Luis Cino desde La Habana sobre la visita de Alfonso ¨Alfi¨ Fanjul a Cuba: Esperando a Chita
Esperando a Chita
Cuba actualidad Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Hace algo más de diez años, ante la arribazón a La Habana de estrellas -con más o menos brillo- de las letras, la música y el cine, el poeta Raúl Rivero advertía: "Todos vendrán, hasta la mona Chita."chita
Hoy vemos como se cumple su profecía -es sabido que los poetas tienen mucho también de profetas. Y no solo porque sigue la arribazón de la farándula, más o menos solidaria y siempre atenta a arrimar la brasa a la fogata de su fama, sino porque ahora también arriban, pero de forma más callada, los millonarios.
La Gran Duquesa de Luxemburgo –que es cubana, por cierto- estuvo de vacaciones en La Habana. Visitó la casa donde nació, se retrató en el Malecón y anduvo por las calles de la Habana Vieja –me refiero al tinglado para turistas montado por Eusebio Leal, no a la de los solares, los balcones apuntalados y los edificios en estática milagrosa Solo faltó que la Gran Duquesa hiciera una visita de cumplido a la familia real de acá. Probablemente, ganas no le faltaron, pero la realeza falta de clase de por estos lares anda siempre muy atareada en mantener a flote a su revolución. Pero seguramente le hicieron llegar el recado: "Será un placer que se repita la visita". Y supongo que mientras más dinero gaste y más propaganda favorable aporte, será más placentera.
Parece que la corrida de los millonarios no tiene para cuando parar. Sorpréndase. También estuvo en Cuba recientemente Alfonso Fanjul, descendiente de una de las familias más acaudaladas de la época pre-revolucionaria y luego de 1959, del exilio.
Durante varias décadas, los Fanjul, anticastristas acérrimos, contribuyeron con su dinero a hacer inamovible el embargo, pero ahora –tiempo de milagros y maravillas- Alfonso Fanjul vino como integrante de una comisión de la Brookings Institution –sí, aquella misma que empleó alguna vez a Henry Kissinger- para verificar in situ la actualización del modelo económico cubano. Y va y hasta le parecen OK los parches, los Lineamientos y los timbiriches, y le da por invertir algunos de sus millones en Cuba. Lo cual, si se tiene en cuenta los antecedentes de los Fanjul, tanto cuando estaban en Cuba como luego en el exilio, no preocupará demasiado a los mandarines de verde olivo, siempre tan dialécticos a la hora de hacer negocios, pero respecto a los cubanos de a pie, que pondrán eventualmente su mano de obra barata, es como para asustarse con los inversores con las fauces abiertas que se nos vienen encima.
A los hermanos Fanjul, propietarios de Florida Crystal Sugar, las organizaciones ambientalistas los acusan de la devastación causada al ecosistema de los Everglades por el uso indiscriminado de fertilizantes. Sus compañías en el estado de la Florida y en la República Dominicana han sido denunciadas reiteradamente por violaciones de los derechos de sus trabajadores.
Eso y más, en cuanto a contaminación y abusos con los trabajadores sin derechos, podemos esperar en Cuba cuando los Fanjul, barones del azúcar, se suban al tren de los cambios raulistas sin libertades políticas que tan pragmáticamente propugnan Carlos Saladrigas y ciertos empresarios cubano-americanos que hablan de reconciliación nacional mientras sacan cuenta de sus futuras ganancias en dólares.
Ya casi siento chasquear el cuero de los mayorales en los cañaverales. Luego nos dirán que hubo que hacerlo para meternos en cintura, indisciplinados y vagos que nos volvió el comunismo. Que fue preciso para que volviera a haber azúcar, y por tanto, hubiese país. Dirán que eso también fue hacer patria. Y hasta tendremos que agradecer a los nuevos manengues por su pacto con los mayimbes del castrismo revisado y corregido.
Ojala que a la hora de reclamar sus propiedades en Cuba, los Fanjul sean tan conciliatorios y comprensivos con sus compatriotas más humildes como lo han sido con el régimen que ayer los hizo huir de su país. Cuando digo sus propiedades me refiero a las que aun existen. Con los centrales convertidos en chatarra y las tierras cubiertas por el agua de los embalses, no podrán hacer nada. Con respecto a las mansiones que les confiscaron y que hoy ocupa la nueva clase, ya buscarán un arreglo con sus nuevos dueños. Parece que los sinvergüenzas de ambos bandos están dispuestos a todos los entendimientos posibles, siempre que haya bastante dinero de por medio. Pero me temo que se pongan exigentes con los infelices que moran hoy la tierra que le dio la reforma agraria o le arrendaron después que se convirtieron en marabusales, o con los habitantes de las mansiones que se convirtieron en cuarterías. Y capaz de que institucionalmente los ayuden a echarlos a la calle, o al medio del camino real, no sin antes advertirles que no se preocupen, que la revolución no los dejará abandonados.
Nosotros, los de abajo, seguimos a la espera del próximo visitante. Hasta que venga Chita. Para ver como termina la película.
Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com
1 Comments:
Eso es lo preocupante del articulo y de la realidad; "esperar impasible por los cambios sin intervenir en ellos".RRB
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