Jorge Hernandez Fonseca: La Reconciliación
La Reconciliación nacional es un tema que aburre y que ya desde hace rato no es relevante por prácticamente ya haber concluido:
La Reconciliación entre los cubanos que quedaron en Cuba y los que se fueron de Cuba que estaban en conflicto (el conflicto no siempre estuvo presente) se está dando desde finales de los años 70s y prácticamente ya está concluida; en los años 90s con el Período Especial, las más de 20 000 visas anuales para emigrar hacia los EE.UU. y el incremento de las visitas a Cuba y a EE.UU., esa Reconcialiación está prácticamente concluida en estos momentos. La reconciliación entre Castristas y antiCastristas también está casi concluida tanto en Cuba como en el Exilio; solamente hay algunos reductos en ambas vertientes políticas que no se han reconciliados y que tienen todo su derecho para no reconciliarse; solamente tiene que haber un Estado de Derechos que velen por sus derechos a no reconciliarse y a respetarse mutuamente.; en EE.UU. existe, en Cuba está todavía por establecerse y muy probablemente este Estado de Derechos no se dará con el Castrismo en el Poder en Cuba .
La Reconciliación por la que algunos Castristas y algunos antiCastristas están trabajando fuertemente es por la ¨Reconciliación¨ entre la tiranía de los Castro y el pueblo cubano de dentro y fuera de la isla en el sentido de que se le haga borrón y cuenta nueva a los innumerables desmanes, asesinatos, años injustos de prisión, mentiras, dolor, destrucción material de Cuba, y del alma cubana, etc., que le ha infringido el Castrismo al pueblo cubano durante más de 53 años , además de que se le de un voto de confianza y de paciencia al Castrismo para que siga haciendo lo que le venga en ganas con Cuba y con su pueblo. A esa ¨Reconciliación¨ este bloguista y muchos cubanos de dentro y fuera de Cuba nos oponemos.
Por otra parte, la Reconciliación desde un punto religioso cristiano requiere de un ejercicio de contricción y de arrepentimiento que la soberbia tiranía Castrista nunca siquiera ha intentado hacer, todo lo contrario: se vanagloria de lo que ha hecho en este más de medio siglo y en el mejor de los casos les carga la culpa de sus errores y horrores a otros y no a su cúpula mandante, que es la que siempre ha mandado en Cuba por la estructura vertical y totalitaria que desde hace cinco décadas impuso en Cuba. Por último, el sacramento cristiano de la Reconciliación además del arrepentimiento sincero, ella va acompañada de una Reparación por el daño causado al prójimo y a la Iglesia. ¿ En que consistirá esa Reparación que debe hacer el Castrismo por todo el daño provocado dentro y fuera de Cuba ? El primer paso, y no el único, de esa reparación es dejar el poder a la voluntad libre del pueblo cubano.
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Mayo 23, 2012
BELEM, Brasil, mayo, www.cubanet.org -Aparentemente –y según la línea de pensamiento que defiende el Cardenal Ortega para la solución del “problema cubano”– el arreglo pasaría por un proceso de ‘reconciliación’. Es sin dudas un camino y podría ser parte de la solución. El problema es que cuando existen dos partes con posiciones tan antagónicas, y una de ellas –la dictadura castrista– continúa en una posición de fuerza contra la oposición pacífica, hay que caminar varios pasos antes de poder llegar a tal proceso. Sobre todo, es fundamental que ambas partes reconozcan la reconciliación como el inicio de un entendimiento. Reconciliación unilateral de parte de la oposición, hacia una dictadura que no habla de ello y continúa encarcelando y usando la fuerza, es rendición.
Cuando el cardenal Ortega habla de reconciliación podría estar mostrando un camino de sometimiento a la oposición política cubana, si no consigue ser públicamente enfático al hablar de reconciliación cuando dialoga con los personeros del régimen, incluso porque esa filosofía forma parte de la doctrina cristiana que defiende y encabeza dentro de la isla. Pero antes de la oposición considerar semejante vía de entendimiento –factible como se ha dicho antes– habría que pedirle a alguno de los altos dirigentes de la dictadura castrista que hablara de reconciliación en relación a la disidencia o la oposición de dentro y fura de la isla, cosa que no ha sucedido rigurosamente ninguna vez en este más de medio siglo de dictadura pura y dura.
El llamado problema cubano tiene características muy peculiares. La dictadura castrista para nada se dispone a reconocer ‘valores’ en la oposición política nacional. El trato que exige siempre el gobierno hacia la oposición es de sumisión total, nunca de reconocimiento de errores –de parte y parte– o de negociación para compartir civilizadamente el espacio que nos brinda la República. El principio que enarbola la dictadura es: “el gobierno que tomamos por la fuerza, por la fuerza tienen que quitárnoslo”, incitando a un proceso violento, nada conciliatorio.
Por otro lado, vemos como dentro de la propia Iglesia no existe la reconciliación con aquellos católicos que decidieron libremente tomar el camino de la oposición política. Es el caso de Oswaldo Payá y su Movimiento Cristiano de Liberación. ¿Por qué Payá y su movimiento es perseguido y mal visto dentro de la Iglesia? Si hubo diferencias antes, ¿por qué no se ejerce la reconciliación con esos hermanos de religión? ¿por el simple hecho de ser opositores políticos?; si los infiltrados del sistema de espionaje castrista en la Iglesia hablan y defienden la dictadura dentro y fuera de Cuba a nombre de la iglesia, ¿por qué no puede Oswaldo Payá y su Movimiento Cristiano de Liberación hablar contra la dictadura como católicos que son?
Hay muchas preguntas como las anteriores a ser respondidas antes de querer dar lecciones de reconciliación: ¿podrá haber reconciliación unilateral de las Damas de Blanco hacia sus verdugos, que semana tras semana las apalean, apresan y maltratan?; ¿podrá haber reconciliación unilateral de parte de la familia de Orlando Zapata hacia la policía que le negó el agua y lo dejó morir cruelmente?; ¿podrá haber reconciliación unilateral de Andrés Carrión hacia el policía político disfrazado de Cruz Roja que lo golpeó cobardemente, ya dominado?
Hay adicionalmente aspectos del “problema cubano” que son de tipo netamente político. Se sabe que la dictadura castrista ha adoptado la estrategia de confrontar, dentro y fuera de la isla, a los opositores como siendo partes del gobierno norteamericano y no como realmente son, personas libres que quieren una alternativa democrática para el gobierno de la isla. No puede haber reconciliación política con quien no reconoce jurídicamente la independencia de la oposición cubana respecto a gobiernos extranjeros, EUA u otros. La base de la reconciliación debe ser el respeto. Sin respeto y con consignas falaces sobre la oposición cubana, no hay alternativas que no sea la lucha por rescatar, en cualquier campo, la dignidad opositora.
Para la alta jerarquía católica, así como para los laicos pro-castristas infiltrados en la dirección de varios órganos de prensa de la Iglesia y en la dirección de ciertas estructuras laicas católicas cubanas, la dictadura cubana es lo mejor para la sociedad de la isla, como se han cansado de repetir dentro y fuera de Cuba. Pero la oposición no piensa así y junto con ella, una mayoría del pueblo cubano y de los católicos cubanos. El hecho que la Iglesia castrista cubana llame a seguir a Raúl Castro a través de una reconciliación unilateral, no significa que la oposición acepte semejante desvarío, porque en el plano conciliatorio, el castrismo no ha propuesto rigurosamente nada. La oposición continúa así su camino para cumplir su misión de luchar por una Nación libre, democrática e independiente. Lo contrario sería traicionar la patria cubana.
Si existiera buena voluntad, todo es posible. Sobre todo, si ambas partes –oposición y gobierno– admiten que la reconciliación es el proceso que los llevará a compartir un país más civilizado. Pero continuar pregonando una reconciliación solamente de las víctimas hacia sus victimarios indolentes, de los opositores pacíficos hacia las fuerzas represivas que los apalean, de la oposición hacia una dictadura sin apertura política, es simplemente traicionar lo más sagrado que tenemos los cubanos honestos hoy en día: la dignidad de un pueblo que no se doblega ante la dictadura. Como pregonó el Apóstol, “sin patria pero sin amo”. Para los cubanos de hoy, la dignidad ante la dictadura es más sagrada que la propia religión que pregona lo contrario.
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