sábado, octubre 13, 2012

Esteban Fernández: LA REVUELTA DE FORT KNOX

LA  REVUELTA DE FORT KNOX


Por Esteban Fernández
Octubre 13 de 2012
 

Hace 50 años. Esta historia la conocen muy pocos cubanos. Inclusive algunos compatriotas que estuvieron en las Unidades Cubanas de Fort Jackson no están al tanto de estos acontecimientos.

Creo que la mayoría de los lectores sabe que durante la Crisis de los Cohetes en Cuba en octubre del año 62, tras la información televisiva del Presidente John F. Kennedy al respecto, muchos cubanos nos inscribimos y fuimos enviados a Kentucky para integrar una fuerza invasora en el caso de que fuera ordenado un desembarco masivo.

Y existe la creencia generalizada de que la noticia de que hubo un pacto entre Kennedy y Kruschev ( y que nosotros no íbamos a pelear en ninguna parte) el destierro cubano  la recibió tranquilamente, calladitos y obedientes.

Pero de eso nada. Si hubiéramos sido ingleses quizás hubiéramos tomado la cosa con calma y resignación, pero como éramos  cubanos “cabezas calientes" la movida fue muy diferente”. José Miró Cardona que era el Presidente del Consejo Revolucionario nos enviaba regularmente cartas a todos. En la última misiva nos indicaba con pena que "aquello era otro embarque norteamericano a la causa de los cubanos que ansiábamos pelear y liberar a Cuba"...

Y lo que muchos no saben es que ahí se formó la de San Quintín.  La noticia se recibió con una mezcla de desilusión, de emoción, de malestar y la inmensa mayoría llegó a la conclusión de que habíamos sido traicionados. Y encima de eso se corrió el rumor de que el objetivo principal de habernos llevado a Fort Knox era sacarnos de Miami que en ese momento era un hervidero de lucha violenta contra el castrismo.

Y de pronto, sin haber sido organizado por nadie en particular se armó un verdadero “riot” (una revuelta) y los cubanos salían de sus barracas, se cantó el himno nacional cubano en infinidad de ocasiones, en las dos compañías que participaron en la insubordinación se tiraban los colchones por las ventanas y  POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA DEL EJÉRCITO NORTEAMERICANO se llevó a efecto una huelga de hambre.

En mi pelotón ( y supongo que en otros también) se hacía un intento baldío ( y quizás suicida)  por romper los candados de los "rifle racks" y lograr coger los fusiles Garand. Algunas barracas eran rodeadas por los M.P. (la Policía Militar) y hasta por la Guardia Nacional, y como no existía un líder, ni nadie que estuviera al frente de esta reacción emotiva, todo resultaba ser un verdadero caos.

(General Evert S.Thomas )

La algarabía fue de tal magnitud que se apareció el General Evert S.Thomas  un hombre con un montón de estrellas en sus hombros y que con actitud marcial dio la orden de reunirnos a todos en una explanada. Nos lanzó un discurso y la mayoría de nosotros no entendió "ni papa" por nuestra limitación del idioma.

El soldado que estaba a mi lado me preguntaba “¿Qué está diciendo TOMASITO?”. Increíblemente le estaba llamando “Tomasito” al General Evert Thomas. Cosas como esa nada mas se les ocurre a un cubano. Hubo otro compatriota que se le acercó al General, comenzó a hablarle y le puso un brazo por encima. El general le sonreía con ganas de darle Corte Marcial.

Al terminar su arenga "Tomasito" un compañero que hablaba bastante Inglés, llamado Teofilo Ruiz Alum, me dijo: “Él cree que todo este alboroto que hemos formado es por la sencilla razón de que el estado de Kentucky, con su temperatura bajo cero, es muy frío para nosotros, y nos pide que estemos tranquilos  que cuando él regrese nos trasladarían para Fort Jackson, en Carolina del Sur, que tiene un clima mucho más agradable que aquí”...

Desde luego, nos indicó (supongo que para calmarnos) que “Todavía no se había tomado una decisión concreta en cuanto a la posibilidad de invadir a Cuba”. Como todo el mundo entendió la palabra “Kiuba” todos lo aplaudimos.

Un soldado llamado Roberto Romagosa se fue a un teléfono público y llamó “collect” a la Casa Blanca y pidió hablar con Kennedy para darle las gracias por sacarnos de la nieve. Me recuerda Carlos Rodríguez que el General pidió que los responsables de la indisciplina dieran un paso al frente y todos dimos el paso al unísono.

Un recluta que le habían fusilado su padre en Matanzas, de apellido Castillo, lucía que había recobrado las esperanzas y me invitó a un café cubano que él mismo había colado.

Y al retirarse el sorprendido oficial  (lucía atónito) varios cubanos le sonaron un apretado abrazo. Unos días más tarde nos dieron pases para irnos a celebrar las Navidades. Al regresar nos montaron en unos lentos trenes, otros en guaguas, rumbo al Fuerte Jackson  donde ya habían llegado un par de miles de compatriotas... El periódico “Revolucion” todo lo resumió en un párrafo que decía: “Los niños bitongo que pretenden invadirnos le tienen miedo al frío”.