viernes, abril 27, 2012

Jorge Hernández Fonseca: La Iglesia Católica Cubana como Brazo del Castrismo

La Iglesia Católica Cubana como Brazo del Castrismo




Por Jorge Hernández Fonseca
Brasil
25 de Abril de 2012


Después de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba se ha producido un verdadero asalto a las posiciones opositoras por parte de las huestes de la dictadura cubana usando a la Iglesia Católica como brazo ejecutor. Tal parece como si la visita papal a la isla hubiera dado luz verde para el ataque coordinado en forma de conferencias, eventos y reuniones excluyentes, que han tomado como tema aparente la “reforma migratoria” anunciada por los oficiales castristas, pero lo que en realidad han hecho es dar un recado directo a la oposición: El castrismo raulista será el que encabece la transición a cualquier tipo de sociedad futura, con el apoyo de la Iglesia.

Una sucesión de noticias, frases y posicionamientos surrealistas han corrido a raudales por las páginas de Internet y las cadenas de noticias, pronunciadas en los eventos políticos organizados por la Iglesia dentro y fuera de la isla --controlados por el castrismo y sus colaboradores externos-- donde se han expresado conceptos que van desde afirmar que “la apertura política no es necesaria”, hasta que “Raúl Castro es la persona indicada para encabezar las reformas que la isla necesita”, una verdadera barbaridad para el futuro de Cuba.

Hasta el presente, el esquema de análisis colocaba a la jerarquía de Iglesia Católica Cubana como siendo controlada por personeros afines a negociar con el castrismo un apoyo interno, a cambio de ganar determinado espacio para expandir su credo, en fase a lo que se podría imaginar de una Iglesia que hasta ahora era sometida a un aislamiento limite dentro de la sociedad cubana, donde los valores políticos priman por sobre cualquier tipo de creencias.


La Iglesia Católica Cubana nos ha demostrado en estos días que en realidad el castrismo ha conseguido convertir a la Iglesia Católica Cubana en una correa de transmisión más para el control de la sociedad cubana y ahora la lanza al exilio como parte de la campaña de cooptar la oposición externa, basado en que los mensajeros son religiosos y no políticos, ni “del partido”.


La Iglesia Católica Cubana, junto a los Sindicatos, los CDR y las Brigadas de Respuesta Rápida, cumplen su misión dentro de la isla de manera similar, tal es la penetración que los cuerpos de espionaje cubanos han conseguido hacer entre sus laicos y religiosos. No se trata del posicionamiento de grupos o de tendencias de subsistencia lo que se observa. Es un control claro y determinante en cuanto a ideología política, línea de procedimientos y ejecutoria, tratando de minimizar la oposición interna y denigrando al exilio que lucha por la libertad.

No es --como se podría imaginar-- una traición a los principios cristianos de libertad para el pueblo cubano oprimido. Es el accionar de marxistas infiltrados en el aparato religioso, controlándolo, discursando y llamando a la unión con la dictadura, para “dentro de 5 años tener algo mejor”, como descarnadamente propagandizan en el seno de nuestro exilio, atónico ante una realidad que sobrepasa la imaginación más atrevida: La Iglesia Católica Cubana, ya no está plegada a Raúl Castro, sino, incluida totalmente dentro de la nómina de sus aparatos.

Una sucesión de acontecimientos confirman lo dicho: primero, la dictadura anunció la reunión de representantes del régimen con exiliados seleccionados por su comportamiento dócil ante el castrismo, pero antes de producirse, una avalancha organizada por la Iglesia Católica Cubana --asociada al mismo tema-- ejecutó una reunión excluyente y a puertas cerradas dentro de la isla; celebró una conferencia en Nueva York invitando a un vocero de la nueva tendencia castrista de la Iglesia Católica Cubana, que vino al exilio a decirnos algo así como “perded toda esperanza”; hasta que finalmente el Cardenal Ortega en persona viajó a Estados Unidos para pronunciar el “úkase” definitivo: “hay que apoyar a Raúl, con mucha tolerancia y paciencia”.

El descubrimiento ahora es que estamos ante una Iglesia Católica Cubana que actúa como un brazo más del partido comunista de Cuba --ni más ni menos-- basado en la penetración profunda que el aparato de espionaje castrista ha logrado tejer en estos últimos 50 años dentro de sus esquemas jerárquicos y de mando, tanto religiosos como laicos. Todo con vistas a utilizarlo precisamente ahora, cuando es evidente el fracaso socialista. No se trata de una iglesia colaboracionista, se trata de una Iglesia penetrada, que cumple órdenes del partido.

Es la única manera de explicar lo sucedido desde que Raúl se vio en la necesidad e reunirse con la Iglesia como Institución --aparentemente independiente-- para resolver la crisis generada por la muerte del máritr Orlando Zapata, la huelga de hambre de Guillermo Farías y las manifestaciones de las Damas de Blanco. Es la explicación al silencio cómplice por la represión durante la visita del Papa. Es la explicación al espacio limitado que la dictadura ha ido dando a su nueva “organización de masas” y es la explicación más en fase con lo que hemos escuchado y leído en las últimas dos semanas y lo que probablemente todavía falta por escuchar y leer.

Este procedimiento de una dictadura derrotada en el aspecto ideológico, sometiendo a sus órdenes a la dirigencia católica cubana, puede producirse únicamente debido a que todavía mantiene dentro de la isla un control total de la información y los acontecimientos y quiere con esta nueva imagen (del apoyo católico a su régimen) ganar cierta credibilidad, para de esa manera continuar en las riendas del gobierno, que de otra forma sería imposible, en función del descalabro social, político, económico y moral al que ha sometido a la sociedad cubana.

Es posible que exista algún tipo de diferencia aleatoria entre los dirigentes católicos de la Iglesia cubana penetrada y la línea futura determinada por Raúl y sus generales, pero nada diferente a los enfoques diversos que hay entre el propio Raúl y alguno de sus asesores, en cuanto a conveniencias o no de algún aspecto secundario de lo que debe hacerse. Independiente de detalles más o menos importantes, lo cierto es que estamos ante un brazo más de la dictadura que nos oprime desde hace medio siglo y que pretende continuar oprimiéndonos.

De manera que, la Iglesia Católica Cubana ha pasado --debido a su compromiso castrista de dependencia-- a ser una Iglesia apócrifa, no importa el apoyo que el Papa le ha dado recientemente. La dictadura seguramente no tomará decisiones en el aspecto interno doctrinal y probablemente tampoco en cualquier otro aspecto que pueda lesionar la acción católica como comprometida con la religión y al mismo tiempo con los valores comunistas de la dictadura (cosa difícil) pero que en la Iglesia de Cuba no parece serlo, por su compromiso castrista.

Los católicos de dentro de la isla deberían tomar providencias, sabiendo separar los aspectos asociados a la fe y los asociados a los deberes con una patria libre, que en este caso deben estar por encima de cualquier mandato institucional eclesiástico, ya que nunca estará claro el objetivo de cada pronunciamiento que provenga de los dirigentes católicos cubanos de dentro, sean religiosos o laicos, pues este pudiera haber sido elaborado en los laboratorios de la policía política del régimen, para ir llevando el rebaño al matadero. Oswaldo Payá denunció adecuadamente estos procedimientos espurios, pero ahora se trata de algo más serio, la Iglesia Católica Cubana como Institución actúa como brazo de la dictadura en sus planes de dominio.

Dos aspectos quedan claros: primero, Raúl Castro pretende liderar la transición de Cuba hacia el capitalismo que sus generales imaginan (conservando las riendas del poder) y segundo, para esta aventura innoble cuentan con la iglesia Católica Cubana, ya “destapada” como uno de sus “organizaciones de masas”. Lo anterior luce muy bien en el contexto de apoyo latinoamericano y de sectores estadounidenses. Solamente no “cierra” por la oposición monolítica del exilio, de la oposición interna y de los millones de hombres y mujeres dignos dentro y fuera de la isla.

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