lunes, marzo 26, 2012

Esteban Fernández Jr.: LA PERSIANA DE PINILLOS 463

LA PERSIANA DE PINILLOS 463



Por Esteban Fernández Jr.


Les he contado de mi despedida de Cuba el 12 de agosto del 62, pero no he ahondado nunca en "mi primer vistazo a Cuba". Yo debo haber tenido, mas o menos, cinco años de nacido. Y este es MI PRIMER RECUERDO DE CUBA: Con dificultad halé una silla, la acerqué a la ventana, me encaramé en el respaldo, abrí la persiana y miré hacia afuera. Les juro que me acuerdo como si hubiera sido ayer.

Lo primero que vi fue a un viejo con un palo en sus hombros, a cada punta del palo tenía atado un montón de patitas de puercos. Años mas tarde supe que era un vendedor ambulante de patas de puercos, pero esta primera vez me dio una mala sensación. Perfectamente recuerdo que sentí asco.

Y vi unos muchachos mayores (debían haber tenido 8 o 9 años, pero me lucieron unos hombres) en la calle jugando a las canicas. Pensé que: "Muy pronto me voy a dedicar a ese menester". Parece que en mi inocencia imaginé que "eso era una profesión muy agradable".

Miré a la izquierda y vi una carnicería. La carnicería de Joaquín Quintero. Miré al frente y vi una bodega. Y al mirar hacia la derecha vi a un niñito llamado Gerardito retozando en su portal, mas allá un bello parquecito. Era el Parque Martí donde después me pasé la mitad de mi corta vida en mi pueblo jugando a la quimbumbia.

De sopetón vi algo que me impresionó: Un hombre uniformado de amarillo (color "caqui"), tenía altas polainas, tremendo revólver a la cintura, montado en un gigantesco caballo, iba pasando por frente a mi casa. Asustado me iba a bajar de la silla pero en eso vi que venía mi padre y saludó al Guardia Rural amablemente. Eso me tranquilizó.

Recuerdo que al entrar mi padre a la casa me miró sorprendido y me dijo: "Bájese de esa silla, muchacho atrevido, eso de mirar por una rendija es cosa de gente chismosa". No le hice caso.

Y vi algo que me encantó: Pasaban una muchacha y un muchacho agarrados de las manos y dándose besitos. Estoy seguro de que fue la primera vez en que use la palabra: "¡Ñoooo!". Dije: "Ñooo, cuando sea grande voy a hacer lo mismo con alguna niñita del barrio"... Recuerdo que un mes despues conocí a la vecinita del frente llamada Mabel Llanes que me encantaba.

Vi a un tipo pregonando: "¡Maní, maní!" y añadía: "También tengo crocante habanero , "Prensa Libre" y "Bohemia" para que se enteren de las noticias del día"... Algo me llamó poderosamente la atención: Pasó un bello carro. Enorme. Años más tarde me enteré que eso era un Cadillac "Cola de pato" y que el dueño era un coterráneo al que llamaban "Mingo" Troya.

Y de pronto escuché la voz de mi madre que me gritaba: "¡Te vas a caer de ahí, Esteban de Jesús!". En sus manos tenía un amenazador cinto. Al pasar el tiempo descubrí que ese cinturón nunca iba caer sobre mi espalda, jamás se utilizaría para pegarme y que sólo era un alarde maternal para meterme miedo.

Y entonces mi madre dijo algo que tenía tremenda lógica: "¿Qué necesidad tienes de hacer eso, porqué mejor no abres la puerta y te sientas tranquilo en un sillón en el portal y ves a la gente pasar?"... Miré a mi mamá seriamente y pensé: "Contra, esta mujer sabe lo que está hablando, de ahora en lo adelante voy a tratar de hacerle caso"...

Pero, como yo estaba encaramado en el respaldo de la silla, la única excusa que se me ocurrió fue: "Es que estoy muy alto y tengo miedo a bajarme", y mi mamá respondió de nuevo utilizando sus vastos conocimientos de la vida: "¡De la misma manera que te subiste, bájate niño malcriado!"...

Y mi madre me preguntó por curiosidad: "Y ¿qué viste?" Y con picardía le respondí: "¡Mami, vi muchísimas cosas interesantes!"...

Mentira. No vi nada del otro mundo pero al pasar mas de 60 años se me antoja recordar que esos fueron unos 15 minutos bellos y sublimes. Me bajé y me fui a esuchar un episodio de Los Tres Villalobos en la radio. Eran las 12 del mediodía. No preciso haber visto nada antes. Y de la misma manera que hoy se me aguan los ojos recordando la ventanilla del avión por donde di MI ÚLTIMO VISTAZO A LA ISLA, lo mismo me ocurre con esta "inical ojeada a Cuba" a través de la persianita de la casa de la calle Pinillos en Güines.