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domingo, marzo 11, 2012

Carlos Alberto Montaner: Fulgencio Batista y Fidel Castro: 60 años sin democracia en Cuba

Nota del Bloguista

El motivo para el nacimiento de Fidel Castro como figura política y del Castrismo fue el golpe del 10 de marzo de 1952; las causas son más lejanas y profundas: caudillismo, irrespeto o poca valoración a las instituciones, exaltación de la violencia como la vía para resolver los problemas del país, etc.

El resultado de las elecciones era poco predecible. Los ortodoxos en 1948 también daban por segura en 1948 su victoria en las elecciones generales y, sin embargo, triunfaron los auténticos y salio electo el Dr. Carlos Prío Socarrás. Después de la muerte de Eduardo Chibás, Roberto Agramonte no llenaba ni aproximadamente el vacio que había dejado Chibás al frente de la ortodoxia. Las encuestas son sólo eso: encuestas, y su grado de fiabilidad depende de seguir claras y muy precisas reglas relacionadas con la correcta selección y el tamaño de la muestra para una determinada magnitud del error que se está dispuesto a correr, así como en la redacción de las preguntas de la encuesta y la forma en que se aplica la misma. En el libro Estadística Elemental, de Paul Hoel en el capítulo de introducción a la Teoría del Muestreo se da un ilustrativo ejemplo con relación a una encuesta mal llevada a cabo por una revista literaria respecto a unas elecciones en EE.UU. ; los encuestados formaban una muestra de millones de personas y sin embargo, el resultado que se obtuvo fue el opuesto al que había dado la encuesta; la clave es que la muestra tomada no era representaviva de la población de los votantes de EE.UU., ya que los lectores de la revista literaria eran personas con características que no eran similares a la de la mayoría de los votantes. Por otra parte, se ha demostrado que la revista Bohemia no era en esos años muy objetiva y sus opiniones estaban muy sesgadas. En la supuesta carta que Miguel Ángel Quevedo hace antes de suicidarse y que está dirigida al padre de Carlos Alberto Montaner, empleado de dicha revista, se toca fuertemente ese aspecto de manera general.

El fragmento citadopor Carlos Alberto Montaner de La historia me absolverá pertenece al capítulo XII.

Primera vez que oigo o leo que Batista fue vulgar. Conozco testimonios contrarios a esa opinión de una persona que tenía un familiar a la que le lavaba la madre de Batista y el propio Batista le llevaba la ropa cuando era un muchacho; conozco a otra persona, cuyo tío se iba a presentar a la oposición por la plaza de sargento taquígrafo en el Estado Mayor y con el cual Batista habló para que no se presentara, que él, Batista, pensaba ascender y que se acordaría siempre de ese favor. Batista cumplió su palabra y no sólo le retribuyó generosamente y por vida ese favor, sino que también retribuyó al hijo de esa persona. Ambas personas me comunicaron que sus familiares les habían dicho que Batista era, respetuoso y educado. Para algunas personas, comer el pollo con la mano o no saber comer con doce cubiertos es de persona vulgar. Siempre hay que tener en cuenta quien da esa valoración. Tengo otros testimonios que va en contra de que Batista era vulgar, pero esos correponden a otra etapa de la vida de Batista cuando ya era una figura nacional. La palabra con las que estas otras personas caracterizan a Batista, era que Batista en el trato personal ¨era una dama ¨, sin que esa expresión tuviera nada que ver con amaneramiento o actitudes feminoides.

(Fulgencio Batista trabajando como retranquero)

Tengo entendido que esa ¨insubordinación¨ estuvo más relacionada de manera pública conque los sargentos y otros militares de menor rango pudieran usar polainas de determinado tipo y ¨gorras de plato¨, que con los salarios, aunque supongo, dado que Montaner es un escritor serio, que el autor haya verificado esa información. Investigaciones relativamente recientes apuntan a que esos motivos era sólo la razón pública para hacer la reunión, pero que ya estaba planificado por algunos de los organizadores o complotados, que en un determinado momento se abordarían los temas más importantes. Se dice que Fulgencio Batista desde antes de esa reunión en el Club de Alistados pertenecía ya a una cédula del ABC de un tal Naranjo y que hasta hay una foto de esa relación; téngase en cuenta que el ABC era una organización secreta y compartimentada.

Batista fue un autodidacta y su cultura ( no nos engañemos por su deficiente oratoria) la fue puliendo también con maestros particulares.

La mayor propaganda en contra del gobierno del Dr. Carlos Prío Socarrás y del autenticismo, incluyendo el rumor de que los auténticos harían fraude electoral, la hacían los ortodoxos. Esa propaganda la hacían hiperbolizando los defectos de la adminitración de Prío ( la cual había cambiado ostenciblemente con respecto a sus dos primeros años, después de trazar su política de Los nuevos rumbos). Ese rumor de los ortodoxos sobre el fraude electoral en las próximas elecciones seguian la misma partitura de cuando perdieron las elecciones ante los auténticos en 1948 cuando ya veían a Eduardo Chibás como Presidente de Cuba. Fallecido Chibás el 16 de agosto de 1951, las probabilidades de triunfo del partido ortodoxo en las elecciones de 1952 eran menores que las que tuvo en 1948 pues Agramonte quedaba muy chiquito en el traje que había dejado el excéntrico y polémico Eduardo René Chibás y Ribas pese a que Chibás había recibido un descomunal golpe a su credibilidad al morder ¨la carnada¨ de una falsa información de corrupción de Sánchez Arango; según algunas personas esa trampa fue armada por el propio ex comunista y entonces Ministro de Educación Aureliano Sánchez Arango. Eduardo Chibás, tratando de recuperar terreno y credibilidad se disparó durante uno de sus programas radiales (un muy extraño suicidio por la forma en que lo ejecutó; era su segundo intento de suicidio) y por una complicación quirúrgica falleció a los pocos días.

La historiadora y marxista Marta Harnecker escribe:

Su popularidad (del Partido Ortodoxo) se debía principalmente al carisma extraordinario de su líder indiscutido: Eduardo Chibás que se había empezado a destacar ya en las luchas universitarias de los años 20, y en los enfrentamientos contra las dictaduras de los años siguientes. Fogoso polemista, encabezaba el movimiento de recuperación cívica y moral de gran arraigo entre las masas.

Al desaparecer su figura carismática y presentarse divisiones en el partido, la popularidad del partido ortodoxo disminuyó. Seamos franco en esta respuesta ¿ Qué solidez tenía el Partido del Pueblo Cubano o Partido Ortodoxo después del golpe del 10 de marzo ? El Partido Ortodoxo apenas sobrevivió, mientras que el Partido Revolucionario Cubano (A) o Partido Auténtico siguió siendo una fuerza política en el país.

En la revista Encuentro de la Cultura Cubana, número 18; número homenaje a Nicolás Quintana, se encuentra la entrevista «El gran burgués» hecha al sobresaliente arquitecto, fallecido en el 2011, Nicolás Quintana. En la entrevista realizada por Rafaél Fornés, Nicolás Quintana hace una comparación entre Fulgencio Batista y el Innombrable ( Fidel Castro). Un fragmento de esa entrevista se encuentra en este blog Baracutey Cubano:

http://baracuteycubano.blogspot.com/
Nicolás Quintana: Vamos a empezar con mi padre. Según me contaban, el viejo y Miguel Ángel eran los arquitectos del Presidente Zayas y ellos iban a jugar dominó a su finca algunos fines de semana. A la entrada siempre estaba un cabo que abría el portón, muy diligente. Papá fumaba unos tabacos enormes y carísimos y le regalaba siempre algunos, porque simpatizaba con aquella persona. Era Fulgencio Batista. Con el paso de los años Batista es Presidente y una noche estamos comiendo en el Club Kawama y Batista entró con un grupo. El viejo y Miguel Ángel se levantan en señal de respeto y más tarde los llaman a la mesa de Batista. Entonces papá me dice: «Ven para que aprendas cómo se manejan estas cosas.» Así fue como conocí a Fulgencio Batista y Zaldívar.
Años después empiezo a trabajar en la jnp, con el arquitecto José Luis Sert como consultor, en el Plan Piloto de Varadero. Una noche que habíamos bebido mucho vino, él empezó a cantar la Tercera Internacional caminando por la playa, acuérdate de que él era un republicano español. Lo paré a tiempo. José Luis era un tipo formidable y un buen amigo.
El Centro Turístico de Varadero era el sitio donde estábamos laborando. Se hicieron muchas obras: se dragó la Laguna de Paso Malo, se construyeron los muelles y un montón de obras más. Habíamos codificado la altura de los pinos existentes como la mayor altura a la que se podía construir y tomamos una serie de decisiones ambientales para proteger Varadero.
Hoy día Varadero está totalmente «cancunizado», fuera de escala los edificios con el sitio natural. Han cometido una barbaridad imperdonable. Un crimen ambiental.
Recuerdo que una vez Batista me dijo: «Nicolás, yo he inaugurado varias obras en Varadero y siempre hay un asiento vacío en la tribuna que se supone es el asiento tuyo, de Nicolás Quintana y Gómez, Jefe del Plan. Nunca te veo en las inauguraciones ¿por qué?» Le respondí: «Es que yo no soy batistiano, Presidente.» ¿Cuál es la diferencia entre el Innombrable y Fulgencio Batista y Zaldívar? Que a mí no me pasó entonces absolutamente nada. Cuando se levantó me puso la mano en el hombro y me dijo: «Tengo entendido que eres un gran arquitecto».
Durante el verano yo siempre alquilaba en Varadero una casa cerca de la playa. Batista alquilaba la casa de Gómez Wallington frente a la playa. A veces él venía, y me preguntaba cómo iba el Plan. Así hubo varias reuniones ocasionales y Batista te daba el chance de medirlo. Cuando el Innombrable se robó el país, engañando al pueblo de Cuba según confesión propia, todo eso se alteró, uno no podía comunicarse con el individuo. Esa relación humana no se perdía con Batista, a pesar de todos sus defectos evidentes de típico dictador latinoamericano. No te puedo decir que odiaba a Fulgencio Batista y Zaldívar. No me interesa odiar, no hay nada creativo en eso. En cuanto al Innombrable… Camus decía que: «No hay destino que no se venza con el desprecio».

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Tomado de http://www.diariodecuba.com/

10 de marzo de 1952

Dos hombres y el destino

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Fulgencio Batista y Fidel Castro: 60 años sin democracia en Cuba.
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Por Carlos Alberto Montaner
Miami
10-03-2012



Hace exactamente sesenta años comenzó la tragedia de los cubanos. Solemos decir que se inició con la llegada de Fidel Castro al poder en enero de 1959, pero no es cierto: todo empezó el 10 de marzo de 1952. Esa madrugada, el ex presidente Fulgencio Batista, hombre que en sus orígenes procedía de los estratos más bajos del ejército, dio un golpe militar incruento. Lo llevó a cabo pocas semanas antes de unas elecciones que muy probablemente hubiera ganado Roberto Agramonte, un honorable catedrático de Sociología que presidía el Partido Ortodoxo, formación política vagamente socialdemócrata. El cuartelazo interrumpía un ciclo democrático de tres gobiernos sucesivos de centro izquierda, incluido el del propio Batista (1940-1944), quien había tenido el honor de inaugurarlo.

Veamos cómo describía Fidel Castro el mundillo político liquidado por el golpe de Batista. El fragmento que sigue pertenece a La historia me absolverá, el alegato de Castro en su propia defensa por el juicio que se le siguió tras atacar el cuartel Moncada el 26 de julio de 1953:

"Os voy a referir una historia. Había una vez una república. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades, Presidente, Congreso, tribunales; todo el mundo podría reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada; sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseaba un cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro."

Retrato de Batista

¿Quién era Batista y por qué derribó la frágil institucionalidad democrática de Cuba tras haber contribuido decisivamente a edificarla en 1940?

Fulgencio Batista era un hombre de origen muy pobre, nacido en Banes en 1901, un pueblo remoto y atrasado del oriente cubano. Era mestizo de blanco, negro, indio y tal vez chino. Su madre lo crió sola, porque, como era frecuente en el campo, el padre ni siquiera quiso reconocerlo hasta pasado cierto tiempo. De niño, Batista cortó cañas, trabajó como peón en los trenes, recibió alguna instrucción de unos bondadosos cuáqueros americanos que merodeaban haciendo el bien por aquellos parajes y, finalmente, se reclutó como soldado para escapar de la miseria y estructurar su vida de alguna manera provechosa.

Evidentemente, Batista no tenía vocación castrense en el sentido de querer disparar cañones y ganar batallas, pues se hizo mecanógrafo y taquígrafo para trabajar en el Estado Mayor, donde alcanzó el grado de sargento debido a esas destrezas burocráticas menores. Tenía fama de ser inteligente y respetuoso, aunque la vulgaridad afeaba su conducta, inevitable rasgo que se adquiere en la vida cuartelera. Parece que este extremo logró corregirlo con el paso de los años. El poder lo civilizó y lo educó, al menos formalmente.

En agosto de 1933, tras la caída de Machado, por esos raros imponderables de la vida, el sargento Batista, ante el desmoronamiento de las instituciones, incluido el propio ejército, se vio de pronto de portavoz de una insubordinación de los sargentos y clases del ejército, cuyo origen era esencialmente económico: protestaban porque no cobraban su sueldo desde hacía varios meses. Pero esa protesta pronto se transformó en reivindicación política cuando unos sagaces revolucionarios, blancos, educados, ideológicamente motivados por el pensamiento de izquierda, y generalmente adscritos a los niveles sociales altos y medios del país, vieron en la rebelión de los sargentos una buena oportunidad de controlar las fuerzas armadas para ponerlas al servicio de la revolución que se proponían llevar a cabo.

El 4 de septiembre de 1933 se produjo la primera gran aventura política de Batista. El sargento, junto a los estudiantes universitarios y otros elementos radicales que encabezaron la lucha armada contra la dictadura de Machado, desalojaron del poder a Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria, y ocuparon la casa de gobierno. El entonces muy joven Batista, con apenas 32 años y sin otro bagaje intelectual que el de ser hábil tomando dictados, se convertía en el "hombre fuerte" del país, papel que desempeñaría hasta 1940, cuando resultó electo en unos comicios razonablemente limpios.

Batista gobierna entre esa fecha y en 1944, y, finalmente, tras otras elecciones inobjetables, le entregó el poder a un catedrático de medicina, el Dr. Ramón Grau San Martín, quien había sido su más relevante compañero en la asonada del 4 de septiembre, pero a quien había defenestrado varios meses después, en enero de 1934, con el beneplácito y el aliento del gobierno de Franklin D. Roosevelt, entonces empeñado en pacificar y moderar a Cuba.

¿Cómo y por qué este humilde sargento, totalmente desconocido, se transformó en el hombre fuerte de Cuba? Mi impresión es que el resto de los factores de poder (el Directorio, el ABC, los empresarios, los comunistas, la embajada de Estados Unidos), por diversas circunstancias vieron sus debilidades como ventajas comparativas.

Todos creían que podían manipularlo. Batista era demasiado débil intelectual y económicamente. No pertenecía a la oligarquía económica ni al patriciado blanco, no se había construido una prestigiosa biografía antimachadista. Era, aparentemente, un pobre diablo al que un brillante periodista, Sergio Carbó, flamante Secretario de Gobernación y de Marina y Guerra del gobierno surgido del 4 de septiembre, había ascendido mágicamente de sargento a coronel, colocándole las tres estrellas sobre su camisa sudada de soldado, para tratar de revitalizar la desmoralizada institución armada.



[De izquierda a derecha: Ramón Grau San Martín, Sergio Carbó y Fulgencio Batista. La Habana, 1933. (LATINAMERICANSTUDIES.ORG)] De izquierda a derecha: Ramón Grau San Martín, Sergio Carbó y Fulgencio Batista. La Habana, 1933. (LATINAMERICANSTUDIES.ORG)



¿Y cómo se veía Batista a sí mismo? Probablemente, como un hombre de pueblo, sufrido y humillado en aquella Cuba racista y clasista que se burlaba de él porque era mestizo, y de su mujer, Elisa, porque había tenido que lavar ropa de extraños para superar la pobreza. Se veía, además, como un hombre de izquierda que simpatizaba con los republicanos durante la Guerra Civil española (algo que Franco nunca le perdonó del todo). Por eso se sentía totalmente afín al lenguaje revolucionario posmachadista, y seguramente se congratulaba de que la vida le hubiera dado una oportunidad y él había tenido la audacia de saber aprovecharla.

(Foto de 1946 en EE.UU. de Fulgencio Batista con Fernando de los Ríos Urruti, político, dirigente e ideólogo socialista español, una de las más destacadas figuras del pensamiento socialista español; Ministro y Embajador de la Segunda República Española: foto y comentario añadido por el bloguista de Baracutey Cubano)

Para los comunistas, con quienes se llevaba muy bien, Batista era la mejor opción del panorama político nacional, y el único dirigente que, dados sus míseros orígenes, no era un "enemigo de clase", como postulaba el manual marxista. Cuando le pidieron, en 1939, que mantuviera neutral al país tras el comienzo de la Segunda Guerra, durante el periodo en que los nazis y los soviéticos se aliaron para desguazar Polonia y engullir a los países bálticos en beneficio de Moscú, Batista los complació. Pero hizo mucho más: legalizó el partido, les facilitó el control del aparato obrero, y fueron aliados en las elecciones de 1940, haciendo ministros a dos de ellos —Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez— cuando se produjo el triunfo.

Ni siquiera Fidel, en 1959, fue tan generoso con los comunistas como el Batista del primer gobierno. Fidel utilizó a su antojo al viejo PSP y, cuando le pareció oportuno, encarceló a unos cuantos dirigentes durante la llamada "microfracción". Batista, en cambio, los trató como aliados y les concedió una parcela de poder importantísima: la Confederación de Trabajadores Cubanos.

Nunca en la historia de la República los comunistas tuvieron más peso y reconocimiento que durante el primer Batista. Lo que explica que hayan sido los comunistas los primeros y más enérgicos batistianos del país. Los dos gobiernos auténticos que siguieron a ese Batista juvenil se encargaron de arrebatarles el poder, los privilegios y la autoridad que el ex sargento les había conferido.

Por eso, cuando Batista, en 1944, termina su periodo presidencial y comienza un recorrido internacional, el poeta Pablo Neruda saluda su paso por Chile con palabras como éstas: "Otra hora ha llegado al mundo, la hora del pueblo, la hora de los hombres del pueblo, la hora en que Batista se confunde con los héroes populares de nuestra época, Yeremenko, Shukov, Cherniakovsky y Malinovsky, que hoy golpea y deshace las puertas de Alemania, los guerrilleros de España y de China, Tito y la Pasionaria. A Batista, en esta hora que también, por desgracia, se ha caracterizado por incubar traidores y cobardes, lo ponemos en el marco de los americanos totales".

Después de su periplo triunfal, aplaudido por las izquierdas en media América, Batista se refugia en Daytona, en Florida y allí permanece varios años. En 1948 es elegido senador sin siquiera hacer campaña, y se postula nuevamente para presidente en 1952, pero esta vez carece totalmente de apoyo popular. Según las encuestas de la época, apenas contaba con el respaldo del 10% de los electores. Fue entonces cuando aceptó encabezar un golpe que otros militares y algunos civiles habían organizado previamente.

¿Por qué lo hizo? Su primera coartada, totalmente absurda, era que Carlos Prío Socarrás, a su vez, preparaba un golpe. La otra justificación, igualmente insostenible, es que el país estaba en medio del caos producto de los enfrentamientos armados entre bandas rivales. La verdad es más sórdida que todo eso: lo hizo, y la sociedad permaneció indiferente, porque quería seguir mandando y, de paso, enriquecerse otra vez de manera ilícita porque el cofre familiar estaba medio vacío. Pudo hacerlo, pudo dar el golpe, porque no existían en el país unos sólidos valores republicanos universalmente compartidos.

Prevalecía en el país la mentalidad revolucionaria, muy vigorosa desde los años veinte, pero absolutamente hegemónica a partir de 1933, que ignoraba la importancia de la ley o el peso de las instituciones. La fina estructura republicana, que exige de los ciudadanos y de la clase dirigente el voluntario acatamiento de la ley, en Cuba era una desconocida entelequia. La democracia pendía de alfileres.

Retrato de Fidel Castro

El golpe de Batista el 10 de marzo de 1952 fue una bendición para Fidel Castro. El impetuoso abogado de 26 años, con fama de gangstercillo violento —lo que en esa confundida sociedad, sacudida por severas turbulencias, no lo invalidaba como líder cívico—, perteneciente al Partido Ortodoxo y candidato a congresista en las elecciones que nunca se celebraron, de pronto encontró un camino rápido para convertirse en la figura política más importante del país: encabezar la insurrección contra la nueva dictadura.



[Fidel Castro, La Habana, 1959. (TARINGA)] Fidel Castro, La Habana, 1959. (TARINGA)



Al contrario de Batista, Fidel provenía de una familia rica del campo cubano. Su padre, un gallego laborioso llamado Ángel Castro, llegado a Cuba a fines del siglo XIX como soldado español, a lo largo de una vida de trabajo y continuos negocios se había convertido en millonario. A su muerte, ocurrida en 1956, su fortuna se calculó en más de seis millones de dólares, cifra impresionante para la época. Su madre, Lina Ruz, no obstante su limitadísima formación, quiso que sus hijos estudiaran en buenos colegios y no escatimó recursos para lograrlo, pese a que el centro geográfico de los negocios familiares estaba cerca de Mayarí, también en una región atrasada y distante del oriente cubano.

Fidel, pues, fue enviado como interno a Belén, uno de los mejores colegios de Cuba dirigido por los jesuitas, y, cuando terminó el bachillerato, sus padres continuaron manteniéndolo generosamente mientras estudiaba Derecho en la Universidad. Como dato curioso, la primera vez que el nombre de Fidel Castro aparece en un diario es cuando lo ataca el periódico Hoy de los comunistas cubanos. En su edición del 14 de diciembre de 1944 dice lo siguiente: "En el reaccionario Colegio de Belén se realizó una ridícula sesión para combatir el proyecto del ilustre senador Marinello [una ley en contra de la enseñanza privada], y uno de los discursos estuvo a cargo de un tal Fidel Castro, pichón de jesuita, y que se mantuvo hablando tonterías, comiendo gofio durante mas de una hora".

Pero en la universidad, Fidel, pese a ser inteligente y poseer una gran memoria, estudió poco. Todo su interés estaba en labrarse una carrera política que lo llevara al poder. Como en esa época muchos líderes cubanos no se distinguían por su sabiduría, sino por su ejecutoria violenta como revolucionarios, pronto se integró a una de las pandillas más activas, la Unión Insurreccional Revolucionaria, y protagonizó varios hechos de sangre.

Mientras el Fidel tira-tiros, como entonces se les decía, inspiraba cierto miedo y respeto entre sus compañeros, y pese a que sus amigos le reconocían una rara capacidad oratoria, la verdad es que el líder político juvenil no lograba abrirse paso. Fidel no consiguió ganar ninguna elección en la universidad. De manera que en 1949, tras advertir que por la vía de la violencia no podía triunfar donde funcionaban las instituciones democráticas, renunció a la UIR y se afilió al Partido Ortodoxo con el objeto de llegar al Congreso.

En esa tarea estaba la madrugada del 10 de marzo de 1952, fecha en que Batista dio el golpe. Era la circunstancia perfecta para él. A base de acciones violentas, audaces y absolutamente irresponsables, quemaría etapas y lograría catapultarse a los primeros planos de la política nacional. Enseguida descubrió que su capacidad de convocatoria era muy débil en el terreno político, porque no conseguía nuclear a gentes intelectualmente bien formadas, pero resultaba muy eficaz para organizar pandillas de acción. Podía perder la vida en el intento, pero estaba dispuesto a realizar esa apuesta.

De alguna manera, Fidel compartía con Batista ese carácter temerario. La noche en que el ex sargento fue a apoderarse del Campamento de Columbia, pudo morir si algún soldado u oficial se hubiera decidido a hacerle frente. También pudo iniciarse una guerra civil si Carlos Prío hubiera tenido el ánimo de resistir el levantamiento. Pero no sucedió nada de eso. Batista volvió al poder casi sin oposición en los primeros momentos.

Pero ocurrió lo peor: se crearon las condiciones para que un nefasto personaje como Fidel Castro, violento y delirante, con la cabeza llena de disparates, sin ninguna experiencia laboral, acabara apoderándose de una sociedad que carecía de defensas frente a los caudillos revolucionarios, porque episodios como el golpe habían convencido a la mayor parte de los cubanos que la república no servía para nada, dado que la clase política no era otra cosa que una banda de ladrones y de violadores de la ley.

Esta historia lamentable comenzó hace sesenta años.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Zoé Valdés ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Carlos Alberto Montaner: Fulgencio Batista y Fide...":

Querido Pedro Pablo, menos mal que has hecho una introducción al lamentable artículo de Carlos Alberto Montaner, como tú, jamás he escuchado que Batista fuera vulgar. Su hijo me entregó cartas de Batista que conservo con gran cuidado y que son de una gran fineza y preciosismo del lenguaje. No se puede obviar la literatura batistiana, por cierto.
Ahora resulta que hasta Batista tiene la culpa de la dictadura castrista, por favor. La culpa, en todo caso, la tiene Martha Frayde, que fue la que le presentó Fidel Castro al buitrero de Chivás, otro "intelectual" de los que crecen como pangola en Cuba.
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Reflexiones de Chocolatico Pérez ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Carlos Alberto Montaner: Fulgencio Batista y Fide...":

Lo bueno del Artículo es que nos invita a reflexionar sobre ese tema. Yo creo que aún sin el Golpe del 10 de Marzo, Fiedl Castro hubiese tratado de hacerse del poder, tal vez más fácilmente. Para mí la culpa la tienen primero los cubanos de aquella época que no supieron ver la importancia de los valores democráticos y tiraron la República a mierda, cegados por la corrupción. Después los USA, Kennedy, ese cabrón.
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3 comentarios:

  1. Querido Pedro Pablo, menos mal que has hecho una introducción al lamentable artículo de Carlos Alberto Montaner, como tú, jamás he escuchado que Batista fuera vulgar. Su hijo me entregó cartas de Batista que conservo con gran cuidado y que son de una gran fineza y preciosismo del lenguaje. No se puede obviar la literatura batistiana, por cierto.
    Ahora resulta que hasta Batista tiene la culpa de la dictadura castrista, por favor. La culpa, en todo caso, la tiene Martha Frayde, que fue la que le presentó Fidel Castro al buitrero de Chivás, otro "intelectual" de los que crecen como pangola en Cuba.

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  2. Lo bueno del Artículo es que nos invita a reflexionar sobre ese tema. Yo creo que aún sin el Golpe del 10 de Marzo, Fiedl Castro hubiese tratado de hacerse del poder, tal vez más fácilmente. Para mí la culpa la tienen primero los cubanos de aquella época que no supieron ver la importancia de los valores democráticos y tiraron la República a mierda, cegados por la corrupción. Después los USA, Kennedy, ese cabrón...

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  3. Yo también pienso que Castro hubiera tratado de tomar el poder sin ocurrir el 10 de marzo.
    Aún sin el suicidio de Eddy Chibás, y aún con Chibás de presidente de Cuba, igual lo habría acusado de corrupto y ladrón, y aunque el autor de la famosa frase "Vergüenza Contra Dinero" no robara nada, le habría acusado de "cómplice encubridor", citando la famosa frase de El Apóstol: "Ver un crimen en silencio es cometerlo." Fidel Castro no fue otra cosa que un monstruo pérfido y asesino que nunca debió haber nacido. Tengo 70 años, soy peruano natural de Lima, jamás he visitado Cuba, pero soy un apasionado de su Historia, período 1933-1959.

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