupación. En otras palabras: se habla mucho (¡ y peor aún: se generaliza !) sobre las reales ambiciones imperiales del presidente norteamericano James Knox Polk, pero se calla, o se desconoce, que el ya mencionado general mejicano Santa Anna, gobernante mejicano en esos mismos años, se ¨anexó ¨ también a Yucatán y para colmo, vendió y deportó como esclavos a Cuba muchos indios yucatecos que se habían opuesto a la ocupación y que habían sobrevivido a la fuerte represión de su gobierno.
(James Knox Polk)
Sobre la anexión de Tejas es necesario profundizar en la historia. Tejas era una región prácticamente abandonada por el gobierno mejicano, lo cual fue aprovechado por muchos colonizadores norteamericanos para asentarse en dicho territorio. El general mejicano Santa Anna sitió entre el 23 de febrero y el 6 de marzo de 1836 a los tejanos en El Álamo, en San Antonio. La guarnición fue totalmente asesinada. La independencia de Tejas fue declarada el 2 de marzo de ese año y el 21 de abril, en San Jacinto, los tejanos derrotaron las tropas del gobierno mejicano.
Es preciso señalar que la población de la República de Tejas, en número ampliamente mayoritario, deseaba la anexión a los Estados Unidos, pero no fue hasta el 4 de julio de 1845 ( casi 9 años después ) que el Congreso de Tejas votó por la anexión a los Estados Unidos, el cual en ese momento estaba gobernado por John Tyler, el cual firmó la resolución de anexión de Texas como su último acto como presidente.
(Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón (21 Febrero 1794 – 21 Junio 1876), frecuentemente conocido como Santa Anna o López de Santa Anna, en 1847)
Es frecuente equiparar, y hasta confundir, la anexión de Tejas con la de los territorios mejicanos apropiados por los Estados Unidos después de la Guerra Mejicana que sostuvo los E.U. con ese país y que le trajo como consecuencias a Méjico, la pérdida de California y otros territorios, aunque es cierto, que fueron sucesos ocurridos en las tierras tejanas los que la desataron. Esta guerra fue provocada realmente por las ya mencionadas ambiciones imperiales del presidente Polk, aunque es interesante saber que en California una parte de la población quería independizarse del gobierno mejicano.
En resumen: es una falta grave y frecuente el omitir u obviar, el proceso histórico de conquistas, expansionismo, escisión, desgajamiento, etc., que conformaron nuestras actuales repúblicas latinoamericanas y sus fronteras, a la vez, que se expone de manera muy desinformada, parcial y tendenciosa, algunos episodios expansionistas o imperialistas de los Estados Unidos.
LAS REPUBLICAS IBEROAMERICANAS Y LA PROBLEMATICA CUBANA
En la Guerra de los Diez Años la posición que asumieron las repúblicas latinoamericanas fue muy moderada y en algunos casos muy parecida a la del gobierno de Grant. En el artículo " 1895 y José Martí. Cómo respondió América Latina " de Héctor García Quintana92 se puede leer como solamente nueve gobiernos latinoamericanos dieron su reconocimiento oficial a la beligerancia cubana y algunos de ellos bastante tardíamente: En 1869 México, Chile, Venezuela, Bolivia y Perú; Colombia en 1870; El Salvador y Brasil en 1871 y Guatemala en 1875. En el libro " Memorias de la Guerra" del General Enrique Loynaz del Castillo se pueden leer fuertes críticas a la falta de solidaridad oficial de los gobiernos latinoamericanos durante la Guerra de Independencia de 1895. Ramiro Guerra resumiendo el comportamiento de los gobiernos hispanoamericanos con relación a la Guerra de Independencia de 1895 escribió:
La guerra cubana de 1895 produjo, por una de las constantes paradojas de la historia de Cuba, resultados diametralmente opuestos a los imaginados por Martí. Las Repúblicas hispanoamericanas se abstuvieron de mezclarse en la lucha .93
Pero esta situación era de esperarse si analizamos determinados antecedentes históricos sobre la ayuda de otros gobiernos hacia los criollos de la mayor de las Antillas, veámoslos:
Philip S. Foner hablando del estímulo internacional a la independencia cubana en la década de los años veinte plantea:
... El principal estímulo a la independencia de Cuba vino de Colombia y México. Aparte del hecho de que se sentían en deuda con los patriotas cubanos que habían combatido en sus ejércitos y esperaban pagar esa deuda ayudando a liberar a Cuba de España, los caudillos revolucionarios sabían que mientras la isla permaneciese en manos españolas seguirían siendo un peligro para la causa emancipadora. Porque Cuba era la base en América desde donde proyectaba Fernando VII reconquistar los nuevos estados independientes. Por eso, no es de extrañar que, durante este período, Colombia y México procurasen fomentar en Cuba la rebelión contra España. 94
y mucho más adelante señala:
En 1830, la década de esfuerzos intensos por la independencia de Cuba se había cerrado. Las autoridades españolas seguían acusando a Colombia y México de proseguir su plan de invadir la isla, pero tal acusación tenía muy poca base real: la oposición de Estados Unidos había resuelto definitivamente la cuestión. Además, con la caída del reaccionario gobierno borbónico en Francia y el ascenso de Luis Felipe al trono de 1830, Fernando VII había perdido toda posibilidad de ayuda francesa para reconquistar sus antiguas colonias. México y Colombia, libres ya de la amenaza de España, dejaron de prestar ayuda a las actividades independentistas en Cuba, y el reconocimiento formal, por parte de España, de las repúblicas hispanoamericanas, que ocurrió en 1836, acabó con todas las esperanzas cubanas de auxilio procedente de aquellos países.95
(Simón Bolivar)
Pero es mi criterio que las verdaderas razones del cese de las promesas de ayuda hacia Cuba por parte de las repúblicas hispanoamericanas podemos encontrarlas en el siguiente fragmento de una carta personal (es decir, sin la finalidad que su contenido se conociera públicamente ) de Bolivar del 20 de diciembre de 1824 al general Santander:
¨Me parece bien que el gobierno de Colombia, por los medios que juzgase a propósito, intimase a España que si en tanto tiempo no reconocía la independencia de Colombia y hacía la paz, estas mismas tropas irían inmediatamente a La Habana y Puerto Rico. Más cuenta nos tiene la paz que libertar esas dos islas: J’ai ma politique a moi. La Habana independiente nos daría mucho que hacer, la amenaza nos valdría más que la insurrección. Yo tengo mi política. Este negocio bien conducido puede producir un gran efecto. Si los españoles se obstinaren, Sucre puede ir a una parte, y Páez a otra, porque ambos están animados del mismo deseo ...¨ 96
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS
José González ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Morales Lemus y la dis-yunta Cuba/USA. Siglo XIX ...":
Excelente el articulo tuyo de Vitral..!!
Lo copiare en mi blog.
saludos
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Nausea ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Morales Lemus y la dis-yunta Cuba/USA. Siglo XIX ...":
Vaya, nuestro hermano el "Libertador," tan hermano como la gran mayoría de los actuales letrinamericanos--hermanos cómo Caín. De tal palo tal astilla, o algo así.
3 Comments:
Excelente el articulo tuyo de Vitral..!!
Lo copiare en mi blog.
saludos
Vaya, nuestro hermano el "Libertador," tan hermano como la gran mayoría de los actuales letrinamericanos--hermanos cómo Caín. De tal palo tal astilla, o algo así.
La postura de Bolívar estuvo influenciada por la promesa de USA de gestionar ante España el reconocimiento de la Independencia de las Naciones Suramericanas desde 1826. En ese contexto hay que situar aquella decisión. Por otra parte, no pueden desconocerse las contribuciones que Colombia y los Colombianos hicimos a la Independencia Cubana en la Guerras de Independencia desde 1868 hasta 1898. Figuras como las de José Rogelio Castillo y Zúñiga, Avelino Rosas y el listado de centenares de soldados Caucanos que vinieron a luchar y rindieron su vida en tierras cubanas, merecen no ser olvidadas al igual que las contribuciones en dinero y armas que los Gobiernos Liberales Radicales aportaron a la causa cubana,
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